Veamos... respecto al tema del bueno de Donat y su piedra grabada con el dragón, entiendo, (y corrígeme si me equivoco), que al ser rico no debería ser un problema para Phillipe el solucionarle el tema de su arado fastidiado. Si es así, Phillipe se encarga, a cambio de algún servicio futuro que Donat haga para la abadía, probablemente, llegado el momento, arar algunos campos o algo por el estilo, bien de la propia abadía, bien de algún vecino necesitado. 

Es bueno ayudar, pero también es bueno que la gente sea consciente que se le ayuda.

Entiendo, y corrígeme si me equivoco, que ello no supone perder mi acción de estación, y que puedo proceder con normalidad.

En tal sentido, mi idea sería incorporar a una auténtica comunidad de monjes a nuestro "proyecto de monasterio". Es decir, con la base del lugar, y de los monjes que están incorporados como especialistas, transformar nuestro "protomonasterio" con cinco monjes en una auténtica comunidad monástica que empiece a funcionar en el lugar y que, en el futuro, haga su propio efecto llamada. ¿Eso contaría como aventura? ¿te expongo los datos de la misma?

Un campesino de la Alianza ha encontrado una piedra extraña de en torno a un palmo de tamaño mientras araba los campos. En ella se puede ver un dragón labrado, un dragón que se muerde la cola. ¿Tiene que ver con la anterior Alianza? El pobre hombre, Donat, le comenta el hallazgo a Phillipe, no por lo curioso de la piedra, sino porque le ha mellado el arado y ahora no sabe qué debe hacer, tiene miedo de que no le den otro los hombres de Sir Grégoire, no tiene tiempo de ir a encargar la reparación (ni el dinero, ya puestos) en San Mauricio y sin un arado en condiciones no podrá sembrar a tiempo y se arriesga a pasar hambre...

Veamos... respecto al tema del bueno de Donat y su piedra grabada con el dragón, entiendo, (y corrígeme si me equivoco), que al ser rico no debería ser un problema para Phillipe el solucionarle el tema de su arado fastidiado.

No sería para ti un problema económico el hacer reparar el arado de Donat e incluso comprarlo directamente. De hecho, lo más eficiente para todos sería ir (o encargar a alguien que vaya) a San Mauricio, comprar un arado, hacer que se lo lleven al circo de Navacelles, que se se lleven el arado estropeado para arreglar y que luego te lo devuelvan, dejándolo disponible para hacer lo mismo en caso de que se estropee otro arado.

Si es así, Phillipe se encarga, a cambio de algún servicio futuro que Donat haga para la abadía, probablemente, llegado el momento, arar algunos campos o algo por el estilo, bien de la propia abadía, bien de algún vecino necesitado. 

Es bueno ayudar, pero también es bueno que la gente sea consciente que se le ayuda.

Entiendo la postura. Coméntalo en tu post.

Entiendo, y corrígeme si me equivoco, que ello no supone perder mi acción de estación, y que puedo proceder con normalidad.

En absoluto, sería una cosa más de las que se encarga Phillipe.

En tal sentido, mi idea sería incorporar a una auténtica comunidad de monjes a nuestro "proyecto de monasterio". Es decir, con la base del lugar, y de los monjes que están incorporados como especialistas, transformar nuestro "protomonasterio" con cinco monjes en una auténtica comunidad monástica que empiece a funcionar en el lugar y que, en el futuro, haga su propio efecto llamada. ¿Eso contaría como aventura? ¿te expongo los datos de la misma?

Si lo único que haces es tratar de que la comunidad siga adelante, que se acaben de hacer las obras en curso y que todo comience a funcionar, en realidad no sería una aventura, sería una estación dedicada a los quehaceres del monasterio. Recibirías 2px en Profesión: Senescal (u otra competencia relacionada con administrar bienes) y sanseacabó, nada más.

Las Aventuras serían si en vez de hacerlo ordenadamente se hiciera de forma atropellada, de formas o maneras desacostumbradas y/o innovadoras o si te vas a pedirle dineros a un noble de la zona, o al rey de Francia, o similar. Cuando las cosas pueden ir muy bien o muy mal, entonces se tira el dado y es una Aventura, en caso contrario, simplemente se relata escuetamente y se asignan los PX.

En tu condición de rico, sólo necesitas una estación al año para poner las cosas en orden en tus asuntos y asegurarte tu estilo de vida, pero si le dedicas más estaciones puedes incluso llegar a incrementar su posición (lo que no tiene por qué reflejarse en lujos u ostentación, sino en que recibes más dinero/recursos porque tienes una base más amplia o mejor de ingresos... que podrían dedicarse a otras cosas, como construir una capilla a San Teodulfo de Orleans, por ejemplo).

Comprendo. He actualizado la ficha con las ganancias de pxs de primavera y otoño (había cinco puntos para repartirme y he optado por subirlas a liderazgo ya que era una habilidad que Phillipe "sólo" tenía a 3 y parece razonable que dadas las atribuciones que está adquiriendo aumente en su aprendizaje de como dirigir a su rebaño. Y que el Cielo lo tenga confesado)

Estupendo, me parece muy razonable.

