Partida Rol por web

Oligis impreca al otro hombre, que le mira extrañado, como quien escucha las palabras de un loco. El guardia que estaba habando con Stepjan, el mismo que antes estaba vigilando la habitación de Rhenar, se acerca hacia Ilsa.

- Maestra Svletana - saluda. - Este hombre - señala a Oligis con la cabeza - ha atacado a este otro...

El interpelado interrumpe al guardia. - Oficial Jackson... - se presenta, cansado de que hablen de él en genérico. - Y ¡este tipo está loco! - El guardia le mira con gesto severo y Jackson guarda silencio, intimidado.

- ...aparentemente sin motivo alguno. Cuando le hemos preguntado ha dicho que sería el asesino que estaban buscando, con armas y venenos, pero... Jackson... - añade a modo de cortesía hacia el otro - no llevaba ningún tipo de arma.

Vuelve a referirse a Oligis, mientras muestra sus dos cuchillos, que aún lleva en la mano.

- Él asegura estar a su servicio, pero el señor Stepjan ha corregido diciendo que, en el mejor de los casos, a penas colabora puntualmente con usted, pero desde luego no pertenece al servicio de la casa Svletan... Sea como sea, les llevamos a todos al cuartel para interrogarles y que alguien decida qué hacer con él - vuelve a girarse ligeramente hacia el Rey Sombra.

Ilsa examina al hombre que se hace llamar Jackson y mira a Ledoma sin revelar ningún pensamiento, como quien observa los extraños especímenes venidos de allende el océano en el parque animal de Uldholm.

A continuación, con un tono sereno, tratando de mostrar la mayor seguridad en sí misma posible, pregunta:

-¿Le importaría que hablásemos un segundo en privado, oficial. antes de que se proceda a la detención? Le aseguro que no entorpecerá su actuación, sino que en todo caso le facilitará el trabajo en el cuartel.

El guardia frunce ligeramente el ceño mientras asiente.

- Puede acompañarnos y hablaremos en el camino - dice con seriedad. No parece una gran concesión, pero por el gesto severo del guardia después de vuestra actuación en la habitación de Rhenar no da la impresión de que vaya a ceder lo más mínimo.

Con un leve movimiento de cabeza, indica a sus hombres que sigan descendiendo por las escaleras, orden que se disponen a cumplir rápidamente, colocando la mano en el hombro de Oligis para empujarle ligeramente.

Ilsa da instrucciones rápidamente a Stepjan para que busque al físico Laszlo que estaba en la planta baja hace un instante. Sin demasiados remilgos y con un guardia al parecer inflexible, las oportunidades de la hechicera parecían verse menguadas. No obstante, no se arredró ante las circunstancias. Del mismo modo necesitaban la intercesión de la físico Margaret para aclarar lo ocurrido, por lo que, con el previo consentimiento del guardia, dio las instrucciones necesarias a su sirviente.

Mientras avanzaba, Ilsa le preguntó al guardia su nombre. Tal vez aquellos asesinos eran capaces incluso de cambiar su aspecto, pero si Laszlo era capaz de confirmar que este Jackson era el mismo que había entrado con las heridas descritas por Oligis, y Margaret avalaba la posibilidad de que portase el veneno que le había mencionado anteriormente, pudieran dar peso a su causa a los ojos de la guardia. La actitud de Ledoma, desde luego, no había sido la mejor para las circunstancias, aunque él parecía perfectamente capaz de salir de situaciones más apuradas. El problema era el propio "oficial" Jackson.

-¿Le ha indicado el señor Jackson a qué gremio pertenece su título de oficial, soldado Hamnet?- Preguntó intrigada al soldado. Si se presenta como oficial para obtener beneficios ante eventuales procesos legales, tendría que avalar su pertenencia con algún gremio. Ilsa pensaba que esa faceta la tendría dominada, por lo que veía improbable sacar algo por ahí. De todos modos cabía la posibilidad de indagar ese aspecto. En un tono más próximo, le susurra a Hamnet:

