Partida Rol por web

Seguimos a aquella mujer, continuando claro en el rostro de Mandíbula-Intrépida que aquello no le gustaba nada. Tampoco era de mi agrado lo que estaba sucediendo, menos aún cuando durante el recorrido comencé a presenciar cosas cada vez más extrañas, y al parecer relacionadas con una tecnología que no estaba al alcance de cualquiera.

Como aquel arma.

El ver a tantas ancianas idénticas usando máquinas de coser tan dispares resultó un tanto escalofriante hasta para mí. Cuando nuestra “anfitriona” habló de tomarme medidas en seguida fruncí mi ceño por la extrañeza que aquello me procuró. ¿Era un traje a medida lo que me iba a obsequiar el misterioso desconocido? Lo dudaba.

No me pronuncié, y continuamos avanzando hasta terminar dando con aquel vestidor, en el que la mujer invitó a la tiburona a tomar asiento; algo que esta rechazó, comenzando a hacer preguntas mientras caminaba ya por la sala.

Ante las que la anciana me formuló a mi, enarqué una ceja. Parecía creer que yo sabía de lo que me hablaba, pero no era así.

- Me temo que yo tampoco conozco las respuestas a las preguntas de mi compañera. No sé de qué hablamos exactamente, aunque sea lo que sea, mejor con tacón. - señalé confusa, mirando a Mandíbula-Intrépida antes de volver a fijar mi mirada en aquella mujer a la espera de que nos diera una explicación.

La anciana dedicó una nueva sonrisa a ambas chicas y manteniéndola junto con un tono amable contestó a la pregunta de Mandy y procedió a esclarecer más el asunto.

Debo tomar las medidas para el traje, son todos a medida y pueden ser personalizados al gusto del cliente. Aunque viendo que sabes tan poco del asunto y quien te envía... bueno, no soy quien para juzgar, solo hago mi trabajo. Aunque si te daré un consejo con respecto al doctor; acaba el trabajo que tengas con él y pide a tus superiores, al más alto de la cadena, que te traslade, de ser posible a otro país o reino. Con él cuanto más lejos mejor, sino te arrastrará a una vorágine infinita de desdicha.

La última compañera y amante que tuvo, que recuerde, estuvo estudiando a los SDR Nocturnos y acabó como un montón de cenizas. Creo que se llevó sus cenizas, y no resultaría extraño que las usara igualmente para otra investigación. A saber en que andará metido ahora. Hace ya 25 años que no lo veo; aunque ha enviado aquí alguna amante o compañera ya que él solo quiere la más alta calidad, y por supuesto extender la vida útil de cualquiera que trabaje con el debido a ese tipo de...llamémosle: "accidentes laborales".

Mientras iba hablando y contándote historias, comenzó a tomar medidas, largo de piernas, ancho de cintura, etc, etc, las cuales iba diciendo en voz alta, a saber si para si misma o para ti por si hubiera algún error dando a su historia un toque entrecortado y de más misterio por lo que pasaba.

Acabó de tomar las medidas y mientras que iba hacia otra dirección por la que iba caminando Mandy, vieron que abría un armario con gran cantidad de trajes formales de oficinistas y de etiqueta con zapatos a juego. De este armario sacó uno de ellos y mostrándoselo a Giselle.

Creo que este corte te vendría bien, y ya que los quieres con tacones, puedo sugerir uno de aguja de 10 cn. Aunque si prefieres otro corte o color solo tienes que decírmelo. Y por supuesto estará listo en menos de 5 minutos una vez que decidas. Mientras tanto puedes probártelo si gustas.

Las palabras de la caminante del polvo anciana me hicieron mirar a nuestro alrededor. Las medidas eran para un traje, uno que le iban a hacer en aquel lugar. ¿Tanto misterio para simplemente unas falsas pieles? Los humanos daban mucha importancia a la estética, les importaba que la ropa fuera eso que llamaban "bonita", y que les quedase bien, que se ajustase correctamente a su cuerpo. Sin embargo, llegar a aquellos extremos me parecía del todo ridículo.

