Partida Rol por web

FECHA: 8 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL JURAMENTO.

HORA: MÁS AVANZADA POR LA TARDE.

LUGAR: PUEBLO DE ANTORCHA: TABERNA LA FUNDICIÓN.

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO. TEMPERATURAS FRÍAS.

Briaeros se había mantenido en silencio, puede que algo atontado, reflexionando sobre todo lo ocurrido y las repercusiones de sus actos. ¿Tenían razón los unos con su postura de que había que atrapar primero a los bandidos de la superficie? ¿O era Emil el más sensato al haber abordado primero el problema principal? El borg se sentía más inclinado a pensar lo segundo, pero si aquella gente se escapaba, podrían no saber jamás el por qué de aquello. Algo buscaban desviando la energía, pero los motivos se le escapaban.

Mientras caminaba aparentemente ajeno a todo hacia la taberna, siguió dándole vueltas. El motivo no se escapaba del todo, si eran lógicos. Estaban alimentando algo. Pero algo era un término absurdamente amplio, que podría abarcar cualquier cosa. Desde un robot de combate gigante hasta una nueva línea de muñecas para niños, las posibilidades eran amplísimas, o al menos lo habrían sido en Santa Fe. Allí, ¿quién sabía?

Ya en la taberna, con la mirada perdida en el fuego, siguió dando vueltas a aquello. ¿Qué estarían buscando cargar? ¿Y por qué estaban dispuestos a matar por ello?

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- Yo cuidaré del concejal - respondió Alexa a las inquietudes, bien fundadas, de Halberd - aún estoy herida y...si os soy sincera, no me encuentro muy bien desde mi... regreso.

Contempló los rostros de sus compañeros uno a uno, esperando alguna reacción, ya fuera positiva o negativa.

- Sin mis herramientas no creo que os sea de mucha utilidad, puedo aprovechar para repararlas mientras vigilo al concejal, y de paso tener una noche de descanso completo, siento que mi integridad mental, espiritual y física depende de ello - 

Cierta pena acompañaba la voz de la médium, por no poder asistir a sus compañeros en el remate de la misión, pero siendo objetiva, en su estado actual sería más un lastre que una ayuda.

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Las palabras de Alexa hicieron que el elfo albino le mirara con lo que parecía genuina preocupación. La verdad es que desconocía las reglas que implicaban pasar por la tierra de los muertos y, de hecho, hubiera juzgado imposible que algo así ocurriera. Y menos dos veces como le había pasado, según todos los indicios, a Alexa.

- Mi idea, Alexa, es que todos tengamos una noche de descanso completo. No te mentiré: preferiría que nos acompañaras. Tu ayuda, aunque sea alejada de tu mejor momento, es importante para todos. Ya debe quedar poco- sonrió a la mística, en parte para darle ánimos, en parte porque la belleza de su compañera le parecía de una tremenda ternura, y en parte porque realmente se sentía mejor ahora que habían salvado el pueblo y, sobre todo, le habían resucitado a ella.- ¿Qué me dices si demoras tu decisión hasta ver si el concejal se encuentra mejor? ¿Alguien avisa a Val? Seguro que le gustará ver a su padre recuperarse.

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La puerta se abre de repente, dejando de entrar un vendaval de viento frío de la calle por un momento, antes de cerrarse. Es Val, que entra en tromba.

- "¡Qué susto! ¡He visto luz desde la casa y no sabía si eran otra vez intrusos y ladrones! ¡Sois vosotros! ¿Cómo ha ido todo? ¿Encontrasteis un remedio para mi padre?" - Dice, ansiosa y preocupada.

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Todo estaba siendo más complicado de lo que parecía en un principio, si bien, la falta de equipamiento había resultado un verdadero handicap. Se trataba de una excelente prueba para los Rifts Warriors, un escenario nuevo ante el que demostrar la valía de cada uno, ver la pasta de la que estaban hechos. Hasta el momento, no sin sufrimiento, lo estaban logrando. Poco a poco, había ido recordando fragmentos de una vida pasada, ¿De verdad era suya? Que importaba, solo lo hacía el presente, el hoy, mañana podrías estar muerto. Empezaba a disfrutar de la presión, esa sensación de tener el culo expuesto en todo momento y tener que correr para que no te lo agujereen... La presión, esa vieja amiga, la recordaba perfectamente. Estaba vivo, así que, ¿A quién le importaba usar ropa de un muerto un poco más de tiempo? Detalles insignificantes, sin duda.

