Partida Rol por web

FECHA: 5 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DE LA LUNA (LARGA NOCHE Y LUNA LLENA).

HORA: POR LA TARDE.

LUGAR: BAJO LA COLINA NEGRA.

CLIMA (EN EL EXTERIOR): INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Todo había pasado demasiado rápido. Él mismo había recorrido aquel camino, allí no había nada... Y, para cuando quiso saber nada, combate. Con Alexa firmemente arrinconada por un monstruo de aspecto de molusco o similar, y que no sabía de dónde demonios podía haber salido. ¿Por qué la mujer no había huido? Llevaba tiempo actuando raro, como si estuviera ida, caminando y separándose del grupo. 

"Y ahora ya no caminará más" pensó, amargado por aquello, agachándose al lado de la mujer. Debía comprobar si había alguna posibilidad de salvarla, aunque se le antojaba bastante improbable. 

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Alexa había caído, sorprendida, en un momento de debilidad. Sola, a oscuras, y sumida en amargos y pesimistas pensamientos. Ni todos sus espíritus protectores habían podido salvarla en esas circunstancias, cuando había sido atacada por sorpresa por una enorme monstruosidad surgida del suelo arenoso.

Los Rifts Warriors se habían enfrentado antes a la muerte, incontables veces en su mundo, la Tierra de las Grietas, pero esta era la primera vez en este nuevo mundo y con estos cuerpos quizá más débiles y vulnerables. La sensación dejaba a las claras que no estaban a salvo, que no eran invulnerables, y que siempre se podía pagar el precio final, en cualquier momento.

Halberd y Briaeros la examinaron, estaba completamente fallecida, sin posibilidades de reanimación con los medios disponibles.

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Las cosas sucedieron demasiado deprisa. Para cuando llegue la enorme criatura ya me tapaba a Alexa. Y cuando acabamos con él, pudimos comprobar el resultado de el ataque.

Me agacho sobre el cuerpo de Alexa, una vez los otros han confirmado que está muerta, y acaricio suavemente su pelo. Yo no la daría por perdida tan pronto digo mientras saco una manta de mi mochila para ponerla por encima de Alexa. Lo lamento mucho, debí haber estado ahí para protegerte.

Me levanto y miro a mis dos compañeros. Os recuerdo que los del pueblo dijeron que tenían un pergamino de Resurrección y que nos lo darían si encontrábamos al consejero vivo. Esto solo significa que necesitamos encontrar al consejero con vida. Y creo que deberíamos dejar el cuerpo de nuestra amiga en dónde nada lo pueda alterar.

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Halberd se mordía el puño con la mirada perdida. Efectivamente, estaba muerta. Se giró con los ojos muy abiertos hacia Equilibrium, esperanzado por un momento.

— Eso es verdad, pero...  ¿y si por lo que sea no funciona en ella? — dijo pesimista, pasándose abatido la mano por la cresta. Era terrible, no debían haberse separado. Pero tenía tantas ganas de explorar que no pudo evitarlo... 

Se secó los ojos rápidamente, que se le habían empezado a llenar de lágrimas y se puso de pie, tratando de aferrarse desesperado a las palabras de Equilibrium.

— No, tienes razón, Equilibrium. Hay que encontrar a ese hombre con vida y recuperar a Alexa. Es lo único que nos queda. Y tenemos que hacerlo ya. Vamos, podemos... podemos llevarla a la sala de reuniones, donde estaba el no muerto aquel y dejarla sobre la mesa. Y luego buscar a los otros. Espero que estén bien...

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Su pecho no subía y bajaba. No parecía haber reacciones, ni constante alguna, por lo que podía sentir a través de sus manos. Una muerte certificada. Una muerte bajo su guardia, bajo su manto, y que aún no se explicaba. ¿Por qué había actuado así la mujer? Se suponía que debían ir juntos... 

-Debemos llevarla con nosotros. Es el único modo de que sepamos que no le pasa nada al cuerpo-dijo el borg, guardando su estoque. Con sus extremidades potenciadas no le costaría mucho cargar con ella, de todos modos. 

