Partida Rol por web

- Si tus chicos son capaces, la periferia será mejor para que nadie interrumpa. Que parezca que estamos custodiando a Diana en un lugar donde nadie pensaría que está... pero no ha de ser demasiado obvio.  Además, en la periferia nadie se sorprenderá de ver a niños ladrones moviéndose, y eso facilitará a nuestros pequeños mensajeros su labor.  Si por el contrario crees que tus chicos no tienen capacidad para defenderse de la escoria que pueda atacarles allí, será mejor prepararla en los barrios medios. No conozco tanto a tus hombres.

-Y si puede ser, que el lugar donde la situemos (a Diana) no esté demasiado cerca de una alcantarilla. Si se mueven por ahí no quiero dejarles la vía de escape al lado justo, que tengan que correr un poco. La alcantarilla más cercana debería estar vigilada también...

Biza se queda pensativa ante las últimas palabras de Eric. 

- ¿Crees que tenemos un topo? ¿O sencillamente es que cuentan con buenos espías? -contempla la magnitud de las posibilidades de que tengan un infiltrado. ¿Quién podría ser? ¿Quién tendría razones para traicionarles frente a semejante enemigo?  Absurdo.

Levanta la cabeza, negando.

- No quiero pensar que nadie esté pasando información; sería demasiado espantoso. Tiene que ser otra cosa.

Biza se lleva las manos a la cabeza, agotada. Tanta tensión repentina: desapariciones, muertes, Kiba comparándola con todo el reino animal...

- Ojalá esto acabe pronto -suspira-. Como si mi vida no fuera ya lo bastante complicada -dice en un susurro. Permanece en silencio unos instantes y añade, casi repentinamente:

- La fusión ya está puesta en marcha, Eric, pero tú y yo no hemos hablado de eso.  Kiba... -se muerde la lengua recordando las últimas discusiones- es una mujer inteligente, pero no sé hasta qué punto ha podido ser completamente imparcial en sus opiniones sobre los Soles. Ella... -sonríe con amargura- te idolatra y desea protegerte, lo cual es una cualidad deseable en una enamorada pero no tanto en una evaluadora.

Biza levanta los ojos de nuevo hacia su cuñado, con casi todo rastro de amargura borrado de ellos.  Los comentarios de Kiba son persistentes en la memoria. Rata. Perra en celo. Epítetos gráficos hasta el desagrado.

- Así que dime, ¿qué crees tú que ganaréis los Soles al uniros a nosotros?

El cochero te lleva hasta el edificio del gremio rival sin hacer ninguna pregunta. Situado en los Barrios Centrales, está en el extremo radialmente opuesto al de tu propio gremio. Como todas las casas gremiales es bastante impresionante. Ricamente adornada para evidenciar el poderío económico del gremio y con suficiente espacio interior como para poder montar un campo de entrenamiento sólo superado por el de los militares, puesto que los mercenarios se suelen reunir aquí para practicar.

El guardia de la puerta te da el alto sin molestarse ni siquiera en mirar el emblema de tu gremio. Tus alas dejan muy claro que eres una hechiera.

- ¡Alto! ¿Qué asuntos le traen aquí? - pregunta con seriedad.

Nunca había estado antes en este lugar. Pero nunca había estado en una situación como esta. De algún modo necesitaban ponerse a la altura de sus enemigos. E Ilsa tenía clavada en la cabeza la imagen de Rowan muerto. Todo cambia, pensó. Y ahora toca jugar.

Ilsa observa con infinita altivez al mercenario, y con un evidente gesto de desprecio, dice:

-Dígale a Porter que Ilsa Svletana desea hablar con él.

Eric se encoge de hombros, como si le resultase extraño que le hicieses esa pregunta después de tanto tiempo.

- Bueno, lo mismo que vosotras, supongo... Estamos bien organizados, pero admitámoslo, por separado somos demasiado insignificantes como para poder cumplir nuestra misión. Si queremos trabajar por el bien de Uldholm, tendremos que hacerlo juntos, pues ni los Soles ni las Górgonas tienen ninguna posibilidad.