Como tantas otras cosas, entre los habitantes de no-Mar.

Sin embargo, la humana no se quedó ahí. No tenía buenas palabras hacia el hombre que hacía aquel regalo a Giselle, el hombre al que se refería como "el doctor". Según ella, el doctor arrastraba a sus amantes y compañeras a la desdicha, habiendo llevado a alguna a la muerte. Miré directamente a Giselle, preguntándome en qué categoría pretendía ese doctor tener a la no-rokea. ¿Compañera? Tenía claro lo que eso significaba, pero ¿amante? Sólo tenía una ligera sospecha de lo que podía ser.

¿Qué tiene de especial ese traje? -Pregunté cuando la anciana abrió el armario, mostrando diferentes trajes y zapatos, habiendo elegido ya uno de ellos como sugerencia para Giselle- Has dicho que extiende la vida de quien lo lleva, ¿no? -Me acerqué y toqué aquel traje, comprobando la resistencia del tejido, por si resultaba tan robusto como la piel de un tiburón- ¿Cómo lo hace?

Me subí a aquella silla cuando la anciana tomó la palabra, dejando que empezara a tomarme las medidas mientras nos daba más información de la que le habíamos pedido, algo que era de agradecer; aunque no esclareció las cosas extrañas que sucedían en aquel lugar.

Puede que el Doctor Doom fuera muy discreto, pero no todos en aquellos que parecía confiar, y es que aquella mujer no se cortó un pelo en hablarnos mal del tipo; o lo que este fuera, advirtiéndome por mi seguridad.

El ver que efectivamente era un traje lo que aquella mujer planeaba para mi, me causó una pequeña decepción, aunque por algo que terminó añadiendo, pareció dar a entender que se trataba de un traje que ofrecía una mayor protección a quien lo vestía.

Tenía algunas preguntas que hacer, pero no me pronuncié de inmediato, viendo cómo la anciana terminaba trayendo un modelo que creía que me quedaría bien; dándome la opción de probármelo además de comentar algunas cosas más.

Posé el bolso donde pude y tomé el traje después de que Mandíbula-Intrépida lo tocara, habiendo preguntado esta por las características de aquella ropa. Esa era una de las cuestiones por las que iba a preguntar, así que me centré en otros asuntos al retomar la palabra.

- Gracias, me probaré la americana. - comencé diciéndole a la mujer. - Respecto a esos SDR Nocturnos... ¿a qué se refiere exactamente? Y si no es indiscreción... ¿Podría hablarnos algo más de los negocios del doctor? - pregunté acercándome a Mandíbula-Intrépida y tendiéndole el maletín de piel de rinoceronte para que lo custodiara mientras me probaba la chaqueta. - ¿Me lo cuidas un momento? - añadí finalmente.

Mandy tocó el traje que a primera vista, y al tacto, no le resultaba demasiado diferente del resto de falsas pieles que solían llevar los caminantes de polvo. 

No extiende la vida, sino la vida útil. En términos sencillos, evita que te escacharres demasiado pronto.

Contestó a Mandy antes de volver a los asuntos con su clienta que también tenía alguna pregunta que hacer al respecto.

Debes de ser muy novata si no sabes algo tan básico. Parece que al doctor le gustan cada vez más jóvenes.

En términos para las masas, vampiros. Para más detalles revisa y relee tus apuntes de los diferentes SDR; ahí tendrás más información.

¿En cuanto a que se dedica el doctor? es doctor claro está. Doctorado en neurociencia, ingeniería genética y clonación. Aunque por supuesto eso es solo lo oficial; su currículo... digamos que es digno de Mary Shelley, además de diversos éxitos y avances en sus campos de estudio y la colaboración con compañeros de campos relacionados. Pero creía que se había retirado a una vida mundana hasta que recibí su e-mail. Si no es indiscreción ¿Cómo es que contactó contigo? una recién salida de la academia.

