Partida Rol por web

- Y mi querida amiga... ¿cuanto estará el inútil de mi amigo ballestero sin poder ver? Como comprenderás necesito que mis guardaespaldas vean... por cierto, veo que tienes montado un buen negocio por aqui. - mientras hablo saco las tres pociones de curación de Hothar y le doy una a él, y otra a Fist

Maedros sacó las pociones mientras Luscilia respondía a sus palabras.

-Pues estará para siempre, o hasta que alguien le lance un conjuro que le quite la ceguera, yo ahora no puedo, sólo me quedan conjuros para curar heridas normales... que por cierto me voy a lanzar...

Maedros mira a Luscilia con cara de duda y ésta suspira. -Ains, ¡no puedo tener un corazón tan bondadoso!. No te voy a dejar sin guardaespaldas. Y chasquea los dedos haciendo que la cegera que nublaba los ojos de Hendrick desaparezca.

- Querida, tienes un corazón de oro, puedo aseguráterlo - dice Maedros riendo de estupendo humor- Y tengo ganas de echar un buen vistazo a todo lo demás. ¿Me dejarías invitarte esta noche a una buena cena? - mientras habla, aun con las pociones en la mano, y obviamente distrayendo a la sacerdotisa, Maedros se muestra como el encantador y carismático hechicero de moral dudosa que es- ¿Y ya que estás no podrías curar a este par de idiotas? Como has visto no pelean mal y siempre es conveniente disfrutar de algo de guerreros sin mucho seso a los que poder ordenar que te defiendan. Ah, por cierto, el esclavo que busco... mira, es .... - y le describo con exactitud y parsimonia a nuestro compañero pathfinder

-Buf lo hago por tí, eh... pero solo por esta vez. Te digo un truco, compra un pergamino de alzar a los muertos, mátalos y así ya no tendrás que pagarles.

Luscilia se acerca a los enanos y procede a curarles...

Hothar y Fist abren los ojos y ven a su enemiga encima de ellos, charlando amigablemente con Maedros...

El velo de oscuridad ante mis ojos se disuelve, con lo que tengo que cerrar los ojos debido a la luz del día. Poco a poco, mis retinas filtran la luz correctamente, con lo que puedo volver a ver. El cambio de actitud de la sacerdotisa es asombroso. No puedo más que echar una mirada al hechicero y sonreir. Sus talentos, aunque no muy ortodoxos, si que son muy útiles. Me cuelgo la ballesta a la espalda y procuro seguir la charada de Maedros.

Abro los ojos y al ver a la sacerdotisa, se me inchan de ira. Sin olvidar el dolor de las heridas y la magia profana que circuló por mi ser, gruño para levantarme con el urgrosh en la mano. Cual es mi sorpresa cuando la veo acercarse a mi compañero enano y también caído y le cura sus heridas.

Miro a Maedros y a Hendrick con cara de circunstancia, y muevo los labios en uan mueca diciendoles: "¿Qué ha ocurrido?"

-¡El esclavo que buscas está en el cuartel general!-continúa Luscilia.-Dalirio lo debe estar torturando ahora mismo... es muy divertido y resistente...

Desde luego, este tío sabe lo que hace, Ha conseguido que de atacarnos pase a curarnos.

Atrapo la mirada interrogante de Hothar con la mía. Mientras me mira, hago un rápido movimiento de cabeza señalando a Maedros y después miro hacia mi mano, pegada a mi pierna para evitar que la sacerdotisa me vea. Cuando Hothar mira mi mano, muevo los dedos como si estuviese haciendo un pase mágico. Por último le hago un gesto de tranquilidad poniendo las dos palmas hacia abajo.

Espero que lo entienda.

Miro a la sacerdotisa con cara de aprecio

- Sin duda tienes esto muy bien montado. ¿Ese tal Dalirio es uno de tus hombres?, ¿en qué estás metida exactamente? Tal vez yo pudiera echaros una mano. Ya sabes que siempre se me han dado bien la trata y doma de esclavos. Y esclavas, por supuesto - digo con una sonrisa franca, elegante, ligeramente perversa. Luego miro a Hothar y a Fist- Espero que ya hayais terminado con vuestra siesta. Todo ha sido un malentendido. La dama y yo somos viejos y buenos amigos. Estad cerca nuestra, preparados para protegernos si hubiera cualquier eventualidad - digo con los modales del noble chelaxiano que, al fin y al cabo, soy

-¿Dalirio? No, no, él es digamos... "el lider",realmente es menos poderoso que yo, pero claro, Groetus lo eligió y vagabundeando por la Suboscuridad encontró un poderoso artefacto que le permite controlar a los muertos vivientes. Así que hago como que trabajo para él. Pero tú me caes mejor.

-Estamos secuestrando a trabajadores a patadas, y nos estamos forrando, valen mucho dinero, Dalirio se ha asociado con un culto de druidas estúpidos llamados "El Cataclismo Natural" y nos rascamos la espalda mutuamente, ellos nos ayudan con los secuestros y nosotros les hacemos sentir importantes, en realidad, yo me llevo la parte del león.

-Todos estos esclavos van directamente a los mercados de Westcrown en Cheliax. Tú tienes acento de esa ciudad ¿Verdad? 

En ese momento pudisteis ver a tres figuras que se acercaban corriendo por el muelle. Una de ellas exclamó. -Luscilia ¡Traidora! ¡Nos estás vendiendo!

Por la noche el sonido viajaba lejos, y vuestra nueva amiga no hablaba bajo. Luscilia miró a Maedros y preguntó. -¿A éstos sí puedo matarlos? Son tres miembros de la secta druídica del Cataclismo. Y me acaban de insultar...

- Acabemos con esos idiotas, querida - dijo Maedros con una sonrisa- Al fin y al cabo, estando yo, ¿para qué necesitamos estos intermediarios?  

El enano abre los ojos y ve a su enemiga frente a él. Con cuidado se intenta incorporar agarrándose las costillas que tenía fracturadas, pero... ya no le dolían. Miró a un lado y a otro un instante y comprendió que algo había cambiado. Tras escuchar las conversaciones entre ella y el hechicero, entendió lo que ocurría. 

Tras ponerse de nuevo en pié, y comprobar que sus compañeros también estaban bien, escuchó a los otros tres que se acercaban a gritos por el muelle.

-Oh... ¿otra vez?

Los enemigos se acercaban por el muelle...