Partida Rol por web

Empieza la cacería, y mientras Aidelail y Lólindir se quedan atrás Crystal y Dimma se acercan tan sigilosamente como pueden hacia la torre ocupada por los orcos.

A un centenar de metros podéis ver mucho mejor la torre, los cuerpos colgando. Las cabezas en picas, cuerpos cortados, desventrados, tripas, moscas y podredumbre en general sin importar la edad o el género de la víctima. Un panorama muy dantesco ... y típico de los orcos.

A un lado de la torre hay restos de maderas, ruedas y el armazón esquelético de lo que deberían haber sido caballos y que ahora están siendo roído por un huargo sucio y apestoso. Parece que los orcos han estado desvalijando cada uno de los carruajes asaltados y usando su madera para fortificar la torre o usarla para su chimenea.

Alrededor de la torre hay un muro de madera, lanzas y pinchos a prueba de ello.

A nivel del suelo hay un viejo establo maltrecho por el tiempo donde hay paja nueva, donde probablemente duerme el huargo. La torre en si debe tener unos 3 niveles de piedra dura, con paredes anchas y suficiente espacio para 20 personas.

En la parte superior, hay un último piso de madera, algo más pequeño pues hay un corredor a su alrededor que patrulla un orco mientras observa el paso de más abajo en la montaña. Encima del piso de madera, el tejado nevado de afilado ángulo para evitar la acumulación excesiva de nieve.

El hedor que desprende el lugar es bastante apabullante.

En el "patio" de la torre, protegido entre los muros de lanzas y palos apuntalados, hay un orco con una hachuela troceando una cabra. No lleva armadura y apenas ropa, sucio y sudoroso se dedica a cortar carne y lanzar las sobras hacia el huargo, que las devora sin dudar.

Este, y el que está patrullando en la parte superior de la torre son los dos únicos orcos que podéis ver por ahora.

Con su arco firmemente asido y moviendosé con una extraña gracia a pesar de su complexión, Crystal echó a andar en pos de Dimma. Lentamente, atravesarón la primera linea de trampas sin que el más leve crujido de la nieve helada rompiese la tranquilidad de la mañana...

- Puaj.- Crystal emitió un sonido gutural cuando un golpe de aire llevo hasta sus narices un ramalazo del naruseabundo olor del campamento orco. Tal fue el efecto que la rubia dejó caer su arco para poder taparse la cara con ambas manos, mentras cerraba los ojos, como si aquello pudiera alejar el penetrante aroma.

A duras penas, la jovencita consiguió avanzar un poco más, respirando agitadamente hasta llegar a un punto desde el que pudo contemplar a placer la torre reconvertida en fortaleza de incursores orcos.

- Ooooooh- Toda la expresividad de su tierna carita se centró en reflejar el absoluto temor, asco y repulsión que aquel dantesco escenario generaba en Crystal. Casi inmediatamente, escalofrios de terror empezaron a sacudirla de arriba abajo, estremeciendola al compas de los golpes contra el tajo o de los chasquidos de la mandibula de huargo...

Sabía lo que me esperaba, pero la imagen de un orco despedazando a una persona y arrojando las entrañas para festín del huargo me cala hasta los huesos. Ni siquiera tras una segundo vistazo y al comprobar que es tan solo una cabra, sonsigue sacarme la imagen y la idea de la cabeza.

Esto no va a funcionar. - Murmullo en una mentira conveniente. - Vámonos antes de que nos huela esa bestia. Esto no va a funcionar.

Tiro de Crystal para atrás, para forzarla a retroceder sin entretenerse. Y deshaciendo nuestros pasos vuelvo para el campamento.

Aidelail y Lólindir pueden ver como sus dos compañeras se acercan a la torre. Se detienen y después de un corto parón, dan media vuelta para volver.

Con el rostro pálido y expresión de haber visto algo desagradable, el grupo se vuelve a reunir en la lejanía de la torre.

Preparada para ver correr a Crystal y a Dimma con los orcos por detrás caigo en la cuenta de que el regreso de la exploradora y la guerrera es lento y su expresión y rostros están más pálidos que el de la nieve que nos rodea. A Dimma se la veía más descompuesta que a Crystal. O algo había salido muy mal, o habían visto algo que no se esperaban. 

Cuando estaban a unos pocas decenas de pasos salgo de la cobertura que tenía y me acerco a las muchachas, preocupada por su aspecto, sus ojos reflejaban algo más que la pura descompostura que mostraban. Algo así como miedo.

Buscando una roca lo suficientemente grande le saco la nieve y acompaño les señalo para que se sienten. 

- ¿Heridas? - les pregunto mientras veo sus armaduras buscando algún tipo de rasgadura que pudiese contener veneno o similar. 

Aguzando la vista, Aidelail se esfuerza en no perder contacto con las empequeñecidas figuras de sus compañeras.

A cada paso que Crystal y Dimma dan, el corazón de Aidelail parece a punto de detenerse y por su imaginación pasan un sin fin de finales catastróficos para sus compañeras. Por momentos las ve cayendo en una trampa similar a las que ellas mismas han preparado, otras veces las imagina descubiertas y asaeteadas por vigías de la torre o atrapadas entre la torre y algún grupo de orcos y huargos que vuelven de algún saqueo. Se imagina los cadáveres de las cuatro, cubiertos barro y flechas formando un montón olvidado a los pies de la torre  al que acude el ghoul para darse el festín del que le privaron.