Se vuelve hacia ti, serio.

- Al fin y al cabo, ese era el sueño de tu padre. Fue él quien nos descubrió y quien propuso que nos uniésemos. E incluso me ofreció la mano de su hija para facilitar el camino. Kiba... - se queda pensando un momento, escogiendo con cuidado las palabras a decir - es inteligente. Aunque últimamente está algo descolocada, tratando de buscar sombras donde no las hay. Sin embargo, lleva mucho tiempo colaborando con nosotros, igual que yo he asistido a las reuniones de las Górgonas y os he ayudado cuanto he podido. De una forma u otra, la fusión de las dos compañías era algo inminente.

El guardia frunce el ceño, pero se fija finalmente en el signo de tu gremio, para verificar tu rango dentro del mismo. Encogiéndose de hombros, hace una seña a su compañero para avisarle que se va a ausentar un momento y te pide que le sigas.

El gremio de banqueros es aún más ostentoso por dentro que en su exterior. Las ricas alfombras y los salones que puedes observar a tu paso son dignos de cualquiera de las grandes mansiones de los Barrios Centrales. Es evidente que, además de servir como sede del gremio, en este edificio se cierran tratos de grandes sumas de dinero y a los banqueros les conviene agasajar convenientemente a sus contratistas.

Finalmente llegáis a una puerta donde espera una mujer sentada. Ni por un momento crees que sea una secretaria, pues su porte, como el de un felino al acecho, la delata fácilmente como un guardia o escolta del Consejero. El mercenario que te ha acompañado hasta allí le dice unas palabras y la mujer desaparece en el interior de la habitación. Al cabo de un momento sale y te sujeta la puerta para que pases.

- ¡Ah! Maestra Svetlana. Es una sopresa verla por aquí... Pase, por favor, siéntese. - El Consejero se ha levantado para recibirte y acompañarte a un asiento, lo que te sorprende casi tanto como su tono familiar.

"Tratando de buscar sombras donde no las hay". Biza sonríe amargamente. Eric ha sido sutil pero claro.  Biza siente rabia por su propia estupidez,  que es la que ha causado todo esto; amargura por unas circunstancias que no pueden arreglarse; despecho por la indiferencia con la que Eric ha manifestado que los celos de Kiba son completamente infundados. 

Olvídale, céntrate en lo que tienes entre manos. Ignora a Kiba. Rehaz tu vida, ya es hora. Deja el pasado en el pasado. Te lo ha dejado claro, ¿no? Ya está. Ya es suficiente.

- ¿Y tú aceptaste la mano de la hija de mi padre sólo por facilitar la unión de las compañías en pro de la seguridad del país? Admiro tu pragmatismo y tu lealtad a Uldhom. Quiero decir - Biza esboza una sonrisa en la que no participan sus ojos, tratando de quitarse los pensamientos oscuros de la mente- con Kiba te ha salido bien, porque es paciente y sensata y todo eso; pero si llego a ser yo te estarías arrepintiendo todavía o me habrías estrangulado mientras duermo - ríe tratando de descargar algo de tensión de su espíritu. Quizá, obligándose a pensar que él no le importa, termine por no importarle. Y de todos modos, ¿qué otra opción tiene? ¿Decirle que le quiere, para que él -con una amabilidad y condescendencia aún más crueles que el desprecio- le diga que gracias, pero que no es correspondida? 

No obstante, el espíritu humano es una cosa extraña. Sería lo más sensato que Biza enterrara este asunto por fin y para siempre, que prefiriera no saber, que asumiera la cruda verdad y rehiciera su vida con lo que buenamente pudiera recuperar. Pero su lengua, esa lengua que siempre corta conversaciones, espeta insultos y exuda mordacidad, no se contiene tampoco esta vez.

- ¿Sabes qué es lo que he hecho para que Kiba esté tan furiosa conmigo? -le pregunta con franqueza. Biza es consciente de que quizá Kiba perciba que está enamorada de Eric, pero está casi segura de no haber hecho absolutamente nada, ningún acto que pudiera molestarla, que realmente le incitara a creer que está intentando colarse en la cama de su cuñado. Quizá entender qué acto es lo que ha indignado a su hermana pueda ayudarla a evitarlo en un futuro próximo.

