Partida Rol por web

Ah, y es que hasta el más puro y luminoso de los guerreros necesita a veces evacuar las excrecencias del cuerpo mortal. Tras la tediosa labor de defecar con armadura completa Crodos alcanzó a sus compañeras de viaje, quienes habían establecido contacto con un extraño bicho sobredimensionado que caminaba sobre dos patas. Extrañamente hablaba con una voz chillona que intentaba ridículamente parecer grave, o eso pareció a Crodos, pues no había nadie más allí.

— ¡Somos guerreros de la luz, Seyran nos guía, y hemos venido a purgar el mal de este obsceno lugar! — dijo con voz profunda y potente, naturalmente obviando la presencia de Lerissa, quien, para su preocupación, Fe y luz tenía pocas. Mientras hablaba dejaba ver bien la sobrevesta que cubría el peto de acero brillante, y que lucía bordado en hilo de oro el sol sagrado de Seyran. — ¿Y quién eres tú, que hablas con esa voz sin mover ni una pinza de tus fauces? ¿Acaso eres parte del mal que aquí habita y debes ser purgado también?

La muerte del paladín Xaod lo dejó consternado, no tanto por el hecho de que muriera, si no porque no fue el quien lo hiciera, no poderlo torturar, llevarlo al limite del dolor para que blasfemara de su fe y al final ofrecerlo en sacrificio para su dios Bane.

Tardo unos segundos en retirarse del templo, aún le hervía la sangre y quería seguir matando a aquellos gnolls pero, al verse solo ya que el mago y el mediano corrían despavoridos, decidió detener la carnicería, por ahora.

No alcanzo a salir de aquel lugar cuando vio que aquellos dos se detuvieron de golpe, más allá de estos en el umbral de la entrada al templo, habian dos humanoides hembras, una de ellas era un tiefling la delataba su aspecto y por lo que sabía de aquella raza le venía bien tener a alguien inclinado hacia el mal tanto o más que él, por otro lado la otra humanoide destilaba un olor igual o peor que el de Xaod, sin poder detener la sensación de repelús que le causaba escupió a un lado a penas la vio, y por si fuera poco llego otro humano macho abanderado de Seyran, proclamando erradicar el mal, - ¿que es el mal? - se preguntaba el insectoide al no distinguir del todo la leve línea que dividía la maldad de la satisfacción  propia.

Lo que vieron los recién llegados fue a una enorme mantis religiosa de color verde, o eso lograban percibir entre las rendijas de su armadura completa, toda cubierta de sangre aún fresca que goteaba sobre los matorrales, uno que otro tejido de piel u órgano cubría parcialmente su armadura y hasta donde veían no portaba arma alguna, sin embargo dos de sus cuatro garras estaban cubiertas por hierro tan filoso como el de una espada. Su posición frente a los nuevos no fue la más amigable, se puso en guardia enseñándoles sus garras y colmillos, en parte era más animal que humanoide, mientras daba un paso hacia atrás mirándolos detenidamente con sus bifaceos ojos, puede que muchas veces se dejaba llevar de sus instintos de depredador pero, no era un idiota y sabía que esos dos sacos de carne que tenía por delante, no iban a apoyarle si decidiese arremeter contra ellos.

- Soy Krath-Tk - tras pensar bien sus palabras continúa - ¿nos matamos entre nosotros, o matamos lo que hay dentro de aquel edificio? -su pregunta era agresiva pero directa, pese a verlos como enemigos (incluso a aquella tiefling al no entender que hacia con aquellos dos), sabía que estaban en desventaja y heridos, por lo que utilizarlos de momento era su mejor opción.

¡Qué malvada criatura insectoide tenía frente a sus ojos! Se veía su maldad y vileza nada más mirarla, y estaba empeorada por la carnicería de la que parecía haber escapado y que en parte había traído en su armadura. Apretó la mano que sostenía el escudo y también la que había posado en el pomo de su espada. Parecía muy peligroso, pero aunque agresivo y amenazador era evidente que se sabía en desventaja.