Algunas cosas parecían obvias, pero otras podían resultar más esclarecedoras en cuanto a lo que estaba buscado sonsacar Giselle a aquella anciana. Y mientras hablaba, ella se probaba aquel traje, de gran suavidad y confort, que podrían hacer que las ropas comunes de Giselle pareciesen estar hechas con esparto en lugar de con las mejores telas. Y además sentaba como un guante. Con solo algún cambio de color o poco más podrían convertirse en su prenda favorita.

Miré a la mujer anciana con un gesto de extrañeza, cuando trató de aclarar la función de aquellas falsas pieles. Desconocía qué diferencia había entre vida y vida útil, y desde luego ignoraba qué significaba escacharrar. Pero mis ojos nadaron del rostro arrugado de aquella caminante del polvo hasta el más liso y luminoso de Giselle. Quizás ella hubiera entendido aquello y me lo pudiera explicar más tarde.

Cogí aquel contenedor que me pidió la no-rokea que le guardase, y me mantuve atenta a las explicaciones que la caminante del polvo le ofrecía, acerca de aquellos seres nocturnos. Al emplear otra palabra para ellos, vampiros, alcé mi rostro con más atención. Había oído ese nombre antes, en la cafetería, con aquel caminante del polvo. ¿No trabajaba para ellos? ¿Ese doctor se dedicaba a estudiarlos? La mujer empezó a decir unas cuantas palabras que no entendí, y volví a mirar a Giselle en un intento de determinar si ella se estaba enterando de algo.

Me resultaba cada vez más complicado seguir la conversación de aquella mujer, de modo que, con el maletín de Giselle en las manos, comencé a caminar por aquel cuarto, acercándome a la puerta para comprobar que no hubiera nadie por allí, y recorriendo ésta muy cerca de las paredes. Sin embargo, me mantenía atenta a lo que hablasen allí, sobre todo porque la anciana había dicho ya en varias ocasiones algo que me hacía pensar que trataba a Giselle como a una cría.

Las escasas explicaciones de aquella anciana sobre el traje daban a entender que este era una especie de traje protector, pero sin dar detalle alguno sobre cómo era capaz de proteger a su usuario, con lo que me mantuve unos segundos pensativa tras escucharla.

Después de entregar el maletín a la tiburona, me dispuse a probarme la americana mientras escuchaba a aquella mujer, que cada vez me caía peor por la forma en la que se dirigía a mí; lamentablemente no tenía más remedio que contenerme y evitar decirle lo que realmente le diría. 

El traje parecía cómodo, al menos aquella parte, y el corte no estaba mal. Sin embargo, eso era algo secundario en aquellos momentos, y no tardé en formular algunas preguntas a aquella anciana y responder a la suya; poco después de que mi mirada se cruzara con la de Mandíbula-Intrépida y ver que esta comenzaba a caminar por aquel sitio, acercándose a la puerta en primer lugar.

- No entiendo por qué me habla de apuntes y academias, no sé nada de eso. ¿Podría explicarse mejor? - comenté en primer lugar, esperando que me contara algo más sobre todo aquello. - El doctor, quien al parecer insinúa que es una especie de Doctor Frankenstein, apareció en mi coche sin más esta tarde. Nada me une a él. Quiere hacer negocios conmigo, pero eso es algo que está por ver. - añadí con seriedad. - ¿Cómo ayuda exactamente este traje a protegerme? ¿Podría confeccionarlo en color negro? De ese modo resultará más versátil.

Al acercarse la tiburona a la puerta, esta volvió a abrirse de manera automática, viendo tras ella que todo seguía iguala como estaba cuando pasaron, y deteniéndose apenas unos segundo para vigilar la entrada (o salida) volvió a su rutina de deambular por la habitación.