Ilsa adopta un aire desenfadado, casi jovial, aunque trata de fijarse atentamente en algún signo característico de la mujer que acompaña al banquero. Después se sienta con gracia y le agradece su gesto:

-Gracias Porter, pero por favor, no me habléis de ese modo tan cortés o me ruborizaré -Ilsa toca premeditadamente a Porter en el hombro para observar la reacción de su lacaya mientras se sienta.

Durante un momento, a penas un instante, el rostro de Eric se retuerce como si hubiera recibido un golpe. Entorna los ojos y se gira, dándote la espalda.

- No fue la mano de Kiba la que acepté... - dice sin volverse a mirarte. - Ahora tengo cosas que hacer. Hay que preparar a mi gente para dentro de dos días.

Ves cómo tu cuñado se aleja sin atreverte a salir tras él. Algo en su porte regio te indica que acercarte ahora no sería una buena idea. Un ligero dolor en la mandíbula te hace darte cuenta de que estabas apretando los dientes con fuerza. Te obligas a dejar de hacerlo mientras piensas en las palabras de tu cuñado.

La figura de Eric se pierde en la lejanía de las calles de Uldnacht, dejándote allí parada. Sola.

...LA HISTORIA CONTINÚA EN LA ESCENA SIGUIENTE...

Polvo al Polvo

La mujer junto a la puerta no hace ni el más mínimo gesto cuando pones la mano en el hombro del banquero. Sin embargo el consejero te mira extrañado.

- Puedes retirarte, Nadia - dice mirando por encima de tu hombro hacia la mercenaria. Con un leve gesto de cabeza, su guardia vuelve a salir de la habitación dejándoos solos.

- Lamento el tono tan formal, maestra Svletana. Sin embargo, creo que las circunstancias lo merecen... - Bordea la mesa, sentándose en una cómoda butaca mientras señala un sillón a tu lado del escritorio. - Lamento su pérdida. Rowan era un hombre influyente. Un digno rival - concede, serio. - Se le echará de menos en las reuniones del Consejo.

Su tono es serio, pero nada en él te da la impresión de estar fingiendo. Sabes que tu maestro era rival del Consejero Porter, pero al parecer esa rivalidad estaba unida a un cierto respeto pese a tener ideas políticas enfrentadas.

-Agradezco vuestras palabras. Hoy es el velatorio en la Sede del Gremio. Lo cierto es que Rowan, a pesar de las diferencias que pudiérais mantener, siempre había hablado favorablemente de vuestro compromiso con Uldnach y de vuestra fe en el futuro de nuestra nación. En estos momentos tan tristes creo que estas cualidades son más necesarias que nunca.

Ilsa trata de apartar de sí cualquier pensamiento personal sobre Rowan. Como si se desdoblase en dos personas, la que está interpretando su papel ahora y otra Ilsa. Pero, ¡cuántas personas no hay en cada uno! Las palabras de Porter se cuelan en ella muy profundamente, de todos modos. Rowan siempre le decía que solo podemos conocernos por la altura de nuestros rivales. Y Porter había demostrado estar muy alto.

Pero ya no había vuelta atrás, así que Ilsa pone todo su empeño en convencer a Porter de la autenticidad de sus palabras. Había pensado esta conversación como una partida de ajedrez, pero como en todas ellas, cada movimiento era un riesgo. Ilsa asumía que Porter estaba al corriente de los ataques a su casa y de que Diana había estado bajo su protección.

A continuación, como de pasada, y sin darle aparente importancia, añade:

-Por cierto, parece que alguien de tu gremio está interesado en dar conmigo. Así que me he decidido a venir personalmente a ver si querías algo del mio.

Ilsa lleva a cabo un casi imperceptible cambio de entonación en las dos palabras concretas que desea reforzar. Cada pausa está calculada para separar ambas oraciones lo suficiente como para dejar en el aire la relación entre ambas.

El consejero fruce el ceño, pensando un momento en tus palabras.

