Partida Rol por web

Xaod, todavía desconcertado por lo que acababa de suceder y lleno de furia lanzó un duro espadazo contra el gnoll que previamente había sido debilitado por Krath-Tk. De un profundo corte en el cuello empezó a manar sangre a chorro manchándolo todo a su alrededor. 

- ¡Libertad! - Invocó aquel hombre justo antes de volver a desaparecer y volver a aparecer junto al gnoll que portaba la armadura de placas. 

Lanzó un nuevo espadazo, pero en esta ocasión la armadura de su enemigo absorbió todo el daño que el paladín podría haberla causado.

Fue el momento en que el gnoll de la cara llena de sarna se decidió a atacar a aquel extraño ser con aspecto de insecto. Un fuerte hachazo pasó rozando una de las patas de la criatura, lo cual sin duda agradeció pues de haberle acertado, posiblemente ahora tendría una pata menos. Sin embargo, un segundo impacto se incrustó en el pecho de Krath-Tk abriendo una importante brecha en su exoesqueleto y salpicando de sangre verde todo a su alrededor.

Mientras todo eso sucedía, el gnoll que estaba rodeado por Redrick y Questin, lanzó un poderoso golpe contra el mediano, el cual recibió un tajo importante en el tobillo. 

El gnoll que se encontraba en combate contra Krath-Tk, trató de rematarlo tras el impacto anterior del poderosísimo gnoll que casi parte por la mitad al Thri-Kreen, pero por suerte para éste, falló en su intento,

Por su parte, los gnolls cegados y muy desconcertados, siguieron quietos y en la zona sur de la estancia.

Aquel gnoll sarnoso lo que no tenia de bonito lo tenía de fuerza bruta, de un solo hachazo hizo tambalear al insectoide,  quien hasta ahora sólo había preocupado de cómo quitarse el olor a sarna por la sangre de sus enemigos. El golpe fue tan fuerte que sus instintos primarios le hicieron actuar por reacción y antes que se diera cuenta ya estaba brincando por fuera de la venta.

Aun no podía creer que unos simples perros amorfos le hicieran retroceder, por lo que al caer al otro lado de la ventana, pego su espalda junto a la pared a la espera del primer gnoll que saliera por esta.

De un espadazo el pequeño bárbaro cercenó las dos piernas del gnoll que tenía delante abriéndose paso hacia el exterior. El grupo de asaltantes había iniciado la retirada y él no iba a quedarse atrás. Su idea era la de seguir peleando hasta el final, pero no a costa de dejar que sus enemigos le mataran.

- ¡Xaod, por aquí! - Le gritó al paladín, quien era el último en el interior del templo y sin duda el que más complicado lo tendría por abandonar la zona con vida.

Fue entonces el gnoll del ojo ciego sacó de un pequeño tarro lo que parecía ser un poco de manteca de cerdo y tras formular unos movimientos arcanos con sus manos, señaló el área donde se encontraba Xaod y el suelo de forma repentina se pringó de grasa tornándose muy resbaladizo. Por suerte el paladín pudo mantener el equilibrio.

Veo con cierta decepción cómo mis camaradas de desventuras se retiran de la refriega o más bien huyen en desbandada después de su impetuoso, valiente y poco meditado asalto. Aun así, no lo podemos considerar una derrota; nos ha servido para conocer los límites del desquiciado Questin y confirmar que no es un absoluto suicida. Y, además, el insecto gigante no ha sido noqueado durante la batalla, algo que por sí solo ya puede considerarse casi como un éxito.

Mientras ellos se repliegan, yo cubro su retirada con un último impacto sobre el brujo gnoll, activando toda la potencia de mis guantes encantados. Con un poco de suerte, me lo llevaré por delante antes de que nos marchemos.

El gnoll acorazado atacó a Xaod con su lanza. Un primer ataque golpeó contra la armadura del paladín y automáticamente sintió un fuerte impacto, Torm no le protegió en esta ocasión, pues la lanza atravesó su coraza, su piel, sus músculos y sin duda se llevó algún órgano por delante antes de salir por la espalda del paladín. El dolor era intenso y no tuvo más remedio que dejar caer su espadón pues las fuerzas se le escapaban.

- ¡Huid insensatos! - Alzó la voz hacia sus compañeros. Aunque éstos ya tenían claro que lo mejor era salir de ahí cuanto antes.

