Partida Rol por web

POR MIS BIGOTES.

Una imagen muy muy animal. Largas orejas, cabeza triangular y ojos que desbordaban desdén y vaguería. Para cualquier otro gato estaba claro que era el reflejo de Sphynx, pero éste desde luego estaba deslumbrado consigo mismo.

Hooola, gatete, ¿pasas mucho por aquí? Sí, te entiendo a mí también me pasa, purrr...

Entró en la casa, pero en cuanto sus patas pisaron el interior giró sobre sí mismo y se frotó con insistencia contra ventana, pared, cortina... ¿Cómo resistirse? Su propio reflejo era glamour, sensualidad felina en todo su apogeo... y esas cosas que solo los gatetes entienden.

El rato de narcisismo extremo se le hizo breve, no así para el resto pero estaba seguro que no podían entenderlo. Sphynx era todo un incomprendido del amor y demás menesteres que los gatos que se crían solos en una casa durante bastante tiempo solo pueden saber.

-Purr....- sacudió la cabeza y, MUY a regañadientes, intentó prestar atención al resto, mirándoles al estilo "¿me he perdido algo?"

Bola de Nieve vió que no había humanos en los alrededores, aunque unas cosas de esas que se ponen para andar, los muy débiles, reposaban en la entrada humana de la casa. Todo alrededor era un campo abierto con obstáculos listos para ser aprovechados para ocultarse, acechar o subirse. Sus camaradas iban entrando por la ventana. Fusfus, Felicia, Sphynx... Él los miraba, siguiendolo con los dorados ojos, de pie con las orejas en alerta y moviendo el rabo despacio. 

-Fusfus, Felicia, Sphynx, yo... Dónde está Ofelia? No estará defecando, verdad? Quedamos en sincronizar nuestras vejigas. No empecemos a cagarla... De repente uno de los gatos que cayó desde la ventana, se pone a hacer cosas raras. Bola de Nieve lo mira atento y extrañado y deja quieta la cola en ese momento. 

-Qué estás haciendo, Sphynx? Qué extraño ritual es ese?? Por los bigotes de Lasalergias, esto no es serio! Grita pero en voz baja. Sigue mirándo a Sphynx hasta que termina de darse amor. Después comienza a caminar de un lado a otro frente a sus compañeros.

-Tracemos un plan. Tenemos los ingredientes necesarios para salir victoriosos. Somos la punta de lanza de la conquista gatuna. Sois unos especímenes sobresalientes. Apestoso o como se llame no nos dijo nada de la caza de humanos, pero hay que llevar a cabo el humanicidio si queremos ganar terreno al enemigo. Yo no quiero irme de aquí sin intentarlo. Aunque de momento iremos por ese brebaje. Bien, qué ideas tenéis?

Que no, que no, solo esperaba que el resto pasara para que nadie se quedara atrás - contesta refunfuñando a Bola de Nieve mientras entra a la casa tras el último de los gatos. No le gustaba que sus necesidades fuesen tema de discusión ni en ahora ni en ningún momento, así que no agradecía la suposición. La hacía ver demasiado común y ordinaria. Por otra parte, peor hubiera sido que hubiese dicho que se había perdido o algo así, que en realidad era bastante más posible.

Su atención volvió al gato negro apenas pronuncio las palabras humanicidio. ¡Si, si! ¡Podemos asfixiarlos con nuestras patas en el cuello, o tapar sus vías respiratorias echándonos encima de ellas! - respondió entusiasmada.

Los gaticos entran al salón de la casa silenciosos y sigilosos, contra todo pronóstico.

Sphynx, como machote que era (y pasada su crisis narcisista de forma eventual) paseó por el salón, rozando con los bigotes mientras olfateaba cualquier objeto que le resultase extraño en busca de aquella cajita con muchas lucecitas parpadeantes que habilitaba el "putogüifi" al que solía referirse su dueña y cuyo funcionamiento condicionaba de forma decisiva la dicha de la humana llevándola a la más patética desesperación cuando la cajita decidía no hacer su función.