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Halberd asintió. Briaeros tenía razón. ¿En qué estaba pensando? No podían dejar el cuerpo de Alexa en ningún lado, sólo y sin vigilancia, a merced de a saber qué.

— Sí, eso mejor. Vamos, vamos. Tenemos que encontrar a los demás — Y al tipo del consejo. Vivo. Era a lo que se aferraría con toda su fuerza, porque no estaba dispuesto a aceptar la muerte de otro compañero.

Todas las maravillas tecnológicas que tanto fascinaban a Halberd ahora carecían de sentido, porque al final sólo se tenían los unos a los otros. Y si morían, posibilidad más que palpable, no había maravillas que valiesen.

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Coincido en que sería bueno llevarla con nosotros, pero al mismo tiempo me parece un peso extra con el que quizá no deberíamos cargar. Pero como quieras, si quieres cargar con él estoy de acuerdo. Incluso puedo cargar yo con el cuerpo si en algún momento te cansas, recuerda que yo también tengo implantes.

Tras decir esas palabras abro el camino para dirigirnos a buscar a los otros. Teniendo Briareos las manos ocupadas me tocará a mí ejercer de vanguardia del grupo.

Me giro hacia Hallberd, recordando que siempre se quedaba atrás. Creo que, en esta situación, debemos apresurarnos. Briareos y yo podemos mantener un paso mucho más rápido que el tuyo. Por lo tanto, ¿te importa que te cargue para poder ir a nuestra máxima velocidad?

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Halberd se quedó mirando a Equilibrium. Claramente le estaba llamando lento. Él se consideraba más bien de paso firme. Suspiró. En condiciones normales no lo hubiera permitido, pero no le faltaba razón en que ellos, con esas patas largas, eran un poco más rápidos que él. Y ahora necesitaban esa velocidad.

— Hum... bueno, vale. Llévame. Pero en cuanto estemos con los otros me bajo, ¿eh?

No quería que nadie lo viese, en especial el elfo. No tenía ganas de ver su sonrisa jocosa. Aunque cuando Emil viera a Alexa dudaba mucho que le quedaran ganas de hacer muchos chistes.

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Briaeros cogió el ahora fácido cuerpo de Alexa envuelto en una manta de Equilibrium y lo cargó sobre sus hombros. Es cierto que sus brazos y piernas biónicos eran muy fuertes, pero con esa carga seguramente no podría combatir, si llegara a ser necesario. Esperaba que no hubiera más sobresaltos en breve.

Entretanto, Equilibrium acarreaba a su espalda a Halberd, descubriendo que, pese a su baja estatura, el enano y todo su equipo era mucho más pesado de lo esperado.

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Pese a la luz del falso cielo ahora iluminado, o quizás gracias a ella, el falso desierto del Domo Hábitat parecía ahora incluso más muerto, más despojado de vida, más solitario.

Briaeros y Equilibrium avanzaban un tanto penosamente sobre la arena, cada uno con su carga, todos acuciados por la carga en sus corazones. Briaeros sentía en sus oídos el latir de su propio corazón, cosa extraña, pues estaba seguro de que anteriormente no tenía corazón.

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El reducido "Grupo Suicida" avanzaba, un tanto pensosamente, por las arenas del desierto, ralentizado por pesadas cargas, tanto físicas como emocionales.

El cielo alienígena se mantenía estable, tan sólo una proyección holográfica proyectada sobre la cúpula de metal. Al menos los no muertos extraños parecían haber sido liberados de su maldición de milenios, si bien todavía se presentía un espíritu cerca, si bien este no parecía malévolo y parecía emanar tenuemente del cadáver de Alexa. Posiblemente un espíritu protector entristecido por haber fracasado en su misión.

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Viajar sobre Equilibrium era relativamente cómodo, aunque no lo iba a reconocer. El camino hasta allí había sido bastante trabajoso, y con sus zancadas Briaeros, Equilibrium y Alexa lo habían dejado atrás nada más empezar, tanto que al llegar estaba casi sin aliento.