— Mi nombre es Crodos, hum... — dudó un momento al no saber cómo demonios podría pronunciar con boca humana el nombre con el que la mantis gigante se había presentado. Decidió no decirlo, finalmente — ​​​​​​ ¿Qué hay en ese edificio nefasto que se ha de matar, y del que sin duda alguna provienes, extraño ser?

Aquel grupo que había escapado del templo se parecía tanto entre sí como nosotros. Quizás al igual que en nuestro caso, estuviesen juntos porque el azar los había reunido, o simplemente alguna clase de objetivo común. En cualquiera de los casos, su actitud no invitaba a intervenir a su lado.

Uno de ellos se creía digno de crear terror al verlo, cuando la verdad es que no había una forma seria de describirlo y el otro pensaba que con presentarse era suficiente para convencernos de jugarnos la vida en base a nada.

-Pues tendré que pensarlo porque no entiendo por qué salís huyendo de ese lugar y ahora queréis volver. O quizás es que necesitabais ayuda porque os han dado un buen escarmiento. ¿Es eso? ¿Necesitáis de la ayuda de unos extraños porque estabais asustados y no os atrevéis a regresar? No pasa nada por reconocer que seres tan grandes como vosotros necesiten a gente como nosotros, es perfectamente normal.

Sonreí con malicia al decir todo aquello, sospechando que se sentirían ofendidos al decirles que habían escapado de aquel lugar o que les habían echado a patadas.

-Y como bien dice mi compañero, ¿qué hay dentro de ese edificio? ¿Un afilador de colmillos? ¿Un cercenador de garras? ¿Un mosquito?

Al decir esto último, enseñé todos mis dientes. Vaya grupo de sujetos que a pesar de lo grandes que eran, les faltaba tiempo para salir corriendo.

Sus ojos se posaron en Crodos quien parecía ser el vocero del grupo y utilizando sus mismas palabras le responde  - ¿ackaso no han venigdo a erradickar el mal de eksre luggar? - en eso levanta una de sus patas señalando el edificio a sus espaldas, - qque importka lo qque haya, su objgetivo es mattar lo qque hemos eskrtado mattando - una sonrisa se le dibuja en el rostro, bueno si a ese movimiento de mandíbula y colmillos se le puede llamar sonrisa, - es más debgerian agkradecercnos a nosottros por arkser su ttrabajo -.

No bajo la guardia en ningún momento, pero si dejo de estar agazapado acercándose a donde estaba el mago y el mediano golpeandoles por detrás - qque esperan sackos de karne, diggan su nombre -, tal vez dejando algo más agradable a la vista conllevará a una conclusión menos tormentosa, o bien podría dejar que el pequeño pixi tomara las riendas, a fin de cuentas le gustaba parlotear, como prueba de ello el thri-kreen no sabía si reír o estar enojado con aquella imitación de fantasma.

Entre tanto la tiefling les confronta intentando ofenderlos, consiguiendo, por lo que el insectoide jala a sus dos "compañeros" sin darles tregua a presentarse, - pareqce qque extas ciegga o ekres bien ckktrig - termina la frase sacudiendo un poco la sangre que le escurría en dirección a ella - ¿de kien ckrees qque es eskta sanggre? pero enttiendo qque necesites saber qque hay dentro, el miedo es alggo qque no se puegde oxkultar aksi qque mejor te diggo, no vaya y salgas kon el rabo enttre las patas -.

Hemos saltado de la sartén para caer en el fuego. Si las dos individuas me daban mala espina antes de abrir la boca, después de hacerlo solo confirman mis peores temores. Por lamentable que resulte, el cagón parece ser el menos demente de los tres y eso dice mucho y muy malo de los demás...

¿Las mujeres que viven dentro de latas se vuelven locas o deciden vivir dentro de latas por que ya estaban locas? Es una pregunta filosófica que nunca me había planteado, pero que me veo obligado a hacerme después de constatar esta teoría en dos de dos mujeres con características semejantes.

Y la medio-sátira fruto de una violación todavía está peor de la cabeza si considera que un halfling gordo, un aterrado mago escuchimizado y el hombre-insecto son tipos "grandes". Debe haberse encontrado con auténticos enanos mentales si la presencia de mis tres lamentables compañeros le resulta tan admirable.