-mew, busquemos por partes,lasalergias, sabotaje y después eso de humanicidio-y si podía putear a los humanitos arruinando cosas que creía queridas para ellos durante la búsqueda pues mejor que mejor0.-por si falla lo último que al menos haya algo bien hecho-aunque sospechaba que más que ponerles las patitas en esos cuellos de pollo desplumado lo efectivo sería ponerles en la cara a Fusfus o a la misma Ofelia... seguro que aunque fuese por la cantidad de pelo respirada se ahogaban fijo.

A mí también me parecía lo más sensato. Ir primero por la misión y luego ya podríamos lucirnos, sino... corríamos el riesgo de no conseguir nada, fracasar y no solo quedar como unos patanes sino que además no quedaría nadie para defender el pobre lasalergias y nuestra lucha estaría perdida.

Salté de la ventana al sofá de un salto ágil, rodé por la moqueta. Luego me subí a la silla, de la silla a la mesa y de la mesa a la lámpara donde tomé impulso y di una pirueta al aire de tres vueltas para terminar de cuatro patas en la encimera de la cocina.

Como decía, una podía demostrar que era toda una profesional.

Saqué pecho y observé a mis compañeros orgullosa.

-¿Alguien sabe que aspecto tiene ese café?- Maullé inquieta sin saber qué teníamos que buscar.

Luego, resbalé con el mármol, no encontré asidero donde clavar mis garras y caí de espaldas al suelo.

-Estoy bien, estoy bien...- Confirmé añadiendo un leve quejido.

Al menos no había hecho ningún ruido aparte del crujido de mi espalda. -¡meAU!

Observa cómo sus compañeros buscan, olfatean y se mueven a sus anchas por la casa, saltando de mesas a lámparas, de lámparas a mesas... 

-Por los bigotes de un Bakeneko. Espero que no nos pillen. 

-Lasarlergias está aquí? Ese escurridizo gato? Me gustaría conocerlo. Bien. A por el café. Alguien debería vigilar por si viene ese humano. Está claro que hay alguien en la casa. Suelen dormir arriba, así que vendrá por las escaleras. Si nadie se muestra voluntario, iré yo.  -Y ojalá me lo encuentre. Si alguien quiere acompañarme, será bienvenido. En marcha. 

El pequeño cuerpo de Bola de Nieve camina silenciosamente cruzando la sala y llega hasta la escaleras en total silencio, como una sombra en la oscuridad, a la que solo se le ven los grandes ojos dorados muy abiertos y atentos. Mira hacia atrás a ver si alguien le acompaña. Y luego se dirige hacia Felicia, en la cocina. 

-Avisad cuando tengáis el café y nos largamos de aquí. 

Comienza a subir las escaleras. 

Fusfus paseaba por la casa con una gracia que era la envidia del mundo felino. Entre su tamaño, su pelaje y que no hacía más ruido que los demás, el enorme gato parecía ser el dios del sigilo para no causar ningún alboroto, no como esos chuchos que comenzaban a tirarlo todo por todos los lados.

-El café es un líquido negro -explicó el enorme gato. Tanto tiempo en la cocina para que le cayera algo de comer a todas horas le hacía un experto en eso- y a veces en polvo. Suele estar en una jarra de cristal junto a un bulto de color blanco o negro que tiene un pitorro metálico, y el polvo suelen ser paquetes de color marrón o dorado bien cerrados para que no "se escape el aroma" -explicaba el gato, y lo peor era que le habían dejado coger carrerilla- si es en grano es mejor, pero hay que molerlo y eso lleva tiempo, mientras que si está en polvo suele ser más rápido. También a veces viene en sobres que se echan directamente... -empezó a rajar mientras hablaba de los diferentes tipos de formas de café, aunque nunca lo hubiera probado, y lo peor de todo es que había cogido carrerilla.