Entiendo por tu descripción que tanto la abadía como el pueblo va "creciendo" de forma natural, independientemente de las actuaciones de Phillipe mientras el buen abad dedique su estación a tales actividades "normales". ¿Cierto?

Entiendes bien. Salvo que pase algo, pero ya será actuación insidiosa del malvado máster, ya me entiendes >;-)

En tal caso probablemente intente una nueva aventura del tipo de la realizada en primavera. ¿Sería correcto? ¿la preparo como la anterior indicándote las bases y demás?

Sí, por favor :-)

Asigno 5 pxs más a liderazgo por la aventura "la repoblación sigue su marcha" lo que hace que mi habilidad de liderazgo pase a ser: 3/10.

Las inquietudes del nuevo abad

PHILLIPE - INVIERNO DE 1197

Sólo el hombre necio sale de su casa, y la abandona, cuando tanto hay que hacer en ella. Con el gran aumento de almas, y las diversas procedencias de las mismas, Phillipe ni siquiera se planteó abandonar las tierras de la alianza. O las tierras de Ser Grégoire, o las tierras de su abadía.

A él le correspondía la obligación de calmar las almas atribuladas, de otorgar consuelo y esperanza en esta tierra, ¡tan a menudo!, valle de lágrimas. Y a ello se dedicó en cuerpo y alma, mientras compaginaba su labor en la dirección del monasterio, y en solventar las dificultades de sus fieles, con las más importantes: dar a las almas la inspiración y la fuerza para volver sus ojos a Cristo Redentor del mundo.

Dentro de esa obligación autoimpuesta, el abad dedica su tiempo a evangelizar a magos y judíos, con el deseo de acercarlos a Dios, y en su caso, bautizar a los no bautizados. El abad es persistente, y constante, pero nunca violento, ni amenazador. Explica los evangelios, y dedica todo su tiempo a ayudar a los habitantes, con la vieja premisa de: "haced lo que Él os diga" y el "ora et labora". Animado por los éxitos de este año, y por la efervescencia de la fe que le anima, explica, enseña, consuela y anima. Habla de la Fe, del Amor, de la Caridad y de la Esperanza, y se mantiene ojo avizor para evitar que los demonios de la envidia, de la ira, o de la pereza afecten a sus fieles, intentado, durante este invierno, servirlos (pues sólo el que sirve a los demás es seguidor de Cristo), evangelizarlos y entenderlos y conocerlos.

Él es su padre espiritual, y como tal, se toma tremendamente en serio su tarea.

Cuestión: Si nadie se fuera a intentar solventar el problema de los pastores... el propio abad iría con tantos hombres de armas como fuera posible. Espero que no sea así, claro. Pero llegado el caso, lo haría. Si se da el supuesto, avisa y te preparo la "aventura"

Mientras tanto, lo dicho, mi acción anterior es mi acción estacional, y sigo esperando la resolución de las dudas que te planteaba.

Entiendo que, al no ser una aventura, sino las acciones individuales de mi personaje dentro de lo que es su "actuación normal", debe ir aquí. Si no fuera así, avisa y "pergueño" una partida.

Entiendes bien. Y si quieres comentar algo con tus compañeros de Alianza, pues el Concilium.

Del mismo modo, si se requiere alguna tirada, avisa

No, no hace falta. Ganarás 2px en una habilidad apropiada, como Encanto o Liderazgo.

Cuestión: Si nadie se fuera a intentar solventar el problema de los pastores... el propio abad iría con tantos hombres de armas como fuera posible. Espero que no sea así, claro. Pero llegado el caso, lo haría. Si se da el supuesto, avisa y te preparo la "aventura"

Yo también espero que los magos muevan ficha, sería lo más apropiado. Apostaría por Tenax, pero llegado el caso hasta Orrin podría servir.

Mientras tanto, lo dicho, mi acción anterior es mi acción estacional,

Es tu estación de dedicación a tu medio de vida, sí, entendido :-)

y sigo esperando la resolución de las dudas que te planteaba.

Espero haberlas resuelto por fin. Cualquier duda, no dudes en escribirme de nuevo (que yo voy despacito pero con buena letra).

Asigno 2 puntos mas a la profesión (senescal) por el pasado invierno

1) No, no las hay. Las conversiones on algo muy serio que no se hace a la ligera. Sólo se suelen convertir presionados por la sociedad o la ley, o bien a causa de algún suceso clave, como salvar la vida o el matrimonio. De momento no hay conversiones.

