Partida Rol por web

FECHA: 8 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL JURAMENTO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

LUGAR: BAJO LA COLINA NEGRA: CUBIERTA CIENTÍFICA.

CLIMA:(EXTERIOR): INVERNAL. CIELO DESPEJADO. TEMPERATURAS FRÍAS.

Cacharros por aquí, cacharros por allá. Todo el mundo más preocupado de saquear que de cubrir las salidas o, dicho ya sea de paso, comprobar si había más regalitos del androide. O del que fuera, ya que estábamos.

- Así que le tocará al pobre de Callahan bailar con la más fea. -  Pensé mientras iba de acá para allá tratando de no tocar nada que pudiese sentirse ofendido y hacer "pum".

La cuestión, es que todo aquello carecía de sentido. Si la dichosa nave había dejado de proveer a Antorcha con su principal fuente de energía. ¿Dónde se había ido?

Decir que algo se apaga, así como así es absurdo. Hasta la central nuclear más básica requiere de un protocolo se apagado seguro por algo. La descomposición radiactiva no es algo que lleve un interruptor adherido. Eso me escamaba. Me escamaba hasta el punto de parecer un pescado.

- Vamos a ver chaval. Si tienes potencia del orden de Peta o Exajulios que están siendo liberados de forma, digamos "controlada" y de repente desaparecen, hay pocas posibilidades. O están escapando por otro lado, cosa poco probable. O están siendo derivados, cosa posible. O están acumulándose de mala forma hasta alcanzar una masa crítica, cosa totalmente horrible. - Desarrollé mientras un horrible instinto de supervivencia empezaba a aflorar en forma de gruñidos estomacales.

- Oye Halberd. Por un casual, ¿A dónde crees que está yendo toda esa energía que en el pueblo echan tanto de menos? - Le dije casualmente mientras todavía rumiaba las opciones. - Me preguntaba si no podrías averiguarlo ahora. Mejor cuanto antes. Por favor. Tengo la sensación de que dentro de poco vamos a ver un precioso despliegue de energía fuera de control. Uno que nos mande a un barrio muy, muy lejano, amigo. - Mascullé. - ¿Podrías hacerme ese favor? No quiero ver mi precioso culo volatilizado. No digo que vayas a encontrar un reloj con una cuenta atrás, pero, si es así, me encantaría saber cuánto le queda. - 

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Vicky le dio a Muxu la poción y se alegró que la mujer mejorase. Decidió darse un descanso esperando a ver que hacía el resto, pero la justice ranger desconectó demasiado de la realidad. Para cuando se dio cuenta, se había quedado atrás y tuvo que seguir las voces de sus compañeros hasta unirse a ellos. Por suerte (o desgracia) ninguno parecía haberse dado cuenta de su ausencia, así que Vicky aprovechó para unirse a la conversación.

- Los orcos y rátidos que hemos abatido tenían también algo de dinero. - dijo golpeando con la palma de su mano la mochila que llevaba a la espalda, indicando que lo había guardado ahí. - Pero nada más que valiese la pena el esfuerzo y espacio. 

A Vicky se le iluminó la expresión al ver la pistola de la androide en las manos de Halberd y escuchar cómo el enano decía que no estaba destrozada y que además tenían cargas. Las ganas de volver a sentir un arma de fuego en sus manos y apretar el gatillo crecían por momentos, pero no quería parecer egoísta y reclamar el botín. Además era posible que Equilibrium también le tuviese el ojo echado.

- También les he cogido varias tarjetas de acceso marrones, por si acaso las necesitamos. - acabó de añadir, intentando apartar de su mente esa sensación de necesidad que le impulsaba a pedirse el arma de la androide para ella. 

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Me inclino de hombros ante la felicitación de Hallberd. Tú eres el experto en reparar maquinaria y yo en desactivarla. Nos complementamos. Su comentario sobre la Droide me deja pensativo. Sabemos que aquí hubo una cultura avanzada. ¿Pero tanto como para que una de sus creaciones sobreviva entre la gente sin que se enteren? Veo más probable que pudiera ser una creación de la gente de la nave. Cuando la nave se estrelló sobrevivió por ser una máquina, así que puede haber estado vigilando la nave y por algún motivo haber decidido que Antorcha no merecía tener el fuego.

