Partida Rol por web

Baronetti, justo después de dejar de disparar*, se quedó con los brazos separados. Su mano izquierda estaba relajada, pero a la vez en el aire, y su M16 apuntaba ahora a las copas de los árboles. "Barthow" respiraba. Profundamente. "Uff.. Ahh... Ufff... Ahh".

Instantes después, justo cuando vio desplomarse aquel ente de imposible denominación, la ametralladora de Maverick continuaba la función; ahora el segundo acto se centraba en las dos aberraciones con piernas... ¡se acercaban!

Baronetti continuaba respirando, más y mas fuerte... Cuando el estruendo de las balas cruzaba el aire, el soldado se llevó sus manos (una de ellas con el arma) a los óidos. Su cara hizo un gesto tenebroso de dolor, de incapacitación, de la lucha por mitigar el estruendo de las ráfagas de su compañero ahora grabadas en su cabeza. Instantes después, se agachó.

Pocas veces había entrado en combate. Seguro que ni el cabo Morriset y el Sargento al que obedecíamos hubiera apostado un dólar a que podría haber derribado un hombre así. Por supuesto, yo tampoco. Es por eso que ahora aún sigo creyendo que algo me poseyó, el afán por los cuentos que mi tio me había contado sobre las batallas, ¡una motivación no aparente!, ¿no creéis?..., si no, no logro explicarme porqué justo en el siguiente instante en que Maverick disparó, me agaché, me tumbé en la tierra y comencé a llorar, fruto del dolor en mis oídos y el miedo bañado en dudas que me asediaban por dentro... creo que esa Guerra me venía grande...

Bings tomo su lanzagranas y presa del shock apunto hacia donde creía era el centro de la zona en la que se encontraban aquellas creaturas que aparentaban ser algún tipo de simios; pero la situación era desesperada en su menta y apenas su mira paso por el centro Bings disparo presa del pánico sin reparar en ubicar bien la mira.

Bings sabia que había acertado, pero tras la nube de humo generada por la explosión no estaba seguro de si había causado daño o no a esas cosas.

La ráfaga de Maverick acompañada por las explosiones de Bings habrían podido derribar a todo un regimiento. Cuando el humo se disipó lo que vieron los soldados fueron los cuerpos de las criaturas hechos pedazos en el lecho del río.

El sargento Mills no acababa de creer lo de aquellos monos humanoides. Contemplaba los cadáveres ensimismado. Cuando salió de su letargo señaló la posición entre los árboles del otro lado del lecho.

- ¡Bings! ¡Baronetti! ¡Al otro lado de la orilla! ¡Aseguren la zona! ¡Maverick! ¡Morriset! Permanezcan en su posición cubriendo el área.

Mientras hablaba él mismo se aproxima al primer cadáver, el que casi había alcanzado la loma.

-Si sargento-, le contestó a Mills y se dirigió a colocarse en posición aun tomando el reparo de ir a cubierto…, no por que esas cosas hayan caído significaba que las cosas estuvieran bien, algo raro estaba pasando.

Se colgó el lanzagranas al hombro, lo de hace un rato había estado de mas, debería aprender de ello, desenfundó su metralleta y revisó que estuviera cargada y lista mientras se posicionaba.

El cañon humeo al terminar el tableteo.

-¡Objetivos avatidos!- Dijo buscando a Mills

Tras recibir la orden, se acurruco en el suelo y siguio oteando la otra orilla. ¿Que demonios estaba pasando? ¿Eso era humano o era un animal? Mav se perdio en sus pensamietos intentando recordar si su abuelo le habia contado algo de esto, pero con la adrenalina criendo todaba no era pacaz de concentrarse. Quizas mas tarde pudiesen "descansar" y pensar en ello con mas calma.

Se secó las lágrimas. Baronetti cogió aún en el suelo su arma y corrió detrás de Bing a donde le había ordeando el Cabo. Ahora tenía las rodillas y las manos llenas de tierra humedecida de la selva. Sin más dilación echó a correr aun sintiendo un frio en los ojos debido a su estado empapado...

Cuando pasó al lado de los cadáveres, bueno, lo que quedaba de ellos entre agonizante "carne" agujereada, Baronetti hizo una arcada. Lo hizo sin pararse. Una vez al otro lado del rio se posicionó bien alejado de Bings, con una rodilla en el suelo.

Baronetti comenzó a maldecir a su tio en su interior...

-¿V...ves algo?, Bings -dijo con algo de asombro y deseperación.

- ¡A la orden, sargento!

Morriset gruñó entre dientes, maldiciendo el terreno inestable.

Joder... ¿qué demonios eran esas cosas?, pensó.

Observó al sargento Mills mientras corría hacia los engendros abatidos, y se preparó para disparar a la más mínima cucaracha que osara arrastrarse por la ribera del río. Aún estaba bastante nervioso, pero se obligó a respirar hondo y a calmarse. Comprobó su mira y la limpió a conciencia. No quería volver a fallar un disparo y menos contra uno de esos simios horrendos.

Los dos hombres al borde de la jungla constataron que no había movimiento: ni más simios extraños ni vietnamitas. El lugar estaba despejado.

También comprobaron que el misterioso sendero de piedras se adentraba en la maleza.

