Partida Rol por web

Rippers: Cazadores de monstruos

Interludio 1 - Ceremonia de Iniciación

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10/03/2018, 01:27
Narrador

En el campo de la medicina, donde la doctora Eilish destacaba por sus conocimientos, se trata al cerebro humano como a un completo desconocido, un órgano extraordinario del que poco se sabe aún. Mas una de las funciones que se le asumen es la de la autoprotección, esforzándose por eliminar recuerdos o vivencias traumáticas que amenazan con convertir la vida de la persona en una pesadilla.

Había pasado un mes desde que se vieron por primera vez. Un mes desde que las experiencias vividas en común hubieran creado un extraño nexo de unión entre un grupo de personas tan distintas, que apenas compartían nada mas allá del polucionado aire londinense que respiraban.

Durante ese mes no habían sido pocas las ocasiones en las que se habían despertado en mitad de la noche con la ropa de cama empapada en sudor y el brillo de los ojos de aquel demonio grabado a fuego en sus retinas. En las que sus cerebros habían puesto en duda y tratado de negar lo sucedido en la mansión de los Lang. Intentando explicar todo como consecuencia de algún alucinógeno, u obligándose a creer que se trataba de pesadillas normales y no de recuerdos reales. Pero por mucho que se esforzaban en negar lo inexplicable, las heridas sufridas durante aquella velada eran aún demasiado dolorosas y prueba irrefutable de que todo aquello había sido cierto. Se les presentaban por tanto dos opciones: huir de sus pesadillas o enfrentarse a ellas.

Les habían dado una fecha y una dirección. Una taberna en el barrio de Pimlico que respondía al poco imaginativo nombre de Red Lions. La zona era de clase obrera especializada y la presencia policial, debido posiblemente a encontrarse allí una de las cárceles de la ciudad, elevada. Dos cualidades que seguramente habían tenido bastante que ver en la elección del lugar, buscando así eliminar desde un primer momento cualquier posible altercado por motivo de las diferencias sociales o de género. Y es que un noble como Sir Sutton o una mujer como la doctora McBride llamarían con absoluta seguridad la atención de los presentes en cualquier taberna de la capital del reino.

A la hora indicada el local se encontraba a rebosar. El sonido de la cerveza siendo servida, de las jarras chocando entre si, de las monedas de cobre golpeando el mostrador y de decenas de voces hablando al mismo tiempo era una cacofonía ensordecedora. En el ambiente se mezclaban olores dulzones, picantes y amargos, exóticos y autóctonos. Tras la barra dos hombres se encontraban de servicio esa noche y realizaban sus tareas con una terrible parsimonia a pesar de lo abarrotado del local. Uno de los laterales de la taberna estaba cubierto por una serie espacios aislados, donde un grupo reducido de personas podía encontrar cierta intimidad dentro del bullicio del establecimiento, y uno de esos espacios estaba reservado esa noche. Para acceder a él solo había que mencionar una palabra: Rippers.

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10/03/2018, 02:01
Narrador

Francis, el investigador con poderes arcanos, había recibido orden de ir a buscar a aquellos que se presentarán a la cita en Red Lions y acompañarles hasta la logia de los Exterminadores, donde deberían de pasar por una ceremonia de iniciación y convertirse en Rippers como él mismo. No sabía cuantos de ellos acudirían a la llamada de su organización. No sería la primera vez que unos posibles aspirantes al final no eran capaces de soportar la presión y no volvían a dejarse ver. Pero en esta ocasión deseaba que no fallará ninguno. Tal y como habían luchado aquel día, el valor que habían demostrado -hasta cierto punto podría incluso decirse que desinteresado- eran cualidades que su organización necesitaba en su continua lucha contra los habitantes de las tinieblas.

Con esa esperanza se dirigió al lugar de reunión, a cumplir una tarea que para nada parecía complicada. Por que, ¿qué podría salir mal de algo tan sencillo como recogerles? 

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10/03/2018, 22:04
Seamus McBride

Seamus McBride siempre había sido un tipo despreocupado. Ni siquiera de adolescente, habiéndose marchado su hermana del hogar familiar y viéndose solo en el mundo, en una casa demasiado grande para él, con un apellido al que no sabía honrar y con un dinero que no sabía administrar, se preocupó en demasía. Las cosas siempre terminaban saliendo de una manera u otra si no les prestabas demasiada atención. Y el alcohol y las drogas ayudaban a que las horas, los días y las semanas pasaran rápidamente y sin preocupaciones.

Pero había cosas que ni siquiera los vicios podían borrar de su mente. 

