Partida Rol por web

Keller se recompuso de la tormenta de consecuencias que acecharon su cabeza mientras volvía a la conversación tras el pequeño rifirrafe de acusaciones.

- Volved al barco, Phillip. Que Wayne reemplace a James en la guardia hasta que suenen las campanas de cambio de turno. Nosotros nos quedamos aquí mientras tanto, no podemos dejarlo aquí - dijo arrastrando las palabras denotando tristeza mientras observaba el cuerpo sin vida del pequeño esquimal.

Keller hizo un gesto con la mano a Duncan Montgomery. Karim que examinaba el cadáver del niño junto a Brian, comprobó que no respiraba. La bala del rifle del marinero había impactado a la altura del corazón. Al menos, es consoló a los ingenieros, saber que el pequeño esquimal no había sufrido.

El frío de la noche comenzó a notarse de nuevo. La corriente silbaba entre los riscos de nieve, golpeando como un ejército de cuchillos en la cara de los ingenieros. El crujir del hielo acompañaba los silbidos, haciendo del pasaje un escenario desolador y melancólico.

- No podemos quedarnos aquí más tiempo, debemos de volver con el cuerpo y que el señor Fitchs compruebe la causa de la muerte y lo prepare para su entierro.

Ese niño no estaba solo.  ¿Donde está su padre, o sus familiares?   -Dharma interrumpió.

No se les dice esquimales.  Son inuit.   El nombre que se dan a si mismos.  -Ese reconocimiento había sido dado años después en Occieente.

Salen a aprender a pescar y cazar con sus padres, desde pequeños.   -Volteó hacia todos lados.-  El padre debe estar aquí.  

Habrá que tratarlo como trataría al hijo de un marinero que hubiera sido muerto por accidente.  El hijo de una mercader, o de un noble. 

Es decir, asumir la responsabilidad.

Señor Montgomery, creo que, si está muerto, será mejor dejarlo aquí.   Ya que nos vean alejarnos, se les quitará el miedo, y vendrán por su hijo.  Para que le hagan los ritos funerarios suyos.   Llevarlo al barco es robarles dos veces, la vida de su niño, y sus restos.

Le habló, calmada, empática, al que disparó. 

Fue un error, un accidente, lo sabes, diosnuestroseñor lo sabe, tus compañeros lo sabemos.   -Ven a rezar por su alma al barco. 

Dharma quizó dejar una muestra de pena, arrepentimiento, pero no se le ocurría nada que fuera universal en lenguaje. 

Nada más que las lágrimas y el llanto. 

Ayudenme a aplicar el hielo y la nieve en una especie de túmulo, pequeño para no tardar.  Dejaremos su cuerpo ahí, como en un velorio.  Mostrará nuestra pena, un gesto de respeto y petición del imposible perdón.   - Rebuscó entre sus cosas por si tenía una vela, para dejarla encendida.

A Brian le pareció buena idea. O, al menos, lo suficientemente buena para calmar su rabia por la muerte del pequeño inuit. 

—Tiene razón. No podemos llevarnos el cuerpo. El médico no podrá hacer otra cosa que certificar lo que todos sabemos: que el niño está muerto —se le congeló una lágrima en el rostro—. Además del túmulo deberíamos dejar junto al cadáver comida y algún que otro objeto de valor, como indemnización por la muerte de su hijo*. En las sociedades primitivas la vida de cada persona tiene siempre un precio, literalmente.

El joven miró alternativamente a Keller y a Montgomery. Con aquellas capuchas era difícil distinguir sus rostros, pero buscaba cualquier tipo de gesto de aprobación que demostrara que aquellos dos hombres sentían realmente la muerte del niño. Le dijo a Dharma que malgastar una vela en aquel clima no merecía ni siquiera el intento, pero se puso mano a mano con ella para preparar el túmulo de nieve.

"Dios mío, dios mío, dios mío, dios mío..." Se tapaba la nariz y la boca con las manos, respirando agitada sin saber como reaccionar. Habían disparado a un niño... joder. Lentamente su cerebro volvió a ponerse en marcha y se llevó una mano a la nuca, enterrando los dedos en su cabello sin poder apartar a mirada de la cara del crío. -Tienen razón, no podemos quitarles el derecho de enterrar a su hijo - La empatía de su compañera con el marinero la sorprendió, ella solo pensaba en sacudirlo en ese momento. 