Xaod cayó al suelo entre terribles sufrimientos. Su sangre derramada por todo el suelo se mezcló con la grasa mágica y el buen guerrero de Torm agonizó unos instantes antes de perder la consciencia y sucumbir a la más terrible oscuridad. Ningún bardo cantaría sus hazañas, pues aquel hombre de bien corazón, no tenía a nadie que pudiera acordarse de él y un mediano demente, un arcano egoísta, un pixi oscuro cobarde y un insecto gigante, difícilmente honrarían su muerte.

- ¡Voy a intentar retenerles allí dentro! - Exclamó Redrick.

Acto seguido sacó un huevo de un bote que pendía de su cinturón y la alzó hacia el cielo, para acto seguido lanzarlo contra el suelo. El hedor fue terrible y acto seguido comenzó a recitar unas extrañas palabras arcanas.

- ¡Putrida ova facere quis angustiae! - Conjuró y una nube tóxica se situó sobre el gnoll sarnoso y el gnoll tuerto, quienes de inmediato empezaron a sentirse mareados y a vomitar por doquier.

El gnoll que había quedado aislado entre las áreas de conjuros y la fuente de agua estancada, decidió dar un rodeo para tratar de alguna forma de alcanzar a los intrusos que huían por donde habían venido. No obstante, tampoco se le vio con demasiadas ganas de iniciar una persecución real, pues había visto de lo que eran capaces aquellas criaturas y en especial la que tenía aspecto de insecto.

Fuera como fuera, el plan de huida parecía haber sido todo un éxito, pues todos estaban fuera y con la oportunidad de salir de allí a la carrera. Todos menos Xaod, por supuesto, que yacía en el centro de aquella estancia y ya no saldría de allí. 

Akta, Lerissa y Crodos habían caminado durante varios días para llegar hasta allí. ¿Cómo una aasimar y una tiefling habían trazado una amistad como la suya? Era todo un misterio que sólo ellas conocían y llegaban a comprender, pero fuera como fuera, desde que recorrieran el camino hasta Encrucijada Vieja y el desino quisiera que se vieran inmersas en una trama político-religiosa, en la que estaban involucradas varias bandas locales rivales, no se habían vuelto a separar. Quizás Crodos era la pasta que única la mezcla.

¿Y qué hacían allí? Mitil había escuchado rumores de que una nueva rama del culto a Muuglw'tli, la Diosa del placer y el dolor operaba cerca de la villa de Hommlet y era preciso descubrir si era cierto. Con los seyranitas ocupados en una cruzada contra la diosa y Pasar ocupado en una gira por todo el reino por tal de dar a conocer su obra, no tuvo más opción que recurrir a su amada Akta y Lerissa le acompañó, pues como ella mismo dijo: "no puedo dejarla sola, haría que la matasen nada más salir".

Una vez en la villa de Hommlet, no descubrieron nada acerca de Muuglw'tli, pero si había rumores acerca de un viejo culto maligno que se había instalado años atrás en la región. El llamado Ojo Elemental Arcano era su máximo exponente. Una religión perversa y retorcida que veneraba a un Dios de destrucción y Caos. La religión del Mal Elemental y sus huestes de dementes seguidores asolaron estas tierras hacía algo más de una década. Se decía en Hommlet que ese mal fue extirpado de raíz, pero eso no quería decir que no quedase su corrupta semilla enterrada en aquellas tierras.

Eso las condujo hasta el lugar donde estaban en ese preciso momento. Una estructura se erigía frente a ellas y entendieron lo apropiado que era el nombre que había recibido debido a su abominable aspecto. Se trataba de un enorme edificio de color carbón grisáceo, con cortafuertes arqueados y un obsceno diseño era el mudo testimonio de la parte más oscura de su propia historia. Cada superficie de la estructura abunda en caras lascivas y formas retorcidas de demonios y monstruosidades imposibles de imaginar. Las enormes puertas principales están coronadas de bestias con alas y formas desagradables que hielen el alma de los observadores.

Los alrededores son igual de terroríficos. Ensortijada vegetación llena de oscuras espinas, se enreda entre los escombros de lo que fue la muralla. Las sombras bailan entre los ennegrecidos árboles, cuyas ramas dan zarpazos al aire como moribundos condenados al infierno y el viento ulula como un grito desesperado y desgarrador. Del interior del templo, a través de las ventanas, se filtraba luz artificial por debajo de su techo abovedado. 

En ese preciso momento, un joven de cabellos largos y cuerpo estilizado salía corriendo del interior de aquel templo, seguido por un mediano hipermusculado y un ser de dantesca apariencia parecido a un insecto del tamaño de un humano.