-Este hombre acusa a aquél de ser un asesino. También ha venido a mi a hablarme en esos términos. Su información parece tan ajustada que yo no pude sino darle crédito, puesto que, no sé si sabéis, miembros de nuestro gremio fueron atacados e incluso muertos hace unos días. No cabe duda de que alguien parece albergar intenciones dañinas hacia mi, por lo que espero que comprenda mi perspectiva cuando esa posibilidad me fue transmitida. Me preocupé especialmente por uno de los nuestro, Rhenar, a quien fui a visitar. Entonces los acontecimientos parecieron acumularse y desembocaron en lo que vos habéis presenciado. La doctora Margaret le indicará que puede estar en posesión de un veneno poderoso. No obstante, ahora, al verse atrapado, puede aprovechar cualquier oportunidad para desprenderse de esa prueba. De modo que yo le sugeriría -dice con ojos brillantes, admirada por la autoridad presente- que examinase exhaustivamente no solo a este hombre preocupado sinceramente por mi protección -comenta mirando hacia Oligis-, sino también especialmente a aquél que parece tan tranquilo a pesar de hallarse retenido por la autoridad, ¿qué opináis vos? -inquiere tocando durante un segundo el hombro de Hamnet, para retirar su mano acto seguido con un grácil gesto.

Ilsa se aproxima al guardia que ultima los preparativos para mover a la pequeña tropa que se había organizado. Después de darle unas instrucciones rápidas a Stepjan, se aposta junto al que parece dar las órdenes, buscando celosamente su protección. Mostrando una inquietud algo teatral, la hechicera comienza a susurran en voz baja, con tono pausado pero inaudible, al soldado tratando sutilmente de detener el avance del grupo por el hospital.

Por el momento, el inquietante hombrecillo se muestra dócil y colaborador...

Ilsa susurra algo a su sirviente y luego se dirige al guardia de mayor rango. Habla bajo, intentando no ser escuchada, pero tu oido está suficientemente entrenado como para captar sus susurros en su mayor parte.

- ...Laszlo, que estaba en la planta baja hace un instante... - le dice a Stepjan.

Cuando habla con el guardia tratas de prestar más atención:

-¿Le ha indicado el señor Jackson a qué gremio pertenece su título de oficial, soldado Hamnet? - Te mira de soslayo. -Este hombre acusa a aquél de ser un asesino. También ha venido a mí a hablarme en esos términos. Su información parece tan ajustada que yo no pude sino darle crédito, puesto que, no sé si sabéis, miembros de nuestro gremio fueron atacados e incluso muertos hace unos días... No cabe duda de que alguien parece albergar intenciones dañinas hacia mí, por lo que espero que comprenda mi perspectiva cuando esa posibilidad me fue transmitida. Me preocupé especialmente por uno de los nuestro, Rhenar, a quien fui a visitar. Entonces los acontecimientos parecieron acumularse y desembocaron en lo que vos habéis presenciado. La doctora Margaret le indicará que puede estar en posesión de un veneno poderoso. No obstante, ahora, al verse atrapado, puede aprovechar cualquier oportunidad para desprenderse de esa prueba. De modo que yo le sugeriría que examinase exhaustivamente no solo a este hombre preocupado sinceramente por mi protección - se vuelve hacia ti una vez más -, sino también especialmente a aquél que parece tan tranquilo a pesar de hallarse retenido por la autoridad, ¿qué opináis vos?

Maldices un momento al escuchar a la maestra ya que, hasta ahora, te habías librado de que te cacheasen sólo por el hecho de haber soltado tus dagas y haber utilizado el nombre de Ilsa como escudo.

El guardia contesta a Ilsa en voz alta, ignorando sus susurros, mientras continúa por las escaleras.

- El oficial Jackson pertenece al gremio de Panaderos - afirma. - Mis hombres ya han comprobado que no lleva armas ni nada que pueda parecer un veneno. - El tipo al que se dirige pone cara de sorpresa, como si se sintiese insultado por la afirmación. - En cuanto a su acompañante, le hemos quitado sus armas, aunque aún no ha sido registrado. - Frunce el ceño mientras mira a Oligis, recordando el veneno que apareció misteriosamente en la bebida de Rhenar.

Stepjan se separa del grupo, pero se queda parado cuando el guardia (el oficial Hamnet del gremio de Soldados) le llama.

- Debe venir con nosotros a declarar, señor Stepjan. - Resulta extraño que reciba ese trato, pero él mismo es un oficial de su propio gremio. Stepjan afirma que volverá en seguida y señala a Ilsa como posible testigo en su lugar. Frunciendo el ceño, Hamnet le permite alejarse.