Mientras tanto, Giselle y la anciana conversaban respondiendo a las dudas de la otra hasta que Giselle dijo que lo único que le unían eran los negocios. La anciana negó con la cabeza gacha y cruzó las manos tras su espalda.

Así que de esa manera va el Doctor. Me entristece saber como van las cosas pudiendo reclutar jóvenes promesas para la unión, pero hace mucho que se alejó el punto de vista originar de los prefectos; pero creo que esos asuntos no van con vosotros y ya he soltado la lengua más de la cuenta, así que no hagáis caso a los desvaríos de esta anciana.

Aún con el rostro apesadumbrado, volvió a trabajar con las medidas mirando si había que hacer alguna rectificación que resultaron ser mínimas.

En negro pues.

Menos de 5 minutos después, en uno de los muchos viajes cerrados que hacía Mandy por la habitación, pasó por la puerta la tiburona y por primera vez vio algo diferente a las ancianas trabajando; una de las ancianas se levantó con un traje completamente acabado, de color negro, y se acercó hasta la puerta pidiéndole amablemente a la tiburona que le dejara paso. Mandy no veía amenaza ninguna en aquella anciana, aunque seguía sin gustarle el que fueran todas iguales a la que había estado haciendo cosas raras con la no-rokea.

Aquí tienes, querida.

Gracias, querida.

Le dijo una anciana a la otra mientras entregaba el traje completamente acabado y esta se lo tendió a Giselle para que se lo probara mientras la otra volvía por donde vino para volver a su sitio. Cuando ella se lo puso, notó que era igual de cómodo y suave que el otro, pero sintió algo diferente, su gnosis se removió circulando a través del traje, un curioso hormigueo, que si bien no lo había sentido antes, si le habían explicado otros compañeros como era. Era un fetiche, o algo similar pues no notaba el espíritu vinculado a él pero si el poder recorriéndolo y fundiéndose entre cuerpo y vestimenta hasta hacerse uno, se había sintonizado bien y podría usarlo en cualquiera de sus formas.

Fue la propia Giselle quien resolvió mis dudas acerca de cómo interpretaba las palabras de la caminante del polvo, indicándole no entender por qué la hablaba de aquella forma. La no-rokea no sabía nada de lo que le estaba hablando, y se apresuró a dejarlo claro, que ella no tenía nada que ver como aquellas hembras de caminante del polvo que el doctor había enviado allí en el pasado.

La anciana se mostró contrariada al comprobar las decisiones que había tomado aquel hombre, diferentes a las del pasado, y empleó palabras cuya naturaleza me eran desconocidas. ¿Prefectos? ¿De qué iba eso? En cualquier caso, continué caminando por la sala, comprobando que la puerta se abría sola cuando me acercaba demasiado. Fuera, aquellas mujeres iguales trabajaban, pero una de ellas no tardó en acercarse con un traje de color negro, tal como había pedido Giselle. Me aparté de su camino, sin dejar de mirarla mientras le llevaba las prendas a Giselle, y seguí mirándola hasta que salió de la sala cerrándose la puerta a su espalda. Entonces seguí caminando por la sala observando cómo Giselle se ponía aquel traje que le estaban regalando. Parecía pegarse bien a su cuerpo, pero aparte de eso, no tenía forma de saber si era un buen regalo o no.

¿Hemos terminado? -Quise saber, en cuanto Giselle estuvo completamente vestida con aquel traje, mirándola de arriba a abajo- ¿Están bien esas pieles? A mí todas me parecen iguales...

La reunión con la consecuente entrega del regalo había finalizado, la anciana parecía no soltar ya nada más que pudiera resultar útil, aunque no fue vulgar echándolas ni nada similar, sino que fue tan amable como antes a pesar de que aún podía verse la decepción en su mirada.

Una vez fuera, era momento de descansar el tiempo que quedara de noche.