—Oh, insignes portadores de Luz, azotes de esto y aquello y adoradores de lo que sea, no nos hagáis daño con vuestro inconmensurable poder —solicito teatralmente, apareciéndome aleteando por encima de sus cabezas a más de 60 metros; donde no soy más que una motita de polvo para sus ojos deficientes—. No malgasteis en nosotros vuestros conjuros, ni vuestras palabras hirientes, pues no somos merecedores ni de unos, ni de otras. Solo somos un grupo de infelices que han tenido la desgracia de llegar a este lugar infestado de hombres-hiena y sobrevivir a duras penas a su emboscada. Perdimos ahí dentro a un compañero. ¿Qué digo compañero? A un gran amigo y mayor defensor del Bien con quien sin duda compartís fe y quién sabe si parentesco. El insigne lord paladín Xaod, a quien debemos nuestra supervivencia, pues protegió nuestra retirada con su vida. Sin duda estaréis deseosos de vengar su muerte, como lo estamos nosotros, y de darle el funeral que se merece. Nos sentiremos muy honrados si nos permitís ayudaros a erradicar el mal que vive ahí dentro.

Si ya de por sí era asqueroso ver aquella cosa que se ponía a la defensiva hablar o intentar hablar, pues habían palabras que no llegaba a comprender, descubrir que el fantasma que se suponía que había no era más que una especie de polilla gigante me hizo poner cara de asco. Miré a Crodos. - ¿Por qué nunca me hablasteis de semejantes criaturas en nuestros viajes? - Dije respecto a aquellos dos insectos parlantes e inteligentes.

Mi inocencia frente al mundo que tenía delante me hizo mirarles de nuevo. - ¿Acaso estáis ambos bajo algún tipo de maldición? Quizás ahora tenga el poder y conocimientos necesarios... - Y me quedé pensando. - No, creo que aún no he alcanzado ese nivel de sabiduría para poder retirar una maldición así como así y menos tan poderosa como la que parece que os afecta a ambos.

La verdad es que el insecto grande supo responder muy bien a Lerissa y si no fuese porque el ángel y el demonio que ambas llevábamos dentro, habían limado asperezas y ahora éramos capaces de compartir camino y aventuras, me hubiese echado a reír con semejante respuesta. Pero la polilla no tardó en desvelar que realmente huían.

- Bueno, pues... parece que vuestro amigo volador no comparte su idea... acaba de decir que os habéis retirado dejando morir a un paladín dentro. - Y miré a Crodos. - No creo que sea nuestro deber vengarle, - dije bajando el espadón al ver el miedo en los tipos que les acompañaban y guardaban silencio, - no sabemos a que dios servía... quizás sus intenciones fuesen buenas pero, no sé si la compañía es la adecuada. Mi buen Crodos, creo que esto es decisión tuya, no mía. Yo defendería y vengaría a un paladín sabiendo que su obra era buena, pero mírales, parecen más bien saqueadores de tumbas y él hizo lo que todo paladín hace... proteger al más débil. Soís confiados y es fácil embaucaros en cosas como esta, así que espero que tengáis buen juicio esta vez. Ya habéis visto a donde han llevado este grupo a alguien como vos y con un nombre tan insigne, que yo al menos no le conozco...

Luego miré a los insectos. - La verdad es que nada se nos ha perdido aquí, solo vinimos a investigar este lugar por la oscuridad que nos dijeron que reinaba en él, pero si ya hay unos valerosos y aguerridos... guerreros, que no temen a nada y que solo han salido a tomar un descanso... creo que podemos dar nuestra investigación por completada y volver a casa. O podemos sentarnos a esperar a que terminen de saquear el lugar y ver que ocurre después... total, hace ya una semana o más que deberíamos haber vuelto... Mitil debe estar que se sube por las paredes al ver que no regresamos. - Que no regreso...

