Partida Rol por web

Morriset miró el estropicio que Baronetti había preparado con aquél cadáver de Dios sabe qué, y frunció el ceño una vez más.

- ¡Maldita sea, Baronetti! Dijiste que no volverías a sacar el cuchillo a pasear. ¡Estáte quieto un jodido minuto!

Luego miró a Maverick y asintió, mostrando su acuerdo.

- Sí, creo que es lo mejor. Asegurémonos de que esto está despejado, y luego hablemos... Me da la impresión de que todos tenemos mucho que contar.

Todavía asimilando la orgía de destrucción de Baronetti el soldado Maverick se adelantó en su exploración, alcanzando la esquina del templo por la zona trasera. Echó un vistazo desde su posición y comprobó que las muralla seguía paralela a la pared hacia la parte delantera. Una palmera había caído sobre la muralla, quizás debido a algún vendaval, quizás un corrimiento de tierras, derribando parte del muro en su zona alta, hacia el medio del camino. Pero no había problema en pasar por debajo. El árbol se apoyaba en la pared del templo y no tenía trazas de caer. Probablemente llevaba así un montón de tiempo.

Cerca de la zona final del muro de la izquierda, en el patio delantero, había otra torre semiderruída.

Mientras Morriset dejaba al sargento y se aproximaba a la posición de Maverick éste comprobó que todo estaba despejado.

Aún preocupado porque empezaba a parecer que era la única "persona normal" del grupo (las declaraciones de Morriset diciendo que sabía que iba a pasar habían sido un -otro- jarro de agua fría), el sargento no dejaba de valorar la situación táctica del lugar. La palmera caída llamó su atención.

-Lo... lo.. ss...siento , señor... -dijo Baronetti al cabo. Es por n... n...nuestra seguridad en est... est... este punto hoss... til.

Acto seguido miró a Maverick por sus palabras, pero no dijo nada.

-Es... estaría muy b... b... bien que hab...laramos, señor, -dijo Baronetti de nuevo mirando al cabo. ¿p... p... pero de qué? T... t... todo el m... mundo tie...ne mm...mm... manias, ssheñor...

Mientras caminaba atento a cualquier amenaza, Morriset se fijó especialmente en la palmera caída. Un punto estratégico de la zona a tener en cuenta. Lo anotó en su memoria.

- Yo tengo cosas que ya es hora de decir, y no son manías -respondió Morriset secamente, sin mirar a Baronetti-. Los demás que hagan lo que quieran, ellos sabrán lo que les ronda la cabeza.

Siguió revisando la zona con el arma lista. Seguía intranquilo. Al contrario de lo que había pensado, decirle al sargento que conocía ese templo no había calmado su ansiedad. Se esforzaba por recordar más detalles de lo que sabía, pero era muy difícil, y más en aquél ambiente de tensión. Maverick tenía razón, necesitaban calmarse y aclarar las cosas.

Sin responder, Baronetti recogió su arma. Ahora que estaba listo y cerciorado que esa cosa no les haría daño, estaba listo para continuar la inspección, y estaba a la espera de órdenes. Su cuchillo lo guardó en la funda, en su bolsillo, sin limpiarlo siquiera.

Con aire despistado mientras consideraba las posibilidades del lugar(*) y avanzando hacia la parte frontal del templo, se le ocurrió un detalle al sargento.

- Y si conoce este sitio y que lo encontraríamos... ¿sabe ahora que contiene el templo? ¿Y cómo saldremos de él?

En el fondo creía que el cabo se había auto-convencido a posteriori de que sabía esas cosas de antemano, pero si le podía decir que todo iba a ir bien posiblemente le subiría la moral al que creyera esas cosas. Eso sí, si Morriset recordara algún detalle importante que no pudiera conocer ahora... eso sí que sería un problema.

Morriset miró de soslayo al sargento, y captó al instante que no se fiaba demasiado de lo que había dicho. Se sintió algo irritado, pero se contuvo. Al fin y al cabo, nunca había hablado con nadie de esas cosas... y empezaba a pensar que después de todo no había sido buena idea revelar que sabía que acabarían allí.

- Sargento... -empezó a decir-, verá... No es fácil. Es algo complicado y no es sencillo explicarlo y menos entenderlo... o incluso creérselo. Digamos simplemente que... lo conozco, ¿de acuerdo? Recuerdo el lugar, lo he visto antes. Pero es un recuerdo vago, nebuloso... Como si lo hubiera soñado, ¿comprende?

Dijo aquello último mirando de reojo al sargento, para ver cuál era su reacción. Mientras hablaba, no dejaba de caminar a paso de reconocimiento, esperando que los chicos de la escuadra no dejasen puntos ciegos en la maniobra de vigilancia. "Mierda", pensó, "es más difícil hablar de esto de lo que imaginaba..."

-Osea, qu.. que... que el cabo conn.. nn... conoce este sittt...ttio... -pensaba el jóven Baronetti. I...Increíble...

Su cara de asombro, debido a sus pensamientos para él poco dilucidantes y lo que estaba escuchando, se tornó en una sonrisa. Ahora Baronetti era feliz. Muy feliz, mucho más que desde el inicio de esta rar incursión. ¿porqué? Al parecer no era el único que veía cosas raras o pensaba en que aquella realidad no era más que una tapadera de algo grande, siniestro, "extraoficial", al fin y al cabo...

Mientras hablaban pasaron por debajo de la palmera que derribaba el muro y alcanzaron el patio frontal. Efectivamente las dos torres flanqueaban la parte delantera de aquella estructura de ángulos rectos. Una enorme escalinata conducía a una puerta delantera que, contra el tamaño de los escalones, sólo permitiría a un hombre con cierta dificultad. Las dos torres semiderruídas que flanqueban la muralla parecían vacías, llenas tan solo de los cascotes procedentes de sus propios muros caídos.

