Partida Rol por web

-S..- a punto estuvo Erik de abrir su boca, pero Kalonymus habló antes.

Se le veía tranquilo, y sin embargo, Erik miró algo nervioso a los guardias que acompañaban a maese. Cuántos eran, qué armas portaban? que armadura tenían? Era completa? En caso de que no le acompañase nadie, vigilaría lo que Heinrich llevaba encima.

-Ah, pensé que estabais en el torneo ya, mi señor. Estaba haciendo la ronda para asegurarme de que todo estaba bien y me ha extrañado no ver a los dos guardias. Y a este... no lo reconozco, la verdad -añade clavando la mirada en Erik.

El maestre sólo lleva una daga, es un viejo y no es una persona especialmente fornida, sino más bien lo contrario, resultando más bien bajito, aunque algo entrado en carnes. Y no lleva nadie que lo proteja, ¿por qué lo iba a hacer estando en un castillo en el que era un mandamás? Ciertamente no despertaba muchas simpatías, pero cualquiera que osara tocarle un pelo tendría que vérselas nada menos que con la furia de su señor, el marqués. Y su falta sería rápidamente detectada, eso sin duda.

Kalonymus se agachó para ver al maestre por la cerradura de la puerta.  Ya que lo veía, dijo, como quien está ocupado trabajando pero contestando una pregunta:  Ah, ya sabes como dice el dicho Heinrich: "Anida la duda ladina". -Kalonymus había aprovechado el palíndroma latino, su especialidad para lanzar su hechizo de modificarle la memoria sin que el maestre se diera cuenta.- Pero no, del muchacho es de fiar, si, es nuevo en la guardia, y me cayó bien, por eso lo traje a que practicara algo con responsabilidad.  ¿Tiene buen porte, no? 

Kalonymus se dispuso a echar el hechizo para abrir el cofre, igual que la puerta hace rato. Claro que era de diametro mucho menor y eso lo cansaría menos.  Más vale que hubiera algo que valiera la pena dentro del cofre.  ¿Las cartas?  ¡Auch!  ¡maldición!, y comenzó a lanzar groserías en latín para engañar al maestre.  Perdón por las palabrotas, me di en la espinilla, auch.  

Aunque estaba algo nervioso, Erik se mostró con determinación y sacó pecho cuando Kalonymus habló bien de él. No quería contrariar al "conde".

Erik alzó también la barbila y se puso en guardia, ignorando, o al menos haciendo ver que ignoraba, la conversación entre el "conde" y su maestre.

-¿Se encuentra bien? -pregunta con tono de preocupación el maestre- Déjeme que le ayude, iremos al torneo juntos, seguro que está a punto de comenzar... hubiera jurado que ya había empezado, maldición -añade entre dientes, algo que sólo puede escuchar Erik.

Heinrich se nota desconfiado, incómodo con esta situación y con el grog al que no conoce. ¿Será un problema?

Mientras tanto, en el interior de la cámara el mago ha conseguido lanzar el hechizo para abrir la caja y su interior revela... cartas, un montón de ellas, suficientes para entretenerse durante horas.

Kalonymus guarda todas las cartas en las bolsas amplias de su muy holgada ropa, deja el cofre exactamente como estaba y donde estaba y le dice a Heinrich.  Si claro, abre tu mismo y entra.  Usa tu llave que yo estoy con las manos llenas. Un poco más, arreglamos esto y luego me iré al torneo.

Kalonymus le había cambiado a Heinrich su memoria de la salida del duque por una en que el duque le había dicho que vendría a la torre por unas cosas y que enviaría un "señuelo" al torneo.  Que lo había hecho por su seguridad y para poder hacer algunas cosas importantes con discreción...

Ah, y también, que nombraría a un nuevo guardia para la torre.