Crodos observaba duramente y nada convencido al thri-kreen, esforzándose por entender las palabras que pronunciaba con esas pinzas quitinosas y quién sabía si lengua. Entonces escuchó la voz lejana y chillona que provenía del cielo. Al principio no vio nada, pero al poco logró divisar un puntito aleteando, muy arriba.

— Por Seyran, Akta, que en mis largos viajes nunca había visto tamaños insectos parlantes, que aquel de arriba que nos habla desde aquí bien parece un enorme abejorro.

Pero a Crodos las palabras del misterioso ser volador que había aparecido tan lejanamente le fueron calando muy seriamente.

— ¿¡Cómo!? — exclamó escandalizado — ¡Un noble paladín muerto en esas escabrosas ruinas! — achinó los ojos mirando en dirección al edificio — Hombres-hiena... ¡ah, gnolls es lo que han de ser! Unas pérfidas y malignas criaturas que sólo merecen muerte.

Se giró hacia Akta muy serio y solemne. 

— No importa a que orden ni dios servía, Akta, pues todo paladín ha de cumplir los mismos juramentos, dando su vida para ello si es necesario, como aquí ha ocurrido. Si lord Xaod tuvo a bien luchar junto con estos seres tan extraños, sus intenciones no podían ser malvadas. — negó con la cabeza, resuelto — No, no podemos marcharnos de este lugar. Si lord Xaod ha caído en noble acto de valor, es deber vengar su muerte y recuperar su cuerpo para darle honroso funeral. Y también es deber limpiar este lugar de la corrupción que esconde con la luz de Seyran, pues es evidente que es cuestión de tiempo que el mal acabe extendiéndose por la región de nuevo si unos hombres-hiena han tomado este lugar como su guarida.

Dio un paso al frente y afianzó en el suelo el brillante escudo de acero con el emblema del dios solar.

— Extraño ser volador, tus intenciones y palabras me placen. — declaró, alzando la voz — Os permitimos a ti y a tu compañero uniros a nuestro noble grupo, y aceptamos vuestra ayuda para traer la luz y el bien a este rincón olvidado del mundo. Pero antes déjate ver con claridad para ver bien con quien vamos a luchar hombro con hombro.

- Si se me permite presentarme... - Dijo de pronto el joven y escuchimizado arcano que viajaba con tan abyectas criaturas. - Mi nombre es Redrick, Redrick Barber. - Se presentó. - Y toda esta charla está muy bien, pero los sortilegios de nuestro migo volador... - Señaló con la mirada hacia el cielo, en dirección a la polilla gigante. - ...no detendrán por mucho más tiempo a los gnolls que habitan en ese horrible templo. - Comentó con preocupación. - Son seres peligrosos y son muchos. Demasiados para que ni con vuestra ayuda, podamos derrotarlos a todos juntos. - Miró a Crodos. - Le propongo, lord Crodos, que nos retiremos a descansar, recuperarnos de las heridas que hemos sufrido en éste primer asalto y en un lugar tranquilo, podamos pensar en como derrotar el mal que este lugar alberga...

- Yo soy Questin Himmble. - Dijo el musculoso mediano. - Xaod era mi amigo. Estaba loco, pero sus intenciones eran buenas. - Dijo con rabia. Apretó los puños entorno a su espada larga, la cual portaba desenfundada y llena de sangre, como su propio cuerpo y cabellos. - Vengaré su muerte con vosotros o solo. - Añadió.

Crodos era demasiado educado y creía de verdad que estaba allí para librar al mundo del mal. Yo me conformaba con quitar de en medio a quien me molestase, que en aquellos momentos podía ser esa secta inmunda, pero que quizás no tardaran en ser esos extraños seres o aberraciones y sus amigos.

-Me encanta su manera de hablar. Le da un toque extranjero que sin duda hace que todo sea más divertido -le dije al moscardón, que parecía no haber aprendido a hablar cuando tocaba -. Me llamo Lerissa, y sí, soy un saco de carne, que es mucho mejor que ser un piojo. Y visto como eres, casi pagaría por no verte. Pero supongo que puedo acostumbrarme.