Hacía un frío del carajo, incluso para un comando bien entrenado y acostumbrado a las penurias de la intemperie, pero resistió. Sus heridas eran moderadas y trató de concentrarse en alejar el dolor de su mente, no existía, dejarse vender por él te hacía débil. Estaban llegando al pueblo, la voz de Emil llegó a sus oídos y Shidi tomó la pistola de nanitos que llevaba encima para administrarse tres dosis de aquella sustancia curativa que regeneraría sus tejidos, no había tiempo de descansar, esos bandidos debían ser cazados cuanto antes o darían más problemas. Al entrar en la taberna, la pistola ya estaba en poder del elfo albino.

Podría dárselas de duro todo lo quisiera, lo cierto era que no rechazaría un baño caliente si hubiese al menos una hora de tiempo para tomarlo, lástima. Sin embargo, ya habría tiempo para el ocio y el descanso, por lo menos tomarían algo caliente y se calentarían junto al fuego el tiempo justo y necesario. Miró un lugar donde acomodar parte de su equipo y escuchó lo fueron diciendo sin interferir, de momento.

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Halberd había asentido a Emil, pero aguantó un poco más calentándose junto al fuego.  Sólo un poquito más...

Ya se estaba quedando adormilado cuando la entrada de Val haciendo preguntas a toda velocidad le hizo dar un brinco y despabilarse de inmediato.

— ¡Ah! Uf, caray... sí, somos nosotros. Bien, bien, ahora tenemos un poco de frío, pero ha ido bastante bien... En cuanto a tu padre, bueno, creemos, importante esto, creemos que podría ayudarle. Podría. — matizó varias veces. No quería pillarse los dedos con la muchacha, porque si no les quedaría que escuchar. Bueno, a Emil, que para eso era el líder y por tanto su deber era comerse esos marrones. Recibió del susodicho elfo la pistola de inyecciones y se acercó a Val, dispuesto a seguirla— ¿Dónde se encuentra el buen hombre?

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Halberd acompañó a Val a la vivienda familiar de los Baine, situada al lado de la taberna y de la fundición, formando un pequeño complejo de tres pequeños edificios de planta baja.

El Concejal estaba en cama. Halberd le administró la súper-dosis de nanitos del inyector negro, esperando que sirvieran. El hombre cayó inconsciente, en lo que el tecnomago enano esperaba que fuese un sueño reparador y no un coma profundo e irreversible. Habría que visitarle a la mañana siguiente para ver si durante la noche había expulsado los nanoides invasores que estaban dificultando seriamente todos sus procesos cerebrales.

Tras hablar brevemente con Val, Halberd se despidió de ella y regresó con los Rifts Warriors, dando su reporte a Emil.

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La llegada de Val hizo sonreír a Emil quien asintió a las palabras de Halberd entregándole lo que, esperaban, pudiera ser una  curación para el concejal.

- Bien, Val. Creemos que sí pero hasta que no pase esta noche no podremos saber si era el medio adecuado. Esperamos que así sea porque hemos tenido que atravesar un infierno para conseguir esta cura, y para solventar el problema con la llama de la antorcha y evitar una enfermedad que hubiera aniquilado al resto del pueblo- Emil dejó que un enorme cansancio, que no tuvo que fingir, se mostrara en sus palabras pero, acto seguido, volvió a sonreír.- En fin, confío que la cura será la adecuada. Halberd, ¿te importa encargarte de administrarla? Val, tu padre debe descansar esta noche plácidamente. Ya, mañana, comprobaremos si la cura tiene el efecto deseado. Muxu, Alexa, ¿al final os venís a nuestra última misión o vais a quedaros aquí? Vicky, entrégame mejor nuestra última pócima si Muxu se queda. Es posible que alguno la necesite. 

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Halberd entró en la taberna rascándose un ojo con la pistola inyectora colgando de una mano.

— Bueno, ya estoy aquí. Le he pinchado y se ha quedado dormido. O eso espero, que esté dormido y no en coma y se muera durante la noche. ¡En fin! Aquí traigo la pistola negra de nuevo. Si alguien más necesita curación ya podemos usar esta. Si le metemos un canister de nanoides como si fuera un cargador tendremos un método de curación mucho mejor que la pistola marrón. — levantó la pistola inyectora y la miró a la luz — Debe tener dentro algún tipo de potenciador o algo así...

Devolvió la pistola a Emil y se acercó al fuego de nuevo, dispuesto a secar sus ropas y tomar algo de la sopa que había calentado Equilibrium.

— Estoy con Thomas. — dijo dando un sorbo al cuenco — Cuando terminemos lo primero que haré será comprarme ropa nueva. Y algo de abrigo. Y unas buenas botas. A mí tampoco me gusta llevar los zapatos de un muerto. El que fuera tenía los pies muy estrechos...— en su día no lo vio porque estaba medio muerto, menos mal, pero la imagen de alguno de sus compañeros quitándole los zapatos a un frío cadáver y poniéndoselos a él le resultaba algo perturbadora. Le dio un escalofrío y se acercó un poco más a las llamas.

