Partida Rol por web

- Bueno, la verdad es que no es que esté acostumbrada a viajar con o sin servicio, puesto que ésta es la primera vez que salgo de la alianza de mi Parens después del guantelete. De hecho fue ella misma quién me recomendo acudir a esta cita pues Findebrand parece ser un antiguo conocido. No sé mucho más.

A pesar de las discrepancias y diferentes puntos de vista, poco a poco, al cabo de los minutos, se van haciendo grupitos según aptitudes, básicamente los Bonisagus y los más civilizados por intereses de investigación y actitud constructiva por un lado, y los Bjornaers y afines a la naturaleza por el otro. Teniendo un objetivo común y cerrando un ojo, la cosa pasaría más o menos por un grupo funcional. El tiempo dictaría su sentencia, pero de momento pesa la educación hermética recibida para saber que está tratando gente más similar entre sí que con el resto del mundo...

El posadero va y viene con humeante comida, adecuada a bolsillos generosos y estómagos exigentes, asegurando que todo está pagado por vuestro “amigo común”, sin especificar más. Un suave vino local o la cerveza alemana riega la comida según vuestras preferencias. La atención que os profesan, sin ser exquisita, es bastante buena, mejor que la que os podrían dar en muchas Alianzas.

A partir de la separación de determinados elementos la tarde comienza a discurrir de forma bastante amena, compartiendo conversaciones un tanto menos significativas, pero diferentes a lo que estáis acostumbrados. En cualquier caso, sea cual sea el pensamiento que rondara por vuestras cabezas o la conversación en la que os encontrábais inmersos, todo se interrumpe cuando hace finalmente aparición el hombre que os había convocado aquí a todos: Flindebrand el Afortunado.

La puerta del reservado se abre para dejar paso a Flindebrand, que antes de pasar asiente y sonríe amistosamente al posadero, depositando una brillante moneda en su mano. Accede a “vuestra” estancia y la puerta se cierra tras él para guardar vuestra intimidad. A pesar de no ser demasiado alto, ahí erguido junto a la puerta, no puede negarse que posee cierto porte. Y os observa, como haciendo recuernto. Por fin comienza a hablar, dirigiéndose a vosotros en su singular latín salpicado de mil acentos:

-Veo que habéis venido casi todos, un éxito. Bastian Klinsmann, el bisonte; Desheret Sangredepiedra; Dorian de Köln, seguidor de Flambeau; Excelsius señor de dragones, Kalonymus el Cuentacuentos, Ludovico el discreto, señor de mundanos; Oina ex Bonisagus, hija pródiga de su Casa; Saeros Ancalime, el lince, Ultramontano el Sanador; y Wulf el lobo –dice acompañando cada nombre y mote con un respetuoso ademán de cabeza- Faltan algunos, pero supongo que casi es mejor así, ya sois suficientes y mucho más complementarios de lo que os pensáis... –su sonrisa luce en su cara, tan brillante y sincera, que parece una auténtica carcajada, pese a no emitir sonido alguno- Sois diversos, pero lo que unos pueden los otros no y si aprendéis a convivir entre vosotros todo funcionará a las mil maravillas.

Cesa su discurso unos momentos y atrapados como estáis en su disertación no podéis sino seguirle con la mirada. Se acaba de acercar a la mesa, toma un vaso y se sirve un poco de vino, vino que rápidamente paladea, finalmente sentándose con cierta celeridad, ahora inmerso entre vosotros y bajando el tono de voz para que sólo los atentos y cercanos podáis oirle.