El otro ser parecía desconfiar de nosotros, suponía que de manera recíproca a como hacíamos Crodos, Akta y yo, pero es que tampoco íbamos a aceptar la palabra de todos con los que nos cruzásemos.

-Oh, no te preocupes. No solemos matar insectos. Solo nos aseguramos que no nos piquen -le respondí, apoyándome en un árbol cercano.

Pero en el fondo, entendía que su sarcasmo era solo una manera más de interactuar con alguien a quien no conocía. Si por otra parte lo que decía era cierto, estaba claro que lo habían debido pasar mal.

Akta estaba por otro lado, tan sorprendida como yo por ver a esos seres que hasta ese momento ni siquiera habíamos imaginado. Insectos que hablaban y razonaban, más que algunos humanoides que conocíamos. Pero parecía haber tomado el camino de pensar que sufrían alguna clase de castigo, cuando yo simplemente creía que eran así, punto. Akta quería volver junto a Mitil; Crodos se creía un paladín; yo simplemente deseaba no aburrirme demasiado.

-Bueno, me parece que es mucho mejor entrar que quedarnos aquí aburridos. ¿Por qué no entramos todos y vemos qué tal se nos da el resto del día? -dije, sacando mi espada -. No he venido hasta aquí solo para quedarme fuera, mirando.

Miré a Lerissa y a Crodos, no me creía las palabras de uno y del otro. - ¿Dónde está esa desconfianza que teníais frente a los desconocidos? - Pregunté a ambos. - Crodos, se os ve a la legua que soi un paladín, no os molestais en ocultarlo ni un poco y con que se hayan dado cuenta de eso, pueden deciros que hay uno o mil paladines ahí dentro muertos y entraréis a vengarlos a todos. ¿Desde cuando estáis tan ciego?

Pero le tiefling también tenía lo suyo. - ¿Y vos? ¿Qué os ocurre? ¿Tanto tiempo con el bardo que os ha dejado el cerebro hecho agua a base de... ? Ya me entendéis... ¿Realmente váis a creer a dos insectos, uno de los cuales os ha salpicado restos de gnoll, Lerissa y la palabra de dos... desconocidos más?

Sabía que Crodos caería en aquella trampa, todos los paladines eran iguales. Veían un resquicio de honor, de justicia o a uno de los suyos a quien vengar y no tenían nada más en la cabeza. Pero Lerissa... creí que ella pensaría más las cosas.

- Además, si entramos, dudo que el delgaducho aguante mucho ahí dentro si lo que dicen es cierto. ¿Qué ocurre, mi buen Crodos? ¿No os da lástima el hombre y no tenéis la necesidad de sanar sus heridas? ¿O es que la ira y la venganza os consume? Ese no es el camino del paladín mi buen amigo... y Seyran podría mirar hacia otro lado con vos si os dejáis guiar por ese lado oscuro.

Aquel grupo se notaba que no tenían un líder como tal y cada quien podía opinar o decidir el curso de acción, - soklo son ckríos - pensó al ver cómo no se ponían de acuerdo. Para el insectoide la decisión era sencilla pero, el variopinto grupo que tenía en frente parecía no tenerla muy clara.

Aburrido de toda esa charla decide darle un punto final a todo eso, - ackaso ttodos los sackos de karne son igguales? - escupe un amasijo verdoso al terminar la frase - de habernos qquerido mattar, ya esttuviéesemos konversando ckon el acero de nuesttras armas - en eso hace sonar el metal de sus garras entre si, - por lo qque tienen dox opckiones, nos ckreen reagrupandonox para enttrar kuando estemos menos herridos, o no nox ckreen   largandoxe de una buena putta vez - señala con una de sus patas el templo atrás de él - y ckumplen lo qque en principio vinieron a hacer - al terminar la frase se hace a un lado del camino.

Sus ojos se posan en la tiefling concluyendo - si espperas un "porxfavor ayúdenos" más tte vale qque venggas y me obligges a dexirlo - seguía sin entender que hacía alguien de aquella raza junto a un paladin y junto a otro que irradiaba un aura celestial, en el pasado trabajo junto a varios de estos y tal vez estaba juzgando mal a Lerissa pero - erex una deshonra pakra tu raza -.