-Sí - Murmuró arrodillándose para cumplir la idea de Dharma de crear un lugar de reposo para el pequeño, era lo mínimo que podían hacer. Solo cuando las lagrimas comenzaron a congelarsele en la cara se dio cuenta que estaba llorando, las limpió inutilmente con la manga del traje y siguió trabajando en silencio, sin levantar la mirada. -Yo lo consideraría un insulto - Respondió con dolor a la idea de "pagar" por el niño. Una vez listo el túmulo se quito su abrigo y envolvió con cariño al niño, dejándolo reposar como si estuviera dormido. -Pero podemos hacerlo para demostrar respeto - Sabía bien que se había expuesto como mujer frente a los marineros que los acompañaban pero tenía cosas más importantes de las que preocuparse. 

Karim estaba de acuerdo con sus compañeros que parecían conocer mejor las costumbres de los esquimales. 

- Sí... será mejor que lo dejemos aquí, ya no podemos hacer nada más por este pequeño. - dijo mientras pensaba en unas palabras de despedida. Karim no era religioso, pero creía que había que honrar de algún modo a ese niño.

Se levantó de la nieve, se sacudió la ropa y colocó al niño en una posición que mostrará que había sido manipulado intencionalmente. Las manos sobre el pecho y los ojos cerrados. - creo que será suficiente. - continuó mientras el resto preparaba un improvisada tumba.

 - Encuentra descanso allá donde vayas... - recitó sin saber muy bien que palabras escoger para un momento así.

- Volvamos al barco. - reconoció una vez dados los debidos respetos al niño.

Duncan Montgomery miraba con pena el cuerpo del pequeño. El frío había congelado el rastro de sangre que salía bajo su espalda. El explorador pasó la ancha manga de su abrigo por su cara para quitarse el rastro de nieve que se estaba formando entre sus cejas.

- Qué diablos, señor Keller, tienen razón - le dijo el explorador a su superior -. Si lo llevamos a El Esperanza lo único que haremos es atraerlos a nosotros y con una actitud hostil -  el viento cortó el silencio que se hizo en aquel momento, con las dudas de Taylor Keller. Finalmente, asintió - Está bien, muchachos, vamos a hacerlo digno.

Las palabras de Dharma habían convencido al superior, extrañado del conocimiento que tenían de las costumbres de los habitantes de la zona. La seguridad ante la situación, la determinación del funeral y la ofrenda que comentaba Brian, junto al frío; fue determinante para actuar de manera rápida para volver al barco, evitando cualquier peligro.

Entre los cinco comenzaron a preparar un pequeño túmulo con un mojón al lado a modo de llamada. A penas tenían nada con qué preparar el funeral, pero lo hicieron todo lo mejor posible. Karim, mientras tanto, colocó al pequeño en una posición con los brazos cruzados. Todo

- Phillip - llamó Duncan al marinero -, de que dejes a James vuelve con algo para ofrecerles a su familia, pregunta al señor Lyon, el cocinero. También coméntaselo a Sir Joyce Goodmin, lo entenderá.

Cuando Martina comenzó a quitarse el abrigo, Montgomery miró a Keller, que se fijaba en como James y Phillips se perdían en la lejanía. El explorador se quitó el abrigo rápidamente, para cubrirla mientras se arrodillaba a su lado.

- ¿¡Qué haces, loca mujer, quieres que te encierren en el sótano junto a las ratas y las humedades?! - le decía entredientes, reprimiendo su enfado - ¡Eso es lo mejor que te podría pasar, no vuelvas a hacer eso!

Tras todo preparado, la expedición volvió al barco, en silencio.

La mañana siguiente se despertó más fría de lo habitual. Para los ingenieros, siempre hacía frío, pues todavía no estaban habituados a las diferencias que se creaban en el Ártico. Para ellos, siempre hacía una temperatura gélida.

Tras un desayuno breve, Duncan se acercó con su habitual sonrisa a la mesa donde los ingenieros terminaban de reponer fuerzas.

- Buenos días, compañeros. Señoritas… - dijo esto último en voz baja, mirando a Martina con el ceño fruncido-. Hoy es día de partida, día de caza – encendió uno de sus puros. El humo era blanco y espeso -. Hace tiempo que no comemos fresco, la moral de los marineros está comenzando a bajar lentamente, es normal – decía mientras oteaba a los allí presentes -. Volver con varios zorros sería más que suficiente, pero vamos a intentar tener más éxito.

En aquel momento entró Keller acompañado de Phillip. Levantó la mano dirección a Duncan, haciéndolo saber que tenían que irse. Duncan asintió y se levantó de su asiento.

- Vamos, tenemos que coger algunas armas, no vamos a matar a nadie con las manos cubiertas y estos guantes incómodos.

