Partida Rol por web

 A Takezo le tocó el vuelo más corto de todos. Al igual que sus compañeros el también viajo en un avión de la fundación junto con algunos otros miembros de la fundación pero al contrario del resto de sus compañeros el no tuvo tiempo de cansarse de los entretenimientos que había en el avión para hacer más ameno su viaje. Al llegar a destino el chico fue conducido hacia una zona rural bastante tranquila. Japón aun tenía muchas zonas protegidas por lo que los hermosos paisajes desbordaban por todo lugar. Así que este otro viaje también fue bastante entretenido para Takezo que antes de que se diera cuenta ya había llegado a Destino.
 En el lugar lo esperaban 2 personas un adulto vestido con ropa muy al estilo japonés antiguo y un niño que debería tener la misma edad que el.

-Así que tu eres Takezo.- Dijo el hombre acercándose con decisión. -Un gusto en conocerte y un gusto también que te gusten las espadas.- Dijo estrechando la mano del chico y señalando con los ojos el Bokken del niño. -El otro muchacho que está ahí es Lou Bun, el será tu compañero de entrenamiento, el también fue enviado para conseguir la armadura de Dragón.-

El chico se acerco con energía para saludar al recién llegado.
-Hola buen día soy Lou Bun.- vengo de china. Dijo presentándose. -Se que competimos por la armadura pero no quiero que eso nos convierta en enemigos daré todo para que podamos crecer como los mejores guerreros. Takezo noto que algo del entusiasmo del chico era también un poco de nervios y ansiedad tras conocer al chico que sería su rival en un objetivo común.

Takezo estuvo viendo el paisaje de japón desde las ventanas del avión ¡El mundo era bastante grande! ¿O pequeño? Al parecer dependía de como se mirara. Intentó no llorar durante todo el viaje, pero al bajarse del avión y despedirse de los compañeros que aún quedaban, rompió en llanto. Era posible que no volviera a ver a ninguno hasta dentro de mucho tiempo, o hasta que fuera caballero.

—¡Soy yo! —se presentó haciendo una profunda reverencia y apretando la mano de su maestro —Espero honrar la espada de mi madre.

Luego se fijó en el otro aprendiz y le hizo una reverencia menos formal «¿Había otro candidato?». Hasta ahora no había pensado siquiera la posibilidad de que tuviera que competir con nadie para obtener la armadura.

—Lou Bun... —repitió en silencio intentando grabarse el nombre del chico. Si tenía que competir, así lo iba a hacer —¡Demos lo mejor de nosotros!

Sus compañeros venían de todas partes, pero no había conocido a nadie que viniera de china. Y la curiosidad se apoderó de él.

—¿Qué idioma hablan en China? ¿Chino? ¿Quién te enseñó japones? ¿Es verdad que tienen dragones?...

Estaba ansioso por comenzar el entrenamiento.

-En china tenemos dos dialectos, Chino Cantones y Chino Mandarín. Yo soy de Huiji en la Provincia de Henan, allí hablamos Mandarín.- Contestó el chico. -Mi madre es mitad Japonesa así que yo sería como un cuarto japonés, ella me enseño el idioma de pequeño.- Agregó.
-¿Dragones? si tenemos en todo lados pero son adornos, maquetas y unos enormes pasan danzando para año nuevo y hay que tocarle la cola para tener buen suerte.- Comentó con alegría el chico.

Nobou miró la primera interacción de los chicos sin interrumpirla pero tras las presentaciones volvió a tomar la palabra. Necesito que me acompañen. Dijo y comenzó a caminar hacia la costa, se detuvo en una de las playas y se quedo mirando en dirección al mar. -Lo que aquí aprenderán es algo serio y es importante que vean de lo que serán capaces de hacer si entrenan con fuerza y dedicación.- Nobou levanto su brazo dejando la palma de la mano abierta mientras miraba en dirección al mar.

De pronto un haz de luz salió en del brazo del santo cuando este descendió la mano a una velocidad imperceptible para los chicos. Ese haz de luz partió todo lo que se encontró, dividió la arena y el agua como si se tratara de mantequilla cortada con un cuchillo caliente.

