Partida Rol por web

-¡¡Rayos!! Rápido, subid al árbol!, Lo entretendré!  -Maldita sea! Ahora habrá que improvisar! Si sólo entro yo, me largo y tendríamos ventaja! Ven aquí maldito chucho!

Alerta como siempre, Bola de Nieve reacciona y sale como una bala hacia el otro lado del jardín, pero pegado a la valla manteniéndose a distancia del perro. Corriendo y maullando para atraerlo, para que antes de que el chucho lo alcance, dar un salto y subirse a lo alto de la valla. Dejando así al animal de espaldas a sus compañeros para que suban al árbol. 

Fusfus se quedó algo sorprendido ante el roce de parte de Ofelia, y no podía evitar pensar que todos esos gatos eran unos cobardes- ¿Nunca os habéis enfrentado a un perro? Si son todo ladridos y nada hábiles -presumía mientras veía a los gatos saltar uno tras otro con mayor o menor soltura.

En ese momento escuchó los ladridos y no pudo evitar sentirse aliviado- ¡ESE CHUCHO ES MÍO! -dijo mientras se lanzaba a saltar la valla.

La curiosidad me pudo. Lo reconozco, pretendía esperar a que volvieran y decidir el plan. Tal y como habíamos quedado. Pero... me pareció ver un cordón colgando entre los arbustos y no pude resistirme a entrar a su caza. Desgraciadamente, no lo era, tan solo era una rama, pero en cuanto me di cuenta me había metido en un buen lío, y no solo por comerme uno de los tablones... 

Los ladridos me pillaron imprevista, abrí los ojos como madejas, giré mi cabeza buscando el origen de aquél horrible sonido, a la vez que notaba erizárseme el pelo. Pero, antes de nada, estábamos los tres observando como el perro corría directo, hacia nosotros. -Corred, corred.- Maullé alertando y animando al resto a la vez que lo hacía Bolita de Nieve, aunque no hacía falta pues veían todos el peligro tan claro como lo veía yo.

Quizás no era un perro muy grande, pero era casi el doble que yo, mi instinto fue el de huir y subirme al árbol de un salto y clavando mis zarpas con desesperación para ascender:  -Estúpido, estúpido perro... -Le espeté desde arriba impotente.*

Entonces, pasó lo que jamás habría imaginado, el gato-ninja se encaró al perro haciendo que le persiguiera. ¡¡Y Fusfus fue detrás!! Estaba... tan petrificada que no podía ni tragar saliva. Mire asustada a Ofelia quién estaba subida a mi lado: -¡Se los comerá!- Terminé de auparme a la rama y escondí la cabeza bajo mi pata sin atreverme a mirar. No obstante, el bola enorme de pelo era bastante más grande que aquél chucho y la esperanza nació en mis ánimos y oteé espiando entre mis zarpas blancas.

Sí, Había un perro. Una de esas cosas que en belleza (o repugnancia, todo dependía de a quién se le preguntase) podía igualar a Sphynx en cuanto a influir en humanos venidos a más económicamente y con neuronas de menos.

-FFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFS- abrió la boca enarcando el lomo emitiendo un bufido que bien podría interpretarse como "PERO QUE P***O ASCO DE BICHO". El grupo se deshacía, bien para ponerse a salvo o bien para distraer al bicho. El primer instinto del gato esfinge fue subir al árbol pero la etapa de engordacuartostraseros de gato doméstico había oxidado sus habilidades de bichito trepador y, básicamente, se escurrió a lo largo del tronco, dando con las patas traseras, el culo y el rabo en el suelo.

Mierda de macho alfa.

Y ahí estaba, no subiría con las hembras sino que se impondría a la adversidad como siglos y siglos de instinto animal exigían: sacando pechopalomo y aprovechar la ventaja numérica para cazar al perro-patada.

El perrete corre tras Bola de Nieve con esos ladridos del demonio para atraparle. El perrete no puede acercarse ni de lejos a la velocidad del gatico ninja. El perro casi se da contra la valla cuando una enorme bola peluda le cae encima. El perrete da un chillido como quejido y por el susto. Le acababan de caer veinte kilos gatunos encima y no había forma de deshacerse de ellos. El perrete se retuerce y sale como puede de debajo de Fusfus, llorando lastimero y huye hacia la casa.

En la casa tanto ruido ha hecho que se enciendan las luces del interior. Que la señora Dorothy se despertara no podía indicar nada bueno. Menos si veía a su perrete llorando.

Contemplé toda la pasmosa acción de forma atónita y perpleja, con los ojos abiertos y las zarpas clavadas a la rama del árbol. En tensión continua. "Corre, Bolitaaaaaaaa, corre". Animé sin siquiera despegar los dientes apretujados y embargados por la emoción.

Seguidamente, me reí y lo celebré eufóricamente cuando aquella mole de pelo le cayó encima y vi el chucho corriendo asustado por la batalla.

La adrenalina me recorría todo el cuerpo y me movía impaciente por la rama, triunfalmente, contagiada por aquella victoria hasta que vimos las luces de la casa encenderse. -Rápido, rápido, venid, ¡¡subíos al árbol antes de que sea tarde!!- Les animé nerviosa. -Si hace falta auparos con Fusfus, y Ofelia y yo os ayudaremos a subir como podamos. ¡Antes de que sea tarde!- Maullé.