Había estado a punto de morir. Eilish no se lo había dicho directamente, pero lo notaba en la forma de mirarle mientras se recuperaba de la monstruosa y dolorosa cirugía a la que le sometió tras el incidente en la Mansión Lang. Lo saboreaba en las decenas de medicamentos, remedios, jarabes y emplastes que inundaron su cuerpo durante días para prevenir infecciones, para ayudar a que los tejidos se regenerasen y recuperar la movilidad de su brazo. En las febriles noches en las que luchaba para mantenerse a medio camino entre la conciencia y al cordura, se veía rodeado de hombres con afilados cuchillos, de brujas sedientas de sangre y de sabuesos despellejados que le mordían una y otra vez. Y sin embargo, esos eran los sueños más agradables. Había otras noches, cuando la luna se escondía tras nubes de tormenta, en las que sus pesadillas eran visitadas por aquella abominación que amenazaba con atravesar el tejido del mundo para instaurar un infierno en la tierra. Y él luchaba, luchaba para no conseguir más que hundirse en pozos de sangre y vísceras mientras veía cómo su hermana moría mil y una veces.

En cuanto tuvo la oportunidad de moverse por sí solo y escapar de la férrea vigilancia de Eilish, intentó que el whisky irlandés le embotara los sentidos hasta desfallecer. Demasiado dolorido para conseguir mantener el ritmo con alguna fulana, se perdía por fumaderos de opio en los que caer inconsciente hasta que la punta del zapato de su hermana lo despertaba al alba, sus ojos a medio camino entre la preocupación y la rabia. Entonces recorrían las calles grises de un Londres que no estaba preparado para lo que ellos habían experimentado aquel día.


Una sencilla nota bajo la puerta, seguramente entregada por algún chaval ansioso por ganarse unos chelines, con una dirección y una palabra clave. Eso era lo único que tenían aparte de decenas de preguntas sin respuesta. Si no hubieran tenido el desencuentro en la pérgola, Seamus habría quemado la nota allí mismo y se habría olvidado de lo sucedido. Demasiados problemas tenían ya para lidiar con misterios ocultos y nobles que practicaban sacrificios humanos. Pero aquellos incidentes se habían grabado demasiado a fuego en su alma para ignorarlos.

Conocía bien el barrio de Pimlico, pero no era santo de su devoción. La Estación de Victoria era lo menos extravagante de un barrio de gente bien, con casas privadas y anchas calles rectas como cirios. Gente estirada que se pensaba que su mierda no olía y que se paseaban en coches de caballos arriba y abajo sólo por diversión. Ansiosos porque alguien les cruzara la cara y les recordasen que todos terminaban muriendo tarde o temprano.

Al menos no era Belgravia.

Su hermana se había mostrado también bastante solícita en acudir a la reunión, pero el irlandés tuvo a bien ir pertrechado para la ocasión. La única vez que se había atrevido a salir de casa de Eilish sin un buen acero en el costado casi le había costado la vida, y se había jurado no volver a cometer ese error. Incluso si la puñetera reina Victoria le llamara para nombrarle caballero y honrarle con una visita guiada al palacio, lo haría armado. Seamus McBride no era alguien que cometiera el mismo error dos veces. No muy a menudo, al menos.

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12/03/2018, 23:51
Alexander Smith "Alex"

Después de tanto tiempo, Alexander casi había olvidado lo que había sucedido en la mansión de los Lang, aunque algo así era difícil de olvidar, las cicatrices en su cuerpo se lo recordaban cada vez que las observaba. A esto se le sumaban las noches en las que se despertaba sobresaltado, empapado en sudor, porque el jodido sabueso se le había vuelto a aparecer en sueños.

Ni los consejos de su confesor, que le tomaba por loco - no había mas que ver su cara cuando se lo contó - ni las noches de borrachera, ni los combates en los que había participado desde entonces - los cuales había perdido,... nada eliminaba esas pesadillas. Se autoconvencía a si mismo de que nada de eso había ocurrido, pero todo era insuficiente.

Todos esos recuerdos brotaron cuando una nota con una hora, un sitio y una palabra asomó por debajo de su puerta -

-Parece que ese tal Lord.... como se llame de verdad nos quiere, habra que darle una oportunidad -

A la hora indicada el boxeador se presentó en la puerta de la taberna, pero esta vez, con sus cuchillos a buen recaudo, cuanto los había echado de menos en la maldita boda...

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13/03/2018, 01:12
Dra. Eilish McBride

No había más que apariciones en su mente. Fantasmas de hechos ya vividos que volvían a ella una y otra vez.

