Partida Rol por web

No es fácil encontrar un mendigo en los Barrios Centrales ya que la guardia se encarga de expulsarlos de la zona, lo que hace que se acumulen en la Periferia o las zonas menos transitadas de los Barrios Medios.

Frustrado, observas un momento tus ropajes. No has tenido ocasión de cambiarte desde la pelea con Henders, la Mano y los agentes de Asceltis, así que realmente puedes pasar por un mendigo sin demasiada dificultad. Encogiéndote de hombros, te diriges al hospital.

Sin embargo, allí vas a tener otro pequeño problema; sólo los miembros de los gremios tienen derecho a asistencia por el Gremio de Fisicos. Tienes una colección de emblemas de cualquier gremio para poder pasar más desapercibido, pero si hacen una investigación más exhaustiva no tardarán en darse cuenta de que no perteneces a ninguno de ellos. De todas formas, en el peor de los casos siempre puedes pagar en metálico por la asistencia.

Por fin llegas al hospital y pasas al interior bajo la atenta mirada de los guardias de la puerta. Una aprendiz del gremio de los médicos te recibe en la entrada, preguntándote qué deseas mientras observa tu aspecto con desconfianza.

Cuando tiene ante sí a esa aprendiz del Gremio de Físicos que le observa con desgana, Oligis se plantea la posibilidad de inventar una historia fantasiosa acerca de una víctima inocente que hubiese sufrido un asalto, aprovechando los incidentes en la periferia que incluyen incendios y el derrumbamiento de inmuebles… podría incluso preguntar por algún compañero o familiar, herido en el cuello, que debería haber acudido aquí para ser atendido. Podría intentar generar lástima y con ello extraer una valiosa información sobre su escurridizo objetivo.

Pero para qué intentarlo, cuando sabe que no va a salir bien.

Ledoma siempre ha tenido un grave problema para las relaciones sociales que no se basen en la amenaza y la extorsión. Es literalmente incapaz de generar confianza, de dar pena, o de establecer lazos empáticos con nadie. Lo más probable es que si intenta engatusar a esta antipática sanadora, que tiene pinta de estar harta de atender a pobres desgraciados sucios, heridos o enfermos, que vienen aquí a darle trabajo sin cesar… acabe sospechando de sus verdaderas intenciones y avise a quién sea que se ocupe aquí de la gente conflictiva.

Así que decide olvidar todo intento de sonsacar a su interlocutora y zanjar cualquier pregunta por su parte, siendo tan seco y desagradable que no le queden ánimos de tratar con él más de lo absolutamente indispensable. Al menos eso sí se le da realmente bien:

- Soy del Gremio de Carniceros, Transportistas y Curtidores -le dice nada más verla- Aunque de lo que yo me encargo exactamente es un poco distinto. Pero tiene que ver con manejar cuerpos inertes, cargarlos de un lugar a otro y dejarlos en cueros… verás, soy sepulturero -ríe su propio chiste regalando a su interlocutora una de sus sonrisas más repelentes- Supongo que también hacemos un buen equipo con los Físicos, en cierta manera… nos encargamos de enterrar vuestros errores… je, je, je…

Observa la reacción de profundo disgusto de la joven aprendiz y aprovecha el momento para largar una mentira sobre la que no le quedarán ganas de indagar más:

- Estaba cavando una nueva fosa, bien profunda, cuando resbalé y caí sobre el pico que tenía clavado en la tierra húmeda -muestra las heridas del brazo y la de la oreja medio arrancada- Creo que me hecho unos cortes bastante feos… pero bueno, nunca he sido demasiado guapo así que no se pierde gran cosa.

La idea es que le atienda rápido, o bien le deje esperando, pero desee quitárselo de encima lo antes posible, dejándole la libertad de movimientos que necesita aquí dentro.

Rapidamente Ilsa se dirige al hospital y aterriza en el tejado. No puede evitar pensar que Oligis la engaña, o al menos que no le dice toda la verdad. No obstante tiene un plan en mente. Al hablar de Merak una idea se ha formado en su cabeza cuyo mortecino perfil se le conforma en su imaginación. Si más espera, echa un vistazo alrededor no sabiendo bien qué buscar. Creyendo que no era conveniente que nadie supiera de su presencia allí, entra con precaución en el edicio y busca a la doctora Margaret.

La mujer te mira con evidente desagrado, especialmente cuando hablas de sus "errores".

- Por supuesto, espere por aquí mientras tramitamos su ingreso - dice sin moverse de la silla, con evidente intención de dejar que te conviertas en otro de esos errores, por mucho que haya que buscar a alguien para enterrarte después.