Las palabras del "duque" hacen fruncir el ceño al maestre, pero sabedor de lo que puede pasar si enoja a un voluble noble, hace lo que le dicen, saca una llave que llevaba atada al cuello de debajo del jubón y, sin quitársela del cuello, se agacha y la introduce en la cerradura. Abre la puerta y ve en el interior a un Kalonymus con el aspecto del duque, aunque tal vez comportándose un poco raro...

Ya con los papeles bien guardados en sus grandes bolsas de la holgada ropa, y con todo lo contenido en el cofrecillo de madera si hubiera mas, Kalonymus había suavizado la madera del cofre para que quedara como antes.  Al abrirse la puerta se volteó y recibió con una sonrisa al maestre diciendo: 

Gracias Heinrich.  Es usted un ángel.  Espero no haber dejado cosas muy desordenadas.  ¿Podría usted acomodarlas de nuevo para dejar todo en orden?  Yo me iré adelantando.  Gracias.  Lo veo después en el torneo.  

Por cierto, no comente nada de que me vio aquí.  Quiero mantener con la gente la idea de que salí temprano.  Gracias. 

Hasta lueguito. 

Y diciendo esto Kalonymus cerró la puerta dejando a Heinrich dentro. 

Vamos mi soldado, escólteme de regreso por favor. - le dijo a Erik

Ya afuera, en un lugar discreto, volvería a ser el guapo judío de siempre, y entonces buscarían a la duquesa para entregarle los escritos tan valiosos que sentía ahora entre los dedos metidos noblemente en sus bolsas. ¿Deberíamos leerlos antes? 

- Su Excelencia- dijo agachando levemente la cabeza en señal de sumisión.

Las emociones le hervían por dentro. Cómo era posible que ese mago hubiese hecho lo que había presenciado. Cómo había pasado por el duque ante su más fiel seguidor. Y cómo se había salido con la suya él sólo. No había necesitado para nada su ayuda.

Erik empezó a caminar delante de él, como era habitual para proteger al duque en caso de peligro.

Las cosas siempre, siempre, son más complicadas de lo que uno quisiera. Ojalá la aventura acabara tan felizmente como se había planteado Kalonymus que debiera suceder, pero no es así. Aunque el duque queda atrás, en la Tesorería, superado por la labia y las apariencias del mago, y aunque mago y grog descienden rápidamente hasta el patio del castillo para tratar de desaparecer rápidamente y resolver por fin el entuerto con la duquesa, alguien también acaba de llegar al patio. Alguien muy, muy parecido a Kalonymus, que todavía no se ha podido refugiar en algún lugar tranquilo para deshacerse del disfraz ilusorio. Dos guardias grandotes y de aspecto bastante competente le acompañan. Oh, vaya, sí, la cosa se ha vuelto a complicar...

Kalonymus le acabada de dar las hojas de la evidencia a Erik para su buen resguardo cuando vio lo que vio...

¡¡Oh, no!! ¡El duque!  Piensa rápido Kalonymus, ¡piensa!...  No hay tiempo ya de transformarme en la duquesa, menos aquí frente a todos. Así que, a circunstancias extremas... 

 ¡Ahí esta! -grita Kalonymus señalando al duque. -  ¡Ahí está el impostor!  ¡Detenedlo!  -usando su aura de autoridad les dijo a los guardias que acompañan al duque y a los dos de la puerta, y también a Erik quien esperaba se confundiera con estos dos últimos.

Avanzó hacia el "verdadero" duque y moviendo el índice en su cara le dice: ¿Y creías que te saldrías con la tuya bribón?  Hasta fuiste al torneo pretendiendo que era yo, cuando bien sabías que estaría en la torre. ¡Detenedlo y amordazarlo!  ¡Llevadlo a la mazmorra de detención! 

Kalonymus confiaba que al contar esta historia el engaño surtiera mayor efecto. 