Subiendo las escaleras dirección el primer puente, un almacén custodiado por un hombre grueso les esperaba. Abrió unas cajas alargadas, de madera. Dentro de ellas varios rifles y escopetas se apilaban. Al lado, una caja similar con varios cuchillos de caza.

- Coged lo que más os guste, nos va a hacer falta.

STATS

2x Arco (disparar, mínimo FUE d6): daño = 2d6 / cadencia = 1 disparo. Incluye carcaj 20 flechas. (recarga gratuita)

2x Hondas (disparar, mínimo FUE d4): daño = FUE + d4 / cadencia = 1 disparo. Incluye 20 piedras (recarga gratuita)

1x Escopeta (disparar, mínimo FUE d6): daño = 3d6 / cadencia = 1 disparo. Incluye munición con 12 balas. (recarga un turno)

2 x Mosquete (disparar, mínimo FUE d6): daño = 2d8 /cadencia = 1 disparo. Pólvora para 12 balas (recarga 2 turnos)

4x Cuchillo caza (pelear, mínimo FUE d4): daño FUE + d4

Dharma asintió, mostrando acuerdo en unirse al grupo de caza.  

En un aparte, llamó al grupo para mencionarles una de sus preocupaciones.  Estamos en la época en que ya se debía saber que para evitar el escorbuto era necesario comer frutas.   ¿Quién es el médico del barco?  Habría que ayudarle.   

Se acomodó su abrigo para que no se le colara el frío.   Tiene tantas maneras.       

Como se imaginarán, las familias inuit no tienen, tenían, acceso a los limones o sauerkraut (que era lo que Dharma supondría este barco tendría), así que sacaban la vitamina C de comer animales crudos, ciertos organos en particular pero no me acordaría ahorita de cuales.    Así que también deberíamos poder convencer al cocinero del barco de irnos por la "paleo-dieta", un chiste muy de Boston pero que aquí, se daba cuenta, adquiría una crudeza necesaria.

Su mirada iba de sus compañerxs hacia el hombre que había matado accidentalmente al niño, y de regreso.   Esperaba que el hombre fuera con el capellán del barco, y que luego estuviera ayudando en la ofrenda de arrepentimiento.   Nos hubiera podido pasar a nosotros.

Tanto dolor.

Lo que sentía en estos momentos era como una pieza de Paterlini. 

Karim no parecía muy convencido con la idea devir de caza. - Creo que no es el mejor momento para salir de caza señor Montgomery. Después de los trágicos sucesos de ayer, los lugareños estarán en alerta. Si nos cruzamos con ellos y nos ven armados... Puede terminar en una matanza sin sentido.

- Deberíamos esperar un tiempo prudencial de unos tres días para que lo encuentren, se lo lleven y le hagan los ritos funerarios para velar por su cuerpo según sus traducciones.

- Por favor, esperemos va que se calmen los ánimos.

Brian estaba a punto de agarrar una escopeta con resignación. Todavía le parecía que le pitaban los oídos tras los tiroteos de Miami y le temblaban las piernas al recordar los impactos, la sangre y los muertos. Pero las palabras de Karim se le presentaron como un salvavidas en mitad de una marejada.

Salir con aquel frío a cazar era una de las últimas cosas que deseaba hacer en este mundo. Prefería mil veces quedarse en el camastro cubierto con las mantas y volver a dormir.

Dormir... ¡Joder! Es la primera vez que hemos dormido desde que saltamos por primera vez en el tiempo ¡y continuamos en la misma línea temporal! Luego la consistencia del universo al que saltamos es un factor exógeno a nosotros, lo cual quiere decir que, en principio, la apertura de un nuevo portal de salto debe estar condicionada por nosotros como sujetos y no influye ni altera el flujo espacio-temporal del que salimos o entramos... Hummm, tendré que hablarlo más tarde con los chicos...*

Los ingenieros dividieron opiniones para la partida de caza. La resignación de Brian, junto a las teorías que se formaban en cabeza, hacían que por momentos se olvidara de lo que estaba viviendo y se dejara llevar por inercia, a sabiendas de que en algún momento se produciría el salto temporal, independientemente del tiempo que ellos vivieran en aquella época. Dharma, un paso por delante de los problemas y las situaciones que en aquella época se daban, comentaba con sus compañeros las posibles causas de la muerte de los marineros, totalmente acertada. Por último, Karim, intentó convencer a Duncan de posponer el día de caza, pero el explorador, sensato de por sí, sabía que no era posible.