Soy un individuo mi perspicaz y no me equivocaba al juzgar al caballero como el menos demente de los tres, por lo que opto por satisfacer su petición. Ralentizo mi aleteo para descender unos cuantos metros, manteniéndome fuera del alcance de los recién llegados pero lo suficientemente cerca como para que puedan admirarme en todos mis 76 centímetros de esplendor.

—Sois una dama muy observadora, mi señora —le aseguro a la paranoica mujer de la armadura—. Estoy bajo los influjos de una horrible maldición, que me permite ver el porvenir en forma de sueños. Un futuro en el que un monstruoso elemental tuerto iba a tragarse el mundo con su cuenca del ojo vacía —he contado esta historia tantas veces y siempre de una forma distinta que ya no sé cuál de todas es real y cuál un delirio acrecentado por mi propia narrativa—. El caso es que creo que vive en este templo. Mis amigos y yo queríamos hacerle una visita para convencerle de que existen mejores formas de pasar el fin de semana como, por ejemplo, pasear a la puesta de sol por el Bosque Nudoso.

»Peeeero... resulta que hay un montón de gnolls de esos que dice milord Crodos con tanto acierto. Y con ellos no ha habido manera de razonar, pues no son tan civilizados como vuestras mercedes. Como salvadores del mundo ya nos hemos dado cuenta de que no valemos gran cosa pero vosotros nos traeis una nueva esperanza de impedir que todo lo que conocemos deje de existir.

»Redrick es un gran mago, muy listo, si él dice que es mejor irse a dormir que salvar el mundo, seguro que es lo más sensato. Al menos lo era para nuestro grupo antes de conoceros y será lo que hagamos si preferís dar la espalda al peligro. Nadie podría culparos, ni acusaros de cobardía, no nos conocéis de nada y el mundo tampoco es un lugar tan bonito, ¿a que no? A lo mejor tenéis razón y deberíais iros con vuestros seres queridos, a disfrutar de ellos los pocos días de vida que nos quedan a todos. Sin vosotros, seguramente nosotros cuatro no seamos capaces de abrirnos camino entre los gnolls hasta ese furioso elemental que he visto en mis sueños. En cualquier caso, ha sido un privilegio conoceros antes de morir, si os marcháis, os deseo un buen viaje.

Crodos observó al mediano deforme y al hombre de aspecto enfermizo, a quienes había pasado por alto inicialmente, y luego alzó la cabeza para ver descender a la polilla gigante. Tras ello se giró hacia Akta y clavó sus ojos helados en ella. Una profunda arruga apareció en su entrecejo:

— ¡Jamás ocultaría la grandeza de mi orden paladinesca! Quiero decir... otra vez, y ya me avergoncé bastante en aquel entonces. Mi joven Akta, ¿no respiras el mal que impregna este lugar? Es evidente que este maltrecho grupo no parece precisamente tocado por la Fe, pero en ese lugar hay algo profundamente abominable. Es más, las palabras del grillo volador coinciden con los rumores que escuchamos en Hommlet, y no hacen sino aumentar mi convicción de que la semilla del mal aquí ha germinado. Y si llevar la luz a un lugar donde gobierna el mal y ajusticiar a los responsables de la muerte de un noble paladín es ceguera, entonces seré ciego, ¡pero moriré fiel al camino que juré recorrer! — se golpeó apasionadamente el metal de la coraza con el guantelete.

Luego miró a la sacerdotisa de arriba a abajo, y la dureza de su rostro se suavizó y transformó en piedad.