- Maldita bruja y maldita puerta al infierno - no paraba de repetirse de manera constante. Aún así su mente era fuerte, pues ¿quién si no lo haría por ella? Bien sabia que lo de su hermano era pura fuerza bruta, pero todo aquello lo había destruido espiritualmente.

En cuanto llegaron a casa trajo todo su material, e incluso alguno que no era para nada suyo, y sometió a Seamus a diversas intervenciones. La del brazo había sido la más larga a la que la doctora se había enfrentado hasta el momento. Quería dejárselo perfecto y, teniendo en cuenta que el monstruo había llegado al hueso, suponía la unión de cada fibra de su musculatura. Eilish terminó absolutamente agotada pero satisfecha. Aunque a su hermano le costaría un tiempo recuperar por completo el total funcionamiento de éste, ella estaba segura de que no le quedarían secuelas... salvo el recuerdo en la piel. Una cicatriz enorme que le zigzagueaba por el brazo como si de una serpiente se tratase. 

La puñalada en el costado, en comparación, había sido cosa de poco. Tras asegurarse de que no había afectado a ningún órgano, lo limpió y cosió. En su lugar quedaría una pequeña línea que al curar se notaría mínimamente. La irlandesa era una experta en realizar suturas.

Por otra parte, el pecho era otro cantar, y tuvo que hacer de tripas corazón para enfrentarse a ello. Ella sabía que había que realizar la excisión precoz de las escaras (ejercen una acción inmunosupresora y liberan sustancias pro-inflamatorias y vasoactivas), mediante el “cepillado de la herida” se consigue eliminar los cuerpos extraños (restos de vestidos, tierra…) y los restos cutáneos necróticos. Todo ello seguido de la cobertura inmediata de la superficie quemada, en las quemaduras profundas, mediante apósitos secos. Durante todo el proceso no pudo mirar ni una sola vez la cara de Seam. Todo aquello le recordaba tanto a su madre que aquella noche lloró en silencio mientras vigilaba su evolución.

En todo momento le administró morfina. Los emplastes de hierbas para ayudar a regenerar la piel de las quemaduras a su vez aliviaban la quemazón y posterior picor de éstas. Pero nada había para aliviar sus mentes. La irlandesa lo cuidaba sin mesura y restringía sus salidas siempre que podía. Y eso ya era mucho decir. Cada vez que lo miraba sólo podía pensar que había estado a punto de perderlo.

En las semanas posteriores, a la vez que el físico del pelirrojo mejoraba y sus heridas curaban, sometía continuamente a su hermana a forzosas búsquedas por los peores antros de la capital. Todo ello para encontrarlo totalmente drogado, tirado en cualquier lado o en lechos de mujeres que olían a pudredumbre - ¿Te crees que te he curado y cuidado para que cualquiera de estas mujeres te contagie cualquier puta enfermedad mortal? - no paraba de repetirle una y otra vez. 

Empezaba a estar cansada de salir en su encuentro cuando la nota llegó. Su hermano lo tuvo muy claro de manera casi inmediata. Ella, aunque no fuese por las mismas razones, estaba de acuerdo en acudir a la invitación que les habían hecho llegar. Le parecía perfecto si eso ayudaba a Seamus a alejarse de las calles y a ella a aclarar las ideas que atestaban su cabeza.

Cuando el momento llegó vio como su allegado se preparaba para la salida armándose con todo lo que tenia, y ella hizo lo propio. Su hermano se sorprendió al verla coger una Derringuer y guardarla en su bota - ¿Qué te pensabas, que sería tan tonta como para no saber defenderme en Londres? No me subestimes, hermano - e inmediatamente después se colocó la daga en la bota opuesta. Su atuendo era sencillo pero elegante, culminado con un sombrero, el cuál sujetó con los dos alfileres que tanto le habían ayudado.

Al entrar al local se mantuvo pegada a su hermano y realizó con la cabeza un barrido a su alrededor para ver si había alguien a quien pudiese conocer.

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13/03/2018, 10:10
Sir Anthony Sutton III

Anthony abrió un compartimento nada más montar en el carruaje y sacó una petaca llena de whisky, de la que se dedicó a dar pequeños tragos mientras la pasaba esporádicamente a sus acompañanates en silencio, la vista más fija en en el exterior, a través de la ventanilla, que en el interior y sus acompañantes.

Para cuando llegó a a Sutton Manor, su estado estaba ligeramente perjudicado pero no era algo que sorprendiera a los sirvientes, quienes discretamente le acompañaron a su dormitorio y al dia siguiente le esperaban con un café cargado y un desayuno copioso que mitigase su jaqueca.