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Muxu resopló y bajó los brazos cuando acabó de examinar el lugar.

- No he detectado nada de magia por aquí. Todo lo "raro" - dijo entrecomillando la palabra con los dedos - es tecnológico. -

Miró en dirección a Emil, esperando a que el líder del grupo les diera nuevas indicaciones. - ¿Detectas más enemigos cerca? - Preguntó. A pesar de estar prácticamente sanada aún le escocía el lugar donde había impactado el disparo de la loca suicida.

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— ¿Crees que era una máquina androffan, Equil? — miró el muñeco quemado que era la androide. Torció el gesto. — ​​​​​​Yo diría que no. Por lo que sabemos, pasó por las cuevas de los skulks hace unos cuantos días. Supongo que iría con su alegre grupo de orcos, ratas con pinchos y perros apestosos. — negó con la cabeza — No, yo creo que ha venido de algún otro lugar y que ha apagado el fuego por algún interés que se nos escapa... Pero me sigue sorprendiendo mucho. Hace que me pregunte si no habrá gente con acceso a tecnología más avanzada aún. Eso sería muy interesante.

Halberd se quedó pensativo antes las preguntas del mercenario.

— ¿La energía? Hum. Sigo pensando que una parte de la energía se dirige hacia el almacén secreto del mafioso aquel. Pero en cuanto al fuego de Antorcha, me temo que no se dónde puede estar yendo a parar. — arrugó la frente, empezando a preocuparse — ¿Tú crees que esto puede salir volando? Bueno, desde luego tanta energía tiene que estar acumulándose en algún sitio. Parece una posibilidad... Dame un momento. — dijo cerrando los ojos para concentrarse.

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- Equilibrium, Halder, buen trabajo. dijo Emil al comprobar que ambos habían logrado hacerse con el cuerpo de la androide y registrarlo.- Es una pena que no la hayamos podido capturar en funcionamiento. Quizás hubiéramos podido obtener información... pero bueno, lo esencial es que ninguno hemos fallecido. Y no solo eso: por lo que parece hemos eliminado a una de las últimas amenazas de este lugar, quizás la esencial. Respondiendo a tu pregunta, Halberd, no, no creo que sea androffan. Al fin y al cabo entró en este lugar, probablemente buscando algo. Sería importante averiguar quien tiene la suficiente capacidad para crear algo así. Y más si, como parece, es nuestro enemigo. Por otro lado... No, Muxu, ahora mismo no noto enemigos... aunque sí siento que hay todavía peligro en este lugar, lo que es extraño. No nos relajemos. Y me alegro que tanto tú como Vicky y como Alexa estéis ya aquí. Vicky, no te preocupes. Los he saqueado ya, aunque faltarían las cotas de cuero que pueden tener su valor, una vez se limpien y adecúen- hizo una pausa el elfo albino tras estas palabras mientras terminaba de recoger la totalidad de los bienes que se encontraban y continuó.- Pero eso no es ahora mismo en lo que debemos gastar nuestro tiempo. La pregutna de Equilibrium es buena. No creo que hubiera supervivientes, no muchos al menos. Y fue el aislamiento y la falta de instrucciones lo que enloqueció y produjo el mal funcionamiento de las máquinas. Y, como bien dice Xavier, no hemos solventado el  problema de adonde va la energía. Es prioritario, en efecto. Dos cosas. Halberd... en la habitación de donde vengo hay ordenadores con palabras en lo que creo que es androffan. Deberías miralo todo. Segunda, cuando salgamos de aquí pondremos todo lo obtenido desde que llegamos a este plano en común para repartirlo de forma justa entre todos. Y tercero... tenemos que revisar todas las habitaciones que restan por mirar, y alguien debería abrir el armario al que pretende castigar Shidi, pero primero hay que entrar en esa sala- concluyó mientras apuntaba a la puerta que se abría hacia el este. 

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Si bien estaba deseando abrir la taquilla que Shidi no había podido abrir, prefiero esperar a que abran esa puerta y asegurarme de que todo está bien.

