Partida Rol por web

-Esa frase es mía querido Dave.- Dicho esto el Don se levanta le extiende la mano a doña Carolina Montesco mientras observa la bien conservada figura de su esposa. -Cariño, simplemente los años no pasan por tí... aún recuerdo cuando yo tenía cabello aquella tarde en el puerto cuando te ví llegar junto a tu padre... simplemente radiente, la misma sonrisa y el mismo porte, sigo más enamorado que antes.- Ted le besa la mano y aceptando la propuesta de su esposa los acompaña al coche que los llevara de compras por Verona Beach.

Había estado algo ausente debido a un resfriado. Cuando llegué al salón todos habían salido. Buenos días, Saludé  a los que quedaban. Perdonad mi tardanza, parece que he pillado un resfriado, ¿alguna novedad?

Visiblemente conmocionado por los acontecimientos ocurridos el consejero de la familia se acerca con la ahora matriarca Carolina Montesco y luego de darle el pésame, le entrega los papeles para la celebración de las exequias del Don Montesco.

-Hablaré con el padre Lorenzo para la preparación del santo sepulcro de nuestro amado Ted.- Luego se dirige a todos los presentes. -Con el permiso de nuestra amada Carolina debemos ponernos de acuerdo para vengar esta afrenta con sangre, una vez realizado el sacramento tenemos que decidir y de ser necesario enviar nuestro poderoso mensaje fuerte y claro para que esto no vuelva a ocurrir...- el concigliere voltea hacia Carolina en son de total fidelidad a la familia Montesco.

Cuando llegó a casa vio al hombre que estaba buscando. Tom. Dejó que hablase sobre aquellos asuntos, asuntos que no quería escuchar, más aún cuando hablaba de venganza con sangre. Tuvo que hablar finalmente o el ánimo de todos se caldearía demasiado y la paz sería solo un sueño lejano.

-No… esto puede ser un acto al margen de la familia Capuleto o de uno solo de sus miembros. No debemos apresurarnos y mucho menos ahora que la policía nos está observando. Ruby, Baltasar, Tom. Deseo hablar a solas con vosotros- Y les hizo un gesto para que se apartasen- Mercurio ¿Puedes venir también?

Esperaba que su primo y  Dave entretuviesen y consolasen a su madre hasta que esta se calmase. Seguramente querría tanta sangre como Tom. Pero no Romeo.

Mercucio llegó acompañando a su amigo, como por supuesto, debía ser. Tom estaba hablando de las típicas cosas legales de estos momentos y de venganza, típico también. Él acudió a la llamada de su amigo y fue hacia donde pedía. — Sí, dime. — Murmuró mientras se acercaba. 

-Tom, las pesquisas del capitán Escala indican que en los embarques de nuestros muelles está llegando un cargamento de metanfetamina, a nombre de Teobaldo o de alguno de sus hombres. No sé si quieren incriminarnos o simplemente robarnos. Quizás la muerte de mi padre sea cosa de Teobaldo para quitarse la competencia- Miró a los cuatro que había apartado, uno a uno- Hay que planificar un asalto a esos embarques, deshacerse de los Capuleto e incriminar como sea a Teobaldo. Quizás sea el artífice de todo esto, o quizás no, pero si lo dejamos en la cárcel dándole las pruebas a Escala, tendremos un enemigo menos y nos habremos vengado. ¿Es posible?- Miró a Tom, luego a Baltasar y a Ruby, que eran los que más entendían de ese tipo de asuntos.

Después se giró a Mercurio.

-Dave no es trigo limpio, hay algo de él que no me gusta en absoluto, pero… es tu primo. Te lo pregunto con la confianza de amigo que tengo en ti ¿Confías en él? Si eres tu quien me dice que puedo fiarme de él, lo haré- Romeo temía, en el fondo, que Dave estuviese quizás relacionado de alguna manera con aquello que había ocurrido.

Escucho pensativa lo que Tom nos expresa y eso no conduciría a un río de sangre del cuál muy pocos o nadie logrará salir vivo, asiento con la barbilla cuando Romeo nos llama para hablar personalmente con algunos de nosotros.

Llegué a casa con la familia, sin mediar palabra. Mi mente volaba entre las razones y personas que le podían haber hecho eso a mí tío.

Gracias, Tom. Le respondí a lo de hablar con el padre Ted para el sepulcro.