Te alejas del mostrador y aprovechas el escaso interés que te dedica la aprendiz para escabullirte al interior del hospital. Si quieres dirigirte a la azotea donde se supone estará Ilsa, lo más fácil es subir hasta el último piso y buscar un acceso desde allí a la parte superior. Por supuesto, también puedes dar un paseo por el hospital antes de subir; con un par de preguntas no crees que te sea difícil encontrar el lugar donde están atendiendo a ese tal Rhenar.

Entras por la azotea y te diriges rápidamente a la zona donde están atendiendo a Rhenar y donde el propio Stepjen pasó varias semanas. Allí suele trabajar la doctora Margaret y no te resulta difícil encontrarla.

- ¡Maestra Svletana! - dice la mujer al verte. - No esperaba verla por aquí. Con Stepjen curado y su candidatura al puesto en el Consejo pensé que estaría ocupada - dice amablemente. Por lo visto, el resto de los gremios está también pendiente de quien va a suceder a Rowan, lo que podría alterar la política del Gremio de Hechiceros a medio plazo. - Pero, ¿se encuentra bien Stepjen? - pregunta prácticamente por deformación profesional. Sonríe asintiendo al ver tu rostro tranquilo; si tu sirviente -y amigo- hubiese empeorado, es probable que estuvieses más alterada.

- Entonces, ¿en qué puedo ayudarla? - pregunta finalmente

Oligis siempre ha odiado la impuntualidad, da la sensación de desidia, de ser alguien poco profesional...

Aunque antes de acudir a su cita con la Maestra Lenguatormentas debe hacer una breve visita al tal Rhenar para encargarse personalmente de que la historia que ha inventado esté convenientemente suntentada por hechos palpables. No tiene nada personal contra ese pobre desgraciado, pero así son las cosas, le toca empeorar. Y de eso va a ocuparse una de las dosis de Destilado de Güncruf que lleva encima, disuelta en el agua que le den al enfermo...

Luego será muy sencillo objetivar que "alguien" ha quedido eliminar al estimado sirviente de Ilsa Svletana... y reconducir sus justificadas ansias de venganza contra quién al Rey Sombra le convenga.

Ledoma tiene sumo cuidado en moverse de forma discreta, sin dejarse ver más de lo indispensable y vigilando en todo momento para no poner sobre aviso a La Mano antes de tiempo, si es que está por aquí. Y no olvida ni por un instante que la posesión de este tipo de venenos está castigado con la pena capital, nadie debe verle ejecutanto su maquiavélico plan.

Sólo cuando haya acabado, subirá a la azotea para encontrarse con su "aliada".

Ilsa dialoga amablemente con la doctora Margareth, preguntándole cómo atender a Stepjan de la mejor forma posible. Le indica que está preocupada por su recuperación y divaga durante un rato. Su objetivo es influenciar a Margareth, hablándole de la importancia de su trabajo para la estabilidad de Uldholm, comentando la relevancia de este tipo de instituciones para el Estado, así como la atención que ella y sus aliados prestan a esta situación, gracias al sacrificio de gente como Rhenar, Stepjan u otras personas más comprometidas. Con cierto aire de confidencia le invita a acudir a la sede del gremio para atender a la debilitada Jezzabel.

No te cuesta demasiado localizar la habitación del hechicero. Sin embargo, no llegas a entrar en ella: en la puerta hay un guardia con el gesto aburrido de quien está haciendo una tarea que sabe bastante inútil pero no es eso lo que evita que te acerques. En el mismo pasillo, a medio camino de la habitación de Rhenar, la maestra Svletana está hablando con una mujer uniformada como el personal del hospital.

Ilsa parece haber venido, literalmente, volando y no ha tenido que pasar por ningún trámite hasta llegar aquí. Frunces el ceño pues sin duda no esperabas encontrarla en ese mismo lugar. Y, lo que es peor, donde está Ilsa no tardará en aparecer su fiel criado.

Miras a tu alrededor y, efectivamente, ves cómo Stepjen pasa no muy lejos de ti sin percatarse de tu presencia y se acerca a su señora. El acceso a la habitación de Rhenar parece estar mucho más concurrido de lo que te gustaría; lo suficiente para hacerte replantear tu plan de acabar con el erudito y echarle la culpa a la Mano.

La doctora escucha atentamente, pero cuando le pides que acuda a atender a un paciente se encoge de hombros.