Mientras tanto dejo los restos del robot a los pies de Hallberd. Puedes mirar si tiene algún componente que te sirva. Si no, de todas formas podemos utilizar el metal que tiene para hacer algo con él.

Luego espero a ver qué quiere hacer Emil, no sea que les ataque algo y no esté cerca para ayudar.

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Halberd abrió los ojos después de tomarse unos instantes para concentrarse. Echó un último vistazo al androide quemado.

— Yo diría que se ha quedado totalmente frita, Equilibrium, pero si no te importa cargarla de vuelta a Antorcha nos la llevamos. Allí le podremos quitar la armadura que se le ha quedado pegada con más calma, y si le dedicamos algunas horas igual podemos extraerle algo interesante, o al menos investigar un poco de dónde demonios ha salido... Pero eso luego. — se giró hacia Alexa — Tenías razón, Alexa. Antes de que apareciera la patrulla de orcos y sus ratones me dijiste que notaste el zumbido de una máquina forzada. Yo también lo noto ahora, y diría que está emitiendo MUY por encima de lo que debería ser seguro. No me extrañaría que el mismo que preparó la trampa eléctrica haya puenteado los sistemas de seguridad del generador. — se apresuró hacia las puertas que llevaban a la sala de los ordenadores que le había indicado Emil. — Voy a echar un vistazo a esos monitores, Emil. Efectivamente, puede ser información importante que nos pueda ayudar a desconectar la maquinaria antes de que, hum, explote o algo...

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El combate había sido arduo y difícil, forzando al grupo a dividirse en dos y recibiendo diversas oleadas de enemigos. Poco a poco habían logrado ir abatiendo a los oponentes hasta que solo quedó la mujer de pelo violeta con una endiablada pistola que casi mata a Muxu y que hirió al propio Daeron. Pero la propuesta de no ceder y no esconderse de ella, de plantarle cara en el pasillo mediante intercambio de disparos, o proyectiles mágicos en su caso, sumado a varios conjuros inutilizadores y que Equilibrium terminó por rodear el complejo y acercarse a ella al cuerpo a cuerpo, hizo que la mujer terminara por caer aparatosamente en su propia trampa, quedándose frita. Habían sufrido, pero los Rifts Warriors habían prevalecido.

Cuando Emil retornó tras vencer su propio combate, dio indicaciones de saquear los cuerpos y seguir explorando el lugar. El joven arcano no perdió en mente uno de los objetivos principales de su descenso.

- Halberd, tu que entiendes sobre estos aparatos y herramientas tecnológicas, a ver si alguno podría revertir el proceso degenerativo del concejal - le recordó mientras él mismo observaba cómo el grupo de orcos, rátidos, la gárgola y la mujer, que resultó ser una droide, curiosamente habían improvisado un altar a una suerte de Dios Máquina, haciéndole ofrendas. Se preguntó qué habría llevado a una criatura biónica, científica, robótica, a volcarse en la búsqueda o creación de una deidad. Tal vez solo para atraer y vincular a sus esbirros, más crédulos. ¿O ella misma estaría unida al culto? Tampoco era tan descabellado, ya que en ese mundo las presencias divinas existían y buscar el apoyo de una no sería baladí.

- Si el generador está aquí al lado, quizás él nos dará las respuestas sobre el irritante y enfermizo ruido y la desaparición de la energía en Antorcha - convino el mago.

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- Aprovecha para echar un vistazo Halberd, aun no ha llegado Alexa. ¡¿Todo bien Alexa?! ¡te estamos esperando!- tras estas palabras miró a los presentes.- Por ahora la expedición es un éxito. Mi idea es revisar la estancia, o las estancias, que haya tras esta puerta- dijo señalando a la puerta que les cerraba el paso al este- Y, por supuesto, si la misma es la que ocasiona los problemas en la ciudad, solventarlos. Hecho esto, revisaremos toda la zona, y nos llevaremos todo lo que haya de valor, y trataremos de regresar sin usar el ascensor, a ver lo que nos encontramos. Mi opinión es poner en común todo lo que hemos encontrado desde que pusimos el pie en este mundo, y ya repartirlo de forma definitiva y lo más justa posible. 

