Partida Rol por web

Kiba abre la puerta. Su expresión de enfado se ensombrece aún más al ver a Ilsa.

- ¡La que faltaba! - grita enfadada dándose la vuelta y saliendo por una de las puertas del recibidor. La escucháis gimotear mientras se aleja por uno de los largos pasillos de la casa.

El rostro preocupado de Ilsa no puede esconder la sorpresa ante semejante recibimiento y Biza se ha quedado como petrificada en la escalera, sin haber borrado aún la expresión indignada de su cara.

Tu ataque golpea el escudo de uno de los guardias, empujándole ligeramente hacia atrás pero sin hacerle el más mínimo daño. Ninguno de los dos hace el menor gesto para atacarte, parece que se dedican a observar tu táctica y defenderse mientras llega otra patrulla.

Mientras recuperas la posición, escuchas el sonido de botas metálicas corriendo sobre los adoquines de la calle. No te atreves a girarte por si alguno de los guardias decide aprovechar la oportunidad para atacarte, pero parece ser que los refuerzos no tardarán mucho en llegar.

-Hola Ilsa. - la saludó amablemente -Te ruego que perdones los delirios de mi pobre hermana.- se contuvo como pudo pero despues de todo era su hermana y no pensaba tener una discusión con ella delante de nadie. - Tengo que hablar contigo.- le dijo despues de serenarse al fin al escuchar los pasos de Kiba alejandose en el pasillo.

Grito al aire, con la esperanza de que Fawkes me oiga: 

¡Cuida de mi niña, chico!

Arrojo mi espada lo más lejos que mis brazos pueden. hecho eso esbozo una sonrisa estúpida y me encojo de hombros:

-Me rindo...

Me tumbo lentamente en el suelo, con las manos sobre la cabeza.

¿sabéis que es lo mejor de no tener nada? Que no tengo nada que perder...

Un escalofrío te recorre la espalda al ver la mirada del oficial cuando Eric ordena que te saquen de la carcel. No sabes muy bien por qué, pero su expresión te recuerda a la del joven que te hizo huir de tu aldea. Sin embargo, consigue serenarse antes de que el teniente se dirija a él.

Una vez en la sala de guardia, saludas a Alex, pero parece ensimismado y no tiene tiempo para contestar antes de que Sömersen cierre la puerta tras entrar en la habitación. Te quedas algo decepcionada, esperando que esté bien, pero no tienes mucho tiempo para pensar en él. Con un leve tirón de tu brazo, Eric te acompaña a la calle, escoltados por el guardia al que han llamado Ralf.

Nuevamente, te encuentras en las calles de Uldnacht. Eric mira de reojo al guardia que os acompaña y luego se vuelve hacia ti.

- Debemos movernos deprisa. Esta mañana había una reunión del Consejo, y deberíamos llegar allí antes de que acabe. - Te mira con expresión seria. - Estoy confiando en ti como miembro del ejército de Uldholm. El capitán Johan era amigo mio y supongo que algo vería en vosotros para aceptaros en su pelotón, así que espero que no intentes escapar. 

Camináis deprisa por las calles. El cansancio acumulado hace que notes la pesadez en tus patas, pero te animas pensando que éste será el último gran esfuerzo antes de un merecido descanso.

- Tienes que contarle al Consejo lo que ocurrió en la frontera. Cíñete a los hechos y no digas nada que no puedas probar, como que los Truil piensan atacar la capital. Es especialmente importante que les des todos los detalles que recuerdes sobre lo que le ocurrió a nuestros hechiceros.

Los tres caminais a buen ritmo, adentrándoos en los Barrios Medios de la cuidad.

Diana no paraba de mirar de reojo a Eric, buscando algun momento de distraccion. Tambien observaba las calles cercanas, intentando encontrar algun sitio por el que huir. Pero enseguida descarto su idea. No parecia muy prudente, y si le intentaban atacar por su huida, no tenia ninguna arma con la que protegerse y contraatacar. Asi que permanecio en silencio durante todo el camino, asintiendo a sus ordenes, y deseando llegar cuanto antes al Consejo

-Hola Biza. Lo cierto es que yo también debo hablarte. Dejemos el tema de tu hermana para otra ocasión. Ahora hay otras cosas que exigen nuestra intervención inmediata.

Ilsa  se muestra evidentemente preocupada por el recibimiento y la situación, aunque espera que sea Biza quien comience su relato.

El oficial entra en la habitación, cerrando la puerta a su espalda antes de que levantes la vista para contestar a Diana. Con paso vigoroso, se acerca a ti, levantándo tu cabeza tirando de tu barbilla con malos modos.

- ¡Vaya! - su voz denota enfado, - parece que el niño ha perdido la lengua... o la memoria.

Empuja tu rostro hacia un lado haciéndote girar la cabeza violentamente. Luego se aleja un poco, con el brazo completamente en tensión, como si estuviese reprimiendo las ganas de golpearte.

- ¡No podías haber dicho desde el principio que eras un puto hechicero! Mierda la cantidad de problemas que nos habrías ahorrado a todos.