- Lo lamento, maestra, pero en estos momentos estoy en mi turno aquí - informa. - Si es algo muy urgente puedo recomendarle a alguno de mis colegas, pero si esa mujer puede caminar, sería preferible que la trajesen aquí para una inspección. Me aseguraré de que la envíen a esta zona para cuidarla yo misma, si así está más tranquila.

Observas que en la habitación de Rhenar sigue habiendo un guardia de servicio. Hace semanas que Balder te dijo que se encargaría de tener vigilancia allí, aunque el hombre parece bastante aburrido. Pero, si Oligis tiene razón, ¿por qué alguien va a molestarse en atentar contra tu compañero de gremio tanto tiempo después?

La voz de Stepjan saludándoos te hace darte la vuelta. Es probable que el Rey Sombra no tarde en llegar a la azotea si tu sirviente ya está aquí.

- ¡Stepjan! - saluda Margaret. - Me alegro de verle recuperado. Pero no debería estar caminando mucho. Estoy convencida de que el gremio de hosteleros podrá encontrar un reemplazo para cubrir su trabajo con la maestra Svletana - le dice con cierto tono de reproche que tu viejo amigo acepta con una sonrisa pícara.

El Rey Sombra aparece de pronto en el pasillo, casi como si hubiera salido de la nada, recostado cómodamente contra la pared y justo al lado del fiel Stepjan. Tamborilea con los dedos de una mano sobre el marco de la puerta más cercana y cuando logra captar la atención de la maestra Svletana, que mantenía una conversación privada con personal del hospital, saluda con una breve inclinación de cabeza y le regala una de sus desagradables sonrisas…

Los planes deben saber adaptarse continuamente al contexto, deben ser tan fluidos como lo sean las circunstancias que se nos presentan… y la verdad, para qué molestarse en entrar furtivamente a un lugar para el que tienes acceso garantizado y en primera fila.

Cuando Ilsa advierte la presencia del hombrecillo, consciente de su divagación sin éxito para con la doctora, decide despedirse con cortesía y dirigirse al apartado espacio en el que se encuentran Stepjan y Oligis. A continuación, pregunta:

-¿Y bien? ¿Qué hacemos ahora? -Pregunta inquieta- No tengo muy claro qué hacemos aquí, Ledoma.

Ledoma entrecierra sus pequeños ojillos hasta convertirlos en dos estrechas hendiduras:

- ¿Cómo habéis encontrado a vuestro Rhenar? ¿Aún no está agonizante? -inquiere con una absoluta carencia de emociones, como quién hablase del tiempo- Supongo que eso debíais estar preguntándole a esa sanadora… aunque estos no saben nada, no se darán cuenta de lo que pasa hasta que el veneno ya le haya matado.

Sin duda se cree muy listo. Tal vez más de lo que realmente sea.

- Pero bueno, por fortuna me tenéis a mí -se da importancia- Dejadme echarle un vistazo al enfermo y tal vez pueda hacer algo por él, si es que todavía estamos a tiempo -entonces duda un instante... y propone una alternativa- ¿O preferís que primero demos una vuelta por aquí, para ver si reconozco al asesino infiltrado?

-Aún no he llegado a verlo.- Le responde Ilsa. -Pero la doctora no me ha señalado ninguna anomalía.

Ilsa alza los brazos ante la pregunta de Ledoma.

-Supongo que si existe esa amenaza, en lugar de pasearnos por aquí, procede ver al paciente (y al soldado que le acompaña) en caso de que haya algún problema. -Ilsa se muestra algo escéptica con todo este proceso.- Vamos Stepjan.

Ilsa se dispone a iniciar la marcha, aunque se detiene de golpe con las palabras finales del hombrecillo.

-¿Pero conocéis o no a ese individuo? En cualquier caso tal vez sería mejor que vos os dieseis una vuelta para identificarlo...

- Por supuesto que soy capaz de reconocer a ese hombre -Oligis Ledoma se sonríe, relamido- De hecho, soy el único individuo en todo Uldholm que ha visto el rostro de La Mano... y sigue con vida -hace una pausa dramática totalmente artificiosa y concuye- Tan pronto como le vea, os desvelaré su identidad... pero antes de eso debería constatar si ya ha actuado sobre el señuelo, suponiendo que os preocupe realmente.

Vuestra mirada se desvía, casi involuntariamente, hacia el centro del pasillo, donde un oficial de la guardia de la ciudad vigila la entrada a una de las habitaciones. Parece improbable que nadie pueda haber entrado allí sin que el hombre lo haya visto, pero también es cierto que estáis hablando de la Mano, uno de los Grandes Maestros del gremio de Asesinos, y, probablemente, uno de los más hábiles de la historia.
 

