Partida Rol por web

Bueno, esto ya está mejor, busco con la mirada a Martha para tener una charla con ella. Cuando nos cruzamos las miradas, levanto las cejas varias veces y sonrio. Un segundo... pero si es Yi-fan, entrecierro los ojos y veo al guerrero mirándome ceñudo, algo nada novedoso, y casi me atraganto. Ahh está detrás... Ya decía yo que no podía equivocarme.

Recupero la compostura dignamente y, sin mirar a Yi Fan, voy a encontrarme con ella.

Jakko bebe una jarra de cerveza de un solo trago antes de contestarte.

- Sí, ven a mi casa. Tendrás muchas cosas que contarme - dice dándote una nueva palmada en la espalda.

Mantienes su ritmo pese a que camina a grandes zancadas. Ya estás acostumbrado a él y, de alguna forma, lo habías echado de menos. Entra en la casa de madera, dejando la puerta abierta para que pases tras él y te hace un gesto para que la cierres.

Te sorprende ver un mapa de la zona, cartografiado a mano, sobre la mesa de Jakko, pero casi no te da tiempo a pensar en ello antes de que el hombre tome la palabra.

- ¿De verdad esa muchacha es un hombre? ¡Dios mío! ¡Parece que Uldnacht le ha ablandado a más no poder! Pero... ¿quién es esta gente Areth? Me soprende que vengas con ellos cuando fue a tu hermana a quien fuiste a buscar... - Pregunta con voz seria. - ¿Por qué les has traído aquí? El niño ese dice ser un hechicero y, por tanto, es fácil que colabore con los soldados y el batidor... Su mirada rezuma un odio más profundo que el corte de un mandoble dindavara. ¿Qué hacen aquí? ¿Qué ha ocurrido en la ciudad?

Mientras habla saca una botella de un armario y dos grandes vasos de metal. El olor del alcohol se extiende por toda la habitación cuando los llena casi hasta arriba, como si se tratase de agua.

Areth se marcha con Jakko y desaparecen en el interior de la cabaña. Alex pasa casi tambaleándose junto a Yi Fan y se dirige a Martha, que bebe una jarra de cerveza justo detrás del guerrero dindavara.

- No hagas caso al viejo, - dice la mujer cuando se acerca el hechicero. - Está acostumbrado a tratar con otro tipo de gente, muy diferentes a ti... - añade con una sonrisa.

Yi Fan mira a su alrededor, sorprendido por la gente del grupo de Jakko y Areth, que no ha necesitado la menos excusa para ponerse a beber, abandonando sus quehaceres diarios. Niega con la cabeza al ver pasar a Alex y mira a su alrededor. Henry parece estar disfrutando de la fiesta improvisada y se acerca a una de las mujeres del grupo. Anguy... no parece estar en ninguna parte.

El guerrero de dindavara se aleja unos pasos y ve al explorador entre dos de las tiendas. Sentado en el suelo, acaricia a Serbal con cara de pocos amigos, mirando a la gente con un desprecio que hasta ahora Yi Fan nunca había visto en él.

Sonrío algo melancólico al escuchar sus palabras sobre Alex, Ya te echaba de menos, grandullón... 

Adquiero una pose más seria y comienzo a explicar:

Vale, te lo contaré desde el principio, Jakko. Asceltis me citó en ese hervidero de ratas, porque sabía dónde está mi hermana. La señorita tiene un problema con los malditos hechiceros del ejército, incluido  esa nenaza, y es que en la última batalla que hubo tuvieron a bien de fallar en su convocación. Los truil los masacraron al no poder convocar a sus gigantes de fuego y todas esas gilipolleces, y esa mujer no me entregará a mi hermana hasta que descubra que ocurrió. Hay algo gordo detrás de todo esto; por lo visto casi matan a Alex, y esa zorra nos ha enviado a aquí para descubrir que ocurrió. Y seguramente necesitaremos una ayuda, pero por el poco honor que le queda a este borracho que será poco más que información sobre el terreno.