Alexa... Mientras cruzaban el desierto artificial bajo aquel cielo igual de falso, a Halberd le invadió una profunda sensación de desolación. La fascinación que había sentido viendo el paisaje ahora estaba hueca. Se asomó por encima del hombro de Equilibrium para mirar a Briaeros, que iba varios metros por delante llevando en brazos el cuerpo de la mística. Vio cómo a cada paso que daba el cyborg, las extremidades de la mujer se movían inertes, y entonces rompió a llorar. Era un llanto silencioso, pero las lágrimas salían de sus ojos sin control.

El enano ya había perdido algunos amigos en el pasado. O eso creía, porque los recuerdos reconstruidos le parecían imprecisos. Esta vez el dolor no tenía nada de reconstruido. Era totalmente real, igual que el miedo a perder a Alexa para siempre. Recordó lo que dijo Equilibrium sobre la posibilidad de traerla de vuelta, pero la realidad era que no tenían ni idea de cómo funcionaba la resurrección en este mundo. Sentía que era poner sus esperanzas sobre una fina capa de hielo a punto de ceder, a riesgo de que se rompiera y se perdieran para siempre en las aguas negras que habían debajo.

Se secó las lágrimas con la mano y dio unas palmadas en el hombro a Equilibrium para darle ánimos, pero también para tratar de disimular que seguía llorando. Sólo esperaba que el resto de Rifts Warriors estuviesen bien y a salvo, aunque allí ningún lugar era seguro.

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Briaeros siguió avanzando, paso tras paso, procurando no pensar mucho en la carga que llevaba en brazos. No porque fuera físicamente pesada, pues para sus extremidades mejoradas no lo era tanto... Sino por otra clase de peso. Un peso emocional y cierto, que le apretaba el pecho y le hacía notar el estómago vacío y lleno a la vez. Con cada paso que daba, el borg repasaba los acontecimientos en su cabeza, una y otra vez, preguntándose cómo había ocurrido aquello. Buscando explicaciones o, al menos, un por qué.

La mujer había estado errática, cierto, pero eso no lo explicaba por si solo. También estaba el hecho de que él había pasado por ese túnel, y no había visto amenaza alguna. Tampoco nada le había asaltado. Y cuando se quiso dar cuenta, esa cosa estaba fulminando a Alexa, sin poder hacer para por su parte para evitarlo. Y ahora, ella estaba muerta, y él asediado por el remordimiento y la culpa. 

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Primero era todo silencio, mientras Briaeros y Equilibrium avanzaban con dificultad sobre las arenas. Después se produjo un cambio sustancial, y era que se oía el sonido del viento, se percibía una ligera brisa e incluso se notaba presión atmosférica, dando la sensación de estar en el exterior, al aire libre, y no bajo un domo de metal enterrado bajo tierra.

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Ese domo era una maravilla. Le encantaría estudiar todos los sistemas que hacían que funcionase haciendo que pareciese real todo lo que veían, pero en esos momentos no tenía ánimo ninguno.

— Hum... — empezó Halberd — Equilibrium, amigo, ¿cómo vas? Puedo caminar yo lo que queda. — había notado que a su compañero caminar por la arena cargando con él y todas sus cosas le estaba costando más de lo que parecía. Halberd era bajito, pero muy recio y compacto. — Son las herramientas, que quizás pesan un poco...

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El paso por la arena se hace complicado. Puedo sentir como a cada paso mis pies se hunden más en la arena de lo que estoy acostumbrado, forzando a que mi paso se reduzca. Puede parecer que no, pero debo reconocer que Hallberd pesa más de lo que parece.

Por fin giramos esa especie de formación rocosa que separa las cuevas de la zona artificial donde estaban los pasillos. Un ligero suspiro sale de mis labios pues entiendo que una vez lleguemos a los pasillos el camino será más rápido.