Krath-Tk y Glÿnmaer salieron a la carrera del templo. Para ese entonces el mediano y el arcano ya huían de aquel lugar a toda prisa, pues lo que se habían encontrado en su interior les había superado con creces. Puede que de haber tomado el camino del sigilo antes que un ataque frontal, la cosa les hubiera ido mejor y ahora Xaod seguiría con vida, aunque... ¿No era la muerte del seguidor de Tempus precisamente lo que buscaba el Thri-Kreen?

De pronto, cuando tuvieron tiempo para alzar la cabeza, se percataron de que justo en ese momento dos mujeres acababan de llegar a las cercanías del templo y les estaban observando. Una de ellas era una tiefling, lo que dedujeron rápidamente por sus cuernos y su cola, mientras que la otra tenía una belleza sobre humana. Casi podían jurar que tenía sangre celestial. La tiefling lucía una armadura ligera, mientras que la celestial una armadura completa. Era evidente que no estaban allí de paso...

Lo bueno de caminar junto a Akta era que ninguna de las dos hablaba mucho. Me gustaba moverme en silencio y formar parte de algo sin tener que estar continuamente luchando por ello. Akta había demostrado sobremanera su valía y dejar a Mitil le había costado más de lo que iba a reconocer.

Por ese motivo, el silencio era algo que me parecía necesitar.

Mitl nos había enviado a una región en la que al parecer aquel culto todavía seguía activo. No iba a permitir que fuese ella sola y la verdad era que mantenerme alejada del pesado del trovador me venía bastante bien. Por muy grande que tuviese el miembro, había estado varios días escocida y tenía ganas de descansar de su arrogancia. No estaba mal, pero tampoco para ser algo permanente.

El poblado no nos mostró nada sobre el culto pero sí que nos redirigió hacia otro culto, a mi entender más de lo mismo, solo que este parecía tirar hacia el caos de manera mucho más evidente. Ya había oído hablar de ellas y nada bueno había quedado tras su paso, pero eso era lo que ocurría con todas las sectas y creencias, que los hombres y las mujeres que se dejaban dominar por ella, simplemente perdían todo lo que tenían en favor de los seguidores más acérrimos y dominantes, que no eran más que unos simples bandidos disfrazados de estúpidos con túnicas.

El caso era que finalmente, llegamos a una estructura horrorosa que debía ser su templo. Como siempre, los demonios parecían mostrar el camino hacia la perdición pero la gente continuaba acercándose cuando llegaba el momento. La verdad era que todo el lugar invitaba a volverse y no continuar, pero ya nos habíamos comprometido a hacerlo.

-Hay que ser idiota para seguir a esta gente -comenté al ver tanto el templo como sus alrededores, un lugar oscuro y muerto que lo único a lo que recordaba era a la muerte y el final de todo.

Mientras contemplábamos aquel cuadro, salieron del templo dos hombres y un extraño ser que se parecía más a una cucaracha que a un ser humano, y quizás lo fuese.

Miré a Aktah, confundida, y me eché a un lado.

-Buenos días, noble gente. ¿Os persiguen y por eso vais corriendo o es que simplemente habéis recordado que teníais una cita en otro lugar? -comenté como con indiferencia, pero llevando una mano a mi espada a la espada... por si acaso.

A regañadientes, escapo del pestilente templo por una de las ventanas. Estaba decidido a acabar con el gnoll tuerto pero el muy condenado no se quiere morir y yo necesito un poco de aire fresco después del último conjuro de Redrick.

Mi sorpresa es mayúscula al descubrir ahí fuera a dos mujeres que hace un momento no estaban aquí. ¿O sí? La primera parece algún tipo de sátiro defectuoso. He conocido a muchos sátiros en mi vida y todos son unos vividores licenciosos, pero nunco había visto una hembra tan mal hecha. ¡Pero si ni siquiera tiene patas de cabra! Pobrecilla, sin duda el fruto de alguna violación de un fauno a alguna campesina durante las fiestas de la cosecha de su aldea de paletos.

La otra es todavía peor: una mujer con armadura. La última vez que intenté ser amable con una se le metió entre ceja y ceja que tenía que matarme como a un vulgar insecto. Por lo menos esta no parece que tenga ningún látigo a mano y esa es una buena señal. Aun así, me alegro de ser invisible y que su atención solo pueda centrarse en mi feo amigo de nombre impronunciable.

—¿Quiénes sois vosooootras? —pregunto, impostando mi vocecilla aguda para intentar que suene grave y faltasmal pero consiguiendo un efecto más bien ridículo— ¿Qué habéis venido a hacer a este lugaaaar? Aquí no hay ningún sáaaatiro.