Lo que ambos niños acababan de presenciar era algo que solo podía existir en su imaginación salvo que era algo real. Eso que acaban de ver es la manifestación de mi cosmos. El cosmos es la concentración de la fuerza, espíritu y la mente en el punto que vas a golpear  así como también es la aniquilación, separación, o detenimiento de los átomos de alguna de la materia; es considerado como la "naturaleza de la destrucción".- Hizo una pausa y miro como el agua recuperaba su forma original y como la arena decantaba y se reacomodaba tanto como podía hacerlo. -Todos los humanos en este mundo tenemos ese universo interior al que llamamos cosmos pero solo nosotros sabemos cómo explotarlo al máximo.- Comentó. -Aquello que acaban de ver es mi técnica insignia, la herede de mi maestro el gran patriarca que a su vez fue el antiguo caballero del Dragón.- Nobou giro para ver a los muchachos.
 -Yo les enseñare el poder para partir la tierra y dividir el cielo, solo demando de ustedes lealtad y confianza. Sé que el camino a veces es duro pero si confían en mi hare de ustedes los mejore hombres que hayan caminado por esta tierra, juntos honraremos el nombre de mi maestro el Gran Patriarca y de nuestra diosa Athena, de cara a la terrible guerra que estamos por librar.-

Takezo escuchó con interés a Lou Bun. Tenía muchas preguntas que hacer ¿Por qué tienen dos idiomas? ¿Por qué su mamá era medio japonesa? ¿Le ha tocado la cola a un dragón?... Las preguntas iban saltando conforme escuchaba a su compañero y rival, pero se contuvo de formularlas cuando percibió que su maestro iba a iniciar.

El rostro del muchacho cambió con la demostración de lo que podía hacer el control del cosmos de su maestro. Pasó por la incredulidad, a confusión, el miedo y la emoción finalmente ¿Era ese el poder de un santo de atena? ¡Las historias eran ciertas! No es que él dudara de su veracidad, pero ahí tenía las pruebas de que no se equivocaba al creer en ellas. Ahora se abría ante el mundo de posibilidades y un poder que estaba a su alcance, si entrenaba diligentemente.

—Yo... Aspiro poder proteger a los demás... ¡Me esforzaré! ¡Nos esforzaremos! ¿Cierto Lou? —meditó sus palabras antes de replicarle a su nuevo maestro.

Lou Bun No salía de su asombro al ver de lo que podría ser capaz si lograba dominar aquella energía que su maestro había llamado como "Naturaleza de la destrucción". -Sí, daremos lo mejor de nosotros Maestro Nobou.- Dijo saliendo de su asombro con las palabras de su compañero.

Nobou asintió ante la alegría de sus alumnos. -Bien me alegra ver que tienen mucha energía y que están entusiasmados por aprender. Pero para ver como tengo que entrenarlos tengo que saber qué es lo que saben hacer. Así que propongo un combate de manera amistoso entre ustedes para saber que cualidades tienen y que es lo que pudieron entrenar hasta ahora.- Hizo una pausa y miro a Takezo. -Lou Bun está entrenado en artes marciales.- Luego giro y miro a Lou Bun -Y Takezo tiene dominio con el Bokken.-  Hizo un nueva pausa para mirar a ambos niños. -Así que considero que sería una batalla justa. ¿Les parece bien arrancar de esa forma?

Takezo asintió y se separó un poco de su oponente. Se cuadro y descolgó su bokken.

—¡Cuando estés listo! —miraba fijamente a Lou Bun. Sería el primero de los muchos combates que suponia tendrían, pero no se permitiría perder. Pensaba que tenía una ventaja injusta del bokken, pero si su compañero estaba entrenado para esos casos ¿Por qué no?

Lou Bun asintió a lo dicho por su Maestro y se puso en posición de combate. Ambos chicos tendrían su primer enfrentamiento en aquella playa bajo la atenta mirada del Nobou "El santo de la espada"

 -Ve con todo lo que tengas por favor. Nuestros enemigos no dudaran en matarnos así que debemos entrenar lo más duro que podamos para que en el futuro nadie pueda sorprendernos con su fuerza.-

Aprovechando sus rápidos reflejos Lou Bun se lanzo a combatir con su rival y compañero de entrenamiento. Su primera intención era la de quitarle el objeto que le daba su habilidad así que el joven chino apunto su golpe a la mano que sostiene el Bokken.
 Para sorpresa de El golpe del chico logro darle en la mano que sostenía el Bokken pero no tuvo la suficiente fuerza como para lograr su objetivo. Ahora era su turno de demostrarle que tan bueno era con su arma favorita.