Sirviendome otra generosa copa añado:

Henry es la cabeza de la serpiente de Asceltis, es quien supervisa. Yi fan es un espada a sueldo, un tipo honorable y con el único que quizás pueda contar. Alex es un niño, se emborrachará, y quién sabe que le puede ocurrir después. El más peligroso es Anguy; ándate con ojo con el batidor estos días, Jakko. Su familia murió a manos de los Truil; en teoría porque los soldados no habían defendido la frontera y habían desertado. Sus miras no llegan a comprender que quién tuvo la culpa fue quién extendió los límites de esta puta democracia más allá de su incumbencia. 

Mierda, esos son todos mis líos hasta ahora, no me han dado tiempo de cagarla aún más Jakko... -Bebo un trago generoso y añado-  Más les vale que aparezca Nadia, o me los cargaré uno a uno...

Yi Fan se sienta cerca de Anguy sin decir nada, sólo compartiendo una mirada con el explorador. Puede sentir su desagrado, similar al suyo, aunque no es capaz de aventurar la causa del desprecio que se adivina en su mirada.

En el caso del Dindavara la razón es clara. Él creció con el ejército de su país. Recuerda aun el estilo de vida militar, la severa disciplina, el duro entrenamiento, los orgullosos guerreros con sus Dindas. El código, el honor, lo eran todo para él...

Yi Fan mira alrededor: esto no es un campamento militar... esto es un campo de refugiados, y en poco tiempo, una juerga de borrachos. Aun así, no es tan ingenuo ahora como lo era antes, sabe que sin duda entre estos hombres habrá excelentes espadas, guerreros natos... pero esas individualidades no hacen un ejercito...

Han pasado cinco minutos sentado y en silencio cuando por fin se anima a susurrar a Anguy:
Dime lo que sabes sobre esta gente, explorador. ¿En dónde me estoy metiendo?

Me siento al lado de Martha en el hueco que ha dejado Yi.

-Eso no lo dudo- pregunto sonriendo exageradamente- y que me cuentas de tí, ¿Que hace una chica como tú en un sitio como este?-miro con fingida fiereza alrededor- si alguien te secuestró dímelo y yo te liberaré.

Apoyo un codo en la mesa y de refilón veo a Yi ir hacia las tiendas posiblemente a mear.

Jakko se sirve también una segunda copa para él mismo.

- Mierda Areth, eso son malas noticias... Sobrevivimos en la frontera tan solo porque somos lo suficientemente pequeños para pasar desapercibidos. Mientras haya un equilibrio de poder entre las tropas Ulds y los Truil, ninguno de los dos se preocupará por nosotros. Pero si los Truil consiguen hacer retroceder al ejército de Uldholm, dudo mucho que los Caras Azules se queden cruzados de brazos mirándonos.

Bebe un largo trago de la copa.

- Joder. Las cosas no serán mucho mejores si Uldholm derrota a los Truil. No dejarían sin castigo a un campamento de desertores... Ciertamente, necesitaréis nuestra ayuda, pero tampoco tendremos otra alternativa...

Te mira preocupado, y por primera vez te da la impresión de que los años empiezan a pesar en él. - Pero, ¿por qué habéis venido? ¿Qué buscáis aquí, quién os envió?

Ves cómo Yi Fan se aleja y te acercas a la exploradora que os recogió por el camino.

- ¿Secuestrada? ¡Jaja! ¿Crees que me han secuestrado? ¡Y te ofreces a liberarme! - dice con un sonrisa.  - ¡Qué halago! ¿Te enfrentarías a Jakko para sacarme de aquí? - Bebe de su cerveza, riéndose divertida por tu ofrecimiento.

