Partida Rol por web

Kaveri, abriendo sigilosamente el portón para no ser vista por el devaroniano, se arrodilla y dispara a ¿Malefax? por la espalda, acertándole de lleno en el hombro. Sin embargo, debido a la tensión a la que Kaveri somete su cuerpo, una punzada en la quemadura del abdomen la hace desplomarse de rodillas, soltando su rifle, que cae en las desgastadas baldosas de mármol.

La togruta ha pillado a ¿Malefax? desprevenido. El presunto jefe final se gira hacia ella gritando y maldiciendo, justo a tiempo para encontrarse de lleno con el sable de luz de Pon, surcando los cielos mientras sobrepasa a Kaveri de un potente salto con esas fibrosas ancas de rana.

- ¡Ja, ja! ¡No me pillaréis desprevenido dos veces seguidas, escoria del Borde Exterior! -ríe ¿Malefax? mientras, sacando una espada de Dios sabe dónde, desvía el ataque de Pon con elegancia.

Pon aterriza unos metros más allá del devaroniano, consiguiendo recuperar el equilibro y caer de puntillas como un ninja, al lado de un cuerpo que yace en el suelo, aparentemente de un gamorreano con una austera túnica marrón.

Podéis apreciar, ahora que el nautolano ya no está en movimiento, que la espada de ¿Malefax? tiene un aspecto antiguo. Incluso ancestral, se podría decir, con runas talladas y brillando ligeramente en diferentes tonos rojizos.

¡Kaveri! - Al ver como su compañera cae al suelo con una punzada de dolor en el rostro, Belandi se agacha a su lado y, canalizando el poder de la Fuerza, pone sus manos sobre ella para intentar devolverle algunas de sus fuerzas.

Una vez hecho esto, vuelve a cubrirse tras la pared, indicando a Kaveri que haga lo mismo.

Sarenda se abalanza sobre Malefax sable láser en mano, tratando de entretenerlo y dañarlo todo lo posible.

Sarenda, que también quiere formar parte de la fiesta, enciende su sable de luz y, aprovechando que ¿Malefax? se está jactando de ser más rápido que la vista, procede al ataque. Como el ataque de Pon casi ha dado en el blanco, Sarenda hace lo propio, saltando por encima de Kaveri y Belandi.

Para darse más impulso, Sarenda decide, por razones, que impulsarse sobre la espalda de Belandi es buena idea. Así que sin más dilatación, la humana pisa a Belandi, que se encuentra arrodillada ayudando a Kaveri. Por supuesto, la mirialana no aguanta la pisada, porque su cuerpo no está curtido para el combate. Al fin y al cabo, una cónsul no necesitaba recurrir a la fuerza física para pactar con el resto de representantes del Consulado. De hecho, se ha demostrado en los encuentros anteriores que Belandi con una pistola tiene suficiente. Pobre Stivlod.

De cualquier manera, Sarenda tropieza y cae, rodando, a los pies de ¿Malefax?. Hola, ¿Malefax?.

- ¡Ja, ja, ja! -se chota ¿Malefax?-. Sucios seres inferiores, todos acaban arrastrándose a los pies de Malefax... -alardea ¿Malefax? poniendo un pie sobre Sarenda. Un momento, ¿ha dicho Malefax? Oh Dios... ¡Malefax!

¡Malefax! esgrime su espada ancestral, cogiéndola con ambas manos y, con toda la seguridad de quien tiene un nombre de boss final bastante fucker, propina un buen mandoblazo a Sarenda.

El gamorreano que está tirado al lado de Pon gruñe con fervor. Véis cómo, aunque no se distingue muy bien por la poca luz del lugar, una luz roja parpadea debajo de su gran y porcina papada, en lo que parece un collar de esclavo.

- ¡Grrrr! ¡Amo, le he dicho que no se apropie de mi nombre! -una descarga sacude su cuerpo-. ¡Me habrá quitado la libertad, pero no me quitará mi identidad! -otra sacudida, más fuerte que la anterior-. Yo soy Or -sacudida-, Orson... -sacudida- Orson Malef... -en una fiera sacudida final, el gamorreano queda churrascado y un fuerte olor a panceta inunda la estancia.

Aprovechando que ¡Malefax! está distraído masacrando a diestro y siniestro recurro a La Fuerza para desarmar a ¡Malefax! y dar la oportunidad de contraatacar a mis compañeros. Seguidamente me deslizo sutilmente hasta la sala capitular.
Debo encontrar a Hethan antes de que ese devaroniano acabe con todos nosotros...