-Os hice una propuesta y ya es hora de contaros mi proyecto y porqué os he hecho venir hasta aquí: cerca, a sólo unas pocas leguas de aquí, hay un bosque de la buena gente, los duendes, un bosque más antiguo que los pueblos y las ciudades. En peligro. En su interior hay maravillas que podrían ser aprovechadas como fuentes de vis, pero la férrea mano de su señor ha impedido eso durante siglos, literalmente. No obstante, su bosque, como tantos otros, se ve amenazado por los hombres, armados con hachas de hierro e iglesias de altos campanarios. Hablé con él y le convencí de ayudarnos mutuamente. Yo no puedo soportar que lugares así se extingan como la llama de una vela y él puede mostrarse generoso con quienes le ayuden, así que decidí reunir un grupo de magos para fundar una Alianza que sirviera de nexo entre la Orden de Hermes y Arcadia. Él usaría su magia para daros un refugio útil y poderoso y los jóvenes magos que yo reuniría usarían su magia para proteger el árbol que no sólo les serviría de refugio, sino que sería el corazón del poder del bosque. Vosotros seríais esos jóvenes magos y el lugar es un bosque cercano de la zona conocida como Las Ardenas. Esta noche, la noche de Walpurguis, los que quiera participar de la creación de la Alianza, vendrán conmigo a participar de un ritual en el bosque, los que no lo deseen pueden pernoctar aquí o irse ahora mismo, no me importa –llegado este punto Flindebrand se cruza de brazos, un claro signo de que esa opción le parece desafortunada y que probablemente quien se decida a hacerlo obtendrá la animadversión del joven archimago.

-En cualquier caso, hay un “truco”, no quiero engañaros: el crecimiento del Aura será progresivo, no instantáneo y habrá que protegerlo cada noche de Walpurguis durante años, siete para ser precisos. No, no, no me pongáis esas caras, la suerte está de nuestro lado. Quiso la casualidad que haya una Alianza cercana, Triamore, una cuyos magos hace mucho que no van al bosque y que además está en pleno invierno. Buscan nuevos magos... ¿Véis la oportunidad? Además, volviendo a lo de la protección, este año estaré yo, haré un ritual que debería afectar a todo el bosque y todo debería transcurrir tranquilo, al menos este año. Intentaré venir los próximos, pero no es seguro que pueda. Entonces, ¿qué os parece? Emmm, siento meter prisa, pero sería cuestión de partir cuanto antes o se nos echará la noche encima...

Al rato de convrsar con Oina, una persona bastante notoria aparecio en la posada, únicamente había visto una velz a Findelbrand, cuando le habló muy por encima de una idea que le rondaba por la cabeza en compañía de su parens, pero era suficiente como para reconocerlo al entrar, pues su porte era inconfundible.

Despues de saludarse, Ludovico atendió a la indicacion de que pasase a una habitacion, la cual parecia un reservado desde el que salia algo de ruido, como si hubiese gente discutiendo, de tal forma que se levanto de la silla y se acerco a Oina para acababar extendiendo su brazo a esta con el objeto de ayudarle a que se levantase y pudiese entrar en la habitacion aliviandole una parte del esfuerzo que le podria suponer, pues en vista de su entrada y lo que las pocas palabras que habia intercambiado, no aparentaba ser una persona acostumbrada al esfuerzo fisico, gesto que acompaño de una leve inclinacion de cabeza mientras le decia cortesmente.

-Si me permitis el honor joven dama... al parecer hay mas gente en aquel reservado que espera la llegada de Findelbrand.

Una vez en el reservado y mientras escuchaba a Findelbrand agradecer la presencia de cada uno de los asistentes, Ludovico observaba atentamente a la persona a la que miraba el Archimago con objeto de saber el nombre, atendiendo igualmente a las muy cuidadosas palabras escogidas por Findelbrand para apodarla ante el resto.

A medida que fue escuchando detalles sobre la proposicion por la que se encontraba en esta posada, llego al razonamiento de que seria un lugar perfecto en el que continuar su aprendizaje, pues esa futura alianza le permitiria y exigiria aprender aquello que hasta el momento desconocia y que tal y como le decia su Parens, marcarian la diferencia entre ser un Loro o un Mago.

Una vez Findelbrand finalizo y espero una respuesta, pasaron varios segundos en silencio, lógico ante la magnitud de la decision, hasta que Ludovico se adelanto un paso acercandose mas a Findelbrand y dirigiendose a todos los presentes les dijo.

-Mis Sodalis que esten decididos a formar la Alianza propuesta por Findelbrand pueden contar con todo mi apoyo para embarcarse en empresa de tal magnitud... y considerarme por tanto, un miembro mas de la alianza que nacera hoy.

¿Quee? No lo pueden creer mis oídos.  ¡Es justo lo que estaba diciendo que quería hacer!  "El afortunado" debería también ser mi apodo.  ¡Que bien, que bien!  ¡¡Simcha!! ¡¡Simcha!!