Mills le hizo una seña a Maverick: 

- ¡Ayúdame a arrastrar a este engendro hacia la selva! - dijo señalando al mono que casi había alcanzado la loma, que era el menos dañado por los impactos - Morriset: desciende pero atento a los alrededores. Cúbrenos mientras lo arrastramos.

¿Para que demonios quería el sargento aquel mono muerto?

El cabo Morriset observó por un segundo al sargento, pregúntandose qué demonios pensaba hacer con ese saco de carne, pero al momento se colocó la culata de su Winchester al hombro y empezó a descender despacio, dejando la mirada perdida para percibir mejor cualquier movimiento en los alrededores. Alzó la mano para dar a entender que había oído la orden.

Venga, daos prisa. No nos quedemos al descubierto... pensó.

Baronetti miraba hacia delante, en la posición cubriendo el rio. Ya no canturreaba mentalmente, sino que tan sólo permanecía alerta, con la mente en blanco, bueno... casi. Su tio Pelucho le había defraudado, y eso le aturdía un poco, pero nada fuera de lo ya común...

En esos momentos, escuchó unos pasos detrás de él, y una extraña órden por parte del Sargento.

Seguidamente, Barthow miró hacia atrás, girando su cabeza un momento. Una vez vista la escena (el sargento intentand arrastrar a aquel ente), Baronetti comenzó a sudar. Su camisa comenzó a ahogarle , y con una mano introdujo un dedo entre su cuello y el cuello de la misma, con la intención de aflojarla. Acto seguido, tragó saliva... eso es lo que hizo por fuera.

En su interior comenzó a plantearse dudas.  Muchas dudas. Comenzó a tartamudear  en su mente, hilando palabras inconexas, las cuales parecían que podrían formar numerosas frases para lo que veía, pero ninguna de ellas resultaba conciliadora con su visión... Finalmente, parece que pudo decir en bajito a Bings, que estaba más cerca que el resto:

-Bings... ¿Qu.. que hace el s... .s.. s...sarg...gento? -su frente brillaba.

-Como diablos quieres que sepa yo que jodida estupidez se le ha pasado por la cabeza, si supiera como piensa el sargento yo mismo seria sargento, no espera joder, lo había olvidad, soy negro- Le respondió Bings algo malhumorado, no le gustaba la situación y mucho menos le gustaba no saber que diablos hacia el sargento –Por mi puede que piense cocinarlo, o usarlo como cobertura en caso de un ataque…, como diablos quieres que sepa…, blancos, siempre acaban consultando a los hermanos sobre las idioteces que les pasan por la mierda que tienen de cerebro- concluyo Bings fijando su mirada en el Sargento y aquella criatura.

Ayudado por Maverick el sargento tiró el cadaver en medio de la maleza. Luego le hizo una señal a Morriset para que se reagrupase con los demás en la protección que daba la espesura.

El cadáver del simio estaba en medio del grupo de soldados. Todos lo observaron con una mezcla de curiosidad y repugnancia. ¿Qué era aquello? Ahora de cerca parecía más algún tipo de cavernícola que un mono. Todos habían visto reproducciones en las láminas del colegio de los hombres de neartdenthal y todas esas cosas... pues bueno: aquello parecía un jodido cavernícola. ¿No era eso lo que decían en los documentales de la tele? ¿El eslabón perdido? Pues parecía que hoy era el día de los descubrimientos asombrosos. Ellos intentaban encontrar al resto del pelotón y a cambio al destino se le daba por regalarles encuentros por los que cualquier científico habría pagado millones. Claro que a ver que científico le echaba el valor de bajarse en medio del conflicto más cruento del momento en la tierra.

- Joder... es un puto cavernícola... pero eso no es lo peor.

El sargento le dio la vuelta al cadáver.

- ¿Alguien puede explicarme esto?

Estaba claro que ninguno de los presentes iba a poder explicarlo. En la espalda del mono había un enorme trozo de metal y varios cables que salían de él y se introducían en la espina dorsal del individuo. Había un trazado raro sobre la superficie del metal, como si alguien hubiera dibujado líneas de oro sobre el mismo.

Mav acababa de arrastrar los despojos del humanoide hasta el linde de los arboles. Con la cabeza mas despejada intento recordar si alguna historia que le contaba su abuelo podia parecerse a lo que estaba viendo.

¡Nada! no habia nada que se pareciese a esas historias que alguna vez al lado de la chimenea le conto su abuelo.

-Esto es malo, muy malo...-Dijo agarrando el colgante denuevo- ¿Que es eso que tiene en la espalda?- Dijo mientras inspeccionaba el cuerpo.

-Que asco... no entiendo nada de esto, alguien tiene idea de que esta pasando- Repaso con los ojos a todo el grupo cercano.

Morriset se agachó sobre el cadáver, despacio, como temiendo que en cualquier momento pudiera revolverse. Examinó la pieza de metal y los cables que se incrustaban en el cuerpo de aquella bestia de pesadilla.

- Parece una especie de... maquinaria... Algún tipo de mecanismo. ¿Pero cómo podía vivir esta cosa con esos cables metidos en la espalda?

No pudo responderse. Ya eran dos las cosas aberrantes que había visto en apenas unos minutos; primero esos simios humanoides y luego el ingenio infernal que aquél llevaba adosado. Tragó saliva y volvió a levantarse. Odiaba Vietnam, pero por si había pensado que aquella jungla no podía empeorar más, el día parecía decidido a demostrarle que estaba muy equivocado.