Hace una pausa, comprobando si ha llegado Alexa y si ha vuelto Halberd, llegando incluso a esperar unos instantes, para finalmente, abrir la puerta a la que acaba de referirse.

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— Ya voy, ya voy. — respondió a Emil, avanzando hacia la sala que le había indicado. Al parecer el elfo se olvidaba que no todo el mundo tenía unas piernas larguiruchas y desproporcionadas con las que ir saltando por ahí de flor en flor. A Halberd, en cambio, le gustaba tomarse su tiempo. Siempre a paso seguro.

No obstante, se detuvo un momento cuando Daeron se interesó por alguna cura del concejal.

— Oh, pues es muy interesante que me preguntes eso, Daeron. Conforme guardaba el equipo de la androide en mi mochila iba examinando los objetos uno por uno, y estoy casi convencido de que la hypopistola negra es como la marrón que recuperamos de la enfermería pero con nanoides curativos más potentes. Creo que a los androffan le gustaban los colores para establecer categorías. Pues bien, se me ha ocurrido que si unos son nanoides reparadores, y los otros son nanoides, eh... saboteadores, patógenos, o lo que sean, pues de algún modo deben enfrentarse. Siempre y cuando le inoculemos la cantidad suficiente. ¡Sería como una gran batalla de robots gigantes, pero a escala microscópica en el cerebro del concejal! — exclamó sonriente, pero de pronto se acordó que tenía algo que hacer y resoplando se apresuró de nuevo hacia la sala de los ordenadores, moviendo las manos en el aire— ¡Pero no me entretengáis, caramba! No sea que Xavier tenga razón y todo esto esté a punto de saltar por los aires...

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—A ver si lo he entendido bien —dijo el mago al escuchar la última explicación de Halberd—. Hemos conseguido una pistola que es posible que combata lo que sea que tiene al concejal fuera de combate ¿no?

Echó un vistazo a su alrededor mientras comprobaba si estaba lo suficientemente rápido de mente como para entender las explicaciones del enano de la cresta.

—¿Vamos a limpiar todas las estancias? Juraría que pasamos por una puerta en la sala de los dos robots que nos atacaron en la que no hemos entrado. Quiero decir, si ya tenemos la solución para el concejal quizás no haga falta que busquemos más por aquí, pero si buscamos también es verdad que podíamos encontrar objetos útiles que poder rapiñar.

Aquellas últimas palabras encabezadas por una pregunta iban dirigidas a Emil, al fin y al cabo él era el líder del grupo y la persona a la que le correspondía decidir sobre aquellas pequeñas cuestiones.

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Emil miró un segundo a Thomas y una sonrisa, casi lobuna, apareció en su rostro.

- ¿Si vamos a explorar una nave espacial destrozada llena de a saber qué secretos ahora que hemos vencido a la mayor parte, si no todos, sus protectores y peligros? Pues... mira, sí. Y todo lo que sea valioso, o medianamente útil, que no esté atornillado y que pese lo bastante como para que podamos andar, nos lo vamos a llevar. Pero, primero, a acabar con los peligros que encierra esta nave.

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Ya estoy aquí - respondió a Emil mientras daba los últimos pasos para plantarse junto al grupo - es una nave muy curiosa...mucho.

Alexa no dejaba de mirar a todas partes, como un señor de pueblo que visita la capital por primera vez. Esperaba que resolvieran el tema de la exploración antes de acercarse a la taquilla que Shidi intentaba "abrir", quizá no pudiera llegar a hacerlo sola, pero se veía capaz de echar una mano a quien quisiera intentarlo por medios menos... directos.

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El alemán había seguido al corsario elfo, florete en mano, por las pocas estancias que habían recorrido desde el combate. El peligro seguía presente, eso lo tenía claro, pero no había modo de saber de dónde podía venir. Sin embargo, al llegar a la sala del generador, fue evidente que había algo más importante en el gran esquema de las cosas que algún enemigo suelto. Repasó con los ojos la sala rápidamente, alzando la mano libre para señalar al generador.