El tiempo pasó, y ya era primera hora de la mañana; ambas habían dormido más bien poco y el móvil de Giselle sonó, era Reginald. Dio información de que Arturo había pedido que se reunieran por la mañana, no sabía muy bien para que puesto que al fin y al cabo fue solo la información que dejó en el contestador automático. Pero de igual manera, tenía que atender un asunto urgente y requería la atención de Giselle.

Giselle, enfadada con Reginald por tener que dejar aquella cita para más tarde, le dio las instrucciones a Mandy para llegar al sitio. Era una cafetería no muy lejana del hospital, un lugar tranquilo donde solían reunirse médicos y a veces familias de pacientes que estaban ingresados y tenía la ventaja de que todos estaban tan sumidos en sus pensamientos que hacían poco caso a su alrededor. Al parecer esa ubicación había sido elegida por Arturo, y Giselle preveía que él trabajaba en aquel hospital puesto que había revelado ser médico, aunque con especialidades poco comunes.

Sin más dilación, debió dejar a Mandy como intermediaria temporal con la instrucción de que debían esperarla puesto que las sutilidades no las podría percibir bien y podría llegar a darle a Giselle información incorrecta o poco acertada de la realidad con la multitud de sutiles variables que usaban los humanos.

Al llegar Mandy a aquella cafetería solo estaba Francisco que al parecer vino temprano teniendo poco que hacer, se había tomado un late, el segundo a decir verdad, aunque solo tenía un vaso en la mesa. Mandy era la segunda en llegar, también con tiempo de ventaja.

- En la conversación telefónica de Giselle y Reginald*.

Señorita, al parecer anoche hubo un ataque informático en el edificio, lo cual derivó en un apagón general. He revisado y no parece que se haya hecho ninguna copia ni entrado en ningún archivo importante, es más, los datos solo muestran que estuvo centrado en las cámaras del parking con un borrado de unos 5 minutos de duración antes del apagón. Aún estoy intentando recuperar los datos de las cámaras.

También tengo aquí los datos que me pidió sobre casas en La Jolla. 10 Casas, 4 de ellas pueden visitarse esta misma mañana si lo desea, pero deberé llamar a las inmobiliarias para las visitas si quiere hacerlo.

Salí con paso firme de la casa de Giselle, evitando aquellos muros sin muro visible, eso que los caminantes del polvo llamaban cristal. No me gustaba el cristal, me confundía, trataba de engañar a mi vista haciéndome creer que podía nadar a través suyo, cuando no era así. A no ser que pudiera romperlo, cosa que aún no había probado. Tendría que comprobar su resistencia, tal vez a nuestro regreso.

Con Francisco a mi lado, pasamos al lado de aquella piscina en la que planeaba bañarme en cada ocasión en que nuestras actividades en aquella casa nos mantuviera demasiado tiempo lejos de Mar, y seguimos lo que parecía un camino pensado específicamente para alcanzar el agua, después de la arena. La herida estaba en lo alto, iluminando el mundo sobre el agua. Había caminantes del polvo por la zona, lo que hizo que mirase a Francisco de medio lado, preguntándome si era buena idea sumergirnos directamente en las aguas. De hecho, no dudé en preguntarle al respecto.

¿Podemos quitarnos las falsas pieles aquí mismo y meternos en Mar? ¿La ropa seguirá aquí al volver? -Pregunté al hombre, mirándole de arriba a abajo, deteniéndome más tiempo en su curiosa decoración sobre la cabeza- ¿Vas a dejar aquí esa cosa?

Tras un breve paseo llegamos a la playa, la cual ya tenía bastante gente, el conglomerado kilométrico de playas tenía alguna zonas o calas tras las rocas algo más privadas, aunque estás quizás estaban demasiado lejos, no obstante ese sería el mejor lugar que la playa de los niños, pues sin duda esa playa tendría más gente y menos privacidad aun.