Llegáis a la planta baja cuando el sirviente de Ilsa aparece nuevamente, acompañado por un médico del hospital, que se acerca al grupo y pregunta qué está ocurriendo.

Ilsa se aproxima tranquilamente al físico. Se gira junto a él para quedar de lado respecto al grupo de soldados y detenidos. Especialmente le interesa alejar la mirada directa de Laszlo respecto a Jackson. Así que se aleja dos pasos del grupo y se coloca de lado, para preguntar a continuación, en voz suficientemente audible para todos:

-Perdona que le interrumpa de nuevo doctor. Se trata de un incidente que ha ocurrido. Este hombre -dice señalando al rival de Ledoma-, ¿es el que vino previamente y atendió con esas heridas que te describí?
 

El recién llegado observa al hombre un momento y luego se vuelve hacia Ilsa con expresión de sorpresa en su rostro.

- No la entiendo, maestra... ¿No me había preguntado antes por alguien a quien habían atendido de una herida en el cuello? Este hombre está perfectamente sano y sería imposible que las heridas que tenía el paciente de esta mañana estuvieran ya cerradas. Además, es bastante probable que le quede algún tipo de cicatriz, cosa que este hombre no tiene, obviamente.

El guardia mira a Ilsa con frustración y luego se vuelve hacia Oligis.

- Es suficiente. Vayamos al cuartel y aclaremos todo esto de una vez - dice con seriedad haciendo un gesto a sus hombres para que lleven a los dos detenidos a la calle. - Stepjan, maestra Svletana, si quieren venir con nosotros, agradeceríamos su declaración. - Mira a Oligis y a Jackson. - ¿Quieren llamar a algún miembro del gremio de Abogados? - pregunta con seriedad, aunque extiende la pregunta también a Ilsa, que tal vez conozca a alguien que pueda ayudar.

Salís a la calle y, al cabo de unos minutos, un aleteo os hace girar la cabeza hacia arriba. Un lenguatormentas se aproxima a vosotros, planeando ligeramente antes de posarse a una distancia de poco más de un par de metros.

- Vaya, vaya... ¿Por qué no me sorprende verla acompañada de la guardia, maestra Svletana? - dice con sarcasmo. - ¿Han descubierto al fin su verdadera naturaleza?

El maestro Merak es fácilmente reconocible para todos: también discípulo del antiguo Consejero Rowan y ahora rival de Ilsa para el puesto en el Consejo.

El oficial al mando de la guardia suelta un murmullo de protesta, diciendo algo de un circo antes de ordenar a sus hombres que sigan, ignorando al recién llegado y dejando que Ilsa decida qué hacer, ya que Stepjan le acompañara de todas formas al cuartel de la guardia.

La impresionante llegada del hechicero parece desviar la atención de todos los presentes, incluido el asesino que se hace llamar Jackson. Sin embargo, te fijas en que durante un segundo Merak clava la mirada en tus ojos y gira ligeramente la cabeza hacia un lateral, señalándote con la mirada un pequeño desagüe del alcantarillado de los Barrios Centrales, donde podrías librarte de cualquier objeto incriminatorio que lleves encima.

Ilsa frunce el ceño más de lo apropiado como para poder ocultar sus pensamientos. Enfurecida consigo misma por su confusión anterior, lo cierto es que desde que Laszlo enunció lo obvio, había permanecido en silencio, deseando aclarar en el propio cuartel lo que conviniese. La llegada de Merak no solo era inesperada, sino también inoportuna. Demasiado inoportuna.

-Hola Merak, es curioso que vos pronunciéis la expresión "verdadera naturaleza". -Ilsa sonríe con condescendencia haciendo un evidente esfuerzo- Creía que no comprendíais su significado. -Dice sin un ápice de ironía.

La situación comenzaba a desbordar la paciencia de la hechicera, que había tratado de resolver este absurdo episodio con un mínimo sentido de prudencia donde Oligis parecía haberla perdido en más de un momento. Sin embargo, la llegada de Merak elevaba la tensión a su máxima expresión, dados los anteriores encuentros. Ahora, a pesar de todos los pesares, las circunstancias viraban completamente y una punzante curiosidad inundó a la hechicera quien, sin contención posible, no pudo evitar preguntar:

-¿Qué hacéis aquí ahora?

Esto no me gusta. No me gusta nada.

