Partida Rol por web

Federico se levanta, camina rodeando la mesa y se sitúa al mismo lado que Isabella. Allí hay dos butacas de escritorio que parecen bastante cómodas. Señala a una de ellas, invitando a Isabella a tomar asiento.

- Quería darte mi pésame personalmente. Como dije en público, pese a ser un infiltrado, tu padre, sirvió bastante bien a la organización y era gran amigo de Nonna. ¿Hay algo que pueda hacer por ti en estos momentos?

- Pues, por lo que me cuentan, Eduard y usted sospechaban de mi padre, pero él me dijo que confiara en Eduard y quiero saber por qué, ya que o es una rata como él o hay algo aquí que se me escapa.

- No entiendo por qué te dijo eso tu padre. Eduard ha salido en la última lista de Berto junto a tu padre, por lo tanto es inocente. De momento. Estaré atento de todas formas. Gracias por la información. Yo hoy creo que votaré a Melissa, me huele mal su actitud. Por privado me dijo cosas que en público no me encajan.

La reunión finaliza cuando ambos interlocutores ven asomar las primeras luces de la mañana y se retiran para reflexionar y afrontar lo que el nuevo día está por traerles.

La noche aparentaba ser muy provechosa, quizás no todo fuese cierto, pero, fuese como fuese, había sido una noche muy ajetreada.

La visita a la cárcel, la reunión familiar, los encuentros nocturnos, las conversaciones con el espíritu de tu madre.

¿Qué otra cosa puede ocurrir hoy?

Piensas en esto mientras regresas al hogar.

Cuando llegas, ves un sobre en el felpudo justo delante de tu puerta.

En él hay una nota:

"Licorería Schmidt. Entra por la puerta del callejón"

Conoces esa licorería, es el único local regentado por un judío de todo el barrio italiano. Has comprado buenos licores allí.

No sabes de qué va esto, pero eres parte de la mafia, y quien no arriesga, no gana.

Decides acudir al local.

Al llegar al callejón trasero, ves luz en el interior a través de un ventanuco de vidriera. Está alto, así que no puedes ver el interior.

Te acercas a la puerta del callejón y llamas a la puerta. Esta se abre por efecto del golpe de tus nudillos. Estaba abierta y esperándote.

Entras y cierras la puerta tras de ti.

Saludas pero nadie responde. La luz proviene de una lamparita junto a una mesa. Sobre ella un sobre, una botella mediada de Bourbon y un único vaso.

Abres el sobre y lees su contenido.

"Aquí estarás seguro hoy. Espero que puedas pasar una noche en vela. El bourbon te ayudará"

La firma solo pone:

"Un amigo de las cuatro familias

Estefano te ha hecho llegar una nota para solicitar que te reúnas con él cuando acabe el día. Si aceptas, se le enviará otra nota similar para confirmar tu presencia.

Acepto.

Me gustaría hablar con Eduard.

Se le notifica.

Eduard ha aceptado reunirse con Federico.
Apenas anochece, el primero hace acto de presencia en la oficina que el capo de los Morosini emplea para sus reuniones nocturnas, y lo hace con una buena botella de whisky en sus manos.
A pesar de tener dos ventanas abiertas, el olor a tabaco es notorio en el lugar.

Berlus te ha hecho llegar una nota para solicitar que te reúnas con él cuando puedas. Si aceptas, te incorporarás directamente a su escena.

Acepto la reunión con Berlus

Federico se encuentra de pié, mirando por la ventana. Observa a la gente caminarpor la calle y piensa en lo afortunados que son llevando vidas mundanas. Escucha los pasos de Eduard entrando en la habitación, sin retirar la vista de la ventana le dice:

- Pasa Eduard, ponte cómodo. Tengo wisky -  levanta la mano que sujeta la botella - y cigarros, ¿quieres?

Se gira y observa a Ed mientras se acomoda.

- Esta noche no tengo reunión con Berto, he preferido hablar contigo. Si te da la lista y no le importa que la compartas conmigo, estaría bien, si no, mañana la sabré con el resto. No sé si se podrá adelantar mucho esta noche.

Hizo una pausa y se dirigió a servir dos vasos.

- Anoche, fuiste tu ¿verdad?

Se quedó observando su reacción con un vaso en cada mano.

Buenas, Federico - Eduard cierra la puerta tras entrar, cuelga su chaquetón viendo a éste de espaldas, y se dispone a sentar el trasero en alguna silla – Claro que quiero, coño, venga esos cigarros ahí - dice con un par de brazadas más cercanas a los cincuenta que a los cuarenta.

Pero... no – aquí responde algo confuso - No fui yo, viejo. La noche anterior lo más interesante que hice fue perder el tiempo con Isabella, compartir algunas opiniones con Buscemi, y "peleándome" con el loco de Tony en casa. Aunque puedes contarme de lo que esperabas, igualmente.

Y que sea doble – la copa.

- Y qué... ¿compartimos inquietudes? Yo espero aclarar el tema de Tony con Berto, que por cierto, ¿qué tal tu reunión con él, ayer?. No dijo ni mu, lo cual me pareció raro viniendo de él.

Federico se divertía con Ed, cada visita le hacía olvidar el ambiente casposo y cargado de las reuniones en Il Ristorante.

- Claro que sí, Ed. Empiezo por Tony. Es un pobre loco. Anoche vino a verme para pedirme tregua. Me dio pena, el tío no es mala gente pero le pierde la boca. Me pidió ir a la cárcel en lugar de morir. Pues ahí es dónde iba a acabar y ha acabado.

- Sospechas tengo unas cuantas ¿Qué opinas de Joe?