Takezo intentó atacar a Lou Bun, pero este había sido más rápido, al punto de lograr golpearlo para desarmarlo, pero este no estaba dispuesto a dejar caer su arma y el golpe continuó su trayectoria hasta alcanzar el costado del muchacho. Luego, aprovechando el impulso dio un giro sobre el pie derecho con toda su fuerza sin importar quedar en mala posición, si acababa el combate ahí no necesitaría más nada.

Pensó por un momento que se había pasado y se disponía a girarse para disculparse con Lou Bun...

El ataque de su compañero le había dado muy fuerte en dos puntos  diferentes. No dudaba de la ventaja de tener un arma ya que el alcance es diferente que pelear con los puños pero aun así el manejo del Bokken de  takezo era superior.

 A duras penas logró reponerse del espadazo en las costillas que recibió. Aunque el dolor le dificultaba un poco el movimiento logro colocar un golpe a Takezo debajo de la axila allí donde a veces hace que te quedes sin aire. Aprovechando aquella ventaja intento darlo otro golpe más pero su patada se encontró con la férrea defensa del Bokken de Takezo.

El golpe en la axila casi lo hizo soltar su arma nuevamente y apenas pudo levantar el bokken para defenderse de la patada. Todavía con el brazo entumecido se lanzó gritando hacia Lou Bun y descargó una serie de golpes que el muchacho esquivó, pero no le estaba dando chance para contraatacar. Fue cuestión de tiempo hasta que el chico resbaló esquivando un tajo horizontal, donde Takezo vio su oportunidad y lanzó un tajo descendente.

Se esperaba el sonido de la madera restallando contra la cabeza de su compañero. Pero se había logrado detener a tiempo y apenas lo había tocado. Su maestro daría por finalizado el combate.

Respiraba con dificultad. Lou Bun sería un oponente formidable en el futuro. El había sido superior por solo un poco. Bajó el bokken y se tiró junto a su compañero en la arena.

—Buena pelea.

Lou Bun tardo algunos segundos más de lo esperados en recuperarse del combate, no por los golpes sino mas bien por la frustración.
-Sí que fue una buena pelea.- Dijo el chico. -En Kung Fu nos enseñaron que nuestro cuerpo era una ventaja y que podríamos desarmar a cualquier oponente solo con nuestra fuerza pero en tu caso fue diferente. Esa escapada está pegada a ti.- El chico no estaba enojado con el resultado sino con sus antiguos maestros que le habían enseñado a que con su arte marcial seria infalible, Hoy había aprendido una lección de humildad que tendría que incorporarle en silencio.

-Los felicito a ambos. Vi que son grandes peleadores en lo individual, habrá que ir haciendo algunas modificaciones en los estilos para que puedan ser santos de Athena. Lou Bun tienes la técnica pero te falta el enfoque confías mucho en lo que sabes y peleas de acuerdo a las "formas" que te enseñaron. Necesitas aprender cuando debes encadenar cada golpe y que el combate tiene ritmos a los que deberás adaptarte.
 Takezo tienes fuerza y realmente eres una amenaza con tu espada pero ahí radica tu debilidad, sin tu espada poco es lo que puedes hacer.
 Nobou dio media vuelta y comenzó a caminar a la casa en la que viviría con sus alumnos. -Síganme por favor.-

La casa era sencilla y pequeña. Estaba decorada al estilo japonés pero no le faltaba nada. No era la mansión Kido pero tampoco era un ranchito despedazado. Cerca de la puerta de entrada había una puerta trampa que conducía a un altillo. Nobou trajo desde el patio una escalera e hizo subir a los niños a ese lugar.

