Partida Rol por web

Varios personajes bastante dispares se dirigen a la ciudad del río...

Desde luego formáis un grupo sorprendente: un elfo, un enano y un hobbit en la capital del reino de los hombres. Unidos por vuestra sed común de conocimientos, ya hace varios días que os movéis juntos por la ciudad. A pesar de vuestras diferencias, el hecho de ser los únicos representantes de vuestras razas que utilizáis la Gran Biblioteca os ha llevado a entablar una extraña amistad. El majestuoso elfo, el taciturno enano y el siempre alegre y locuaz hobbit…

Esta mañana habéis dejado la ciudad para dirigiros a la cercana Osgiliath, donde Milo ha descubierto que se encuentra una posada llamada “El Salmón Risueño” donde se pueden tomar los mejores vinos de la lejana Dorwinidon. Así pues, después de que el hobbit diera cuenta de su segundo desayuno, habéis cruzado las enormes puertas de Minas Tirith, para cruzar los campos de Pelennor camino a la ciudad del río.
Mucho han cambiado los campos desde la terrible y crucial batalla que tuvo lugar aquí hace ahora veinte años. Vuelven a ser los campos de cultivo que alimentan a la población de la capital, salpicados por doquier con granjas donde los granjeros trabajan con afán para que la tierra, donde tiempo atrás tanta sangre fuera derramada, vuelva a dar su fruto.

Solo dos lugares de esta extensión han sido respetados y dejados como memoria de los sucesos acaecidos. El primero, señalado por un estandarte con el escudo del caballo de Rohan, marca el lugar donde cayó el rey Théoden y allí donde la dama Éowyn acabó con el Rey Brujo.
El segundo es una hermosa columna de mármol blanco cercana a Osgiliath erigida en memoria de todos aquellos que dieron su vida en defensa de Gondor, en defensa de la esperanza…

Vuestro viaje toca a su fin. Tras varias semanas a través de algunos de los lugares más inhóspitos de la Tierra Media, por fin estáis llegando a Osgiliath. Desde que abandonasteis la seguridad del lindero oriental del Bosque Negro, habéis cruzado las yermas Tierras Pardas, y tras ellas tuvisteis que rodear las ciénagas de Dargolad y pasar muy cerca de las antiguas Puertas Negras de Mordor, donde ahora hay un bastión de soldados del rey. El último trayecto os has llevado a través de la zona norte de Ithilien, vigilada por los montaraces de Gondor.

Estáis agotados, y ya solo deseáis poder llegar a la ciudad y descansar en la posada “El Salmón Risueño”, propiedad de un pariente de Sigmar y poder refrescaros vuestras secas gargantas con una cerveza o un buen vino de Dorwinidon del que el humano no ha parado de hablar…

Pero a pesar del cansancio vuestros sentidos siguen alerta, y se disparan cuando veis aparecer a lo lejos, en lo alto de una colina, la silueta recortada de un jinete…

Tras una semana sirviendo de enlace entre los diferentes grupos de montaraces de Ithilien, estás de camino de regreso a Osgiliath. Tu deber como soldado de Rohan es servir de guardia de la dama Éowyn, pero tus excelentes habilidades como jinete y rastreador han llamado la atención de Lord Faramir, el cual te ha encargado varias misiones como mensajero entre los dispersos grupos de montaraces.
Esto te permite salir de la prisión que supone para ti estar entre los muros de una ciudad y poder disfrutar del viento golpeando tu rostro mientras galopas a lomos Heredion, tu fiel caballo gris.

Pero todo lo bueno se acaba pronto y en apenas unas horas ya estarás de regreso en la ciudad del río…

Al coronar una pequeña colina desde la que controlas el camino a Osgiliath, atisbas en el horizonte un pequeño grupo de viajeros (tres caminantes) camino de la ciudad…

El elfo Sinda era bastante reservado y observador, pero no pudo evitar demostrar a sus recientemente adquiridos compañeros de viaje que ardía en deseos de ver de nuevo la ciudad del río, como ninguna otra esa ciudad conservaba las estructuras de las majestuosas casas que antaño hicieron que fuese la capital del reino de los Dunadain, y aun a día de hoy conservaba esa magia en sus calles.
Será un regalo para los ojos, amigos míos, el camino que lleva a la ciudad de Osgiliath, ¿que haberes os llevan ir allí?