- No estoy aquí secuestrada, Alex. - De alguna forma, te enorgullece que se acuerde de tu nombre. - Estoy aquí porque se lo debo a Jakko. Pertenecía al ejército de Uldholm, pero mi unidad cayó ante una emboscada Truil. Nos masacraron - su voz suena afectada, pero bebe nuevamente para enfrentarse a sus recuerdos - y Jakko me encontró. Durante meses me cuidó y alimentó. Él me salvó la vida y, a cambio, le ofrecí mi lealtad...

Termina la jarra de cerveza y sonríe. - ¡Bah! No me hagas caso, el alcohol me pone melancólica.

Te alejas del resto de tus compañeros y, durante un rato, te sientas en silencio junto a Anguy. Tu pregunta rompe vuestro silencio y, cuando te mira, ves en su rostro un dolor que no habías conocido hasta ahora.

- Desertores - dice con todo el desprecio que puede acumular en su voz. - ¡Escoria! - Niega con la cabeza, demostrando su evidente desdén por  los habitantes del campamento. Acaricia a Serbal entre las orejas, calmándose ligeramente mientras realiza ese gesto.

- No se puede contar con esta gente, Yi Fan. Tú provienes de un pueblo honorable, donde formar parte de un ejército es un honor. Esta gente no solo rechazó ese honor, sino que traicionó a los que confiaban en ellos para protegerles. Si de mi dependiera, nunca habría venido hasta aquí.

Sigue acariciando a su perro, pero te fijas en que su otra mano se cierra con fuerza alrededor de su arco, con los nudillos blancos por la presión de su puño.

No debí llegar a esto...

-El consejo ha declarado un nuevo asalto sobre la frontera; los truil han perdido un general, o eso he entendido, y quieren que averigüemos el porqué de esa desintonización de los hechiceros. Me reclino de nuevo, ruidosamente, en la silla y añado: Lo he estado pensando, Jakko, y puede que sea bueno que ayudásemos. Asceltis, quién nos mandó la misión podría probar con estos movimientos que el ejército Uld necesita hombres especializados, y no campesinos sacados a rastras de sus granjas. Sería un gran avance para la causa que lo demostrásemos... ¿no crees?

Emito un largo suspiro y añado:

Tengo algo más de información, quizás te interese: Un tal capitán Johan murió en la refriega, tras matar al general truil, según dijo ese zagal. Luego una mujer truil a caballo acabó con él, y amedrentó al resto del ejército. Y también está un tal sargento Evans; por lo visto sigue en activo. Es lo poco que te puedo poner en fresco, espero que te sirva de algo. Cualquier dato que me ofrezcas podría ser útil, Jakko.

Veo como la exploradora tiene su lealtad a esta compañia libre muy enraizada y eso me gusta. Entre otras cosas. Aunque en cualquier otro momento hubiera visto que ella y Jakko podrían tener algo más que amistad, por lo menos por una parte, en estas condiciones no estaba en mi mejor momento de lucidez.

-A esa masa enorme de musculos-bufo- me enfrentaría a él sin problemas- y añado- pero como soy un invitado mejor me comporto- chasqueo los dedos sin suerte.

Tras oir su historia.

-Y yo me alegro que sigas viva -sonrio tontamente- brindemos los nuevos comienzos- miro mi jarra y le espeto a quien tengo a mi izquierda... si es que hay alguien- ¿Te has bebido mi jarra tú, ladrón desconsiderado?

El rostro de Jakko se pone serio.

- Johan era un buen hombre. El tipo de oficial que se preocupa más por sus soldados que por su propia seguridad, capaz de levantar el ánimo de un batallón aunque estuviese acorralado por enemigos en la cueva de un oso... - Llena nuevamente los vasos mientras habla. - ¡Por el capitán Johan! - brinda. - Que no encuentre más guerras allá dende esté - añade susurrando para si mismo. - A ese sargento, en cambio, no le conozco. Pero el general truil debería haber sido un gran lider para compensar la pérdida del capitán.

