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Personajes

Pierre Navarres "El francés" (Capitán mercenario)

Francés, natural de la Gascuña, hijo de un noble muy piadoso y erudito, que administraba personalmente sus tierras y protegía a sus vasallos, pues creía que todos los hombres nacen libres e iguales. Quizá por ello intercedió por aquel maldito judío, que iba a ser justamente lapidado en la plaza del pueblo. Quizá por ello, finalmente, fue acusado por la inquisición de brujo y hereje, amigo de judíos y de campesinos sin fe. Fue quemado en la misma plaza de armas de su castillo... y las gentes que tanto había ayudado se burlaron de él. Sus tierras y fortuna fueron confiscadas, pero su hijo Pierre logró escapar... con un odio profundo e implacable hacia toda la raza humana. Se hizo mercenario, luchando primero en la Guerra de los Cien Años, unas veces al lado de los franceses, otras al lado de los ingleses. Los avatares de esa guerra y sus repercusiones lo llevaron a la Península, y aquí se quedó, adquiriendo pronto fama de valiente y afortunado. Se entrenó para matar con destreza y ferocidad, sin dudar jamás. Sus emboscadas eran siempre rápidas y decisivas, y gustaba de torturar personalmente a los prisioneros, a los que con indiferencia arrancaba todos sus secretos. Es el perfecto modelo del mejor capitán mercenario, un soldado de fortuna al que se envidia y al que se desea imitar, capaz de sobrevivir a todos los peligros, ya sean combates, peste o viruela. Su rostro no muestra cicatrices ni marcas de enfermedad. Se dice que el mismísimo diablo le ha señalado como su protegido.

Pierre es un señor de la guerra alto y fuerte, equipado con armas y armaduras de la mejor calidad, de rostro atractivo y expresión entre orgullosa y triste, lo que le da un aspecto autoritario teñido de dignidad. Hacia vosotros siente indiferencia.

La última batalla, la batalla de Araviana, luchando a pies del Moncayo contra los aragoneses fue una derrota. Al ver el ejercito completo destruido, y tras la muerte de la mano derecha de rey, el francés huyó con algunos de sus hombres dejando al resto, que defendían a los heridos y a los seguidores, solos ante las tropas enemigas.

Diego Hurtado (Mercenario)

Es un segundón asturiano que abandonó su tierra hace ya mucho para seguir el incierto camino de las armas y se unió a las filas de Pierre Navarres.

Onofre Pedrosa (Campesino)

Onofre es un campesino en cuya casa tuvieron a bien refugiarse en su llegada a Rincón. Resultó que el hombre tenían un plan por el que engañaba a ricos mercaderes con el cuento de que su sobrina era una Lamia para luego matarlos y quedarse con todo su dinero. Por desgracia para él esta vez no le salió bien y tras la reyerta con los bandidos acabó detenido y llevado ante el barón de Rincón que lo juzgaría.

Inés Pedrosa (Campesina)

Embaucada por su tio, al que adora, esta bella muchacha se hacía pasar por Lamia para engañar a los mercaderes a los que su tio robaba. Por desgracia para ella, que no era consciente de la gravedad de lo que hacía, es detenida y llevada ante la presencia del barón para ser juzgada.

Gregorio (Campesino)(Muerto)

Uno de los sirvientes de Onofre Pedrosa. El mismo se encargó de envenenar los alimentos que comió el grupo la noche en la que llegaron a la casona de Onofre. Acabó con la garanta cortada por Alvar el sanguinario y sus días de fechorías acabaron abruptamente.

Martín (Campesino)(Muerto)

El otro de los sirvientes de Onofre. Acabo muerto sobre un charco de sangre por las manos de Alvar el Sanguinario.

Alvar el sanguinario (Bandido) (Muerto)

Alvar dirigía a un pequeño grupo de bandidos que asaltaban los caminos. Cuando se enteró de que Onofre tenía un tesoro escondido no dudo en asaltar su casa junto con su banda para robarlo. Desgraciadamente para ellos no esperaban encontrar resistencia y tanto él como la mayor parte de sus hombres acabaron muertos aquella misma noche a manos de los combatientes del grupo.

Ramiro "El erudito"

Ramiro "El erudito" es un alquimista y mago conocido por sus estudios acerca de criaturas irracionales. Vino de lejos para llevarse a la Lamia pero en su lugar se encontró un follón del que no quiso formar parte y se fue tal y como había venido.