- No puede ser muchacho, mira a esta gente - decía Duncan mientras seguía con la mirada a los marineros, cabizbajos -. La comida enlatada está siendo racionada por el señor Lyon, las dietas están bajo mínimos y nuestros hombres no prueban un bocado en condiciones desde que se terminó la ternera y el buey. - El explorador se quedó pensativo -. Lo que daría por un estofado en Camden Town... 

Varios hombres comenzaron a salir escaleras arriba hacia la cubierta del barco con distintos equipo para montar un puesto.

- No te preocupes, muchacho - le dijo a Karim posando suavemente su mano el hombro -. Aquella gente no tendría el valor de acercarse a nosotros¹, no pueden enfrentarse con nuestras armas, saben que es una guerra perdida. No olvidéis armaros - dio un par de golpecitos y salió por las escaleras.

Alrededor de una hora caminaron rumbo al lugar donde los exploradores habían avistado focas y varias manadas de zorros. Las expediciones, como la que coincidieron nada más llegar, tenían relación con aquellas tareas. Y a pesar de que las últimas nuevas no eran de lo más esperanzadoras, era obligación volver a para dar caza a cualquier animal que alegrara la moral de los marineros.

- Creo que era ahí - dijo Duncan a Keller, mientras señalaba unos mojones que formaban un triángulo -. Vamos montad el puesto de vigilancia y tened las armas a mano, necesitamos volver con varias piezas o vamos a tener complicaciones.

Un hombre se acercó a Duncan. De aspecto serio y callado, no tenía un gesto muy expresivo.

- Este es Robert Fisherman, aunque más que pescador, es artillero, ¿verdad, Robert? - Fisherman apenas asintió con la cabeza - Él se quedará con vosotros, mientras los demás exploramos la zona una vez esté montado el puesto. Estaréis seguros con él, ¿verdad, Robert? - de nuevo, un gesto leve de cabeza.

Fisherman se colocó dentro del puesto mando, en una banqueta, una vez que todo estuvo montado y preparado. Con su arma cerca, un rifle, se lo colocó entre las piernas y miró a los ingenieros, uno a uno, durante unos segundos. Después, dirigió la mirada hacia uno de los huecos que la carpa ofrecía para mirar al exterior.

- No llegaremos al verano - dijo fríamente.

¿Y la pesca, Sr. Fisherman?  ¿Alguna manera de hacer un hoyo en el hielo?   -Dharma hacía su voz más grave, para ocultar su género, confiando en que las capas de abrigo hicieran el resto para distorsionar entonaciones.  Se preguntaba si su acento era esa mezcla de inglés hablado en el el Este de África y la India, lo que hacía reconocibles a la gente de las Seychelles.

  El frío le mermaba, y tanto se le empañaba la vista con el vaho congelado que notaba apenas la punta de sus botas.

- Espero que sepa a lo que nos atenemos señor Montgomery. - dijo enfadado por verse obligado a tener que tomar parte de la partida de caza.

Tomó un arco creyendo que así sería menos ruidosa la cacería y un cuchillo para evitar el sufrimiento innecesario del animal.

A Karim no le importaba tener que cazar para alimentar a la tripulación. Era cuestión de supervivencia y no como un mero hobby. Lo que le fastidiaba era tener que seguir órdenes que a su juicio, podían llevarles a tener que disparar contra otro ser humano...

* * *

Llegando finalmente a la zona donde se habían avistado las presas, se detuvieron para organizar la partida de caza.

- Yo tampoco se mucho de cazar, pero apostaría por empezar con los arcos con algún animal rezagado o separado del grupo y luego si tenemos éxito, seguir con las armas de fuego al grueso de la manada. De esta forma podemos asegurar al menos una o dos presas.

Debían hacerlo rápido y volver al barco antes de que los indígenas detectaran su presencia en la zona.

Brian cargaba con la escopeta con resignación. La estuvo manipulando durante todo el camino, tratando de recordar cómo era el peso y el tacto de un arma de fuego. En Miami, apenas 48 horas antes, había tenido que usar una pistola con diversa fortuna. Una escopeta, en principio, era más fácil de utilizar; sobre si los blancos eran pacíficos animales en lugar de personas.

Pero, qué demonios... ¿Cómo voy a disparar contra un pobre animal indefenso?...

—Hey, compis —llamó a los otros tres en voz baja—. ¿Os habéis dado cuenta que es la primera noche que dormimos desde que saltamos? Y el tiempo en este universo continúa fluyendo... Como si nosotros no fuéramos ajenos al discurrir de esta línea espacio-temporal. Pero, si eso es cierto, ¿por qué tenemos la sensación de haber aparecido in media res? Porque todos parecían conocernos de antes, como si lleváramos toda la misión con ellos.