Me cuesta horrores reconocerlo, odio tener que hacerlo, pero he perdido por completo el control de la situación. Y eso suele ser la antesala del más absoluto desastre. Como lleguemos a esa maldita comisaría y me registren a fondo encontrarán los letales y prohibidísimos venenos que llevo encima, están bien guardados pero no puedo esperar que superen un registro minucioso realizado por un profesional. Supongo que estos necios no sabrán de qué demonios se trata, por supuesto, pero tienen suficientes pistas como para acudir a alguien que sí lo sepa. Y por supuesto está ese cabrón al que llamaremos Jackson. Estoy seguro de que si no se les ocurriese, ese mamonazo traidor se lo sugeriría encantado. Y yo estaría acabado.

Durante un instante me planteo la opción de emprender una desaforada carrera por los callejones, intentando desaparecer en las sombras. Pero tampoco tengo tanto fondo, y estos pies planos se conocen mucho mejor estas calles de los Barrios Centrales que yo. Demasiado riesgo. Si estuviésemos en la Periferia… pero las cosas son como son. Feas y desagradables, como de costumbre. Así es mi vida.

Y la llegada de ese cabrón volador me regala una oportunidad de las que no puedes dejar escapar. Así de simple. Aunque no me gusta ponerme en las manos de un desconocido. Siempre he tendido a desconfiar de quienes te hacen favores, pues no te quepa duda de que piensan cobrárselos con intereses. Vaya que sí…

Si este es el gran rival de Ilsa Svletana y ahora me ofrece este inesperado guiño, es que está con la gente de Asceltis. No cabe otra explicación. Y entonces a mí me han enviado a supervisar lo que hace Ilsa con idea de mantenerla bajo control. Cabe la posibilidad, igual, de que mis propios embustes y tejemanejes hayan acabado liando la cosa… más todavía, si cabe.

Pero la cuestión ahora mismo, como siempre, es sobrevivir. Salir de esta como sea. Así que aprovecho la distracción que me regala el más que dudoso Merak, Maestro del Gremio de Encantadores con unas crecientes posibilidades de ser ascendido. Y arrojo mis bultos.

Aunque memorice cuidadosamente la boca del desague que se traga mi material, lo cierto es que no puedo albergar demasiadas esperanzas de recuperarlo nunca. Ahí se va una verdadera fortuna en ingredientes, una obra de arte de la fabricación de venenos. Justo en un momento en que no me sobran precisamente los recursos. Eso me duele en el alma.

Pero más me dolería jugarme el pescuezo... y perderlo.

El maestro hechicero mira a Ilsa.

- ¿Tú qué crees? - pregunta con sarcasmo. - ¿Que me iba a perder el momento en el que se llevan a tus colaboradores detenidos? - Niega con la cabeza. - ¿De verdad crees que esto no va a afectar los resultados de la selección del próximo Consejero, maestra?

Observa a los presentes y saluda a Stepjan con la cabeza.

- ¡Ah! Stepjan, veo que ya te has recuperado. Sin embargo, aún sigues con tu vieja maestra. - Se queda mirando a Oligis. - Y, ¿ese pordiosero va contigo ahora? - añade en referencia al aspecto del hombre, con su ropa manchada de sangre. - La verdad es que deberían detenerte a ti también, Ilsa. ¿Has cambiado a Zorya por ese tipejo?

El guardia frunce el ceño, aburrido de la política de un gremio que no es el suyo, y empuja a Oligis y Jackson para seguir caminando.

Ilsa piensa mientras el hechicero lanza sus típicas invectivas.

-Merak, cada vez eres más predecible. -Pero cómo sabías que andaba por aquí. -Me honras con tu preocupación, pero o bien pasabas por aquí casualmente o bien estabas por aquí rondando por algún motivo. Y como no creo en las casualidades, me gustaría saber cuál es.- Ilsa se gira hacia Oligis en una significativa mirada que entremezcla múltiples sentimientos.- No te preocupes, no espero que seas tú quien me los revele. Una serpiente venenosa hambrienta es más confiable que vos, maestro. -Responde Ilsa, alargando la última palabra.

-Tienes razón, Merak, eso espero: el hecho de estar siendo amenazada de muerte afectará a esos resultados. Me gustaría saber qué grado de involucración tenéis vos en esto, ahora que casualmente pasáis por aquí.- Ilsa no tiene inconveniente en decir tal cosa en voz alta, a la espera de la reacción del ladino hechicero.