Mandy se dio cuenta de que podría suponer un problema el ropaje, y la verdad es que aunque para mi esto no era un problema real, me pareció buena idea ver como lo podría solucionar ella.

- Ciertamente no hemos venido a la mejor zona para sumergirnos de forma discreta, pero tampoco la peor. Digo con una leve sonrisa en mi rostro. Bueno por mi sombrero no te preocupes, tengo alguno más. Digo señalándolo para confirmarle el nombre. Entiendo que no te has traído ropa de baño, ¿no? , pero debajo de esa ropa , ¿tienes algo más? La pregunte refiriéndome de si usaba ropa interior, me vino a la cabeza lo que tarde en decidir tomar la costumbre de usarla como los humanos, pues no me parecía practica ni realmente útil. En lo referente de si seguirá aquí, si le tienes un especial cariño podemos "alquilar" una tumbona, seguro que por una pequeña propina el muchacho que las cuida también podrá cuidar de la ropa. Le digo señalando unas tumbonas y sombrillas que estaban repartidas a lo largo de la playa.

Me fije también en que playa o embarcadero sería el más próximo y optimo para "adquirir" una pequeña embarcación que nos diera más libertad en las futuras excursiones marítimas.

Tal como suponía, eso que los caminantes del polvo llamaban discreción resultaba necesario, y en aquella playa no había. Francisco afirmaba que había sitios peores, pero que aquel no era bueno del todo. No le preocupaba aquella cosa que llevaba en la cabeza, porque tenía más, y razoné que quizás perder las falsas pieles no importaba si se podían conseguir otras. Siguiendo ese razonamiento, llegué a la conclusión de que no importaban demasiado las falsas pieles que llevaba sobre mi piel, puesto que Giselle podía darme más.

¿Ropa de baño? -Me sorprendí ante aquella pregunta, mirando fijamente a Diente-Torcido sin comprender del todo- ¿Hay falsas pieles específicas para el agua? Eso lo explica... -Medité unos instantes, percatándome de que siempre me había preguntado por qué los caminantes del polvo que veía en Mar llevaban falsas pieles diferentes de las que llevaban los que veía en no-Mar. Sin embargo, no pude pensar demasiado en ello porque una nueva pregunta se abrió camino en mi cabeza con la voz de Francisco- ¿Algo más, debajo? -Pregunté, tomando la piel de aquella prenda roja que cubría mi torso y echándola hacia delante para observar brevemente mis pechos bajo ella. No entendía el sentido de aquellas protuberancias blandas y redondeadas que me surgían al adoptar la forma homínida, aunque había notado el modo en que los humanos de la central me las miraban cuando aún no me había cubierto con las falsas pieles que me diera Jhon-Harrison- Llevo las falsas pieles que ves, y sólo ocultan mi piel auténtica, si es a lo que te refieres. -Contesté soltando la blusa, que junto a la prenda oscura que la cubría en parte y la otra que cubría mis piernas, representaban las únicas pieles que me había puesto. También aquello que cubría mis pies, claro, pues Giselle me había aclarado que caminar con los pies directamente en el suelo llamaba la atención. Si no recordaba mal, había dejado sin ponerme dos prendas de las que me había ofrecido Giselle, a las que no veía sentido. Una de ellas parecía servir para cubrir mis pechos, mientras que la otra se situaba con escasa piel entre mi entrepierna y mis caderas. Ninguna de las dos tenía sentido para mí, ya que habrían quedado bajo las falsas pieles que llevaba puestas y no se verían de todos modos- ¿Si volvemos de noche esta gente seguirá aquí? Cuando la herida del cielo no está, no suele haber gente en Mar. Sería buen momento para volver, aún sin falsas pieles...

Sonrío ante la confesión de Mandy de encontrarse desnuda debajo de lo que llevaba puesto, no por el morbo que podría provocar sobre un humano esa imagen, sino porque me recordaba a mi mismo hace no tanto tiempo.