Crodos apareció entonces. Se había retrasado unos pocos metros, pues había tenido que detenerse para... hacer sus cosas. Llegó con la conversación con aquellos extraños ya comenzada, pero tampoco habían dicho demasiado por el momento y llegó a tiempo de escuchar la voz de aquella extraña criatura, que se le escapaba a la vista.

Fue duro para mi despedirme de mi amado, pero la verdad era que estando juntos parecía que estábamos siguiendo a Muuglw'tli más que a Seyran, pues había días que nos costaba salir de la habitación. Eso era algo que a su hermana no le gustaba nada, pues decía que desatendía sus obligaciones, no solo como padre, sino como líder de su grupo y por mi parte venía bien, pues así evitaba que quebrantase la ley.

Crodos había salido herido y perjudicado a causa de mi relación con Mitil, un hombre que se buscaba por una amplia región. Pero yo tenía fe en él y creía que podría hacerle ir por el buen camino. Así pues, nacieron las reticencias entre el paladín y yo y llegamos a chocar porque decía que yo había perdido el enfoque al estar enamorada de semejante criminal.

Al menos Lerissa no se metía y el viaje lo realizamos en el más absoluto silencio. Mis pasos se hacían cada vez más pesados cuanto más me alejaba de la Encrucijada Vieja, cuanto más me alejaba del hombre al que amaba. Pero por otro lado me venía bien. Limpiar ese lugar de seguidores de Muuglw'tli y reclamarlo para Seyran harían que mis posibles faltas por estar con Mitil se viesen equilibradas cuanto menos. Y es que el amor hacia un hombre y hacia un Dios era algo completamente distinto e incomparable. Debía ser fieles a ambos, pero al final mi fidelidad se enfocaba hacia mi amor terrenal más que a la espiritual.

Por eso aquel camino también sería importante para mí, para ir reponiéndome con mi Fe y mi Señor, para demostrarle que a pesar de todo le seguía y que buscaba un equilibrio entre él y Mitil.

Y a Mitil seguramente le vino bien nuestra separación, para poder hacer aquello que estando yo presente sabía que no podía hacer y volver a ganarse el respeto de sus hombres. Aún así, ambos nos echaríamos de menos y sabía que si algo me pasaba, jamás se lo perdonaría. Por eso recurrió a Crodos y a Lerissa.

Tras descubrir que el primer lugar no era más que una falsa alarma, seguimos el rastro de algo que parecía bastante más gordo que un grupo de ritualistas y adoradores de Muuglw'tli. Si lo que nos habían dicho era cierto, si podíamos limpiar ese lugar de oscuridad, puede que tuviésemos una ocasión de acercar de nuevo a Seyran a la Encrucijada Vieja. Por eso no me di la vuelta y volví con Mitil, porque lo que había delante, era peor que a donde nos había mandado y sin duda restablecer el poder de Seyran por el lugar era una de mis prioridades.

De pronto el paisaje cambió a uno lleno de muerte y oscuridad. Sin duda era el lugar correcto. Curiosamente a Crodos le entraron ganas de evacuar. - Y este es el valeroso paladín que me tiene que  proteger desde que salímos de nuestro Templo. - Sí, porque Crodos fue designado para que me protegiese por la tierra hostil mientras continuaba mi aprendizaje fuera de nuestro Templo. Había seguido el sendero de la Guerra, la Ley y ahora la Destrucción y en un Templo no podía avanzar más con mis dominios y mis artes de combate. Y él, fue quien pusieron para que mi inocencia frente al mundo exterior no sufriese demasiados golpes duros.

Hasta que apareció Mitil.

No tardamos en vislumbrar a unos extraños salir del templo que daba pena verlo. Dudaba si quemarlo o quemaro antes de ofrecérselo a Seyran, cuando aquella ridícula voz sonó sin que nadie más salvo Lerissa dirigiéndose a los tres... sujetos, resonase cercana. Sonreí al escucharla. - Soy Akta, sacerdotisa de Seyran. O bien sois alguien con invisibilidad o en breve, cuando use expulsar a los muertos, no seréis más que polvo.

Y mientras hablaba saqué mi espadón, dispuesta a enfrentarme a aquella criatura invisible. - ¿Resistiréis a mi conjuro de disipar magia y al filo de mi arma cuando seáis visible o preferís mostraros en paz? - Le hablé a aquella cosa al tiempo que Crodos asomaba. Mi atención estaba en los sonidos de aquel "fantasma", no hacía ni caso al insecto gigante y quienes iban con él.