Partida Rol por web

Robert, con la panza llena et la promesa de un pago si conseguían cazar a aquellos lobos (ni que fueren los primeros que cazaba... Que ya había tenido que averiguárselas con más de uno en su isla natal), guardó silencio et limitóse a disfrutar de las vistas que ofrescían las muchachas.

Non es que fuere bueno con las muxeres, precisamente, et agora, con el idioma de por medio, peor aún. Aquellas muxeres -dejando a parte el hecho de que non dejaban de ser putas, et era el tintineo de los maravedíes lo que movíales- non habíanse fijado en él en ningún momento: ¿acaso tenía algo que ofrecer que non tuvieren los caballeros castellanos? ¡Ni el idioma sabía fablar!

Salió del suyo ensimismamiento et volvió a perder su vista en el escote de la guapa. Quizá la bebida empezaba a facerle divagar. Que agora tenía que ocuparse de los lobos, et non de las lobas.

Haciendo sitio a las dos fulanas para que se sentaran, volví a dar un trago del vino que aún me quedaba, pues en esos momentos encontrábame en un estado de tranquilidad y jolgorio como hacía tiempo no lo sentía. Moví la cabeza negando ante la pregunta de Carmen, pues después de todo lo visto y vivido en el campo de batalla y en la posterior huida para salvar la propia vida, lo único que deseaba era abandonarme a la buena vida.

—Ni pienso salir a perseguir alimañas por muy buenos dineros que ofrezcan. —Sentía como el calor invadía mi cuerpo, no sólo por el efecto del vino sino también por la presencia de las hembras, en especial de Carmen—. Por mi parte no iba a abandonar a tan hermosas damas a su suerte, así que me quedaré en la posada hasta que lleguen tiempos mejores y pueda volver a los caminos, que al fin y al cabo ese es mi oficio. Serán los caballeros los que se queden en el castillo.

La chica sonrió y se acercó un poco a la mesa, con la barbilla bien alta, hasta colocarse cerca de su hermana.

-Quizás, mi buen Xuan, con esos dineros podrías pagar los cuidados de mi hermana-ni siquiera se refirió a si misma, sabiendo que eran a su hermana a la que los hombres codiciaban-por no hablar de ganar el aprecio de las gentes que nos dan cobijo-dijo mirando de reojo al muchacho del pueblo que estaba sentado con vosotros.

-Non preocupéisvos -dijo Robert, sonriendo-. Que dineros tengo para ganarme el favor de ambas aquesta noche*, et que con más regresaré gustoso mañana** tras la cacería.

Miró a quienes habíanse ofrecido para la partida, et añadió:

-Contad conmigo. Non seré el mexor combatiente, mais eu soy um bom rastreador, et eu sei o meu caminho ao redor do campo.

El calatravo terminó su copa y se levantó. La partida de caza saldría pronto pues la noche llegaba ya temprano y solo tendrían unas pocas horas para intentar atrapar alguna bestia aunque lo más probable sería que solo fuese una batida para asegurarse de que no había ningún lobo cerca que pudiese atacar por la noche. Así pues, el caballero tras despedirse de sus compañeros y prometiendo contarles todo lo ocurrido durante la cena marchó por la puerta.

Levanté mi vaso en honor a los que se iban, luciendo una sonrisa socarrona en el rostro. Me volví hacia las dos mozas cogiendo a Carmen del brazo y sentándola sobre mis rodillas, mientras llenaba una vez más mi vaso.

—¿Y en qué podemos entretenernos en este pueblo mientras esperamos la vuelta de los intrépidos cazadores?

Paseé con descaro un dedo por el escote de Carmen antes de dirigirme de nuevo a los presentes, vaso en mano. El vino comenzaba a calentar no sólo el cuerpo sino también la cabeza.

—¿Qué tal una partidita de cartas o a los dados? ¿Alguien se anima?

-Se me ocurren un par de cosas que hacer en lugar de jugar a los dados-dijo la muchacha con voz picara.

-Si es que los señores tienen con que pagar-dijo la otra algo mas seria.

-No hables en plural querida... como sea que te llames -Dije, a la puta que había usado ese número en su frase-. yo voy a descansar que no hace ni dos días que casi me destripan por preocuparme de unas fulanas y de gente sin honor alguno. -Recordé.

Tras esos momentos de taberna y, estando todo decidido, me dispuse a volver para descansar y recuperarme antes de volver a casa. No es que tuviera mucho que hacer con ese grupo que se había reunido.

Viendo que del grupo inicial pocos éramos los que quedábamos en al taberna, ya que entre los que se habían ido a cazar lobos y el caballero, y seguramente su sirviente también, que quería regresar al castillo no muy predispuesto a pasar un buen rato, desistí de mi idea de intentar ganar unos dineros para centrarme en otro tipo de artes.

—Ven preciosa. Si todo el mundo nos abandona disfrutemos entonces nosotros dos de un buen rato. —Me giré hacia Lucía guiñándole el ojo—. Tranquila mujer, que tu hermana será recompensada en función de lo bien que me trate.

Y tirando de ella escaleras arriba, me encerré en el cuarto que nos habían adjudicado.

-Disculpad mi señor, no pretendía ofenderos-dijo rápidamente la moza bajando la cabeza- mi hermana y yo le agradecemos que nos haya salvado la vida.

Carmen apenas le dio tiempo a escuchar como su hermana se disculpaba pues el trovador había tirado rápidamente de ella y antes de lo que se dice enaguas ya estaban en su cuarto.

-Vaya, parece que vos necesitáis urgente alivio-bromeó la muchacha con una picara sonrisa. No hizo ningún gesto de separarse de él o de soltarse de su mano.

—¿Acaso sorpréndete? Después de lo vivido los últimos días creo que nos merecemos un poco de diversión.

Sin mediar más palabra fui directo al asunto, metiendo mi mano bajo la falda de la mujer mientras la atraía hacia mí. Había llegado el momento de ponerse manos a la obra y dejar las palabras para otro momento.

Con buen criterio mi señor había decidido no partir en busca de las bestias y con mejor aún decidía ahora volver al castillo.

Le acompaño mi senhor. Personalmente me encargaré de garantir que seus aposentos se encuentren al seu gusto. - Dije levantándome de la mesa.

Que tengan buen día Xuan y compañía.