En la parte delantera no había ningún acceso al exterior. Parecía que la entrada al recinto era la que habían utilizado los marines. Nuevamente, contra la esquina suroeste de la muralla, quedaban los restos de paredes que antaño probablemente formarían algún tipo de habitáculo. Sin embargo al contrario que pasaba con las cuadras de la zona norte este lugar estaba despejado de maleza. De hecho en esta zona del templo el suelo era de piedra, formado por grandes losas cuadradas, y aunque algunos hierbajos habían pugnado por crecer entre las junturas de las piedras la zona estaba más o menos despejada.

Desde el patio no veían el interior del templo.

Viendo el patio frontal del templo, el sargento no quería dejar nada al azar. Las torres parecían vacías, pero eran un buen sitio para ametrallar a cualquiera que estuviera en la puerta del templo, por ejemplo, así que quería asegurarse.

- Bings, Baronetti, inspeccionen la torre. - dijo señalando los restos de la torre más cercana - Maverick, conmigo. - añadió poniéndose en marcha hacia la otra - Morriset,cúbrase al pie de la escalera y si ve algo... ya sabe que hacer. Si no hay nadie nos reuniremos en su posición.

Posiblemente estaba siendo demasiado precavido, pero la guerra le había enseñado que pasarse de precaución no era una causa de muerte tan común como el exceso de confianza.

Mavs observo la entrada del templo cuando oyo al sargento

-Si señor!

Corrio hacia Mills y se dispuso a cubrirle mientras le seguia

"Come on baby, light my fire.......
.............Come on baby, light my fire"

Y un poderoso bajo, justo después, retumbaba en la mente de Baronetti. El joven soldado estaba ahora tranquilo, sosegado... casi podríamos decir que contento, puees se había cerciorado de aquello anterior...

Sin dilación alguna, y sin esperar a Bings, levantó su arma y comenzó a caminar semiagachado hacia la torre. Previamente había desenfundado su cuchillo, tomado con fuerza entre sus dedos, y limpiado los restos viscosos de la hoja en su propio uniforme. Acto seguido, sin darle limpieza alguna, ,lo sostuvo entre sus dientes, de nuevo. Podría asustar, de esta forma, hasta el jabalí o elefante más correoso del lugar...

Con su arma entre sus manos, avanzaba. Una vez en el hueco de la torre, intentó advertir algo sin asomar demasiado la cabeza, pues estaba apuntando preventivamente entre las derruidas rocas.

Morriset asintió en dirección al sargento justo cuando este caminaba con Maverick a su lado. Sin perder tiempo corrió junto a la escalinata e hincó una rodilla en tierra, cubriéndose en una esquina junto a la pared y vigilando. Se presignó para que no encontraran nada adentro, pero si todo seguía como hasta ese momento...

Prefierió apartar esos pensamientos de su mente. De momento tocaba estar alerta. Luego ya verían...

El equipo se repartió rápida y certeramente, sin cometer errores. Jamás lo habrían pensado que eso los tranquilizaría pero la rutina de la guerra evitaba que pensaran en los extraños sucesos que habían visto hasta el momento. Baronetti comprobó que la torre indicada estaba vacía mientras Bings lo cubría desde atrás. Por su parte el sargento hacía lo propio con la otra con la protección de Maverick.

Apoyado en la base de las escaleras Morriset echó un vistazo al umbral del templo. El interior parecía estar oscuro. Lo miró intranquilo y luego vio como sus compañeros volvían a replegarse hacia las escaleras. El lugar estaba despejado.

-Sa... sargento, todo d...despejado. Aquí no hay  nada... -dijo Baronetti, retirándose momentaneamente su cuchillo de la boca.

Ahora parecía que tartamudeaba un poco menos; estaba menos nervioso (sin contar el contexto de guerra) y  podría acabar, junto con aquel pelotón, con un batallón entero de Charlies si se le presentara el caso... tal era su ánimo en esos momentos.

-S...señor -dijo volviéndo a hablar al sargento...-, po...por seguridad... ¿registr... tramos la otra torre, s... señor?

Acto seguido se llevó el filo a sus dientes, de nuevo.

Al reunirse con sus hombres, el sargento cruzó una mirada con Bings y Baronetti. Todo estaba despejado. Obviamente, ignoró la sugerencia de Baronetti de revisar la torre que él mismo había revisado con Maverick. Miró hacia la oscuridad del interior del templo y con un gesto de cabeza para todos, indicó que procediesen hacia dentro. Esperaba acabar con ese sitio antes de que cayera la noche.

En el umbral de la puerta misma, en una posición cubierta, consultó al resto.

- Aquí debería quedarse alguien a hacer guardia, por si 'cambia el entorno'. - dijo refiriéndose a la posibilidad de que alguien llegase al tranquilo patio mientras estaban en el interior del templo y les pillase en bragas al salir. - ¿Algún voluntario?

Baronetti bajó su cabeza,  y tragó saliva. La idea de quedarse con las "paredes sangrantes" no le entusiasmaba precisamente. Claro que, tampoco sabía qué había ahi dentro, en el interior de templo.

El cabo Morriset se planteó la posibilidad de quedarse fuera, pero la desechó enseguida. Si entraba, era posible que recordase más detalles del templo. No le hacía ninguna gracia meterse ahí, pero en el fondo sabía que no tenía más remedio que hacerlo si quería saber por qué demonios estaban en ese lugar.