Era muy consciente del enfado del hombre por su actuar. Le agradecía su preocupación por ella por lo que solo devolvía miradas inocentes a las suyas fulminantes, pero aún así sabía que había hecho lo correcto. Lo que si no se esperaba es que a esa gente se le diera por ir a cazar tan pronto luego de lo sucedido. "Nos convertirán en coladores humanos" Pensó recordando esa vieja escena de dibujos animados donde al gato se le salía el agua por los agujeros. Afortunadamente sus compañeros se le adelantaron con las preocupaciones, en los términos que estaba con el viejo lobo de mar hubiera sido poco juicioso el abrir la boca. Aunque lo cierto era que tampoco se le antojaba en nada cazar, entendía la necesidad, pero la idea le revolvía un poco el estómago. -Espero que tengan chucrut porque no pienso comer un corazón crudo - Murmuró a Dharma, aunque tenía razón con sus apreciaciones, ellos estaban a salvo por el momento al ser (esperaba) una corta estadía, pero los demás marineros no durarían por siempre sin vitamina C. 

Escuchó con resignación la negación al pedido de Karim, y tomó un arco junto con un cuchillo. Había que comer algo. Aunque la razón por la que no serían atacados la enfadaba. "Esa gente acaba de perder a su niño y ni siquiera pueden demostrar enojo por miedo a ser acribillados" Tal desbalance de poder era indignante. Tal impunidad...

Caminó en silencio con los otros aún dando vueltas en su mente las palabras del hombre, el frío ya había empezado a asentarse dolorosamente en las partes descubiertas de su rostro, y a colarse incluso por entre la ropa. Respiró hondo intentando sacar su mente de aquello, pero que demonios, hasta su cerebro sentía congelarse en esos momentos. Ayudó a montar el puesto casi por acción mecánica más que otra cosa, sería obvio para cualquiera que le prestara atención que su mente estaba en otro lado. Saludo con un gesto al hombre nuevo que le presentaban. 

-¿Que tan mala es la situación real? - Preguntó en voz baja, la bufanda que cubría su boca ayudando con el tono.  Tomó su arco con firmeza y se sentó en una banqueta también. 

Miró a Brian al escucharlo, y le sonrió levantando un dedo para recordarle que era su primer viaje. Hasta entonces no sabía que no habían dormido antes. Se quedó meditando lo que decía, no era una mala teoría, era cierto que habían encajado demasiado bien allí. Acaso habían tomado el lugar de otros? Y en ese caso, donde estaban esos otros?

El frío les vino grande. A pesar de estar resguardados por la carpa, el frío que les recorría los pies atravesando las botas, heló las ideas de los ingenieros. Notaban como le temblaban las manos sujetando las armas. El vaho salía entre los pelos de las capuchas, con una forma densa.

El ánimo no era muy positivo en general. Karim y Martina eran los más renegados por la forma de actuar de los exploradores, desde donde venían, era un poco cruel la forma de actuar. Pero en el fondo, a penas habían tenido tiempo para pensar en las condiciones tan duras en las que llevaban esos hombres sobreviviendo. Darían su vida por comer un plato casero caliente o un buen filete a la parrilla. La situación, en El Esperanza, estaba siendo crítico a pesar de la impresión de control.

Brian, más centrado en el origen del espacio-tiempo que habían roto, le hizo pensar que después de varios días, habían dormido y que eso hubiera vuelto a romper la línea temporal en la que estaban. Pero como le duró al notar el tacto de un arma entre sus manos, después del día que habían pasado en Miami.

- Prueba - contestó Fisherman a Dharma, sin darle mucha importancia. No perdía la vista de su puesto -. Pero creo que se te están adelantando. 

El explorador acomodó su banqueta y sacó la punta del rifle por la abertura de la carpa preparada para el fin. El soplar del viento no permitía escuchar nada afuera que no fueran arrebatos de viento. Así que los ingenieros tuvieron que asomar los ojos por las aberturas: una osa con dos cachorros caminaban, haciendo hoyos en el hielo para cazar. 

- Ojalá algún animal rezagado, llevamos semanas sin avistar uno. La única opción era esta, de ahí las expediciones de búsqueda. Parece mentira que no vivas en el barco... - dijo Fisherman a Karim con un deje de indignación - Creo que deberíais hacer lo mismo - comentó haciendo referencia a la guardia hacia la osa -. Y rezar para que no embista la carpa.