- No hace falta volver por la noche, eso sería una perdida de tiempo. Seguramente podamos conseguir algo para ti. Pues hay playas en las que no llevar "falsas pieles" no importa , pero en esta me temo que podríamos tener problemas. Miro los puestos y tiendas cercanas a la playa que estén abiertos, y busco alguno que venda ropa.

- Mira seguramente alguno de esos comercios pueden ofrecernos falsas pieles de agua, no serán las mejores ni más bonitas pero si quieres podemos acercarnos. Sino si no te importa saltar al agua, no muy lejos de aquí seguramente ahí rocas desde la que podamos saltar sin tanta gente cerca. En ese momento me venían a la mente algunos pequeños acantilados de rocas desde los que podía uno saltar.

Era todo demasiado confuso para mí. Diente-Torcido hablaba de que existían playas donde no llevar falsas pieles no era problema. ¿Por qué, entonces, no íbamos a una de esas playas?

¿Y están muy lejos esas playas? -Pregunté con inocencia, pues me resultaba más fácil pensar con sencillez y evitar complicaciones- Si nos es más fácil entrar y salir por ellas...

Sin embargo, Francisco estaba ya ofreciendo otros caminos para que pudiéramos acudir a Mar. Uno era comprar falsas pieles que poder utilizar en agua sin llamar la atención. Pude ver cómo sus ojos recorrían la playa hacia el interior de tierra, y mis ojos siguieron ese camino, tratando de localizar el lugar que buscaba, incluso a pesar de que también existía la posibilidad de echarse al agua desde unas rocas.

Eso de "bonito" es algo que no comprendo ni me importa. -Afirmé con gesto inexpresivo- Tampoco me importa saltar a Mar desde rocas. ¿Luego será un problema volver por rocas? Elige tú la mejor opción.

Observo como Mandy empieza a sopesar la posibilidades que le ofrecía, por otro lado no es que las playas estuvieran lejos, sino que me imagino que tras este primer baño, podrían venir muchos más, por lo que era momento de enseñarle .

- Otro día podemos usar las otras playas, creo que ese puesto de ahí podría ser útil. Digo señalando uno que estaba colocando aun algo de ropa en las mesas exteriores - Miremos unas "falsas pieles" para ahora, ¿me acompañas?. Digo ofreciendo mi mano con un gesto de confianza, para que la tomara y me siguiera, ya me había parecido ver que entendía el gesto, pero quería reforzar un comportamiento "natural" a ojos de humanos, poco a poco debía aprender a imitarles, y a veces los gestos sencillos como pasear de la mano pueden suponer un gran avance. Con la tiburona cogida de la mano nos dirigimos al puesto de suvenirs ....

Francisco terminó eligiendo, ya que a mí me resultaba indiferente una opción u otra, seguramente por desconocimiento de las aguas sin agua en las que ahora nadaba. El mundo de no-mar resultaba realmente confuso para mí, lleno de complicaciones innecesarias, y eso a pesar de que empezaba a entender ciertas cosas, pero sabía que también me quedaba muchísimo más por aprender.

Mi compañero descartó por el momento acudir a aquellas otras playas de las que había hablado, aunque no me explicó sus motivos para hacerlo. Tampoco dijo nada de las rocas, sino que se limitó a decidir que buscaríamos unas falsas pieles para disimular ante los caminantes del polvo presentes.

Al hacerlo, me preguntó si le acompañaría, algo que me extrañó. ¿No era necesario acompañarle para que adquiriera falsas pieles para mí? Tal vez no, al fin y al cabo Giselle había sido capaz de elegir mi ropa desde otra estancia de su casa, sin necesidad de que yo estuviera presente para asegurar que se ajustase. De todos modos, no fue aquello lo que más confusión me causó, sino el gesto que hizo con su mano, en mi dirección. Mis ojos se estrecharon, observando aquella mano, convencida de que debería saber lo que aquello significaba. Desvié mi rostro hacia la orilla, donde los humanos caminaban, corrían, descansaban sobre la arena dejando que la Herida les bañase la piel, jugaban a extraños juegos... Me fijé inmediatamente en dos caminantes del polvo que caminaban en la orilla, ahí donde el agua acariciaba la arena con sus olas espumosas. Caminaban acompasados, como si fueran un sólo ser, unidos por las manos. Miré nuevamente la mano de Francisco, de nuevo a aquellos dos humanos, y la mano otra vez.

