Partida Rol por web

El hechicero no podía permitirse otro golpe, e hizo lo que su fundamental instinto de supervivencia le requería: beberse la poción nueva que habia obtenido de los monjes semiorcos, haciendo que las heridas que habían aparecido en su cuerpo se curasen

El zombie no entendió muy bien lo que su señora quería decirle, y en vez de moverse y abrir la cabeza de Fist trató de seguir pegando a Hothar, pero esta vez la armadura del guerrero resistió.

-Maldito enano de mierda ¡Sueltame!- Luscilia gritó y se retorció como una condenada, pero no logró soltarse de la férrea presa de Fist.

Por su lado el enano procedió a intentar estrujarla... ¡pero en un golpe de mala suerte se le escapó de las manos!. Aún así se movió para que Hothar pudiera flanquear a la mujer con un pasito.

Repito el tiro contra el zombie, esta vez con algo más de suerte, ya que el virote alcanza su objetivo. Sin embargo apenas le roza. No me desanimo y vuelvo a cargar mi arma.

- ¡Demonio de monstruo!

Mientras doy un paso corto pero perfectamente orquestado junto al movimiento de mi hacha. La espalda de la tipa queda ensangrentada por la sangre que brota de la herida bajo la armadura que atravieso, y la lanza se clava en su costado, ignorandola esta vez para causar algo más de daño. De todas maneras, no he causado los estragos de otras veces...

Maedros usa su conjuro de daze sobre la clériga enemiga... siempre presuponiendo que no ha caido tras los golpes del enano

El ballestazo de Hendrick se incrustó en el hombro del Zombie, dañándole levemente. Mientras tanto Hothar golpeó con hacha y lanza... pero solo la lanza se hincó en la carne de la mujer...

... que aguantó el hechizo de Maedros.

El zombie procedió a abollar la armadura del enano, pero entonces la mujer retrocedió un paso y volvió a invocar la energía negativa... todos apretásteis los dientes...

Fist, desafortunadamente, se fue al suelo esputando sangre por la boca.

Sacudo la cabeza, apretando los dientes y conteniendo el dolor producido por las artes impías de la sacerdotisa.

¡No caeremos tan fácilmente, asquerosa bruja!

La mujer vuelve a invocar la misma energía oscura de antes. Esta vez mi defensa mental no es suficiente y recibo el impacto de lleno. Tras el golpe, consigo enfocar de nuevo la vista. Obviamente la sacerdotisa es más peligrosa que el zombie, así que cambio de objetivo.

- ¡Por la Cruzada Plateada!¡Esta vez caerás!

Esta vez el dardo consigue impactar en mi objetivo, clavándose profundamente.

Hendrick y Hothar resisten a duras penas...

El virote atraviesa la armadura de la mujer clavándose profundamente en su vientre, pero la morena observa la macabra herida con desdén y sigue preparándose para enviar otra ola de oscuridad que os arrase...

-Ahora caeréis víctimas del poder de mi Señor... y no os imagináis lo que haré con vuestros cadáveres...

Con la vista nublada por la energía nigromántica orriendo por mi cuerpo, me acerco con paso vacilante y descargo el hacha y después la lanza contra la sacerdotisa. Ambos tajos quedan lejos de ser efectivos contra la armdura de mi oponente...

- Al final tiene que caer - murmura para si con preocupación Maedros quien vuelve a usar el conjuro de daze sobre la sacerdotisa

Luscilia parece realmente furiosa con sus enemigos -¿Cruzada plateada? ¿Que mierda es la cruzada plateada? ¡A tí te voy a crucificar yo! ¡Que tus ojos se nublen y no vuelvas a ver, ballestero! ¡Zombi, acaba de una vez con éste enano de mierda!

El zombie pone voluntad contra Hothar, pero tampoco es efectivo.

Cierro los párpados a la vez que un dolor indescriptible amenaza con hacer estallar mis ojos, tanto que casi no puedo ni mantenerme en pie. Cuando el dolor se va, abro los ojos de nuevo, pero la negrura se ha instalado en ellos.

- ¡Iomedae bendita!¡No puedo ver!¡Maedros, coge esto y acaba con ella! - digo mientras extiendo mis manos con la ballesta cargada hacia donde (supongo) se encuentra el hechicero.

La fatiga se ha instalado para qudarse en mi, peor no cejo en mi empeño de, si no consigo abatir a la puta esta, al menos serviré de entretinimiento para que lo hagan mi compañeros. Mis golpes son flojos y no aciertan al objetivo. Mi resignación se traduce en un gruñido sordo.

¡Caeré zorra, pero tú caerás conmigo!

Maedros no tomó la ballesta. Había visto la armadura que llevaba la sacerdotisa y sabía bien que tenía pocas, o ninguna, posibilidad de afectar a algo así. Además el combate entre ella y el enano le impedía atacar desde ahí con un ataque a distancia, por lo que tenía que moverse.

Maldijo para sí y se movió en dirección a la amura de babor y, a menos de diez pies de distancia de donde combatían Hothar y la sacerdotisa, lanzó su frasco de fuego de alquimista.

El frascazo del hechicero golpeó a clériga, haciendo que su pelo empezase a arder... algunas gotas rozaron al enano, pero en su furia poco le importaron, era una delicia ver como prendía esa mujer...