Miré  a Romero, sin saber en qué estaba pensando. Ahora él ocuparía el lugar de su padre y tenía un gran peso y responsabilidad encima; y cómo su primo pensaba ayudarle en todo lo que pudiera, si se dejaba. Su teoría sobre un acto aislado de la familia Capuleto me hizo dudar, no sabía que pensar. No sé Romeo. Hay que repasar bien quién podría odiar tanto a Ted como para querer matarle.

Mi primo se apartó con los guardaespaldas y suspiré. Esperaba poder hablar en familia sobre lo ocurrido muy seriamente, la realidad era que habían asesinado a Ted Montesco y había que dar con el culpable; aunque entendía que no era el momento.  Me acerqué a mi tía y le di un abrazo. No era momento de peleas, ahora precisamente teníamos que estar más unidos que nunca.

Asiento con una mano en la barbilla a lo que dice Romeo, solo sé que esto se está complicando a cada minuto. Me acerco a Romeo y le comento casi en voz baja. -Romeo necesito hablar contigo, a solas.- Me levanto y lanzo un saludo formal con la cabeza para despedirme y salir de aquella estancia.

Miro fijamente a los ojos de Romeo, siento que mi corbata me estrangula y que las palabras no quieren salir. -Romeo, no me ha pasado desapercibido el enorme sentimiento que la heredera Capuleto ejerce sobre tí...-

Miro hacia otro lado al momento de soltar las palabras. -Alguien va a atentar contra ella en esta misma semana...-

Respiro profundo mientras que vuelvo a mirar a los ojos del heredero Montesco. -Mi fidelidad a tu familia, a tí y a tu padre es incondicional, soy el ángel ejecutor de los Montesco, eso, si no es sabido al menos esta presente en cada paso que doy detrás de tí, en la seguridad de cada integrante de la familia, por eso mismo no me fío de nadie incluso ni de Baltasar quién ha fallado en la protección de tu padre.-

Esta vez mi mirada se endurece tras lo que voy a decir. -Sé quién y como lo ha de hacer, ¿Que quieres que haga al respecto?.-

-Claro- le respondió Romeo y se alejó ligeramente con Ares. Al principio agachó la mirada ante aquella apreciación de la mujer. Era consciente de que a veces le era difícil ocultar lo que sentía cuando veía a Julieta y no se había mentalizado antes. Por suerte era ella quien lo había visto.

Después su cara se transformó en una mueca de sorpresa y horror, se veía más afligido que cuando vio a su padre muerto, pese a que esto podría ser tachado de muchas cosas.

-Ares…- dijo llamándola por su nombre, como pocas veces hacía- No… no puedo dejar que le pase algo a Julieta, si a ella le pasase algo yo… no podría seguir viviendo- le confesó. Le cogió de las manos y le miró a los ojos, el protocolo ya hacía tiempo que se había suprimido entre ambos- Eres una de las personas en la que más confío, te he confiado mi vida… y mi vida está unida a la de Julieta, sin ella no tengo razón de ser. Por favor, haz lo que sea necesario para evitarle cualquier mal- le suplicó- aunque tengas que matar a sangre fría- terminó diciendo con determinación. Y luego le dedicó una asentimiento fuerte de cabeza, le daba total libertad para actuar en su nombre, no perdería a Julieta.

-Ruby… ¿Cómo te has enterado de todo esto?- era la pregunta que le venía a la mente tras haberle pedido aquel favor.

Y el momento más difícil y triste ha llegado con la pregunta de Romeo. Retiro lentamente las manos soltándome del pobre Romeo al cuál puedo anticipar el momento exacto cuando su corazón se encogerá de dolor y tristeza, una lágrima rueda impertinente sobre mi mejilla ante lo que tengo que responder. -Tu madre ha decidido utilizar una poción familiar un veneno antiguo a las que sólo muy pocas generaciones tienen acceso y conocimiento de su existencia, los ángeles ejecutores tenemos acceso a esos y otros métodos para exterminio, una de las pócimas ha desaparecido y las matriarcas Montesco por lo regular tienen ese poder sobre la vida y la muerte...- retiro la lágrima de mi ojo antes de que se deslice más sobre mi rostro. -Te pregunto una vez más Romeo Montesco... ¿Que quieres hacer al respecto?...-

Mercucio no tenía la más remota idea de qué podía haber pasado y quién era el culpable, aunque estaba de acuerdo con el resto de los Montesco en culpar a los Capuleto de este acto. Cuando Romeo se dirigió a él, alzó la cabeza para mirarlo, ya que anteriormente estaba mirando al suelo, pensativo. 

