Partida Rol por web

Siguieron la carretera principal del pueblo que dirigía a Bemidji y doblaron en dirección norte hasta llegar a un pequeño merendero donde ya había varios coches de patrulla de la oficina del sheriff de Birchmont. Siguieron el coche de Jonathan y aparcaron en el arcén para no obstaculizar a los pocos coches que, en un día festivo como aquel, pasarían por aquella carretera ya de por sí poco transitada. Jonathan se acercó al merendero donde se había formado un corrillo de agentes y voluntarios que charlaban sobre la situación y hacían sus propias conjeturas sobre cómo se debían haber perdido los chavales y sobre la identidad de ellos. Jonathan llamó la atención de los presentes y organizó la batida en diferentes grupos mezclando a los voluntarios con agentes de su oficina. Después desplegó un enorme mapa de la zona sobre el capó de uno de los coches patrulla y dividió el bosque en varias zonas, asignándole a cada grupo una zona por la que realizar la búsqueda. Jonathan dio algunas indicaciones sobre cómo proceder, como por ejemplo que debían ir atentos a los rastros del suelo pero también a las ramas y a los arbustos que a veces ofrecían buena información, también les dijo como avisar en caso de encontrar a alguno de los chavales, ya que cabía la posibilidad de encontrarlos juntos o encontrarlos desperdigados, y también podrían haber sufrido algún accidente o cualquier otra circunstancia similar.

A continuación se repartieron mapas, linternas y mantas, así como unos walkie-talkies para mantener la comunicación entre los diferentes grupos. En los mapas se había delimitado cada zona del bosque según el grupo al que se le entregaba, y se dieron un par de walkies a cada grupo. Cada sector del bosque lo lideraría un agente, que sería el encargado de organizar su propio equipo de búsqueda y cuidar de que, ante todo, a nadie le pasara nada. Lo último que querían era ir a buscar a unos chavales y terminar perdiendo a alguien más. Adam lideraría el grupo formado por Kurt, Linda, Charlie, Sandy, unos cuantos voluntarios más y un par de agentes de la oficina, mientras que Jonathan se encargaría de otro grupo diferente y los sargentos McCarthy y Lehane se encargarían de los dos grupos restantes.

Antes de que los grupos se pusieran en marcha, el sargento Lehane se acercó a Jonathan, le susurró algo al oído y le hizo entrega de una nota, el sheriff la leyó, asintió con la cabeza y palmeó el hombro de su subordinado, quien le sacaba al sheriff más de una década en edad, y después le felicitó por el trabajo bien hecho. Jonathan se subió al capó de su coche para hacerse oír, llevó las manos a los labios y silbó con fuerza para que el barullo producido al formarse los equipos y recibir los mapas y los walkies cesara.

-¡A ver! Me han dicho que las familias de los chavales se han puesto en contacto con la oficina del sheriff y ya sabemos quiénes son. - Jonathan leyó la nota que le había dado Lehane. -Ian Ferguson, Peter Clarkson, Matthew Gordon, Jennifer Brown, Laurie Cleveland y Joy Harding. - Todos eran chavales del pueblo, los conocían, los habían visto por las calles, aquel mismo día incluso. Los chicos eran buenas piezas, pero las chicas eran agradables, simpáticas, educadas... -Aunque no podemos descartar que haya alguien más, así que si encontráis a algún chaval le preguntáis con quién estaban. ¿Entendido? - Jonathan no esperó a que le contestaran a la pregunta. -Otra cosa. Es de noche y hace mucho frío, así que encontrarlos pronto es vital. Pero no podemos pasar ninguna pista por alto. Sed rápidos, pero también sed minuciosos. ¡En marcha!

Adam siguió a Jonathan hasta llegar a la zona de encuentro. Salió del coche, dejando las luces azules y rojas puestas, y saludó brevemente a los presentes. Escuchando la información que tenían, parecía claro que los sospechosos habituales habían vuelto a pasarse de chulos y la noche los había sorprendido. Adam no terminaba de entender porqué chicas decentes como Jennifer Brown se juntaban con bastardos como Ian Ferguson, y guardaba cierta esperanza en que un día se diesen cuenta de su error. Pero hasta que ese día llegara, les tocaría a los sheriff cuidar de ellos. Adam tomó el mapa y los walkies y reunió a su grupo.

- Escuchad bien. Vamos a colocarnos en fila y a entrar campo a través, para cubrir todo el terreno que podamos en una sola pasada. Poneos por parejas, y que cada una se coloque a unos tres metros de la siguiente, es importante que podamos vernos todos en cualquier momento. Yo estaré en el centro y habrá otro oficial -señaló a los otros dos agentes- al final de la línea. Mirad al suelo y a las ramas que haya a vuestra altura, por si hubiese algún jirón de ropa u otro rastro. Batiremos hasta el final de nuestra zona -señaló en el mapa la parte del bosque que tenían asignada-, nos moveremos unos metros al oeste y volveremos hacia atrás. Si alguien ve algo, que avise. -subió algo el tono y empezó a gesticular más, enfatizando aquel último paso.- Cuando oigáis que alguien dice alto, no os mováis de vuestro sitio. El agente más cercano irá a revisar.

Daba igual cuántas veces avisaban de aquel importante paso, siempre había alguien que se iba de su posición y dejaba una zona sin batir o, pero aun, terminaba perdiéndose. Suspiró, esperando no tener que hacer doble batida aquella noche. Le tendió un walkie a Kurt y otro a Sandy. Miró a los miembros del grupo mientras tomaba su linterna.

- ¿Alguna pregunta antes de empezar?