¡Empecemos ya!

Me pongo a bailar por el salón.  Tomo a Saeros y le levanto las manos.  Bailo con Desheret haciendo un rondó.  Le hago una reverencia a Fildebrando.  Doy vueltas y vueltas de contento... 

Se que no todo será miel y polen, pero es mejor enfrentar los retos en algo que uno cree y quiere hacer que en una cosa que se viera ardua e ingrata...

Ultramontano se levanta, con cierta lentitud.

- Os voy a ser sincero, sodalis. En lo que a mi concierne, no tengo interés alguno en la buena gente, y los bosques y yo no nos llevamos bien. Pero si requerís ayuda en este proyecto, y el resto de presentes está de acuerdo en tomar parte de ello, contad con mi ayuda, si es que en algo puedo serviros.

Desheret, tras escuchar atentamente el discurso del archimago, y ver que algunos de sus compañeros empiezan a responder, se dirige hacia la puerta del comedor de la posada.

- Si me disculpan un momento, sodales, tengo una cosa que consultar. Enseguida volveré con ustedes - dice en tono ligero mientras sale por la puerta.

Una vez en el comedor, y tras dirigir una mirada de extrañeza hacia la mujer sentada en una extraña silla, se dirige hacia el hombre corpulento con el que entró, y se sienta a su lado. Juntando las cabezas para no ser escuchados por los que les rodean, empiezan una conversación cuchicheando.

Claro que si Ultramontano, te necesitamos.   Sería un gusto y honor si te unieras.  Voy y le doy un abrazo. 

Parece ser que no éramos los primeros sino los últimos.

Ante el amable ofrecimiento de Ludovico, Oina intenta rechazarlo con una forzada sonrisa, que transmite una leve sensación de repudio. - Espero que no se lo haya tomado mal -. Seguidamente llama a sus hombres para que acerquen la silla hacia el reservado.

Una vez allí presta atención a las palabras de Flindebrand el Afortunado, ruborizándose cuando menciona su seudónimo. - También él lo sabe, las noticias vuelan en la Orden -. Mientras escucha el discurso del archimago observa al resto del grupo que posiblemente compondrá su futura alianza, intentando identificarlos cuando son nombrados.

Al terminar el alegato Oina resta pensativa.

Puede ser un gran punto de inicio, esta nueva alianza. Un buen lugar para empezar con las investigaciones. Realmente me ha sorprendido ver a tantos magos juntos dispuestos a unirse. Será estupendo, podré observar una gran variedad de hechizos [...]

El tosco caminar de Desheret despierta a Oina de su trance y responde a su mirada con una nueva sonrisa diplomática fallida. - ¡Qué muchacha tan curiosa!

Tras la intervención de Kalonymus se anima a comunicar su participación en el proyecto. Vaya, parece ser que el grupo comienza a animarse para la aventura. Este extraño Merinita no sabe qué está haciendo tocando a ese leproso Tytallus.

- Contad conmigo sodali. Soy Oina ex Bonisagus, de la familia de Bonisagus, el fundador. Un placer conoceros.

mmm, ¿a ver?  ¿que me acuerdo de la noche de Walpurguis?

Ultramontano no esperaba el abrazo del Merinita por lo que, sin apenas moverse, dice, lentamente:

- Querido Kalonymus, agradezco mucho vuestro gesto, pero os recomiendo que a no ser queráis acabar con el rostro como un pantano, no os acerquéis tanto a mi. A no ser, claro, que tengáis algún interés en contagiaros de mi dolencia: En ese caso, solo pedidmelo, y muy amablemente os daré muestras de mis humores para que, a vuestro gusto, os infectéis. Y salve, recién llegados. Perdonadme que no os pueda saludar apropiadamente, pero por lo visto tengo un Merinita poco interesado en que me mueva.

kalonymus me coge de las manos y se pone eufórica lo que yo le miro y le suelto. me parece bien el trabajo, me gusta que esté en un lugar de bosque. Por mi adelante y si el leproso no quiere venir que no lo haga. aparta la mirada y espera a ver lo que dicen los demás.