Cuando se encontró con Wilfred a la mañana siguiente, simplemente le dijo que había ocurrido un grave incidente en el hogar de los Lang que involucraba a los principales miembros de dicho linaje. Se vio incapaz de darle más detalle pero el pequeño de los Sutton no necesitó saber más para empezar a despachar varios telégrafos y mensajeros y comenzar a realizar movimientos para, durante las siguientes semanas, adquirir varios terrenos y propiedades menores relacionados con los Lang.

Anthony no puso demasiados impedimentos pues lo consideró una compensación por aquella noche.

También estuvo tentado de acercarse a comprobar el estado de la hija de Juliette, al fin y al cabo había pasado un trauma y quizá necesita alguien que la escuchase y, quizá, que la reconfortarse. Pero, por esta vez, el sentido común se impuso y decidió plantar la mayor distancia personal con lo sucedido en la mansión de los Lang.

Con la ayuda de un aumento de la cantidad de alcohol diario, no tardó demasiado en volver a su rutina de eventos sociales y universidad, aunque Juliette parecía esquivarle cuando regresó a las aulas, y allí, en la mesa de su despacho, se encontró un sobre lacrado con su nombre caligrafiado en el exterior y unas indicaciones en el interior.

La zona no era la más alta de la ciudad, menos aún para los estandares de un Sir, por lo que optó por las vestimentas más sencillas que tenía sin ser demasiado consciente que aún así estarían por encima de lo habitual allí. Tomó su bastón de la suerte, aquel que llevaba un pequeño estilete dentro, y rozó con los dedos la cruz que se había llevado de aquella fiesta y que, una vez pulida, había colocado en su habitación para alegría de su madre.

Hizo que el carruaje le dejara justo enfrente del local y abrió la puerta sin demasiada preocupación, dirigiéndose directamente a la barra a pedir un whisky antes siquiera de buscar el reservado donde les esperaban.

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13/03/2018, 17:28
Francis Douglas
Sólo para el director

Las ultimas semanas habían sido duras para el joven investigador. Aunque ya conocía la existencia de un mundo mas oscuro, la visión de aquel demonio segador de almas aun le perseguía en sueños.

Después de un merecido descanso, sus superiores le informaron que debía ir a por los potenciales nuevos reclutas. Una parte de Francis se alegraba, eso implicaba que habían superado el primero choque contra la dura realidad; sin embargo, su otra parte no pensaba así. Aunque fuese una alegría disponer de mas soldados en esta lucha, no podía evitar sentir cierta lastima. Hoy seria el día en el que, en caso de aceptar, dejarían sus vidas normales atrás.

En las ultimas horas el futuro arcanista había confeccionado un disfraz básico, que en un primer vistazo fuese difícil reconocerle. Solo eran unas ropas grandes y roídas, las cuales apestaban a alcohol y tabaco. Un sombrero de ala ancha, negro y en gran medida aplastado. Por ultimo, las ultimas dos semanas, se había dejado crecer la barba para dar mayor contraste y credibilidad a su disfraz.

Por separado no creaban un gran disfraz, pero juntos le otorgaban un aspecto mas corpulento. El cuello alto de sus gruesos ropajes junto al sombrero le permitían ocultar sus rasgos afilados si sabia como moverse. Por ultimo, la parte favorita del señor Douglas, la interpretación. Una buena interpretación siempre era algo sumamente importante. Su paso era torpe y lento, cojeando de manera apreciable en la pierna derecha.

Una vez terminado, tomo su revolver y lo guardo dentro de su chaqueta. Desde que ocurrió el incidente en la mansión Lang trataba de no despegarse de su arma. Había comprobado que aunque disponía de su ingenio y su magia, no era rival ante ningún adversario armado.

Antes de marcharse decidió despedirse del casaca roja. Aunque era una persona distante y autoritaria, una ligera amistad comenzaba a construirse entre ambos. Llamo dos veces a la puerta y cuando una voz le respondió con un “pase”, entro.

—No quiero que me reconozca la policía, señor—. La cara de su superior, aunque siempre un tapiz inerte, aquella vez mostró una ligera sorpresa—. Ya sabe. Desaparecí de mi hogar.

>>Bueno, venia a despedirme. Voy a ver si tenemos suerte con estos reclutas. Cuando regrese la avisare, señor—. Añadió algo incomodo cuando el capitán la miro sin pestañear.

Francis tomo el carruaje que le llevaría hasta el lugar de reunión. Ordeno al cochero que aparcara a un par de calles del lugar y que esperara a que regresara. Sin mas, el señor Douglas bajo del carruaje y camino con torpeza el resto del camino. Antes de entrar tomo aire y sin dudar un instante mas, paso.