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La comida y el calor ayudaron a que el mago volviera a encontrarse más animado. Aquella aventura todavía no había acabado, quedaba poco en el horizonte, pero todavía quedaba algo. No quería descuidarse en el último momento y hacer que eso le costara muy caro.

—No sé si tenéis alguna poción, chute o similar que pueda ayudarme a sanar mis heridas. Estoy un poco tocado la verdad, puedo continuar sin nada pero si podemos improvisar una cura rápida que me permita ir en mejor forma, pues lo agradecería la verdad.

Escuchó a Halberd pronunciarse respecto a la ropa de muerto que llevaban y alzó las manos contento de que alguien hiciera caso a sus requerimientos y pensara de forma similar a él.

—Es que... se supone que somos unos héroes, pero hemos pasado por alto que matamos y saqueamos a unos antiguos tenderos para volver a su pueblo vestidos con su ropa. Que es cierto que nos atacaron ellos primero, pero reconocerme que todo esto es un poco macabro. Además tiene poco estilo y vestidos de tenderos no imponemos mucho. La imagen es muy importante para un grupo.

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Había vuelto a salir el tema de la ropa con lo que...

- Coincido con ambos. Pero creo que cada uno deberá, con su parte del botín, decidir en qué se gasta la misma. En todo caso, a esta hora, comprar ropa no será posible. Entendedme: no lo digo por decir, y desde luego, en mi caso, haré compras para mejorar mi atuendo, y aconsejo a todos hacer lo propio. Pero cada uno deberá decidir, con sus dineros, lo que hace. Después de todo, una vez regresemos del almacén, mi idea es descansar un poco para recuperarnos, repartir ganancias, y ya después, buscaremos nuevos contratos. Si acaso. Y una vez este haya terminado.

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Shidi asintió, no sin reticencia, cuando escuchó a Halberd ofrecerse a reducir el tiempo de espera de quienes necesitaran secar su ropa. Seguía teniendo las ideas claras con respecto a la magia, sin embargo, aquello era algo sutil y práctico, debía reconocerlo. Rebuscó en su mochila a fondo primero, comprobando entre su contenido, para extraer la caja metálica que contenían las tres pistolas de bengalas obsolescentes. Se acercó a Emil y dejó el objeto sobre la mesa, a su alcance.

Para cuando llegó al tecnomago, este mostraba síntomas de agotamiento y no podía cumplir con su ofrecimiento. Mejor, pensó el antiguo sargento, prefería el contacto del agua caliente sobre su rosácea piel. Echó un vistazo alrededor y fijó la mirada en Briaeros, le necesitaría para desprenderse de la pesada armadura con relativa rapidez. Mientras su ropa permanecía secándose junto a la chimenea, apoyada sobre una silla de madera, acabó dándose el lujo de disfrutar del aseo para hacer tiempo.

Ya en la mesa, con el cuenco de sopa recién empezado, observaba a Alexa y Muxu con cierta preocupación. No eran las únicas que necesitaban un descanso o remiendos, así que en una de esas pausas, se dirigió a Emil. — Algunos necesitan un chute de eso, ¿No tenemos más? No sabemos que nos encontraremos en ese almacén y no quiero sustos pasados.

La sopa no duró demasiado, pero sentó estupendamente. Adecentó un poco la armadura antes de volver a pedir ayuda al cyborg para volver a vestirla y repasó el resto del equipo.

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Emil negó con la cabeza a la pregunta de Shidi.

- No, de esos chutes no tenemos más. De hecho, salvo que a alguien le quede alguno que yo no tengo controlado, por ahora nuestra última curación es la poción especialmente buena que llevaba Vicky- vio en ese momento que la ranger iba a dársela a Muxu y negó con la cabeza.- Si Muxu va a quedarse aquí, no la va a necesitar y se curará con el tiempo y el descanso. Como todos. Esa poción, Vicky, debe ir a quien la necesite durante la incursión. No tenemos otra cosa y quiero minimizar el peligro de cualquier muerte. Si no te importa, dámela y ya gestiono yo cuando alguno caigamos.

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HORA: MUY AVANZADA LA TARDE.

LUGAR: ANTORCHA: ALMACÉN DE GARMEN ULRETH.

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Tras prepararse tan deprisa como pudieron, pues pensaron que no había tiempo que perder, los Rifts Warriors, exceptuando a Alexa y Muxu, que se habían quedado en la Taberna la Fundición; avanzaron hacia las inmediaciones del almacén "secreto" del mafioso del pueblo.