¿Debemos ir así, como esos? -Pregunté, sin más ánimo que mi sed de conocimiento. Me interesaban los motivos de aquella extraña práctica, sin que el contacto de la mano de Francisco me resultase agradable ni molesta en absoluto. Sencillamente, no le veía sentido.

Aún así, tomé su mano con la mía, y caminé a su lado en dirección a aquel lugar donde podríamos adquirir las falsas pieles que tanto necesitábamos.

Despues de que Francisco aclarara las dudas de mandy, llegaron hasta que vendedor y Francisco se encargó de hacer el negocio.

Finalmente, ya con más tranquilidad por tener un sitio seguro para dejar vuestras pertenencias...más bien solo las de Francisco.... ambos os adentrasteis en la orilla de la playa avanzando lentamente entre las olas hasta que fue necesario nadar;  Mandy se le hacia raro nadar en aquella forma, era diferente y mucho más lenta, pero al haber nacido en el mar no tardó en adaptarse a pesar de que esta forma en mar era verdaderamente torpe.

Cuando Francisco creyó que había suficiente distancia, ambos se hundieron dentro del agua y cambiaron sus formas. Y desde luego cualquier que los viera le resultaría todo un espectáculo ver a un cocodrilo y un tiburón nadando uno junto al otro, aunque eso ahora no les resultaba de importancia ninguna a ambos. Podían disfrutar de la vista de los peces que más se acercaban a la costa, junto a cangrejos y algas marinas y un gran surtido de vida que se iba aumentando conforme la visibilidad que otorgaba el sol se iba reduciendo y usaban más otros sentidos mucho más útiles dentro del mar.

Tras dejar en un lugar seguro* los bañadores o las "falsas pieles" para mar como las llama la tiburona, procedemos a volvernos a sumergirnos para esta vez nadar desnudos en forma humana, y poco después demostrarnos nuestras formas más aptas para el nado.

- En tu forma de tiburón quizás debas de adaptar tu velocidad a la mía, soy buen nadador pero he visto tiburones muy rápidos. Advertí a Mandy justo antes de la inmersión, la verdad es que desconocía que tipo de tiburón sería, se que mi velocidad sería similar a la de un gran blanco, pero otros más pequeños eran bastante más rápidos, sobre todo en distancias cortas.

Cuando vi su transformación me gustó observarla, no era habitual poder observar un fenómeno así, y según nadábamos juntos en las formas animales, veíamos como muchos de los peces y animales marinos huían de nosotros, por primera vez en mucho tiempo no sabía si era debido a mí o a ella, a los pocos minutos empezamos a compenetrar y sincronizar nuestro nado, unas veces guiaba yo y otras ella. Al cabo de un rato le hago una señal para que suba a la superficie para lo que deberíamos volver a convertirnos en humanos.

- Creo que hoy deberíamos nadar desde aquí hasta la no-gruta , de camino podremos ver qué playas más cercanas a no-gruta son las ideales para nuestro propósito, así como ver que tipo de embarcaciones podemos encontrarnos. De camino te enseñaré alguna playa con menos gente para que podamos ver cual de ellas podría ser la mejor para volver donde los caminantes. Dije señalando a la ciudad. Tenemos tiempo por lo que si te parece bien luego me puedes acompañar a ver a un "amigo". Digo aun no muy seguro de si Mandibula sería capaz de interactuar o ver a Baby.