Notas de juego

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13/03/2018, 21:57
Narrador

Cómo era de esperar, las experiencias vividas durante la trágica boda habían sido demasiado profundas como para poder ignorarlas. Habían sido testigos de sucesos sobrenaturales que les habían mostrado una realidad más allá de la ordinaria vida que ellos conocían, y eso era algo difícil de olvidar. Los mensajes que habían recibido cada uno de ellos eran una invitación a seguir avanzando por ese nuevo camino que se acababa de abrir frente a sus ojos, a descubrir la existencia de un mundo de tinieblas paralelo. Y todos había aceptado.

Pero no sin tomar ciertas medidas de seguridad. Todos ellos llevaban encima algún tipo de arma, algún objeto que les hiciera sentir protegidos. Y todos ellos decidieron observar primero el local y el ambiente antes de decidir como seguir avanzando. Bien por qué no sabían lo que se esperaba de ellos, bien por qué preferían saber lo que les esperaba.

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13/03/2018, 21:58
Narrador

No había duda que aquella taberna era de una calidad muy inferior a la de los locales que el noble acostumbraba a visitar. Anthony era alguien con los pies en el suelo y tenia claro que no podría exigir la misma calidad a la bebida que allí se servía, que a la que solía degustar en los destacados y exquisitos clubes por donde él se movía habitualmente, y por tanto sería lo más indicado empezar con licores de alta graduación y embotar cuanto antes los sentidos.

 Mientras esperaba a que alguno de los dos camareros tras la barra se hicieran cargo de su presencia  y de su sed, observó a su alrededor tratando de descubrir a alguien más de las extrañas personas que conoció en la boda de Allison. Pero a esas horas el local estaba lleno y no pudo encontrar a ninguno de ellos entre el gentío.

Una botella de cristal golpeando el mostrador de caoba devolvió su mirada al frente.

– Sir. Tiene usted aspecto de ser de los que sabe apreciar el sabor de un buen whisky y no permite que unos pennies de más sean obstáculo entre su garganta y este King George. ¿Me equivoco caballero?

- Tiradas (1)
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13/03/2018, 22:00
Narrador

El boxeador entro en el Red Lions y aprovechó su envergadura para hacerse paso a través de las personas que lo llenaban y disfrutaban de unas bien ganadas cervezas. Algunas de ellas le lanzan miradas reprobatorias, pero nadie pareció querer dejar hablar a los puños y todos prefirieron seguir centrándose en sus frías bebidas y sus acaloradas conversaciones.

Sin tener muy claro de a quien podría encontrarse en el punto de reunión, trató de vislumbrar a alguna de las personas con las que compartió la trágica experiencia de la mansión de los Lang, suponiendo que ellos también habrían sido invitados al igual que él. Pero no fue capaz de descubrir a ninguno de ellos entre los asistentes al local. En un par de ocasiones toco el hombro de un pelirrojo, convencido de que debía de tratarse de Seamus McBride, pero se confundió. Parecían no ser los únicos irlandeses que habitaban en Londres.

Empezó a preocuparse. ¿Habría llegado demasiado pronto? O, incluso peor, ¿demasiado tarde? ¿Seguro que era éste el punto de encuentro?

– Sir. – La voz de un camarero le saco de su estupor –. ¿Puedo ofrecerle algo, sir?

- Tiradas (1)
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13/03/2018, 22:02
Narrador

Los McBride entraron en el local y Seamus no tardó en levantar una ceja y la comisura del labio del mismo lado de la cara en señal de aprobación. No era el barrio de Londres que él hubiera elegido para salir a celebrar nada, pero una cerveza bien fría era algo igualmente agradable para el gaznate tanto allí como en el East End y, aunque allí aún nadie estuviera cantando tristes baladas irlandesas, el ambiente era el que se podía esperar de un bar. Mientras avanzaban hacia el interior del local, el irlandés procuraba hacer señales a algunos de los camareros que parecían poner el mismo esfuerzo en mantener un número adecuado de jarras de cerveza en circulación, como en ignorar los intentos del pistolero en aligerarles el peso que transportaban. De esta guisa, Seamus daba la sensación de no estar aún demasiado centrado en las razones que les habían llevado hasta el Red Lions y no buscaba entre la multitud a nada que no se pareciera lo más mínimo al ambarino líquido.