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HORA: MUY AVANZADA LA TARDE.

LUGAR: ANTORCHA. - INTERIOR DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN.

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Muxu observó a Alexa cuando ésta regresó. No sabía cuánto tiempo había pasado, y casi no recordaba todo lo ocurrido. Tenía sus lagunas. Entre castañeteos de dientes y mientras se abrazaba a sí misma para entrar en calor, Muxu se decidió a preguntar a su compañera.

- ¿Dónde están los demás? ¿Qué ha pasado? - Preguntó con algún tartamudeo entre tiritona y tiritona. Veía a Alexa bastante entera, en comparación con ella misma, así que le resultó fácil suponer que la habían dejado para que cuidara de ella.

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HORA: MUY AVANZADA LA TARDE.

LUGAR: ANTORCHA. - INTERIOR DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN.

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO. TEMPERATURAS FRÍAS.

Muxu parecía volver en sí misma después de tanto tiempo, Alexa le dedicó una sonrisa sincera - Tranquila, han ido a rematar el trabajo, puede que averigüen quién está detrás de todo este plan, o puede que no. Lo que tengo claro es que estarán bien - sus palabras rebosaban confianza.

Se sentó junto a ella y frotó su tersa espalda, tratando de que entrara en calor - estás helada, deberías darte un baño caliente, si pasas así la noche podrías tener secuelas, déjame ayudarte - deslizó su otra mano hacia la del vibro-cuchillo, en un suave movimiento desde el antebrazo, para no asustarla. Pese a que Muxu no había pasado por todo lo que ella, era capaz de empatizar con la maga - Tranquila - le dijo - éste lugar es seguro - terminó diciendo con su mano sobre la empuñadura, mirando a sus ojos para obtener el permiso tácito de retirárselo.

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HORA: MUY AVANZADA LA TARDE.

LUGAR: ANTORCHA. - INTERIOR DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN.

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Muxu dejó de oponer resistencia en cuanto Alexa colocó su mano en el brazo del vibrocuchillo. No había peligro, ya no estaban en un lugar ajeno donde podía atacarles cualquier cosa o podían perecer por cualquier trampa o efecto nocivo. Estaban a salvo, y reconocía la taberna. Bajó la mano y dejó de hacer presión sobre el arma. Devolvió a mirada a Alexa, y quedó claro que le permitía retirar el vibrocuchillo.

Ahí, sentada frente a la chimenea, había empezado a recuperar el calor corporal... pero aún necesitaba más tiempo.

- El baño me parece una idea estupenda. - Afirmó. - ¿Cuánto tiempo llevo así...? - Preguntó. No recordaba nada del camino de vuelta. - Y... ¿cuánto tiempo tenemos? - Preguntó dejando entrever una sonrisa mientras calculaba cuánto podrían tardar en volver los demás. Suponía que dependería de si se topaban con más o menos resistencia... pero al menos estaría bien calcular un mínimo.

FECHA: 8 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL JURAMENTO.

HORA: MUY AVANZADA LA TARDE.

LUGAR: ANTORCHA. - INTERIOR DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN.

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO. TEMPERATURAS FRÍAS.

Llevas... un buen rato la verdad - no quería hacerla sentir mal, pero la tampoco mentirla - desde que acabamos con la androide que te disparó, y Emil y el resto arregló el problema en el reactor... más toda la vuelta. Me tenías preocupada.

Pero parece que ya estás bien, sólo necesitas entrar en calor - frotó delicadamente la espalda de la maga con sus dedos, tratando de hacerla entrar en calor - Tiempo... no deberían tardar mucho, pero creo que tendremos de sobra, ya sabes como son, el sigilo, acabar con todos, saquear, sí, puede que podamos tomar varios baños - respondió con una divertida sonrisa en el rostro.

Además, el agua ya está caliente, sería una pena que se enfriara.

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HORA: POCO DESPUÉS DEL OCASO.

LUGAR: ANTORCHA: INTERIOR DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN.

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO. TEMPERATURAS FRÍAS.

Había transcurrido un largo rato, y Alexa y Muxu habían tenido ocasión de charlar, darse un baño y recuperar buena parte del calor perdido por el largo chapuzón en las frías y contaminadas aguas del Estanque de las Lágrimas.

Estaban ante el fuego de la chimenea, esperando con cierta inquietud la llegada del resto de los Rifts Warriors de su asalto al almacén secreto de Garmen Ulreth cuando ambas creyeron oír sonido de pasos fuera y el rechinar de, al menos, dos armaduras pesadas. Poco después se abría la puerta...