Se dirige hacia ti, agarrándote bruscamente del brazo y levantándote de la silla. - Si intentas alguno de tus truquitos de magia barata conmigo, estás muerto, tenlo en cuenta - dice antes de arrastrarte por la habitación.

Cruzas el salón de la guardia, prácticamente arrastrado por Sömersen y te llevan de nuevo a la celda, a la que te arrojan con malos modos. Mientras gira la llave en la cerradura, murmura algo que no alcanzas a distinguir.

Aún precavidos, los dos guardias se acercan a ti. Cuando están lo suficientemente cerca, uno de ellos te golpea la cabeza con su escudo. El golpe te pilla casi desprevenido, pues no esperabas tal muestra de violencia tras haberte rendido. El mundo a tu alrededor empieza a dar vueltas y mientras tu rostro se aproxima al suelo en tu caída todo se vuelve cada vez más oscuro...

Justo antes de perder la consciencia, escuchas cómo Fawkes intenta comunicarse contigo... ¡Qué has hecho, Areth!...

El mundo de nuevo se vuelve totalmente gris para mí... otra vez.

Parece que el destino no quiere que me salgan bien las cosas... Puede ser eso, o mi simple estupidez.

Tener a Asceltis tan cerca hace incluso daño, pero Yi Fan se recuerda a sí mismo lo peligrosa que es esta mujer. Prácticamente la vida del exiliado está en sus manos, y sabe que ella estará de su lado mientras le resulte útil.

Es una relación de dependencia que al mismo tiempo aborrece y disfruta.
¿Pero en qué clase de hombre se está convirtiendo?

Se obliga desviar la mirada mientras responde:
Mi perseguidor era una mujer, una hechicera, vestida de negro con amplio cinturón rojo. Es lo único que puedo decir.

En cuanto al acompañante de Jezzabel... Miente el Dindavara. Yo nunca mato gratis...

- No era mi intencion hablar de mi hermana.- miró a Ilsa con malestar y es que si pensaba que iba a hablar de Kiba con ella estaba muy equivocada. -¿A que te refieres con una intervención inmediata?. ¿Qué sucedio anoche cuando me marché?.- le preguntó con curiosidad y suponiendo que debía haber sucedido algo en la reunión de Gorgonae.

Al cabo de un rato, llegan dos guardias arrastrando a un hombre. Mide aproximadamente metro ochenta y lleva una camisa raída sin cerrar, dejando al aire un pecho cubierto por cicatrices bastante recientes, propias de una quemadura.

Sin ningún miramiento, los guardias lanzan al hombre al interior de la celda contigua a la tuya, cerrando con llave mientras murmuran. - Vaya, parece que hoy esto está lleno de gente que le da por asaltar a la autoridad - dice uno justo antes de escupir al hombre.

Cuando se van, te fijas que el recién llegado está inconsciente, tirado en la misma posición en la que cayó. Es un hombre mayor, pero no demasiado. Tiene una media melena cortada sin ningún cuidado, probablemente con un cuchillo y su rostro muestra una barba de varios días.

No tarda mucho tiempo en empezar a moverse...

Areth abre los ojos y se ve tirado en un maloliente suelo cubierto de pajas. Poco a poco se endereza, llevándose la mano a la dolorida cabeza. Las quemaduras del pecho aún le duelen y parece que han empezado a supurar algún tipo de líquido transparente. Maldiciendo, mira a su alrededor y se ve rodeado por barrotes.

En la celda adyacente, un pequeño chico delgado le mira con curiosidad.

Sin entrar siquiera, Ilsa comienza a hablar precipitadamente:

-No tengo muy claro qué sucedió, pero Jezzabel ha desaparecido y Rhenar, el oficial, fue atacado y se encuentra gravemente herido en la casa de los Físicos. Los testigos de ese extraño ataque a los hechiceros en la frontera no podrán aparecer en el Consejo, y eso provocará una situación delicada en la sesión de hoy. Hay que encontrar a Jezzabel y hablar con Rowan, a ver qué solución encontramos para esta crisis...

Alguien era consciente del problema, y aprovechó la ocasión para que el Consejo no se diese hoy por aludido. Eso significa que el enemigo está aquí, en la propia ciudad de Uldnach, y tiene suficiente poder como para combatir a los magos en la frontera y provocar una crisis en nuetra patria... y Merak estaba aquí distrayéndome... es imposible que fuese por casualidad... ¿quién tiene poder para algo semejante...? Necesitamos poner orden a todo esto...

Ilsa se abstrae de la presencia de Biza y se envuelve en sus pensamientos.

- ¿Jezzabel ha desaparecido?.- dijo asombrada por la noticia - ¿Como ha sido?. Esto es demasiado complicado. Demasiado para ser una casualidad.- murmuró a media voz. -Ilsa.- se adelantó para cogerla por un brazo -Vayamos a ver a Rowan. Tengo algo que contaros a los dos.- sin duda Biza parecía saber algo más de todo aquello, pero tambien que sabía que aquel no era el lguar idoneo para mantener una charla en secreto.