No duda de que puedan tener éxito en la empresa pero le abruma el precio a pagar.

Cuando ve volver a Crystal y a Dimma si disparar una flecha, siente su propio latir acelerado y su respiración forzada, como si durante el tiempo que Crystal y Dimma se aproximaron a la torre, Aidelail no hubiese tomado una sola bocanada de aire. Brotan lágrimas de sus ojos y da gracias a Sune por devolverle a sus compañeras, aunque asustadas, sanas y salvas.

-Esto es una locura. Pidamos ayuda a los enanos.

Mientras tanto Lólindir como Aidelail se acercan a sus camaradas para ver si están heridas o hay algo malo en ellas, pronto todo el grupo se percata de la silueta que aparece entre las rocas y a contraluz.

El Huargo, montado por un jinete orco, han seguido a las chicas hasta aquí pues la terrible bestia ha sido capaz de olfatear su miedo a la distancia. Al ver que su intento de atacar por sorpresa ha sido interrumpido el orco espolea con furia a la enorme criatura y carga hacia vosotros mientras os apunta con un arcabuz.

Aidelaíl ve aparecer la figura del huargo y su jinete sobre una loma. -Por Sune y todos sus mártires ¡¡¿Qué es eso?!!-

Esto no va a funcionar ... es un plan absurdo - Repito de nuevo y en voz alta lo que mi cerebro ha estado diciendo una y otra vez en silencio. Pero los ojos de Aidelail se abren como platos, mirando mas allá de nuestra espalda y en ese mismo instante me doy cuenta de lo que esta ocurriendo. Nos han visto.

Sin tener que pensarlo mi mano derecha alcanza un par de flechas del carcaj y las coloca en la cuerda del arco. Me doy la vuelta en lo que parece ser una eternidad para ver el enorme huargo y su jinete, cargando desde la distancia. No me da tiempo a pensar ni a asustarme. Solo a reaccionar. Mi cuerpo actúa por cuenta propia. Buscando la cobertura de un arbol tenso la cuerda con ambos proyectiles para apuntar y aguardar el momento preciso.

Disparo ... y antes de que lleguen a su destino ya se que voy a dar en el blanco. A veces pienso demasiado. Este es mi problema. Me riño a mi misma. Solo tengo que actuar.

Crystal se movia a tropicones detras de Dimma, que tironeaba de ella. Las lagrimas se habian cristalizado en su palido rostro, mientras que sus ojos estaban enrojecidos y abiertos como platos. Moviendose incluso a cuatro patas, sin importarle perder un par de flechas por el camino, romperse las uñas con el frio barro, lanzando apresuradas miradas por encima del hombre.

Aidelail y Lòlindir se acercaron a ellas, apresuradamente, preocupadas y Crystal pusó a sollozar y a hipar, arrodillada con cabeza gacha y el pelo caido sobre su rostro.

Sin embargo, el llanto de Crystal se cortó en seco cuando notó un escalofrio premoritorio. Un resoplido, fruto de una gutural respiración rompio el silencio, mientras el sonido de la nieve pisoteada anunciaba que su destino las habia alcanzado.

Crystal rodo sobre si misma, abrazando su arco mientras lo hacia.

Los ojos de Crystal se centraron el a boca llena de dientes afilados y rotos de la criatura, y sus ojos amarillos inyectados en sangre. Los dedos de Crystal se agarrotaron, temblorosos, mientras intentaba atinar y tensar la cuerda para lanzarle una afilada flecha.

Observando que las chicas estaban bien, observo a la lejanía la tremenda bola de pelos montada por un ser totalmente deforme y desagradable.

Al notar que la bestia comenzaba a cargar en busca de nuestros cuerpos no puedo más que quedarme paralizada y totalmente quieta en mi lugar. Este tipo de bestias no las había visto jamás, como así tampoco al Ghoul. El miedo recorre todo mi cuerpo, impidiéndome que mueva un solo músculo, mis ojos se mantienen clavados únicamente en los dientes del huargo, como hipnotizada... esperando lo inevitable.

Las flechas de Dimma impactan en su objetivo con certeza, el orco se sacude encima de su montura y suelta insultos en su tosca lengua. Las manos temblorosas de Crystal consiguen que la flecha se clave en el gran cuerpo del huargo.

La criatura da grandes zancadas y rápidamente llega a medio camino hacia vosotros levantando la nieve a su paso como una máquina imparable. Su jinete os apunta con su mosquete y dispara, pero la distancia le hace una mala pasada y el disparo queda a unos pocos metros por delante de los pies de la exploradora.

Escupe sangre y os maldice de nuevo.

Grito ¡¡¡Vamos chicas ya es nuestro!!!

Me adelanto un paso a mis compañeras y alineo mi mirada con la punta de la saeta y las fauces de la criatura. Justo cuando voy a disparar, el tronido del mosquete me hace dar un respingo y la saeta sale desviada, perdiéndose en la nieve.