Se apoya en su mesa, meditando sobre tus palabras.

- Probablemente tengas razón. Además, por lo que me cuentas parece que la balanza está desequilibrándose y eso tampoco nos conviene. - Te mira y sonríe. - ¡Jaja! Parece que después de todo conseguí meter algo de sentido común en esa cabezota - dice dándote un ligero capón. - Pero si tenemos que ayudar a esta gente, me gustaría saber quiénes son. ¿Has dicho que Asceltis era una señorita? ¡Pensaba que era un hombre! - Sonríe, pícaro. - ¿Qué? ¿Ya te la has tirado?

Era mucho peor de lo que pudiera haberse imaginado. Ya había oido los rumores sobre Jakko, pero ahora las palabras de Anguy daban a entender que todos los miembros de esta tropa mercenaria eran desertores.

Gracias explorador. Susurra Yi Fan. Ahora sé con certeza que de todas estas espadas sólo puedo confiar en la mía.

El Dindavara alarga la mano y acaricia el estuche de madera donde oculta el filo de su corazón.

Y dime, explorador, ¿tu misión termina ahora que nos has llevado hasta aquí o continuarás con nosotros por más tiempo?

Martha sonríe y se lleva la mano a la frente mientras te giras para encararte con el hombre que tienes detrás. Casi dos metros de músculo cubierto de pieles y cicatrices, con cara de pocos amigos.

- ¿Qué me has llamado, enano? - Dice tensando los músculos de sus brazos, mostrando unos biceps del tamaño de tu cabeza.

Te perfora con la mirada mientras tragas saliva, pensando una disculpa que ofrecerle, cuando su mano sale disparada hacia ti.

- ¡Jaja! Tranquilo hombre... - el golpe en el hombro te desplaza un metro en dirección contraria. - ¡Hay cerveza para todos! Y nuestra religión nos obliga a consumirla antes de que se ponga agria, ¿no es cierto?

Te llena nuevamente la jarra antes de continuar su conversación con varios jóvenes del grupo de Jakko, dejándote con la espalda dolorida por su amistoso saludo. La exploradora sonríe, divertida por tu expresión ante la pose amenazadora del guerrero.

- Ese era Zolgar - te indica. - Es un buen hombre, pero no te gustaría enfrentarte con él. La piel que lleva a la espalda es de un oso que mató con sus propias manos.

Observas de lejos cómo Alex parece molestar a un gigantón que le duplica el tamaño y acaba bebiendo una nueva cerveza con él. Anguy permanece en silencio a tu lado durante un momento, meditando la respuesta a tu pregunta. Probablemente ésta sea la conversación más larga que has tenido con él desde que os conocisteis, pero ya sabes que es un hombre al que le gusta pensar sus respuestas.

- No lo sé... - Dice al fin. Se queda en silencio un momento más, hasta que parece fijarse en tu expresión interrogativa, esperando una respuesta más clara. - Mi misión es la misma que la vuestra, pero no me gusta estar aquí.

Sigue acariciando a su perro, Serbal. Parece evidente que se entiende mejor con él que con la mayoría de las personas. Finalmente se decide a continuar hablando.

- Hasta esta mañana no sabía que era un campamento de desertores. - Señala a Henry con un extremo de su arco, dando a entender que era él quien tenía esa información. Lo cual parece disgustarle, y mucho. - Ahora estoy pensando en investigar yo por mi cuenta. - El sabueso se levanta súbitamente y se queda mirando fijamente en una dirección. Anguy le da unas palmadas en el lomo, como si le diese permiso para alejarse y el animal sale corriendo, probablemente tras algún conejo o una pequeña presa que haya detectado. La sonrisa del explorador te confirma que, mientras esté acompañado por su amigo canino, no le importaría lo más mínimo adentrarse él solo en los Yermos.