- Bueno, si quieres que te ayude a encontrar a alguien de mi gremio, necesitaré algo más de información además de que esté interesado en dar contigo. Aunque si no puedes darme un nombre, te aconsejaría que lo buscases por tu cuenta o que esperases a que te localicen. Si quieren establecer algún tipo de negocios contigo, seguramente no tarden en hacerlo. Al fin y al cabo, contamos con los mejores banqueros y abogados de la nación... - añade con una enigmática sonrisa.

- En cuanto a querer algo del gremio de eruditos y hechiceros, lamento deciros maestra, que si tuviera algo que tratar lo haría directamente en el Consejo. A pesar del desafortunado incidente de Rowan, siguen quedando otros cuatro Consejeros con los que puedo tratar de tú a tú, probablemente con más influencia en el gremio que usted misma, si me permite remarcarlo.

Se reclina hacia atrás en su sillón y saca un largo puro de uno de los cajones de su escritorio. Alarga el brazo para tomar una vela de la mesa y enciende uno de los extremos del cigarro mientras le da un par de profundas bocanadas que le dejan rodeado de humo.

Ilsa sonríe con frialdad. Porter elegía las palabras con sumo talento. Llamar "incidente" a la muerte de Rowan hizo arder sus entrañas como ningún licor había conseguido nunca.

Eres lo suficientemente inteligente como para no tratar de tomarte una revancha.

Estuvo a punto de empezar a invocar un rayo, pero las palabras surgieron antes que el fuego. Por esta vez:

-En efecto, Rowan nos ha dejado...

Ilsa hace una larga pausa mientras Ilsa muy lentamente, sin dejar de mirar a Porter, coge otro cigarro de la caja y con enciende con tranquilidad. Odiaba fumar, pero en algunas ocasiones era una necesidad. Y esta era una de ellas.

...Quiero decir que Rowan nos ha dejado una vacante en el Consejo.

Conozco a los cuatro ancianos que están en él. Y ahora mismo preferirían arrancarse la lengua a hablar contigo, Porter. Pero ambos podríamos sacar algún beneficio de esto.

Su mirada era transparente. Era el momento de la verdad.

Porter arquea una ceja y guarda la caja de puros.

- Creo que se equivoca maestra - dice con tono sereno. - Mi relación personal con los Consejeros de su gremio no es mala en absoluto. Por supuesto tenemos puntos de vista profesionales diferentes, puesto que nuestros intereses son distintos, pero no creo que ninguno de ellos tenga ningún problema en hablar conmigo.

Desvía la mirada por encima de tus alas y le hace un gesto a Nadia. Giras ligeramente la cabeza y te das cuenta de que la mercenaria ha vuelto a entrar prácticamente sin que te des cuenta. La mujer hace un gesto que no llegas a apreciar del todo y se reclina en una pared junto a la puerta.

- Me sorprende que busque algún beneficio de la muerte de su maestro - dice con sinceridad. - No recordaba que los miembros de su gremio fuesen tan pragmáticos. Aunque, por supuesto, esa es una cualidad que yo admiro... - Se inclina hacia la mesa. - Dígame, ¿qué tiene en mente? - pregunta.

-Son esos asuntos profesionales los que me interesan. -Dice premeditadamente para dejar de lado la referencia a su maestro. Ahora tenéis el Consejo a vuestra merced, como un animalillo asustado. La inversión del Tesoro de Uldnach en la contratación de mercenarios os permite descollar por encima del resto de Gremios. No obstante, sería imprudente para todos no apreciar el riesgo implícito en las circunstancias actuales.

Ilsa lanza una pequeña nube de humo después de exhalar con tranquilidad. Confiaba en el connatural vicio de la soberbia, propio de los poderosos.

Frunce el ceño y te mira fijamente, como si evaluase si tus palabras esconden una amenaza oculta.