-Acusado de suplantarme a mi mismo en mi propio castillo. Qué desfachatez. Morirás. Vosotros dos ya sabéis que soy yo mismo, ¿verdaaaad? ¡Pues atácadles, imbéciles! –ordena el duque hecho una fiera a los soldados que le acompañan. Éstos, sin dudarlo, desenfundan sus armas, haciendo gala de una actitud muy poco civilizada- Y vosotros, ¿a qué esperáis? –inquiere a los soldados que desde lo alto de las murallas del castillo están mirando el espectáculo. Afortunadamente con éstos no tiene tanta capacidad de convencimiento y no acaban de decidirse por ninguno de los dos “duques”...

Erik desenfunda su espada tan pronto como observa a sus contrincantes acercar sus manos a las armas.
No quiso decir nada, él no era tan bueno mintiendo, y prefería no dar ninguna pista. Simplemente se puso delante de Kalonymus defendiéndolo.

Kalonymus le dice en un susurro a Erik tras su espalda:  Voltea confundido haciéndole caso al duque, pero bloqueándolos sin querer, y ataca a mi imagen en cuanto acabe el hechizo para librarte de culpa -dice- no me pasará nada.  Luego confúndete entre los otros guardias y llévale los papeles a la duquesa. Y comienza el mago judío a decir la serie larga de palabras en latín que le daría el encantamiento de Wizard's Sidestep.  

Erik observó a los dos duques y esperó unos segundos delante de él para, de repente, girarse con suma destreza apuntando con el filo de su espada al duque.

- Su excelencia. Ya es mío.- dijo serio.- Su disfraz logró confundirme.- dice mientras da un paso hacia Kalonymus lentamente, apuntando la espada al pecho.- Mi señor, debo matarlo aquí mismo?- dice subiendo la espada lentamente hacia el cuello, muy cerca de Kalonymus.- O debería su excelencia hacer de esta ejecución un acto público?

Sus palabras y gestos pretendían ser lentos para darle tiempo a Kalonymus a hacer sus trucos.

Erik, mucho más hábilmente de lo que cabría esperar para un simple grog, encauzó la acción de una forma inesperada, interponiéndose entre los grandes soldados que se aprestaban a ensañarse con falso duque y guardaespaldas. El acto surte su efecto y los soldados detienen su avance, dejando actuar al soldado que parece haber recobrado la razón y que se dispone a hacer su trabajo, o, mejor dicho, que se dispone a arriesgar su cuello ante un noble.

Mientras tanto Kalonymus, o tal vez deberíamos decir el falso duque, susurra y realiza unos gestos extraños... ¡¡y de repente parece haber dado un paso lateral, más rápido de lo que el ojo humano puede seguir!! La sorpresa inunda a los observadores.

Erik se sorprende tanto que duda unos instantes antes de dar un tajo al aire, intentando cortar al falso duque o, al menos, donde estaba. Cuando termina, mira hacia todos lados buscando al falso duque. Se gira mirando al duque y se arrodilla en el suelo.

- Su excelencia. Siento lo ocurrido, me presente ante el impostor para entrar a formar parte de la guardia y él accedió de immediato. Si su excelencia lo permitiese, buscaré al impostor y lo traeré ante su excelencia aunque ello me cueste la vida.

Kalonymus pone una dramática cara de que ha sido cortado por la espada de Erik y espera.  Sabe que su imagen aparecerá en otro lugar.  

¿Lo puede controlar?  Mejor que no aparezca y el huiría invisible.  ¿

Sólo lo puede dirigir?  Si puede hacerlo de lejos, la aparecería en una almena mientras el corre por abajo, buscando un buen sitio donde esconderse y desaparecer la imagen. 

Si sólo puede aparecer cerca, hará que la imagen aparezca o en ... ¡justo encima del duque!  Lo buscará imitar paso a paso, como un mimo... 

¿Que resultará? 

Si no controla nada, de todas formas hará lo mismo, imitar cual espejo al duque doquiera que haya aparecido.  

Si sobrevive, saldrá una buena historia para contarle a las hadas. -sonríe-  Si no, ... también. -piensa tristemente.