Asceltis no está aquí, en realidad- Digo, tras corresponder al trago- ella nos envía a comernos el marrón. ¡Esa mujer destila veneno, te lo aseguro! Tiene pinta de agente encubierta, espía o saben los ríos qué, y vaya culo que gasta; un culo de esos para quedarse a vivir, ¿me entiendes? - Sonrío y añado- En cualquier caso, no metería la mano debajo de su falda; le tengo demasiado aprecio a mis dedos.

Miro a ambos lados y tras un pequeño silencio continúo la conversación: ¿Cómo le va a Martha, Jakko? Se le ve bien; quizás debería hablar con ella un rato, hace mucho que no hablo con ella. A lo mejor tiene información útil de los alrededores.

Por un momento Yi Fan se siente tentado de decirle al explorador que le acompañará si decide ir por su cuenta, para alejarse de esta gente cuanto más mejor.

Pero sólo es un segundo. No son sus deseos lo que importa aquí, sino la misión que está cumpliendo para Asceltis. Todavía le quema por dentro la manera en que se separaron. Yi Fan está seguro que actuó como debía cuando le habló de esa manera.
Entonces ¿por qué se siente tan miserable?

No. Cumplirá la misión encomendada. Y si para ello tiene que viajar con estos infectos mercenarios, lo hará. Y si tiene que morderse la lengua para no proclamar su desprecio, lo hará. Los meses pasados en la ciudad le han acostumbrado a mezclarse con este tipo de chusma. Podrá soportar unas semanas más.

Sintiéndose como si hubiese tragado un amargo brebaje, el Dindavara no dice nada y se limita a compartir el silencio y la compañía junto al explorador.

vale, cuando me giro me doy cuenta que estoy hablando con una pared... a no, que son unos pectorales... cuando el gigantón se me encara se me hiela la sangre en las venas, pensando confusamente un hechizo de defensa o meterme debajo de la mesa.

En ese momento recibo el amistoso toque y lo abosorbo con un gran movimiento hacia el otro lado. O eso me gustaría pensar. Le devuelvo la sonrisa.

-jejeje- risa nerviosa- Pues entonces ponme más, que no quiero ofender a los dioses- ni a tus biceps-.

Me vuelvo a mi sitio respirando aliviado. Esta será mi última cerveza.

-Vaya bestia por dios-asiento con la cabeza a Martha- ¿pero es que aquí no hay nadie normal?- le pego un trago a mi cerveza- mira martha, te voy a dedicar un baile de hechicero, pero necesitaría un beso para ganar confianza- sonrio descaradamente.

Jakko te mira con una sonrisa pícara.

- ¿Martha, eh? Está bien, como siempre. Anda, ve a saludarla, yo tengo cosas que hacer aquí dentro.

Sales de nuevo al exterior, donde la gente empieza a retirarse. Buscas a tus compañeros y ves a Alex sentado hablando con Martha. Henry se ha mezclado en un grupo y los mira con aire de autosuficiencia, pero no ves a Anguy y Yi Fan por ningún lado.

Martha sonríe ante la propuesta de Alex.

- Un beso, ¿eh? - pregunta. - ¡Zolgar! Nuestro invitado necesita un beso para ganar confianza y deleitarnos con un baile...

El gigantón se gira nuevamente y sonríe divertido mirando a Martha. En ese momento, Areth se acerca al grupo, tras pararse a coger una cerveza que le ofrece uno de sus compañeros.

- Estoy segura de que no te importará dárselo tú... Es por una buena causa, - dice fingiendo seriedad - nos hará un "baile de hechiceros".

La enorme mole cubierta con pieles de oso que es Zolgar asiente con la cabeza. - ¡Ah! Si es por eso... - dice inclinándose sobre Alex, dispuesto a darle el beso que había solicitado. Cualquiera que lo vea desde lejos tendrá la impresión de que el hombre, del doble de tamaño que el joven hechicero, está dispuesto a comérselo de un solo bocado.