- Nuevamente os equivocáis, maestra. - Su tono de voz no parece tan convencido como antes. - Esta misma mañana me he puesto a disposición del consejo, en particular de vuestro gremio, para ofrecer mi ayuda en lo que quiera consideren necesario. - Frunce el ceño, pensativo. - No recuerdo haberos visto en ninguna reunión del Consejo, por eso tal vez tengáis una imagen errónea de las reuniones, pero si pensáis que una sola persona puede de alguna forma controlar lo que ocurre en esa sala es que no conocéis a sus miembros.

Le da una larga calada al puro, saboreandolo y tomándose su tiempo para expirar el humo. Cuando lo hace, aún se demora un poco más antes de inclinarse a sacudir la ceniza sobre un cenicero encima de la mesa.

- Por otro lado, las condiciones del pago a los mercenarios para soportar la campaña militar son sin duda inmejorables para Uldholm. De hecho, mi propio gremio lo ha considerado una inversión y hemos presentado una propuesta de financiación lo suficientemente generosa como para que no perturbe el equilibrio de poderes dentro del consejo. - Clava fijamente su mirada en ti, y te das cuenta de que sus palabras te resultan levemente familiares.

- De cualquier forma, si quiere información sobre la reunión del Consejo debería pedírsela a Christian o a cualquiera de los Consejeros de su gremio, no a mi. - Te mira nuevamente y le da otra calada a su cigarro, pensativo. - ¿Por qué ha venido aquí, maestra Svletana? - Pregunta finalmente sin rodeos.

Ilsa tiene el hálito de Nadia a su espalda. Lo cierto es que no esperaba ese invitado inesperado y Porter ya era más que suficiente como rival.

Conozco Uldnach, Porter. Lo suficiente como para saber que los éxitos no son de nadie mientras que los fracasos siempre tienen nombre y consecuencias. Eso lo sé muy bien, joder.

Ahora se va a iniciar un conflicto bélico que en apariencia solo reportará beneficios. Nuestra superioridad militar respecto a los Truil parece total. Pero... (Siempre hay algún "pero") esto me recuerda otros momentos: cuando el Imperio atacó Uldnacht y todo parecía vencido, cuando los Bloodcutters habían derrotado a todas las familias nobles, resulta que la plebe consiguió oponerse a él, e incluso vencerle. Si algo nos demuestra la historia es que cuanto más poderoso y confiado se cree un ejército, más posibilidades tiene de ser derrotado. ¿Y qué ocurrirá entonces? Los agricultores recordarán quiénes al final obligaron a que subieran los tributos para mantener el coste de la guerra. Los grandes mercaderes perderán su ansiada paz, aunque eso aumente los precios al principio, porque la guerra es el gran negocio, la inversión militar para mantener a los Truil sin duda mermará el orden en las provincias y fronteras, lo que puede terminar arruinándoles cargamentos enteros. Los Cortadores de gemas ya están molestos por el exceso de financiación que vuestro gremio... que tú gremio va a recibir. En efecto un sola persona no puede controlar en Consejo, pero el Consejo sí puede fijarse en unos pocos responsables cuando algo sale mal.

Ilsa da un énfasis especial a la implicación personal de Porter.

Incluso si todo sale bien y la contienda acaba pronto y victoriosamente se necesitará mucho tiempo para pacificar la zona lo suficiente como para los Agricultores se decidan a instalarse y aún entonces solo con la ayuda de los mío -dice con un leve movimiento de sus alas- podremos controlar el clima lo suficiente como para producir beneficios y lograr la ansiada expansión.

Ilsa da otra calada al puro. Definitivamente no le gustaba fumar.

No, Porter. El equilibrio de poderes ya se ha roto. Pero si el gremio de sabios da su apoyo a esta causa, nos aseguramos el éxito en la victoria y el disimulo en la derrota. "Un negocio redondo" creo que es la expresión que utilizáis.

En lo que a mi respecta -dice ya en un tono más personal- creo que no sería perjudicial para vosotros contar con alguien que pudiese apoyar la causa desde otro gremio. Como sabéis el mio tiene cierta influencia en otros grupos y una voz que difundiese las ventajas de esta intervención en bandos menos fervorososo podría ser de utilidad, ¿no crees?