Eilish parecía disfrutar algo menos que su hermano del punto de encuentro. Al contrario que la multitud presente, ella no valoraba ese tipo de instituciones. No ya por los comportamientos bárbaros, violentos y en ocasiones obscenos que se solían dar en este tipo de lugares una vez avanzada la velada, sino también por que ella había podido apreciar en cadáveres humanos en lo que el consumo exagerado de esas sustancias acababa convirtiendo el bazo y los riñones de las personas. En alguna ocasión tuvo que contener a su hermano para que este no llegará a las manos con algún camarero que seguía esforzándose por no verle y recordar a Seamus para que habían venido.

En una de estas le dio un codazo a su hermano y le indicó con un movimiento de cabeza que mirará hacia la barra. Allí sentado y en plena conversación con uno de los bar keepers estaba el estirado noble que había luchado hombro con hombro junto a ellos.

Seamus sonrió de medio lado al verle y, cuando parecía que iba a dirigirse hacia él, Eilish repitió el gesto. Otro codazo, otro ligero levantamiento de la barbilla, ahora en otra dirección. Mezclado entre la gente y con apariencia de estar bastante perdido se encontraba el boxeador de finos bigotes que no había dudado en desencajar las mandíbulas de los esbirros de Lord Lang que se pusieron en su camino. Miraba a los lados, como si él también estuviera buscando a alguien.

- Tiradas (2)
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13/03/2018, 22:04
Narrador

El detective entró en la taberna disfrazado y llamó la atención de varios de los presentes, que se preguntaban que hacía alguien con esos andrajos en aquel lugar. No había conseguido pasar desapercibido, pero si al menos que no le reconocieran. Miró a los lados tratando de vislumbrar a algunas de las personas que el fatídico día de la boda se habían enfrentado junto a él y Lord Aidan contra aquellos demoníacos seres. No fue fácil. El local estaba a rebosar y la gente no parecía tener demasiada condescendencia hacia alguien a quien por lo visto consideraban un mendigo.

Pero al final pudo verlos entre el gentío y para su alegría habían acudido todos ellos. Alexander, el boxeador, giraba la cabeza de un lado a otro buscando entre los presentes a alguien. Francis supuso que trataría de encontrar al resto.

Los pelirrojos hermanos irlandeses se encontraban en el medio del local. Ella señalaba con la cabeza en dirección a Alexander y él miraba hacia la barra.

El detective siguió con la vista en la dirección donde Seamus miraba y pudo ver al que faltaba. El noble inglés de edad algo avanzada estaba sentado en uno de los taburetes del bar y conversaba con uno de los camareros.

En verdad que el disfraz había surgido efecto. Ninguno parecía haberse hecho cargo de su presencia y él había podido ver a todos ellos antes que ellos a él. Pero su tarea consistía en llevarlos hasta la logia donde les ofrecerían la oportunidad de unirse a las filas de los Rippers y no en observarlos. Más tarde o más temprano tendría que tomar contacto.

- Tiradas (1)
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14/03/2018, 09:55
Sir Anthony Sutton III

Anthony, por favor. - respondió con su habitual gesto de la mano, como si quisiera quitar importancia a la formalidad del título que el hombre había usado, sin ser consciente de que seguramente llamase así a todo aquel que sobresaliese sobre la mediocridad del ambiente.

Miró la botella, sin borrar la sonrisa de su rostro pero sabedor que seguramente aquella botella había sido reciclada varias veces y que el destilado en su interior seguramente provendría de alguna alambique en una bañera en la trasera del local.

¡Por supuesto! - asintió al camarero mientras se apoyaba ligeramente sobre la barra y seguía observando a los allí presentes, tratando de localizar el reservado que le esperaba o alguna cara conocida.

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15/03/2018, 07:55
Seamus McBride

Una taberna era el lugar elegido. Ya con eso tenían medio camino ganado con Seamus, aunque parecía estar demasiado abarrotada como para ser del gusto del irlandés. Y más ruidosa, y había tanta luz que veías a la gente al otro lado del establecimiento. No era el tipo de sitio que acostumbraba a visitar McBride, pero parecía ser más apropiada para su hermana. Si Eilish visitara una taberna para algo que no fuera sacarle a rastras de allí, seguramente el Red Lions sería un buen ejemplo.

Eh, rubio —llamó la atención de uno de los camareros, sin éxito—. Maldita sea, ¡tú! ¡Eh! ¡Ponme un whiskey irland...! ¡Cojones! —Empezaba a ponerse de mal humor y eso que acababa de empezar la mañana. Puta mierda de sajones¡Ouch! ¿Qué pasa contigo Lissie...?

