Partida Rol por web

El viaje en barco desde Japón resultó una de las experiencias más penosas que Seiya jamás había padecido. Era comprensible que tras la Gran Guerra, no quedase la tecnología suficiente como para volver a hacer elevarse una mole de hierro en el aire, pero casi hubiera preferido tardar un año y viajar a pie, ya que se pasó mareado y vomitando todo el trayecto. 

Tras dos smeses de intentar retener en el estómago la repugnante comida en conserva del enorme pesquero, el viaje marítimo llegó a su fin. El barco ni siquiera atracó en puerto alguno.

De modo que Seiya fue embarcado en un pequeño bote a un kilómetro de la costa, con un odre de agua y un par de remos como única ayuda. Cuando alcanzó tierra firme, supuso que se encontraba en Grecia, puesto que allí debía encontrarse el Santuario. Y así, sin tener una idea de dónde estaba exaactamente, Seiya comenzó su singladura como caballero...

Nada mas bajar del bote miro haber si veo a alguien o algo de civilización, Esta vez no puedo permitirme fallar ninguna sola vez, el camino del un caballero no cabe lugar para el error.

Si no veo nada, busco algun camino pero siempre direccion al centro de la "isla"

Seiya se encaminó hacia el centro de la zona a la que había llegado. El paisaje resultaba muy distinto del que estaba habituado allá en Japón. Los árboles parecían más secos y resistentes al clima, que resultaba bastante más árido que en su tierra natal.

La caminata no duró mucho, sin embargo, ya que el sentido de la orientación del huérfano parecía no haberle fallado. Tra subir una loma particularmente elevada, Seiya pudo discernir las ruinas que tenía en su cabeza desde que le habían informado de su destino: las ruinas del Santuario.

Las columnas de mármol y alabastro recorrían el horizonte de un lado a otro del perímetro, marcando la zona en que comenzaba la nueva vida del joven. Una enorme montaña dominaba la parte posterior del lugar. Allí,supuso Seiya, sería dónde los recios y nobles caballeros de plata y oro se preparaban para las duras pruebas a las que serían sometidos.

Desde donde se encontraaba, no fue capaz de discernir ninguna de las famosas Casas del Zodíaco, algo que todo muchacho anhelaba ver alguna vez. Pero en su corazón, sabía que algún día, él se ganaría el derecho para llegar hasata allí. Sin embargo, sí que pudo ver, en una plazuela interior, a un grupo de jóvenes practicando ejercicios de lucha... 

Me acerco al grupo de jovenes y les saludo, Hola me llamo Seiya. espero que alguien de estos chic@s pueda decirme quien esta al cargo para ponerme al corriente de todo y depaso necesito comer y beber algo que estoy muerto de hambre ;D

Uno de los muchachos que e encontraba luchando, una mole de músculos enorme, se giró hacia el recién llegado

Vaya,vaya, ¿pero qué tenemos aquí? Si es un crío perdido  ¿no encuentras a tu mami, pequeñín?  rio burlonamente, haciendo que los demás estallaran en carcajadas

que graciosete el chico.No, vengo a entremarme aqui.

Hah rio el grandullón eso es una locura. Los japos no sabeis luchar. Ni siquiera comeis carne porque no podeis cazarla, ¡estais todo el día comiendo pescado crudo!

El comentario racista de Cassius provocó cierto silencio entre los demás jóvenes. El grandullón estaba provocando deliberadamente un enfrentamiento, en el que tenía todas las de ganar. Sin embargo, tras la última guerra mundial, la gente se tomaba muy a pecho su nacionalidad, y el insulto del gigante podría caldear los ánimos del joven nipón...

Creo que estas muy equivocado los japoneses comemos carne y tambien somos una nacion que tiene muchos proverbios y a ti te mereces uno, "Si no es correcto, no lo hagas. Si no es verdad, no lo digas". Con tu persmiso tengo que buscar a la persona que organiza esto para preguntarle algunas cosas.

Bah... gruñó el coloso, no muy seguro de qué había querido decir el pequeño nipón.

Seiya deaambuló por las calles medio en ruinas del Santuario. Por doquier encontraba grupos de jóvenes entrenando, o de guaardias bien pertrechados de patrulla. Finalmente, sin saber muy bien dónde dirigirse, se topó con una mujer enmascarada, cuya belleza no necesitaba en absoluto que se descubriera la cara para ser apreciada.

Hola, pequeño   saludó la mujer con voz dulce ¿Te has perdido?

Hola me llamo seiya, y e venido para convertirme en caballero.

Heheh   rió la mujer , que comenzó a caminar junto al joven japonés, deambulando por las ruinas sin rumbo fijo, aparentemente Tienes espíritu, eso es bueno. Mi nombre es Marin, Seiya.Te estaba esperando. Yo seré tu maestra en el Santuario. Antes de que empecemos, debo preguntárte algo. ¿porqué quieres ser caballero? Piensa bien tu respuesta.

Sin Dudaro un instente le respondo, Quiero ser caballero para poder proteger a las personas, a mi amigos.-Me quedo callado un momento con cara triste- Aunque por ahora los unicos amigos que tengo son los chicos con los que me crie en las calles y un grupo que e conocido hace poco.

Entiendo  contestó la mujer con voz suave. ¿eres consciente de que el camino que te espera será muy duro? Debes estar preparado para dar lo mejor de tí mismo, y no flaquear jamás. ¿serás capaz?

Mientras preguntaba, la pareja seguía caminando, hasta que poco a poco fueron dejando atrás las ruinas de asapecto griego que eran el centro del recinto. Finalmente, ambos llegaron hasta una pequeña construcción, del mismo estilo que el resto que habían visitado hasta el momento. Tan sólo tenía una planta, y dentro había espacio para un jergón de paja y un mesa con un par de sillas.

Esta será tu casa durante el tiempo que pases aquí.  dijo Marin seriamente espero que la cuides y la mantengas aseada. Un caballero no puede ser desordenado ni sucio. Cada día antes de entrenar deberás dedicar una hora al cuidado tanto de la casa como de tu higiene. Tras la casa hay un pozo del que podrás extraer agua.

Ahora te dejo para que decanses. Comenzaremos mañana al alba.

Aunque no había mucho que ordenar ( la casa apenas disponía de mobiliario) Seiya ya se encontraba bastante cansado por el viaje. El joven se acercó hasta el pozo y descubrió que a unos metros de él, en la parte rtrasera de la casa, había una especie de huerto bastante descuidado.

Sin darle demasiada importancia, el huérfano sacó el agua del pozo que necesitaba para asearse, y poco después cayó rendido en el catre.