— Dulce Akta, los caminos de Seyran son inescrutables. Y si en su infinita sabiduría ha puesto en nuestro camino a estos castigados individuos para ayudarnos a combatir un mal de proporciones colosales no debemos cuestionarlo. — volvió a mirar al Glÿnmaer, volando algo más cerca y ya bien visible. Parecía ser el líder de todos ellos, dado lo mucho que gustaba de hablar. Un bichejo de apariencia repugnante, a decir verdad. — ¡Extraño ser polilla! Sería interesante conocer tu nombre, si es que tienes y lo puedo pronunciar. Si necesitáis descanso para reponeros de vuestra penosa derrota, así sea. Pero dado que no os conocemos debo aclarar que si tenéis intención de tendernos una vil trampa a costa de prestaros nuestro auxilio, sabed que nos defenderemos. — miraba directamente al thri-kreen, que parecía especialmente amenazador , al contrario de los otros — Ahora llevadnos a un lugar seguro, si conocéis este terreno.

Crodos era incombustible. Siempre que había alguien en peligro, allí iba él, ignorando todas las señales de alarma. Afortunadamente no teníamos a nuestro trovador soltando gorgoritos para animarnos a darnos prisa por largarnos de allí, pero era ya suficientemente complicado sin él.

-¿Entonces podemos irnos ya? -pregunté con cierta desgana, pues me daba lo mismo entrar que no, marcharnos a otro lugar en donde descansar o simplemente quedarnos allí para ver si salía algo del templo o no.

Habíamos encontrado lo que habíamos venido a buscar, por lo que en realidad, no debíamos ir más allá. Pero dudaba que quedase todo así. Sabía, por experiencia, que ya fuese a causa de unos o de otros, o de la moral que casi siempre argumentaba no tener y que sabía que continuaba dentro de mí, oculta, siempre terminábamos por lanzarnos de cabeza a los problemas.

Aquel bicharraco no hacía más que soltarnos frases del tipo "podéis iros en paz que ya moriremos nosotros por nuestros ideales" y bla, bla, bla, bla, como si pudiera conseguir que nos sintiésemos mal.

Pero la verdad era que me daba igual. El aburrimiento y la indecisión eran lo único que me podían en aquellos momentos.

-Mi querido Crodos, el mal impregna todos los lugares, solo que vos únicamente lo veis cuando queréis. Así que decidiros ya si nos vamos o nos quedamos, si entramos o descansamos, o si comemos algo o nos echamos a dormir. A mí me da lo mismo una cosa que otra. A propósito. ¿Qué demonios es un gnoll?

- Estimado Crodos, viajamos con una tiefling, el olor al mal ya no lo detecto. Además, no soy un perro. - Y guiñé un ojo a Lerissa. - Y no sé para que hacéis caso a esa polilla, no hace más que intentar marearnos con su berborrea. Y sí, para ser sinceros y a pesar de mi raza, me importa poco lo que le pasen a los insectos, lo mismo que lo que les ocurra a los gnoll. - Suspiré y miré a Crodos. - Lerissa tiene razón, salimos de nuestro hogar, - o al menos el mío, - para comprobar una información que no era correcta y nos hablaron de esto. Hemos venido, hemos visto y si es tan peligroso como estos "valerosos" guerreros afirman, lo mejor será retirarnos, hablarlo con Mitil y volver con refuerzos si es necesario. Si el paladín está muerto ya no le importará esperar unos días más o menos.

La tiefling se impacientaba y a mí la polilla me estaba tocando la moral con sus juegos de palabras. Al final acabaría aplastándola con mi bota contra el suelo como se posase sobre él. - La misión que me encomendó Mitil no fue la de despejar este lugar del mal, mi buen Crodos. Además, ¿quién no nos asegura que ellos no son los ocupantes de ese lugar y acaban de echarles a patadas del mismo? - Le pregunté al paladín. - ¿Recordáis lo reacio que fuísteis con Mitil? ¿Cómo nos pasó factura? Pues estamos anclados en un punto similar, mi estimado paladin. Yo confío en ellos lo mismo que vos en Mitil en aquellos días y seguramente ahora.

- Un gnoll es un hombre hiena. Un ser hibridado entre ambas razas y allí dentro, les aseguro que hay muchos y muy peligrosos. - Explicó el arcano. - Subamos a esa colina y yo mismo prepararé un lugar donde podamos descansar el tiempo suficiente como para afrontar el reto que tenemos entre manos. - Informó el joven. - Debemos planear el asalto, pues un asalto frontal, pese a que ahora somos más, es peligroso y se saldaría con demasiadas bajas... - Negó con la cabeza. - Y dudo que logremos derrotar a esas criaturas si no utilizamos de alguna forma, el sigilo.