Vio dónde señalaba su hermana y lo comprendió. Era el grandote, el forzudo de circo que se vanagloriaba de ser un excelente lanzador de cuchillos, pero Seamus había descubierto que lo que verdaderamente se le daba bien era repartir ostias a diestro y siniestro. Era inglés, claro, pero no todo podía ser perfecto. Se puso dos dedos en los labios y pegó un fuerte silbido que hizo que los parroquianos a su alrededor se giraran molestos.

¡EH! ¡SAJÓN! —bramó, ignorando cualquier tipo de convención social. Agitó la mano para que se acercara.

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15/03/2018, 14:21
Francis Douglas

El joven investigador, con paso lento y a tropicones, se fue acercando hasta la barra para situarse al lado de Sultton. Pidió una cerveza y escucho la conversación de su compañero en total silencio.

El noble ingles no reconoció a Francis, aunque si se percato que apestaba a tabaco y alcohol. Para el solo era alguien corpulento, que escondía sus facciones tras el cuello alto de su gruesa chaqueta, un sombrero parcialmente aplastado y una barba descuidada.

—Veo que has venido—. Pronuncio el señor Douglas con una voz ronca. Cuando su compañero le miro, el levanto ligeramente el sombrero y levanto el mentón de los pliegues de su chaqueta para mostrar su rostro. En ese momento si fue reconocido—. Me alegra verte.

—El resto también ha venido—. Dijo mientras señalaba con un ligero amargo de barbilla hacia el resto—. No me esperaba que todos aparecierais. Es una gran noticia.

Notas de juego

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15/03/2018, 18:03
Alexander Smith "Alex"

-¿Eh? Ah, si, una pinta.¿No habra visto por aquí a... - entonces oyó el silbido, que solo podia provenir de una persona - déjelo, creo que ya me ha encontrado - y se giró para comprobar que, efectivamente, era el irlandés el que le estaba llamando, y que además, no parecía estar tomando nada - Y ponga además un buen whisky irlandés

Con las bebidas en su poder se encaminó hacía los irlandeses, dejando el whisky enfrente del pelñirrojo

Pero si es McBride, y en una taberna inglesa, desde luego ya aceptan a cualquiera. Parece que su hermana es realmente buena curando heridas, recuerdo que acabó bastante mal parado- y le dedicó un apretón de manos a Seamus y una leve inclinación de cabeza a Eilish

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15/03/2018, 19:53
Dra. Eilish McBride

Al entrar al local, Eilish se centró en la búsqueda de caras conocidas. No quería pasar más tiempo del necesario en una taberna, por mucho que ésta no fuese ni de cerca tan horrible como los lugares a los que, cada vez más asiduamente, tenía que ir a sacar a su hermanito.

No tardó en ver a dos de los hombres que estuvieron con ellos en la fatídica boda, Sir Sutton y el Sr. Alexander. E inmediatamente le hizo saber a Seamus sobre quién se encontraba en el local. Aunque se alegraba de que se encontrasen aparentemente sanos, ella seguía buscando al hombre de tez pálida y al militar, ya que ellos eran partícipes de la organización que los había hecho ir hasta allí. Al fin y al cabo era con ellos con los que querían hablar.

El irlandés parecía más preocupado de su nivel de alcohol en sangre que de cualquier otra cosa. Y había conseguido alejarlo de la barra, o eso creía ella. Seam se puso a bramar a pleno pulmón para llamar la atención del fortachón de circo, y éste no tardó en darse por aludido. La pelirroja se sintió absolutamente avergonzada teniendo que bajar la cabeza y ocultar la rojez de su cara tras el sombrero. Pero eso no le impidió dar un taconazo en el pie a su hermano como llamada de atención. 

Cuando Alexander llegó a su altura se obligó a levantar la cabeza y hacer una inclinación a modo de saludo cuando éste la nombró. Y su cara volvió a enrojecer, pero esta vez de rabia, cuando vio lo que el circense ofrecía a su hermano.

Visto lo visto, le dio por imposible y siguió buscando por el local a los que ya deberían estar allí, los que les habían hecho llegar la misiva. Para ello tuvo que separarse por unos momentos de la pareja, pues parecía haber reservados que quedaban fuera de su visión - Si me disculpan - dijo dándoles la espalda y sin decir más se dispuso a explorar el local.

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15/03/2018, 23:55
Narrador

Teniendo bastante claro que la calidad de la bebida que le ofrecían tenía poco en común con el nombre de la marca y decidiendo que quizás podía compensarlo con la cantidad, Sir Sutton dejó unas monedas sobre el mostrador y el camarero, comprendiendo la señal, llenó el vaso y colocó la botella a su lado sobre la barra. Tomo cierta distancia para ocuparse de otros clientes, pero sin perder de vista a alguien tan ilustre -y adinerado- y tratar de adelantarse a sus deseos.