 En el altillo los chicos alcanzaron a ver lo que era una más que decente colección de Katanas japonesas presentadas en la pared. Sus fundas tenias diversos colores y diseños de los más hermosos.
-Al igual que tu Takezo yo también fui un estudiante de la espada y además  soy un amante de ellas. Estas que ves aquí son de mi colección personal, las guardo por motivos estéticos y sentimentales y todos los años tengo que ver la forma de seguir colgando alguna nueva ya que el patriarca, mi maestro. Me regala una en cada uno de mis cumpleaños. Sin embargo ninguna de estas será usada por mí en una batalla.- Hizo una pausa y señalo el Bokken de Takezo.
-Y tu tampoco usaras ninguna si es que logras adquirir el rango de caballero.- Antes de que el chico tuviera tiempo de ponerse mal Nobou prosiguió con lo que quería decir. -Te enseñare a utilizar tus brazos y tus manos como las espadas mas filosas. Serán tan peligrosas que si te enfrentaras en combate contra un dios este resultaría herido.- Tras decir eso giro para mirar al niño chino -A ti Lou Bun te enseñare a utilizas las técnicas del dragón para que puedas desplegar un arsenal de estilos de combate frente a tus enemigos. Yo Nobou soy heredero de ambos estilos y les enseñare a cada uno el suyo para que el día de mañana quien sea que vista la armadura del Dragón pueda decir con orgullo que no hay rival en la tierra que pueda derrotarlo.

Takezo meditó las palabras de su compañero. El bokken era lo único que le quedaba de sus padres, y su madre le había enseñado a aferrarlo con firmeza. Cuando sostenía su arma de prácticas no blandía un arma, sino el poder de proteger lo que quería, sus sueños y esperanzas. Entendía que lo que le ataba a su arma era un lazo más emocional que la fuerza de los pocos años de entrenamiento.

Siguió emocionado a su maestro a la casa que suponía, sería su nuevo hogar durante varios años y no pudo contener sus exclamaciones de emoción al ver la colección personal de armas que tenía Nobuo «¡El maestro del sensei debe ser alguien asombroso!» pensó mientras miraba con reverencia una katana con tallas de dragones sobre una saya amarilla.

El chico quedó en shock por un momento. Antes de sentirse conmovido por la fe que parecía tener Nobou en ellos dos «No habrá rival en la tierra para nosotros» pensó mientras se ponía de rodillas y ofrecía su arma con reverencia a su maestro.

—Cuide de él, por favor. Sería un honor que usted lo tuviera —dijo entre sollozos.

Tenía una sensación de opresión en el pecho, pero debía separarse de aquel recuerdo porque si no dependería de él por siempre. Sus recuerdos seguirían con él, por más lejos que estuviera de aquel palo. No esperaba que su maestro lo pusiera entre sus hermosas piezas, pero si él lo tenía. Podría estar seguro de que estaría a buen cuidado.

Nobou acepto el Bokken de Takezo y asintió con la cabeza ante la actitud del muchacho. Estaba despegándose de algo muy valioso para él con el fin de encarar con más fuerza el camino del guerrero. -Entiendo el valor que tiene esto para ti así que la pondré entre estas espadas para que puedas verla siempre que quieras.- Dijo mirando la pared. Sabía que habría que buscarle un lugar allí y estaba seguro que podría encontrar uno bueno para que el Bokken también se exhibido con los honores que se merecen. -Ahora será tiempo que vayamos a comer algo ligero y volvamos a las practicas, entes de enseñarles a usar las habilidades del cosmo necesito que tengan cuerpos fuertes y agiles.

 A la hora de comer se sentaron en una mesa baja típica de las tierras del sol naciente y comieron un tazón de arroz y verduras bastante nutritivo pero no menos delicioso.
 -Aprovechando que este es un momento en el que no pueden entrenar su cuerpo creo que sería bueno aprovecharlo para entrenar sus mentes. El Maestro Shiryu siempre estaba enseñándome algo incluso cuando yo no sabía que estaba siendo educado por sus lecciones o sus palabras. Una de las cosas más importantes que tiene que tenes un guerrero es información y como tal les dejare que me hagan preguntas sobre el Santuario, el entrenamiento o sobre cualquier cosa que quieran saber. ¿Que tanto les contaron del Santuario?

-Se que el santuario esta defendido por los 12 guardianes dorados pero que ellos no siempre están defendiendo su templo y que todos ellos son liderados por el Patriarca.- Intervino Lou Bou -Y que además hay también santos de rango plateado y de Bronce.- Agrego esperando saber si lo que dijo era correcto.

Takezo se sintió honrado de que su maestro decidiera dejar su humilde bokken con aquella fantástica colección y le agradeció con una reverencia.

Comer en una mesa baja le daba vida a los pocos recuerdos que le quedaban de su madre. Y no podía evitar reverenciar a Nobou.

El chico asintió a lo que decía Lou Bun. Tenía entendido lo mismo —El señor Ban nos contaba muchas historias de Seiya y los caballeros que lucharon contra los dioses malvados.