Comentó Galadan con tono alegre

Llevaba ya algún tiempo conviviendo con aquellos dos peculiares personajes; un elfo y un Hobbit, ambos tenían capacidades peculiares que había  ido notando con el paso de los días tanto en la gran biblioteca como en el camino que ahora transitaban hasta Ozgiliath.

Mis motivaciones eran sencillas, aprender mas y mas, todo conocimiento para mi era una joya; ya fuera oscuro, místico o sencillo. El elfo que nos acompañaba había roto el hielo que se había armado desde hacia ya algún tiempo de marcha alabando a las ruinas que estaban frente a nosotros.

-Si se trata de alabar ruinas te aseguro elfo que cualquiera  de las ciudades enanas de la primera era superan a esta por mucho y de forma inimaginable…, sobre el porque de mis viajes he de responderte que me des tus motivos elfo y yo te daré los míos- le respondí.

Sin duda un enano no sería un enano sin su tozudez. Pensó Galadan mientras le respondía.

Si los valar les hubieran permitido al pueblo de los Naugrim acceder a Valinor podríais ver la grandeza de la arquitectura de los primeros nacidos.
Yo voy a Osgiliath en busca de la huella que dejaron mis antepasados por esas tierras.

DIjo el elfo ergido y esperando la respuesta del cuerioso sabio enano

El elfo había dado una buena respuesta a mi alegato; sin embargo este contaba con la suficiente sabiduría. Detuve la marcha un instante y mire al elfo para hablarle.

-Pero dime entonces oh gran elfo bendecido por los valar; a caso tú has tenido el privilegio de admirar y corroborar la grandeza de la arquitectura de los primeros nacidos- Estaba seguro que esta vez si lo tenía en mis manos.

Sin duda a este peculiar menguado le gustan los entramados mentales, aun así Galadan le respodio de manera locuaz pues así el camino al menos se hacia ameno.

La verdad, querido amigo, es que me estoy preparando para el gran viaje, pero tengo relatos e ilustraciones que podría mostrarte y tus ojos experimentarían una nueva sensación de belleza. Torres que llegan al cielo y arboles que emiten luz.

El hobbit caminaba tras el elfo y el enano mirandolos sonriente.

¿Esto es lo que vivieron Merry y el resto cuando caminaban junto a Legolas y Gimli? Por lo que contaban esto parece la versión suave de la relación entre aquellos dos.

- ¿Más belleza que una jarra de cerveza junto a un buen pollo asado? ¿Más belleza que una fémina? Estais confundidos si para vosotros lo bello son las piedras.

Milo calla un momento esperando contestación de sus dos compañeros pero transcurridos unos segundos continua con su monólogo.

- No obstante sería interesante conocer los lugares relacionados con la guerra. El lugar de la muerte del rey de Rohan, el monumento a los caidos... Me gustaría poder decir que los he visto el día que vuelva a mi tierra.

Está bien pequeño amigo, pasemos dónde cayó en batalla el valiente rey de Rohan, sin duda un gran hombre de valor.
miró sonriente Galadan al mediano

-Me parece bien, vayamos, una vez mas allí no estaría mal- les respondí mientras empezábamos a desviar la marcha.

El estandarte con el escudo de Rohan indica sin confusión posible el lugar donde cayó en batalla el rey Théoden. En medio de los campos sembrados existe una "isla" de tierra sin cultivar donde flota un aire de solemnidad que se os contagia cuando os acercais.
Un simple cercado de madera rodea esta zona de unos 12 metros cuadrados, pero es del todo innecesaria porque nadie con un mínimo de honor osaría mancillar con sus pisadas tan sagrado lugar.

A los pies del estandarte crecen unas florecillas blancas que reconoceis como symbelmynë, las flores que adornan las tumbas de los reyes de Rohan en Édoras. Sabeis que Théoden no está enterrado aqui, por lo que os sorprende ver dichas flores...

La sencilla belleza de las flores contrasta con una zona ennegrecida que os indica el lugar donde la dama Éowyn acabó con el Rey Brujo de Angmar. No podeis evitar un escalofrío al notar que incluso después de tantos años la hierba no ha vuelto a crecer en ese lugar maldito...

Galadan se estremeció al acercarse a la zona donde murió el Rey Brujo, miro con recelo aquella zona de suelo oscuro donde la hierba no había podido crecer, y dijo
Alguien debería purificar este terreno mancillado por la sangre de ese ser maligno, es un horror que todavía perdura en esta tierra de dolor.

Parece que tenemos compañía, amigos digo, mientras me acomodo un poco el equipaje. Me refreno un poco e intento fijarme en el jinete.