Disponiéndose a esperar a que acudiera alguien más a la cita, el noble se llevó el ambarino líquido a los labios, mas este no llego a calentar su garganta. Cuando colocó el frio borde del vaso de cristal sobre sus labios alguien llamó su atención. Alguien que hacía unos instantes había ocupado un asiento a su lado y a quien Anthony en un rápido y superfluo examen había clasificado de pordiosero y desdeñable. Molesto, dejó de nuevo el vaso sobre el mostrador y se dispuso a contestar a aquel vagabundo. En ese momento vio su cara por primera vez y una duda se dibujó en su rostro. Duda que en cuestión de un instante desapareció y dejo paso a la certidumbre. Se trataba de aquel hombre que había luchado a su lado contra los secuaces de los Lang y aquellos perros infernales. Con esos ropajes, el tono de piel más curtido y la barba no le había reconocido.

Francis por su lado pareció regocijarse de tener todo bajo control y de saber donde se encontraban los demás. Se lo mostró al noble y en ese preciso momento el pelirrojo irlandés lanzó un silbido propio de un pastor de ovejas, haciendo que todos los presentes se girarán un segundo en su dirección. La mayoría sacudió la cabeza en muestra de desacuerdo con los modales de Seamus antes de continuar con sus ocupaciones, pero el irlandés había conseguido lo que buscaba. Alexander, el boxeador de terrible pegada, se acercó hasta donde estaba aquel con una cerveza en la mano y un vaso de un líquido que bien podría ser whisky en la otra.

Cuando llegó hasta donde estaban los McBrides, la doctora Eilish se despidió de él y se alejó de los dos hombres al parecer buscando algo o a alguien.

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15/03/2018, 23:57
Narrador

Seamus usó un método un tanto irregular pero efectivo para llamar la atención de Alexander. El silbido retumbó en las paredes del bar e hizo que todos y cada uno de los allí presentes se girarán a ver de donde provenía la fuente de aquel molesto ruido. Lejos de avergonzarse ante la reacción de la gente, sino más bien disfrutando de la provocación, el irlandés levantó un brazo e hizo señales al boxeador para que este se aproximara. 
Este, claramente feliz de volver a ver a los dos pelirrojos, se acercó hacia ellos recogiendo de camino unas bebidas para poder brindar con el irlandés. El tosco pistolero incluso pareció pasar por alto un comentario jocoso del boxeador, bien por qué había aprendido a respetarle, bien por qué se alegraba por la bebida que este le traía.

Si la doctora Eilish compartía la alegría de su hermano era difícil de decir. Su carácter pragmático hacía que la irlandesa prestara más atención a otros asuntos de mayor interés para ella. Y es que aún faltaban por aparecer los anfitriones, los representantes de la organización por la que había decidido acudir con su hermano a un local como aquel. Así que, en el mismo instante en que Alexander estuvo con ellos y la saludo, esta decidió despedirse por unos momentos.

Al boxeador no se le escapó que el día de la boda, cuando se vieron por primera vez, la mujer reaccionó exactamente igual, alejándose en el preciso momento en que Alex se presentó a los irlandeses.

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15/03/2018, 23:58
Narrador

La doctora dejo a su hermano acompañado del boxeador y de un vaso de whisky. Sabiendo que con esta compañía no la echaría de menos -al menos durante los próximos minutos- avanzó entre la gente continuando su búsqueda. Cuando alguien, aprovechando que se encontraba sola, se atrevía a hacerle un comentario provocador, Eilish le devolvía una mirada tan fría y dura que a más de uno le faltó poco para atragantarse con la bebida y todos decidían dejarla seguir.

Pero seguía sin tener suerte en su búsqueda. Si alguno de aquellos dos hombres estaba en uno de los reservados, la puerta se encontraba cerrada y ella no tenía forma de mirar en su interior sin ser maleducada. Algo imposible en una mujer de estudios y su posición.

Pensando en la posición social volvió a mirar en dirección donde se encontraba Sir Sutton. Supuso que debía de encontrarse bastante a disgusto en ese ambiente y entonces se fijó que estaba hablando con alguien de aspecto desharrapado. Alguien vestido con ropas demasiado baratas. Curiosa se fijó más aún en aquel desconocido y levantó las cejas reflejando su sorpresa cuando reconoció los rasgos de alguien que había visto en el pasado ocultos detrás de una barba de dos semanas.

Se trataba de Francis, el joven investigador que se había comportado de manera extraña, pero que les había acompañado durante los terribles y peligrosos sucesos de la boda de Alison, luchando a su lado.