2)

a) Hasta la cosecha todos los campesinos tiene problemas "económicos" (todo lo económico que se le puede llamar a un sistema no monetario). Todos los colonos instalados en Stricta Vallis son bastante "emprendedores" y capaces, no volverán a ser pobres si su señor o señores no les "maltratan" o caen enfermos. En San Mauricio sí, este invierno ya ha habido mendigos (aunque no ha muerto nadie gracias a la caridad cristiana y al sentido de comunidad). Hay que pensar que entre que los mejores se han ido a Stricta Vallis (los más inteligentes y abiertos) y el mayor número, siempre hay alguien que tiene mala pata...

b) En Stricta Vallis hay una pareja de cristianos, ya no tan jóvenes, en la cual el hombre acude a la iglesia por presión de su mujer, pero tiene dudas: su mujer ha tenido ya 3 abortos. Cree que Dios les ha abandonado y está a punto de hacer lo propio. Enric y Blanca se llaman. Él es un hombretón de espaldas anchas y cara de bruto barbudo, mientras que ella es una dulce y menuda mujer que parece no haber comido un plato caliente en su vida.

3) Sí, desde luego, pero seguramente entrarías en conflicto con Dolça si no se gestiona con mucho cuidado. No te resultaría complicado organizar una escuela parroquial en la que enseñar a los niños más dotados para el estudio, "internando" incluso a algún chaval de San Mauricio. De todas maneras, tu especialidad es sin duda las enseñanzas superiores (Artes Liberales), mientras que Dolça ha comenzado con la lectura y la escritura... Yo de ti se lo plantearía a Dolça por la escena de Concilium, para institucionalizar la escuela durante todo el año en vez de sólo durante el invierno. Dispones de suficientes monjes letrados para ello, aunque de momento no disponéis de mucho espacio ni material.

Primavera de 1198. Phillipe. Nuevos años, mismas inquietudes

No era el momento de veleidades aventureras. La comunidad aún estaba creciendo y ahora, que llegaba el momento de la siembra, el abad no estaba dispuesto a permitirse descuidar el frágil nacimiento de la nueva comunidad. Con firmeza dedica esta primavera, como ya había hecho en dos de las estaciones del año anterior, a cumplir su deber y sus funciones como abad. Especialmente, se ocupa de los problemas que atraviesan Enric y Blanca. No para atosigarlos, ni para presionarlos, pero sí para estar cerca de ellos, para mostrar su preocupación e interés. No interfiere sin embargo en el problema existente entre ambos respecto a si van o no a tener paternidad. Es un problema demasiado grave, demasiado duro, y que debe estar en la intimidad de la pareja.  Sólo para el caso que le pidan que se pronuncie lo hará. Del mismo modo se precupa del resto de la comunidad, sin dejar de intentar convertir a los no cristianos de la comunidad, sin presiones, ni amenazas, solo con la fuerza de su fe, y del ejemplo.

Es su obligación, después de todo, y Phillipe está convencido que ese es el camino adecuado, y único. Es la Palabra de Dios la que salva, y la que sana. Y no es la violencia, ni la espada, ni la amenaza, sino la Fe y la Caridad  quienes muestran el camino. Y eso intenta cada día.

Del mismo modo, sin dejar de preocuparse por el crecimiento de la comunidad, se preocupa también por los campesinos en problemas de San Mauricio. El abad además no deja de preocuparse por el crecimiento y mantenimiento del monasterio, porque esta siga creciendo para, en el menor tiempo posible, poder empezar a buscar formas con ese monasterio funcionando a pleno rendimiento, para mejorar la economía de la zona, y con ella, el bienestar de todos sus miembros.

¿Aventuras? Sinceramente, el abad no tiene tiempo para aventuras.

Verano de 1198. La visita del legado del abad de Cîteaux

Hugobaldo de Lissen, el obispo nunca nombrado como tal, no tardó en hacer acto de aparición en San Mauricio, según se decía que haría. Aún más, precedido por un par de hombres de Sir Grégoire, jinetes experimentados que se adelantaron para avisar de su llegada.

Viajando como viajaba en un pesado y recio carruaje cerrado, su llegada causó cierto revuelo, pues precisó de la ayuda de la guarnición de la torre defensiva de Navacelles al completo para lograr llegar ante las puertas de tu humilde abadía. Bajó el orondo Hugobaldo de mal humor, fatigado y molesto por el accidentado descenso hasta el circo. Miró la abadía y torció el gesto.

-Soy Hugobaldo de Lissen, legado de Arnaud Amaury, abad de Cîteaux, aquí están mis credenciales -dijo, aunque no las mostró para leer, tan sólo asomaba en una bolsa que cargaba consigo y en la que parecía llevar enseres de escritura, así como algunos mapas.

Esperó unos segundos a que intervinieras y se dejó guiar hacia algún sitio apropiado, sin prestar demasiado interés por su entorno.

-Vengo a comprobar el estado de la fe de la región -prosiguió-, nuestro superior está preocupado de que la herejía campe incluso entre los nuestros. Me tendréis que explicar qué es eso de los "sabios" del circo de Navacelles y el no-sé-qué de un edificio nunca visto...

 Verano de 1198. La visita del legado del abad de Cîteaux