- Tengo nombre, querido Saeros. Podéis utilizarlo para referiros a mi, especialmente si aún estoy en la sala. A no ser, claro, que tengamos ya la confianza suficiente como para ponernos motes según nuestras características más notorias. Porque si es así, me permitiré llamaros a vos Gato Rancio, a Desheret Pelopincho, y a Oina, que acaba de llegar... de la raza de Bonisagus, claro.

No sé tu nombre, estaba durmiendo cuando lo dijiste supongo, además llámame como quieras, me dai gual lo que me diga un terminal.

El gesto de Oina rechazando su ofrecimiento, no le molestó en absoluto, menos aún proveniendo de una Maga, pues supuso que tendria sus razones para no aceptar su brazo, aunque le hubiese gustado que hubiese sabido disimular mejor su desacuerdo, pero al fin y al cabo era una Maga y no era extraño por tanto que tuviesen dificultad para relacionarse con los mundanos.

Mas tarde en la reunion con Findelbrand, pudo observar que eran todos magos jovenes, con mucho que aprender al igual que él, solo esperaba que no fuesen demasiado excentricos, prepotentes ni arrogantes, pues ya había algunos que mostraban notorias faltas de respeto y etiqueta, solo permitidas entre los Magos.

Si no fuese porque confiaba en Findelbrand, ya estaria escuchando la conversacion que estaba teniendo la maga conocida como Desheret, pues su gesto desperto cierta desconfianza, aunque de sus Sodalis Magos uno se podia esperar cualquier actitud anormal para la sociedad de los mundanos, pero se relajó viendo que en el otro lado de la habitacion empezaban a surgir ciertas tiranteces propias de ciertos circulos de Magos y esperó a que fuese Findelbrand quien tuviese que poner limites a lo que estaba sucediendo.

-ah, ese Saeros, no ha cambiado.  Es como tratar de bailar con un gato. ¿Lo han intentado?-

¡Un pantano! Kalonymus suelta del abrazo a Ultramontano con una sonrisa, ¡Genial, eso es!   y saca sus hojas de fibras prensadas para anotar algo.   Habla con el y los que están cerca mientras escribe.  Mi ilustre hermana se peleó un día con los rabinos de Speyer porque decía que la lepra no era un castigo por impureza espiritual, sino una enfermedad de humores como cualquier otra, como tu dijiste.  Llevó una niña de 5 años, la viva imagen de la inocencia, a la que le había dado lepra, para probarlo.  

Yo le dije que nosotros le decíamos Vim, como mi parens me había estado enseñando, -miro buscando reaseguranza en Fildebrando- pero que no sabíamos más.

Ahora bien –hace dibujos en las hojas- un pantano es un lugar de naturaleza, hermoso, con sus equilibrios naturales, con sus víboras y sanguijuelas y lodos verdes de plantas.  Sólo que no  les gusta a los agricultores porque no producen, ni a la gente fina porque los ensucia (mira de reojo a Excelsius y Ludovico) o es difícil de transitar, pero todo tiene su lugar. 

Si tu cara es un pantano, entonces el Vim podría ser un equilibrio de seres que no podemos observar, pero que están en su naturaleza: tu cuerpo.  No es agradable para ti, -lo mira comprensivo, serio- como seguro no lo es para un tronco cubierto de hongos , pero para entenderlo bien hay que pensarlo así,  ¿no crees?   Mm, ya me dieron ganas de estudiar Corpus. 

Ah, y en todo caso.  Sonríe grande.  No me pasaría nada.  Mi hermana dice que a muchos no se les pega el vim de lepra, nunca.     Son luego los familiares que atienden y ayudan en los leprosarios, ¿verdad?    Como a ella no se le pegó y es mi gemela, pues a mi tampoco me pasaría. 

Creo. –hace cara de fingida sorpresa y cómica preocupación, y luego sonríe de nuevo-

De tus humores, sólo el bueno pásame, gracias.  Se rie.  Y si hubiera algo de riesgo, psssqué, el que no arriesga no gana.  ¿No es por eso que hacemos una Alianza en un lugar con retos variopintos?

A mi parecer, comenzar esta Alianza dándote un abrazo vale toda la pena contra cualquier riesgo que hubiera.