Ledoma ha concedido unos instantes de silencio a su interlocutora, esperando la réplica, pero como esta no se produce decide tomar la iniciativa por su cuenta. Primero se aproxima al guardia que custodia la puerta y le observa con aire petulante, como si estuviese pasándole revista, aunque la imagen es un tanto cómica teniendo en cuenta que viste casi como un pordiosero y el robusto soldado le saca una cabeza de altura y dobla su peso. Aunque Oligis sabe que tiene tras él a la Maestra Lenguatormentas, cuya presencia es mucho más imponente y se ampara en todo momento en su autoridad al dirigirse al vigilante:

- ¿A ver, tú cuánto tiempo llevas aquí montando guardia? -le espeta con descaro- ¿Seguro que no has abandonado tu puesto ni un solo instante? ¿Ni para ir a beber algo, o para aliviar la vejiga? Vamos hombre, que sabemos cómo va esto…

Ilsa se dirige un segundo hacia un doctor de los alrededores para preguntar quién atiende a Rhenar, y para que le haga un chequeo al paciente en nombre del Gremio de Eruditos. Busca información al respecto para después girarse y volver a la habitación donde está el paciente. Apostada junto a Oligis, inquiere con la mirada al soldado. Su animadversión hacia la guardia ha ido creciendo últimamente, de modo que se sorprende a sí misma compartiendo palabra por palabra la opinión de Oligis.

-Quisieramos cerciorarnos de que la seguridad de Rhenar no ha decaído con el pasar de los días.

Con el gesto de dirigirme a un doctor y disimuladamente le susurro a Stepjan:

-Cuidado con Oligis. No es amigo.

Con un gesto desdeñoso, el Rey Sombra ignora la respuesta del atribulado guardia:

- Bah, no me interesan las excusas que nos pueda dar éste ahora… ¡Entremos!

Mientras el vigilante balbucea una protesta, el hombrecillo se arropa en la autoridad de la Maestra Svetlana para abrirse camino a la habitación del enfermo. Y una vez allí examina la escena con el ojo experto del profesional.

- El paciente permanece todo el tiempo dormido ¿verdad? -formula una pregunta retórica, pues no da lugar a que nadie conteste- Eso le deja absolutamente indefenso ante la malevolencia de cualquiera que se cuele aquí dentro… nunca he visto una víctima más fácil...

Se acerca al lecho del enfermo convaleciente y lo examina sin tocarlo, para luego echar mano de un jarro que hay junto a su cabecera y oler el agua del interior, para lo que introduce hasta el fondo esa enorme napia ganchuda que tanto le caracteriza…

- El tal Rhenar no despierta, pero bien que deben darle de beber de vez en cuando para mantenerlo con vida…  y esa sería la vía más fácil para administrarle el veneno.

Entonces señala una ventana al fondo de la sala y comenta con sarcasmo:

- Y para colmo, veo que hay una ventana… esto no es en absoluto seguro, si La Mano realmente quería entrar aquí, un guarda en la puerta no iba a detenerle, incluso si ese mentecato fuera más competente de lo que parece…

Camina hacia la ventana con el jarro en la mano y lo eleva poniéndolo ante sus ojos, agitándolo entonces con suavidad para ver su contenido a trasluz frente a la luminosidad del exterior…

- Mmmmmffff… grmffff… aaaahá… -masculla con voz nasal- Lo que yo pensaba, el asesino ya ha estado aquí pero puede que todavía lleguemos a tiempo para salvar a Rhenar -entonces se vuelve hacia sus acompañantes y ofrece explicaciones- Visto lo visto, estábamos en lo cierto al suponer que La Mano utilizaría un señuelo para atraeros hasta un lugar en que estuvieseis expuesta, mi querida Ilsa… -se toma de nuevo unas confianzas que nadie le ha otorgado- Veo que han utilizado un veneno lento que permanece silente muchas horas tras ser administrado, antes de causar la muerte… Es más, creo que se trata del destilado de Güncruf, una substancia cuya posesión está penada con la muerte en todo Uldholm…

Suerte tienen de disponer de todo un experto en este campo para asesorarles.

- Sí, desde luego -concluye- Puedo aseguraros con absoluta certeza que un desalmado ha envenenado esta agua con esa substancia… -les contempla de reojo, con suspicacia, y añade- ¡Pedidle a un físico de este mismo hospital que lo corrobore, si todavía albergáis alguna duda de lo que os digo!