Fusfus se lanzó sobre el perro con su enorme mole, y lanzó un par de zarpazos antes de que el chúchido saliera corriendo y gimoteando- ¡A LLORAR A MAMÁ! -le gritó, pero en ese momento la luz se encendió y parecía que la mujer iba a salir- Mamá viene -dijo y entonces enfiló hacia la valla que separaba la casa objetivo y la de la mujer y el chucho, tenía que saltar esa valla a la de ya.

Vé como Fusfus cae encima del chucho, sorprendido con los ojos muy abiertos. También le sorprende que el perrete salga ileso de debajo de la mole gatuna.

-Miaw!! Bravo, camarada! -Impresionante! Menudo ejemplar de congénere! Visto lo visto en éste grupo me alegro de pertenecer a él. De aquí puede salir algo bueno y provechoso. 

El (muy idiota) perrete huye despavorido y se mete en la casa haciendo todo el ruido posible. Se encienden las luces de la casa. La humana se dispone a salir.

-Maldición! Se acerca la humana. Me tienta quedarme a acabar con ella de una vez por todas. Aunque esa opción siempre está presente. 

Fusfus intenta saltar hacia el patio del vecino pero no lo consigue. -Oh, y ahora cómo vamos a sacar a la bola peluda de aquí? Piensa, piensa... Mieww!, prepárate, asquerosa humana, vas a ser la primera víctima de mi conquista... 

-Fusfus, Sphynx, intentad subir al árbol! Tú te has ocupado del perro, la humana es mía!. Dice a los gaticos que aun se encuentran en el suelo mientras corre hacia el árbol tras haber saltado desde la valla al suelo. 

Seguidamente y cual sombra nocturna, trepa por el árbol con la agilidad que le caracteriza, saluda a sus compañeras con un ronroneo y se agazapa en una rama ideal para saltar sobre su presa en cuanto pase por debajo. -Vamos, mieeww, vamoos...

-¡Un gato pequeño le resultará más mono a la humana! ¡¡PERSUASIÓN!!- quizá no hubiese podido demostrar su machoguachismo natural contra el chucho escuálido ese, pero desde luego que aquello no implicaba que se le nublase la razón felina. Los humanos se desviven por lo gatitos menudos de ojos grandes.

Y Felicia era perfecta para ese trabajo aunque no parecían saberlo ninguno. Tampoco era trabajo de Sphynx atosigarles para que danzasen al son adecuado así que intentó subir al árbol, cayendo miserablemente a lo largo del tronco.

-¡Maldita humana!¡Esto es cosa de la guarrería de cuerdas que compró para las uñas!- Así que, ante la imposibilidad de subir (y del culatazo que se había vuelto a dar contra el suelo) se arrastró como buenamente pudo buscando la posición de Bola de nieve, aovillándose de forma que la cabeza felina quedase oculta desde la dirección en la que tenía que venir la señora. Así parecería un chiguagua de esos (o eso esperaba), un chucho asqueroso, cabezón y también escaso de pelo, tembloroso y lloriqueante.-Aprovecha cuando se acerque

Aunque también era problable que la humana quisiese defender como humana el territorio que el otro no había podido defender como perro y fuese con una manguera o una escoba... fuera como fuese le aseguraba al "escuadrón sorpresivo Bola de Nieve" un asalto limpio tanto como si se acercaba para recogerle o pegarle o se entretenía buscando la manguera y el gato podía deslizarse por el árbol para lanzarse encima.

Con lo que yo he sido.

El plan había sido subirnos todos e irnos a por esa arma superpoderosa que tenía que neutralizar a aquél humano pero contemplé frustrada como se iba al traste quedando solo la gata abrigo de piel y yo en las alturas. 

Cuando el maestro gato ninja saltó en pos de la humana abrí mi boca para proponerme a mí misma para esa labor, pero era demasiado tarde mi vocecita quedó ahogada por la del gato pelado quién venía a decir lo mismo. Quizás habría podido funcionar de haberse subido él al árbol para seguir la misión, pero tampoco fue así. Hundí mi cabeza bajo mis patitas al ver todo irse al traste. Así no iríamos a ninguna parte.

Miré a Ofelia y suspiré. -Sigue con la misión, es lo importante. El resto iremos detrás cuando podamos.- Maullé dispuesta a hacer un sacrificio.

Como decía Sphynx era el momento de usar mis cartas.

Bajé dispuesta a acercarme a la casa. -Bolita, deberías ir con Ofelia y ayudarla.- Propuse convencida y repitiéndome "mosca" todo el rato para ignorar cualquier distracción. Luego observé a Sphynx y Fusfus. -Vosotros quedaos escondidos (o algo parecido) y a la sombra a un lado, y estad listos por si necesito socorro o vuelve al perro. Veré si puedo camelarme la humana.- Suspiré de nuevo.

Me situé frente la puerta, me senté, ladeé la cabeza y aguardé aquella temida aparición con mi más dulce, inspirado y suave -Meuw...