Sin embargo parece que mi pequeño gran amigo se da cuenta de la situación. Fuerzo una sonrisa negando suavemente. No te preocupes. Debo reconocer que pesas más de lo que pensaba, pero de momento voy bien. Cuando salgamos de la zona de arena y lleguemos a la zona de suelos artificiales te dejaré en el suelo, pero por ahora mejor sigue agarrado. Hago un esfuerzo para acelerar un poco el paso intentando dejar claro a Hallberd que voy bien, aunque no sea tanto así.

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Dio unas palmadas a Equilibrium. Era duro, y un buen tipo. Todos los Rifts Warriors lo eran, en realidad, incluso el sinvergüenza de Emil, a su élfica manera. Y eran todo lo que tenía, menos Alexa, que ya no estaba. Por eso necesitaba ver ya a los demás y comprobar que estaban a salvo.

Cruzaron el bio-cierre estropeado. Mientras pasaban, Halberd volvió a observarlo. Era increíble poder pasearse por esas instalaciones. Y todavía contaban con el otro bio-cierre en funcionamiento, aunque no plenamente. De repente se le ocurrió una idea sin sentido, producto de la impotencia que sentía. ¿El bio-cierre sería capaz de resucitar a Alexa?

Vaya tontería, pensó. Era una maravilla, sí, pero sólo era una esclusa de descontaminación biológica, no una "unidad de resurrección", si es que existía tal cosa. Habían unidades de reconstrucción, desde luego, por lo que no era del todo imposible...

Suspiró con tristeza y negó con la cabeza. Estaba agarrándose a un clavo ardiendo. Era mejor apartar esos pensamientos y centrarse en la situación que tenían delante. Entonces Equilibrium se detuvo y se agachó un poco, permitiendo a Halberd bajarse. El enano cayó pesadamente sobre sus pies.

— Muchas gracias, compañero. Espero no haber sido muy pesado. — se ajustó la mochila sobre los hombros — Preparado y listo para seguiros.

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El pequeño Grupo Suicida regresaba a las zonas de control del falso desierto.

Briaeros se adentró en la sala de observación, donde pudo observar que apenas quedaban restos de polvo donde había estado el cadáver del extraño zombie de cuatro brazos. Tenía la clara sensación de que la oscura maldición que había mantenida encadenada a esta no vida a la criatura durante milenios se había disipado al fin.

Equilibrium se había liberado del peso del enano Halberd sobre sus espaldas, aunque aún se sentía cansado por el esfuerzo, pero sabría que sus energías retornarían enseguida.

Por su parte el tecnomago enano, tras agradecerle sus esfuerzos al Crazy, había avanzado por el pasillo en pos de éste. El lugar parecía tranquilo y desprovisto de amenazas, la ruta para reunirse con el grupo de los Rifts Warriors parecía expedita.

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No puedo evitar un suspiro cuando dejo a Hallberd en el suelo. Y es que no es lo mismo cargar con alguna de las chicas que cargar con el enano.

Pues si lo ha sido pero no por el peso le digo en tono de broma aunque luego me doy cuenta de lo que Briareos lleva en brazos y se me apaga el humor. Vamos, contra antes nos reunamos con los demás antes podremos ayudar a nuestra amiga.

Acelero el paso en pos del cyborg pero controlando dónde está Hallberd buscando que no se pierda en estos pasillos.

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La intención de Equilibrium era seguir al enorme y acorazado Briaeros, pero entonces lo vio titubear, tal vez por el peso de haber acarreado largo rato el cuerpo de Alexa. Así que se adelantó con cautela a explorar, seguido inmediatamente por Halberd.

Ambos llegaron a la conclusión de que esta sala había sido en algún momento una sala de control de seguridad de alguna clase, eras atrás.

Había hongos y moho de color rojo óxido hacia el Sur, pero les llamó más la atención la presencia de sangre seca en el suelo hacia el Norte. En este lugar había habido una batalla, tal vez unos días atrás.

No se veía rastro inmediato de la presencia del resto de los Rifts Warriors, pero enano y Crazy sospechaban que sus compañeros habían pasado recientemente por ese lugar.