La pregunta que le hizo, dejó a Mercucio dudando unos segundos. Torció el gesto y carraspeó. No quería ser brusco con su primo y hablar mal de él, pero quería ser sincero con Romeo. — Hmmm... Supongo... que no. — Suspiró y se secó las manos en el pantalón aunque no las tenía sudadas. Era difícil hablar mal de la familia. — No, definitivamente yo tampoco me fío de él. Está actuando de forma extraña... Algo trama. — Suspiró y después se encogió de hombros. La tensión en su rostro cambió y sonrió liberándose. — Creo que tiene más simpatía con los Capuleto ahora mismo y que está jugando al de doble espía. Tendría cuidado con él, ni aún siendo mi primo confío en lo que pueda hacer... — 

Le dio una palmada en el hombro a Romeo y le agarró por el trapecio en un apretón amistoso. — Pero no temas, tío. Tu familia sabrá salir de esta y a ese cabrón de Teobaldo le vamos a tener vigilado. — Le sonrió a su amigo y después se apartó para dejar que fuese a hablar con Ruby.

La cara de Romeo, hasta entonces llena de determinación, se congeló al escuchar aquello. Su madre era la que quería matar a su amada. Vio entonces la lágrima de Ruby, pero él no lloraba. Sabía que si comenzaba a llorar tardaría en dejar de hacerlo, todo se le venía encima. Ese mismo día había perdido a su padre y ahora si quería conservar a su amor debía… ¿acabar con su madre?

-No…- murmuró. Le habría quitado el mismo la lágrima del rostro a Ares, pero estaba lento, sus manos se habían quedado frías y apenas podía moverlas. Su mirada quedó vacía durante un instante y después habló- Hablaré con ella. No puedo matar a mi madre, pero… Julieta es mi vida, es más que mi vida…- y haría cualquier cosa por ella, aunque tuviese que quemar esta ciudad hasta los cimientos- Te haré una señal Ruby. Si no la convenzo… te haré una señal y… evitarás que le haga daño a Julieta. Ya sabes cómo- dijo con una voz casi innatural. La decisión estaba tomada. O su madre aceptaba su romance con Julieta o Romeo debería vivir el resto de sus días con aquella culpa.

-Gracias- le dijo en apenas un susurro.

Hago una breve reverencia atendiendo su decisión, no puedo imaginar por lo que está pasando en este momento, ojalá Romeo pueda llegar hasta el endurecido corazón de su madre, o de otra manera tendría que extender el filo de mi mortal espada en contra de la matriarca Montesco dejando vulnerable a la familia en medio de esta jungla de asfalto.

Le dirijo una mirada triste a Romeo y asiento con la cabeza en señal de despedida, me doy media vuelta y salgo del lugar deseándole suerte al heredero de apellido Montesco.

Ruby le había susurrado algo a Romeo en medio de aquella conversación y Romeo había vuelto con una mueca extraña. Más preocupado y lúgubre que de costumbre. Escuchó a su amigo y asintió como ausente, pero le respondió con firmeza.

-Mercurio, ¿puedes intentar averiguar algo? Necesito conocer a aquellos que rodean a la familia y tu eres el que más próximo esta a él- Romeo no era una persona que se le diese bien el engaño, por lo que hablar con alguien de quien no se fiaba le resultaba difícil. Había hecho todo su esfuerzo con Teobaldo y al final la estrategia le salio mayo debido a la interrupción... Esperaba que su amigo tuviese mas suerte.

-Si me disculpáis... Tengo que hablar con mi madre. Tom, lo de Teobaldo sigue en pie, si puedes organizarlo...- y dejó el asunto en el aire apartándose del grupo que él mismo había formado.

Romeo se aparto tras conversar con aquellos que había llevado a un lado de la estancia. Parecía más frío y ausente que antes, pero se dirigió a los tres que quedaban. Solo miró a una persona de aquellas tres, con demasiada fuerza quizás de lo que requería la situación:

-Madre... Tengo que hablar contigo. Disculpadnos- dijo a su primo y a Dave quienes estaban con ella. Acto seguido la cogió suavemente del brazo y la alejó con cariño de los demás.

Mercucio asintió a la petición de Romeo. — Por supuesto, cuenta conmigo. Intentaré lo que pueda. — Observó después como Romeo se alejaba para volver con el resto y él volvió a su lado. Intentaría hablar con su primo.