Partida Rol por web

Asiento levemente y señalo con el dedo:

Vendrán por ahí.

De un salto bajo del carro, y haciendo un gesto como si llevase un sombrero añado:

Es hora de trabajar, Yi, manos a la obra...

Me dirijo a una calleja desde la cual pueda esconderme y verles pasar bien, lo más sigiloso posible.

Mientras os empezáis a colocar preparandoos para la emboscada, deja de llover tan súbitamente como había empezado. La temperatura es bastante más agradable que durante el día, pero las calles encharcadas pueden dificultar un avance sigiloso.

Maldiciendo tanto la repentina tormenta como su desaparición, tomáis posiciones esperando que ninguna patrulla esté lo suficientemente cerca como para escucharos.

Una patrulla pasa de largo y se aleja por la calle principal. Aguantáis la respiración, esperando que la hechicera no aparezca en este mismo momento... Por una vez, la suerte parece sonreiros, porque en los siguientes minutos no aparece nadie más en la calle. Poco a poco, los pasos de los guardias se pierden en la lejanía.

Os mantenéis en vuestra posición, ocultandoos como mejor podéis. Cada segundo parece una eternidad mientras esperáis... Os empieza a carcomer la duda... ¿Se ha equivocado Areth y finalmente han ido por otro camino?

Contengo mi respiración...

Tranquilo Areth... Tranquilo... Los ríos están de nuestra parte... tranquilo...

Acaricio lentamente la empuñadura de mi espada, mientras cierro los ojos un instante, aguantándome detrás de unos barriles, con las rodillas flexionadas...

- ...tan duro después de todo... - decía la hechicera que encajaba con la descripción que Areth os había dado por la mañana. Era bastante más atractiva de lo que esperábais. Vestía una fina armadura de cuero endurecido, adornada con un fino ribete metálico formando una lazada en el pecho y de su costado pende una fina espada de buena calidad. Sus alas parecen ligeramente maltrechas, tal y como os habían informado.

Camina lentamente, como si no estuviese exhausta o herida y junto a ella se encuentra un hombre que le tiende el brazo para ayudarla a caminar.

- ¡Jaja! Por un momento pensé que se te iban a echar encima - dice el hombre. - Por suerte interveniste en el momento adecuado... Me recordó a tus clases... ¡siempre eras tan oportuna en tus comentarios! 

Aparentemente no va armado y parece pendiente de que la hechicera continue andando sin dificultad.

Súbitamente, ambos hechiceros se paran. La cara de Jezz se dirige hacia el callejón en el que se oculta Areth mientras desenvaina su espada. Cuando su acompañante hace amago de volverse en la misma dirección, de repente se para, alertado por un leve movimiento o una sombra en la dirección de Yi Fan. Sin echar mano a ningún arma, pronuncia una sola palabra.

Es evidente que conocen vuestra posición y están preparados para una posible emboscada, pero lentamente siguen caminando sin dejar de prestaros atención.

De alguna manera los habían descubierto. ¿Quizás no habían sido lo suficientemente silenciosos? ¿Quizás la hechicera contaba con protecciones mágicas?

No importaba, el resultado era el mismo. Habían perdido la sorpresa, lo único que inclinaba la balanza de este enfrentamiento hacia el lado de los atacantes.

Asomándose un segundo desde la esquina del final de la calle por la que la mujer y el hombre avanzaban, Yi Fan constata que las acciones del hombre indican que también debe tratarse de un hechicero.
Maldita magia...

El exiliado de Dindavara aparta la capa para reposar su mano sobre la empuñadura de su arma y apoya la espalda contra la pared de piedra mientras cierra los ojos, inútiles ahora y se concentra en oir las pisadas de la pareja mientras se aproximan hacia el final de la calle.

Con la cobertura de la esquina no pueden verlo, y sería insensato atacar a la carga. No, esperará a que se aproximen para salir tras la esquina en el último momento.

Tendrá que ser muy rápido...

Aguardo, con el corazón a punto de salirse de mi pecho, tras un barríl, recitando mentalmente el salmo de los siete ríos.

Gran río y tus siete hijos

dame fuerza como el torrente,

dame paciencia como el valle,

dame astucia como el arroyo,

dame velocidad como la lluvia,

dam...

El tiempo pasa lentamente, mientras los magos avanzan con sus espadas desenfundadas.

Un sólo golpe. No hace falta más. Pero Yi Fan sabe que dispondrá de menos de un segundo para decidir la trayectoria del mismo, y si el filo de su corazón arrebatará otra vida o por el contrario sólo incapacitará a su víctima.

Las pisadas se aproximan. En cuanto se acerquen lo suficiente, saltará de la esquina para lanzar una sóla estocada...
Será suficiente.

Los dos hechiceros continuan andando un poco más y se paran entre las dos bocacalles que ocupáis.

- ¿Quién va? - pregunta el hombre elevando la voz bastante más de lo que os gustaría. Se colocan uno contra la espalda del otro, mirando los lugares donde os escondeis y esperando a que mostréis vuestras intenciones.

Quien seamos lo decidiréis vosotros...

La voz de Yi Fan suena con fuerza desde detrás de la esquina, rompiendo el silencio creado tras la pregunta del acompañante de la hechicera.
Concentrado. Todavía con los ojos cerrados, todavía con la mano sobre la empuñadura de la Dinda, una espada curva de casi dos metros de longitud cuyo extraordinario filo y resistencia son el resultado de la sabiduría generaciones de maestros herreros de su patria.

Hemos venido a escoltaros hasta un lugar. Continúa el exiliado. Su voz está en calma, no denota amenaza ni soberbia. Sólo serenidad.

Decidir acompañarnos por vuestra voluntad o negaros a ello es vuestra decisión. Y esa decisión determinará si somos amigos o enemigos...

Areth sale de su escondrijo también, al ver la actitud del dindavara.

Será... Bueno, la verdad es que se ha expresado muy bien, será mejor que cierre el pico.

Surjo de detrás del barril lentamente mientras miro a una ventana y hago un ligero signo de "alto", de forma subrepticia, como dando a entender que había más gente ahí.

Salgo con las manos en la toga juntas, aunque no tendría problema para cojer mi espada bastarda en un simple movimiento.

por los siete ríos... Que se lo traguen...

- ¿Escoltarnos? ¿Sabes con quien estás hablando, extranjero? ¡Debeis estar locos si os presentais ante dos magos con exigencias como esa! - Vuelve la cabeza para mirar a Areth que sale del callejón, pero se vuelve rápidamente hacia Yi Fan, pues Jezz sigue mirando hacia Areth, concentrada. 

- Mira amigo, no estamos buscando pelea, así que os recomiendo que os deis la vuelta y os vayais en paz, porque no nos vais a "escoltar" a ningún sitio. Además, no estamos en los salvajes Yermos, basta un grito para que venga la guardia de la ciudad...

Pese a sus palabras, el hombre parece ligeramente inquieto. No así la hechicera, que parece calmada... Demasiado. Es evidente que ha sobrevivido a más de una batalla, tanto por su forma de sujetar la espada como por su expresión, pero su gesto de concentración os preocupa.