Así que ¿para qué he venido? Pues para lo que viene todo el mundo al gremio de banqueros, Porter, quiero un préstamo a bajo interés, a muy bajo interés, a cambio de nuestra amistad, porque sé cómo se consigue un puesto en el Consejo, y no es llorando a los muertos en la Sede del Gremio, donde hoy está todo el mundo.

Ilsa tenía las palabras de aquél fantasma de la azotea en el hospital en el cráneo. Puede que al fin y al cabo, aquél maldito bastardo tuviera razón.

Porter sonríe, relajándose un momento.

- De nuevo parece no estar muy bien informada, maestra. Ya cuento con el apoyo de alguno de los consejeros de su gremio. La consejera Yael, por ejemplo, se mostró más que interesada en apoyar una expedición a la frontera liderada por mercenarios. Entiendo que el gremio de eruditos es el primer interesado en saber qué está ocurriendo con sus hechiceros, y los soldados no tienen suficientes efectivos como para soportar una campaña militar sin debilitar el resto de nuestras fronteras.

Conoces a Yael. Maestra flamedancer y consejera de tu gremio. Una mujer impulsiva y ardiente como el fuego que controla con facilidad. De alguna forma te recuerda a Zorya, tal vez por su fama de seductora y porque, a pesar de su edad, se conserva en un envidiable estado físico.

- Pero al final todo se reduce a lo mismo... Dinero - dice sonriendo con cinismo. - Sin embargo hace tiempo que estoy más centrado en la política que en las transacciones comerciales. - Gira ligeramente la cabeza, mirándote. - Sin embargo, ya le he dicho que admiro su pragmatismo, y siempre viene bien hacer amigos, ¿no cree? Especialmente si van a ocupar una plaza en el Consejo.

Se estira para coger un pergamino de su escritorio y coge una pluma que moja en un tintero. Mientras escribe, como todo el mundo en Uldholm, va leyendo en voz baja lo que va poniendo.-

- Entregar... a la maestra Svetlana... la cantidad... que requiera... hasta un máximo... de diez mil monedas de oro... a mi cuenta... y sin intereses...

Sella la nota apretando su anillo contra una pequeña gota de lacre y te la extiende por encima de la mesa. - En cualquier banco reconocerán mi sello - te informa cuando la coges. - Acordaremos más adelante la forma de devolución del crédito... - Por su tono de voz casi dirías que no está pensando en el dinero, sino en recuperar la inversión a través de algún tipo de favor.

- ¿Puedo ayudarla en algo más, maestra? - Pregunta finalmente. - Normalmente soy un hombre ocupado, pero Uldnacht está bastante más ajetreada de lo normal en estos días y el deber me reclama.

-Siento haber robado su tiempo. Ahora, debo presentar mis respetos ante mi Maestro. Muchas gracias. Ilsa se levanta tranquilamente haciendo desaparecer el pergamino en su ropa. Observa con detenimiento a Nadia de nuevo, preguntándose a qué bando pertenecía. ¿Hasta dónde llegan las redes de este gremio?

-Oh, y por cierto, -dice girándose y dejando el cigarro en el cenicero.

-esto es horrible.

Salgo de ese lugar. Justo cuando me propongo emprender el vuelo pienso en la cantidad de dinero que llevo. Con mucha más precaución, tomo un carruaje y le digo al cochero que me aleje lo más rápido posible de allí.

- Por supuesto, señora - contesta el cochero.

El carruaje se pone en marcha y te sientes un poco más tranquila. Pese a que el pergamino de Porter especifica que el dinero se entregará a tu nombre, no te encuentras cómoda llevando tanto dinero encima por la calle, ni siquiera en la relativa seguridad de los Barrios Centrales.

Circulas por las calles de Uldnacht fijándote en los transehuntes, la mayor parte de ellos ajenos a los secretos que rodean sus vidas, secretos que se han cobrado la vida de Rowan y quién sabe cuántos más. Pensativa, casi no te das cuenta de que has llegado a tu gremio hasta que el cochero te abre de repente la puerta.

...LA HISTORIA CONTINÚA EN LA ESCENA SIGUIENTE...

Polvo al Polvo