Dicho aquello, el grupo se alejó del templo y cuando estaban a punto de subir a lo alto de la colina fueron testigos de como finalmente del interior del templo empezaban a salir un sinfín de criaturas híbridas y bípedas con aspecto de hiena, las cuales iban armadas hasta los dientes y lucían brillantes armaduras. Sin embargo, tras llegar a la cima y empezar el descenso para salir de la vista de sus enemigos, el arcano sacó una cuerda de su bolsa y tras unos pases mágicos, ésta se extendió en vertical de forma autónoma.

- Si subimos por la cuerda, accederemos a un espacio interdimensional donde no hace frío, ni calor y donde nadie podrá vernos. Estaremos a salvo de cualquier enemigo. Es un lugar idóneo para pasar un tiempo, descansar, recuperarnos de nuestras heridas y prepararnos para el combate. - Le ofreció la cuerda a Crodos, pero este con ciertas dudas, no la aceptó. - ¿No? - Se encogió de hombros. - Está bien... - Y sin más, el arcano comenzó a subir la cuerda y al llegar al final de la misma. se introdujo en un espacio invisible y medio cuerpo suyo desapareció. - ¿Suben o se van a quedar mirando? - Preguntó soriente.

Vale, un hombre hiena. ¿Y eso qué significaba? ¿Qué enseñaba sus dientes para alimentarse de alimañas y se reía sin parar? Bueno, no era muy impresionante, aunque desde luego significaba que alguien se estaba tomando demasiadas molestias para crear o disponer de criaturas que tuviesen entretenidos a gente como aquella... o a nosotros.

El caso era que al final, estaba claro que no nos íbamos a conformar con haber llegado hasta allí, sino que intervendríamos, antes o después, con mejor o peor suerte.

El joven señaló un lugar en el que pudiésemos descansar y hablar, así que lo seguimos, dando por zanjado el asunto sobre si nos volvíamos a no. Sabía en mi interior que Akta estaría deseando regresar con Mitil, pero quizás le sintiese bien estar alejada de él durante algún tiempo para conseguir algo de perspectiva. Lo mío era diferente. No necesitaba tener al trovador permanentemente entre mis piernas. Necesitaba algo de oxígeno.

Finalmente, cuando llegamos a la colina, el joven sacó una cuerda que extendió hacia arriba. Seguí la cuerda con la mirada, viendo como se elevaba por sí sola hasta un punto en el cual no distinguí nada. Tendría que creer lo que decía, porque desde luego a la vista no aparecía más que el cielo que estaba sobre nuestras cabezas.

Él mismo fue el primero en utilizarla y desaparecer ante nuestras narices.

-Buen truco. Pues me parece que yo voy a subir también -dije, agarrándome a ella e iniciando el ascenso detrás del muchacho.

Un familiar dolorcillo de cabeza empezó a aparecer tras el ojo izquierdo de Crodos. ¡Ah, maldito fuera ese bardo por haberle dejado sólo junto a aquellas dos condenadas hembras!

Y por si fuera poco, Mitil. De nuevo. Maldito fuera también ese delincuente pelón con cara de estreñido. Si no fuera porque gracias a él habían conseguido aclarar el pequeño malentendido generado tras asesinar a algunos miembros de una secta que al final resultó ser legal...

— Akta, Mitil de ningún modo es patrón para esta misión que acaba de aparecer ante nosotros y que no podemos rechazar con nuestra conciencia en paz. Pero vamos, vamos. Sigamos al amable Redrick, ¿quieres? — la guió suavemente desde el hombro para que caminara de una vez. — Luego hablaremos más de todo esto en un lugar tranquilo.

SIn embargo, el lugar de descanso no le convenció en absoluto. Y si no hubiera sido porque Lerissa lo hizo primero, jamás hubiera agarrado la cuerda y subido por ella para entrar en ese "refugio interdimensional".