-Nuclear. Se está ahogando... O sobrecargando. Ambas son malas. Habría que estabilizarlo. Seguramente es lo que dotaba de poder a la "antorcha" de Antorcha-explicó, en lo que para sus estándares era un auténtico monólogo.

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Halberd echó un vistazo a la maquinaria conforme se acercaba al monitor. Le disgustaba enormemente ver todo aquello averiado y funcionando tan mal. Esos sonidos metálicos, disonantes, con esos brazos mecánicos moviéndose erráticamente. Le daba hasta ansiedad. Si por él fuera sacaría las herramientas y se encargaría de que los brazos golpearan de forma rítmica, sustituiría las luces parpadeantes, colocaría las piezas que faltasen y uniría los cables sueltos que no hacían más que chisporrotear.

Pero no había tiempo, lamentablemente. Se acercó al monitor y leyó las letras que allí aparecían.

— Eh, Xavier. Mira. — llamó a su acompañante — Aquí dice que el núcleo de mando está dañado y que requiere reinicio. — explicó con la mano en la perilla, pensando qué hacer.

En ese momento escuchó a Emil llamándole desde el otro lado. El condenado elfo lo tenía de aquí para allá.

— ¡Oido cocina, Emil! — voceó. Se giró hacia Xavier — Voy a reiniciar todo el sistema. Creo que le dará un descanso a los equipos, y con suerte quizás vuelvan a funcionar a unos niveles normales. — le dijo acercando los dedos a los controles del ordenador. El resplandor del monitor se reflejaba en sus ojos entremezclado con el brillo de la emoción.

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El enano en estos momentos poco puede hacer dadas las circunstancias. Con los enemigos neutralizados -al menos en esa última sala no había nada a lo que enfrentarse-, tocaba el turno de los chicos listos del grupo, para lograr estabilizar aquel lugar. Halberd era el que mas activo que se encontraba, y no era extrañar: este era su elemento.

Reinicia los sistemas, si. Pero eso espero que no haga explotar este sitio. 

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Me quedo mirando el reactor aunque sin llegar a tocarlo. Especialmente analizo la posibilidad de que hayan fallado los sistemas de contención y se produzca una reacción descontrolada, ya que entonces no estaríamos en peligro nosotros sino toda Antorcha y probablemente más lejos.

Mientras Hallberd reinicia el sistema me mantengo a la espera buscando cualquier señal de que el reactor vaya a sufrir un fallo catastrófico.

No te preocupes, Raxus digo con una macabra sonrisa, si la cosa no sale bien no te vas a enterar de lo que va a suceder. Y es que estar en el centro de una explosión nuclear suele significar que tu cuerpo es vaporizado en una fracción de segundo.

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El enano asiente ante las palabras de Equilibrium- en eso, te tengo que dar la razón. Aunque tengo algo de esperanza que eso no ocurra. O al menos, esperanza en que Hallberd no la cague.

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Vicky se mantuvo a cierta distancia mientras el grupo conversaba. No le gustaba la idea de que todo el grupo se metiese en una sala con un generador inestable. Cómo tuviesen que salir por patas se iban a chocar unos con otros en las estrechas puertas y aquello sería la manera más patética de morir: aventureros aplastados entre ellos por no seguir las normas de seguridad básicas de emergencias y fuegos. 

Vicky cambiaba el peso de un pie al otro, esperando, mientras escuchaba a Halberd explicándole al grupo cuál era el problema. No creía que ella pudiese ayudar, por lo que decía parecía ser algún tipo de fallo de la programación y no algo que se pudiese arreglar con un martillo. Vicky sujetó su daga, comprobando que su filo seguía siendo lo suficientemente letal. Cómo algo más saltase desde alguna puerta o conducto de ventilación, iba a necesitarla. 

Oyó el comentario de Equilibrium, lleno de cinismo, y no pudo evitar una sonrisa. No era que le pareciese graciosa la idea de morir en una explosión, pero si no podías encontrar algo de humor entre tanta miseria, batallas  y demás, seguramente acababas tarumba.