Viendo que el resto jugueteaba saltando de un lado a otro, ella se permitió bajar a uno de esos montones de suavidad sostenidas por palos que tenían los humanos para sentarse. A menos que te echaras sobre otro gato, no ibas a encontrar algo tan agradable para descansar, lo que le dio unas tremendas ganas de hacerse bolita y echarse a dormir ahí mismo. Pero antes de que pudiese acomodarse, saltó hacia el suelo. Un gato callejero no necesita esas cosas... aunque sean deliciosas, y geniales, y cómodas, y fantásticas, y quisieras dar tu vida por una. 

Creo que iré con el negro. Ese cofé parece ser muy difícil de identificar... Y  yo tengo la mejor vista de toda la ciudad, así que haré mejor de guardia. Permiso. ¡Si ven a Lasalergias, avisen!

Dicho eso, salió tras Bola de Nieve hacia las escaleras.

Los gaticos entraron en la cocina, debían buscar bien el café. Fusfus parecía tener un amplio conocimiento hasta aburrir del mismo, quizás él supiera dónde se escondía. Sphynx había encontrado en el salón la caja con lucecitas, sagrada para los humanos, el "putogüifi". Aquel cacharrito no paraba de encender y apagar lucecitas de forma hipnótica.

Los gaticos callejeros, más osados, optaron por subir sin hacer ni un ruido las escaleras. Se encontraron con un pasillo con tres puertas cerradas y una habitación al fondo con la puerta abierta. Sí, esa habitación que los humanos usaban como cajón de arena y para acicalarse. ¿Qué clase de animal inteligente se acicalaba en su cajón de arena?

Cada vez se me antojaba más místico ese "café", más incluso que el tal "lasalergias". No entendía qué aspecto tenía, menos aún tras la descripción que había hecho Fusfus en un arranque de dejarse oír solo por el vicio de escucharse maullar.

Suspiré, pero no por ello iba a desistir.

Y mientras la gata-abrigo y el gato-ninja hacían guardia, intenté retener cualquier detalle de los que era capaz de recordar y repetir. -Un líquido negro, o polvo.- "Ya vamos mal" pensé mientras paseando por la cocina no veía nada así. -En una jarra de cristal junto a un bulto blanco, o negro, que tiene un pitorro metálico. ¿Pitorro?- Maullé mientras hacía esfuerzos para abrir el primer armario. -¡Por mi hermoso pelaje de invierno! ¿Qué es un pitorro?-

De golpe, se me antojaba aquella misión mucho más compleja de lo que inicialmente había previsto... Desanimada me lamí la patita y me limpié la oreja. -¡Fusfus! ¿Dónde está ese café?

Desde la cocina podía escuchar el runrun gatuno de Fusfus dando la tabarra y estuvo muy tentado de volver, morder a Felicia en el pellejillo de la nuca y metérsela a Fusfus en el hocico para que así estuviese callado un mes o dos... pero Felicia no tenía la culpa.

Uuuuuuuhhhh. Luuuuces.

Las pupilas de Sphynx se dilataron como si estuviese en una película Disney de las que veían los humanos cachorros que les hacían berrear "música". Se acercó a la cajita mientras las luces parpadeantes le iluminaban y ensombrecían el hocico... como si ver a alguien con luces en la oscuridad no diese suficiente susto el aspecto de Sphynx era más cercano al de una criatura humanoide que salía en una película de gente que andaba de un lado a otro con un anillo que el de un gato verdadero.

Se agazapó y dio un zarpazo al aire antes de que la patita aplastara una de las luces como si así fuese a apagarlo del todo.

No, así no... pero solo por si las moscas, el dio varias veces a la lucecita con creciente rapidez mientras la cola del gato se movía de un lado a otro.

... Cerró los ojos concentrándose.  Tieeeenes piiiiiiis. Tiiiiiieeeenes piiiiiiiiis. Tienes un pis que evacuar ahoooora miiiiiismooooo.

Cuando probó eso con el teclado del "Mac" de su dueña funcionó estupendamente y cada vez que ella le hablaba de forma insolente (o eso juzgaba él) le echaba otra meadita al teclado o al ratón... por lo visto no era algo fácil o "barato" de sustituir.

Y por probarlo con el putogüifi solo perdía contenido urinario.