Dao, que estaba amagado tras una gran columna, sale de su escondite raudo y veloz mientras, con ambas manos, gesticula y canaliza la Fuerza para hacer que la espada de ¡Malefax! salga despedida por los aires, chocando contra una de las columnas del lado contrario a donde está el zabrak. Hasta nunqui, espada ancestral.

Aprovechando el momento de distracción y sin ser todavía visto por el devaroniano, Dao el monje ninja se escabulle hacia la sala principal, dejando atrás a ¡Malefax! y a Malefax, que sigue igual de inerte.

Buena Dao
Pon no tiene casi tiempo de preocuparse de Sarenda, que parece bastante herida del ataque de ¡Malefax!
Concentrándose en el enemigo que tiene delante, e ignorando el rico olor a comida, Pon se vuelve a acercar a Malefax y le ataca con su sable

Pon, cargando de nuevo hacia ¡Malefax!, Se lanza con fuerza, flexionando su brazo mecánico. El devaroniano, sin arma pero con más reflejos que una pantera de Ashai, esquiva al anfibio peleón. Pon pasa de largo sobre él y cae de nuevo, al otro lado de la sala, cerca de la espada de ¡Malefax!

El mandoblazo de ¡Malefax!, que parecía haber alcanzado a Sarenda, había quedado bloqueado por el sable de ésta. Uf, por los pelos.

Sin perder un instante, Sarenda se levanta, se posiciona y ejecuta otro ataque sobre ¡Malefax!, esperando acertar esta vez. 

Me levanto rápidamente gracias a que Belandi me ha recogido el arma. - Gracias Belandi, suma otra a las que te debo.

Aprovecho que todos le están atacando para disparar otra vez, esta vez sin tiempo para apuntar.

Parece muy poderoso ese ¡Malefax!, menos mal que Dao le ha quitado ese espadón. ¿Y quién será el otro Malefax?¿Por qué le ha quitado el nombre? Espero que no mueran todos y les podamos preguntar, no como la última vez.

Imitando a Kaveri, Belandi saca su arma, se asoma por la puerta, y dispara a ¡Malefax!.

Este tipo no tiene nada que ver con los idiotas del puente. - gruñe mientras dispara su bláster.

Espero que Hethan esté bien...

Te escaqueas del combate y, dejando a tus amigos a su suerte con, oh Dios, ¡Malefax!, te adentras en la sala principal.

La estancia está compuesta por grandes columnas de mármol, simétricas en teoría, aunque algunas de las estatuas de caballeros jedi talladas en ellas han sufrido la pérdida de algún que otro miembro. Grandes vidrieras, mayores aún que en la antesala, dejan pasar luz de diversos colores que baña la estancia.

Al fondo del todo, ves algo atado a una de las columnas.

Sarenda, que al parecer había bloqueado el ataque y su herida había sido un delirio de ¡Malefax!, aprovecha la distracción del devaroniano al ser desarmado por Dao para reincorporarse de un salto y enchufarle de forma poderosa. Y así es: aunque ¡Malefax! consigue saltar hacia atrás, el mandoblazo de la humana le raja sus ropas, dejando su varonil y rojo pecho al descubierto.

En el momento en que su toga cae, Kaveri dispara con precisión a sus pectorales. ¡Malefax! se tambalea levemente mientras de su musculado pecho sale humo: el devaroniano está que arde. Sin dejar apenas unos segundos, la pistola bláster de Belandi dispara también, aunque a ¡Malefax! no se le pilla dos veces con el mismo truco. Consigue esquivar de milagro y el ataque de Belandi golpe a la columna tras la que hace unos instantes, estaba escondido Dao. Al jedi de mármol esculpido en la columna se le cae la cabeza de jedi de mármol esa que tiene al suelo, partiéndose en mil pedazos.

¡Malefax!, que todavía tiene un as bajo la manga (no literalmente, pues va a pecho descubierto), saca de su inventario una pistola bláster y, rodando por el suelo, llega hacia Orson Malefax, a quien utiliza como porcina cobertura. Tras el gamorreano apetitoso, dispara rápidamente hacia Belandi en un contraataque cobarde e inesperado. Belandi consigue esconderse tras la gran puerta de roble del templo y esquivar los disparos bláster. Sin embargo, la puerta queda totalmente chamuscada y llena de agujeros.

- ¡Alto ahí! -advierte, haciendo levitar el gordo cuerpo del gamorreano con el poder de la Fuerza-. No podréis alcanzarme sin mancharos las manos de sangre de cerdo -se burla.