Mientras seguía el coche de Jonathan, Charlie miraba de reojo a Sandy. Era consciente de lo mucho que le afectaba el rechazo, teniendo en cuenta que para su amiga, daba la sensación de que los momentos eran únicos e irrepetibles y que por consiguiente, Adam había ya perdido su oportunidad.

No se trataba de dar celos o vengarse, sino de algo mucho más profundo. A Charlie le parecía que Linda se lo tomaba todo sin darle demasiada seriedad, quizás porque estaba demasiado segura de sí misma, o porque hasta el momento, las cosas le habían ido bien, pero no entendía que ahora mismo, Sandy era como una niña pequeña y exigía toda la atención de aquellas personas en quien volcaba sus sentimientos. A ella… bueno, era solo su compañera de piso, y compartían cosas pero nada tan profundo como para decir que se necesitaban la una a la otra, aunque fuese en realidad así. Pero Charlie no dejaba de ver en los ojos de Sandy el dolor de quien había ofrecido todo y había recibido nada.

Quizás se lo estuviera tomando demasiado a pecho. Después de todo, Adam era un tío y como tal, no se daba cuenta de la mitad de las cosas. Bueno, ¿de la mitad? De nada, mejor dicho.  Quizás en su cabeza solo había lugar para una cosa y en aquellos instantes, tocaba ejercer de ayudante del sheriff, sobre todo teniendo en cuenta que no habría visto ni la mitad de las señales que le había ido dejando, tanto por el camino y que Charlie no habría visto pero sí supuesto, como en la fiesta, para demostrarle que le gustaba.

Y el rechazo podía ser interpretado de varias maneras pero en su amiga, sabía que solo había una. Esconderse, huir del mundo y pasar de todos. Era como una maldita tortuga ocultándose en su caparazón hasta que el invierno pasara.

-Me vas a gruñir y seguramente patalearás, p-pero eres una idiota. Vas demasiado deprisa con Adam, tanto que el tío aún no te ha visto –le dijo Charlie, intentando que entendiera su punto de vista -. A los tíos hay que dejarles las cosas claras porque tienen tanta capacidad para captar los sentimientos c-como… ¡el vibrador que tengo en mi mesita!, eso es. Exactamente igual. Así que deberías dejar de compadecerte de ti misma y-y-y mañana, le llamas y le dices que todavía te debe una cita, y que es la última oportunidad. Verás como agacha las orejas y va en tu busca.

Todos se detuvieron en lo que parecía ser el centro de control de búsqueda, que estaba lleno de gente del pueblo y más agentes, y dejaron a Jonathan hacer, uniéndonos a los diferentes grupos que nos asignó. Charlie no podía dejar de admirar la eficiencia del joven sheriff. También se alegró de ir en el grupo de Adam, junto con el resto de sus amigos, de manera que se sintió más cómoda. Al final, solo se trataba de caminar e ir mirando. Utilizar la linterna continuamente y avisar si veían algo.

Pan comido.

Estaban a punto de salir, cuando Jonathan se subió a su coche y todos se giraron para mirarlo. Charlie cruzó los brazos para intentar protegerse un poco más del frío y dio un respingo al oír el silbido.

Los chicos que se habían perdido, eran bastante conocidos para Charlie, que les daba clase, a su pesar en algún que otro caso. Pero no dejaban de ser jóvenes haciendo tonterías. Seguramente, estarían fumándose un canuto en algún escondite secreto, y estaba claro que cuando los encontraran, se llevarían un buen rapapolvo, pero ahora lo importante era encontrarlos.

Charlie miró a Linda.

-Lo siento por vuestra fiesta, pero de todas maneras, así os servirá un poco de entrenamiento, para que veáis lo que pueden dar de si los adolescentes. Es divertido hacerlos, pero no lo que viene después, ¿verdad? –les dijo, guiñándoles un ojo y poniéndose en marcha con el resto de grupos.

Adam dio las últimas instrucciones y Charlie negó con la cabeza. Su única duda era cuánto tardarían en encontrarlos o en rendirse.

Tal y como dijo Charlie, Sandy se cambió de ropa en el asientro trasero del coche. Como no, dejé mi ropa tirada de cualquier manera en el asiento trasero, aunque la verdad era que solamente me había quitado la chaqueta y la mini-falda. A pesar de que los pantalones tenían pinta de abrigar, preferió dejarse las medias puestas.

El abrigo era calentito y cómodo, le recordó a la chaqueta que aquella misma mañana le había dejado Adam para que no muriese congelada tras su tropiezo. En ese instante tuvo claros sentimientos enfrentados sobre el trato inicial y aquel corte que la dejó cabreada y hundida. El cuello y su suavidad hacían pensar a Sandy en él una vez más.

Ya habíamos llegado al bosque y caminábamos hacia el grupo de búsqueda cuando Charlie quiso aconsejar a Sandy. - El vio más... sabía que había algo... nos besamos en el baño... - Confesó al fin. - Lo sé, no es un sitio muy romántico para un primer beso pero... - Sandy miró a Adam. Caminaba unos pasos por delante de ella y cruzó sus brazos arropándose más del frío que sentía en aquel momento que le distanciaba de él. Mayor incluso que el de aquel bosque nevado.

En ese instante fue cuando Charlie añadió lo de autocompadecerse, llamarle al día siguiente y darle una nueva oportunidad. - ¿Qué yo haga qué? - Preguntó Sandy haciendo incapié en aquel "yo" al tiempo que me detenía y miraba a Charlie. - No. No voy a arrastrarme después de recibir ese trato. No tiene excusa y si quiere mi perdón, ya sabe que tiene que hacer. - Respondió malhumorada. - Así que no te pongas de su lado en esto. Él ya sabía que había algo cuando me contestó así... no le llamaré ni le buscaré jamás.

Continuó entonces la marcha. - Y no hablemos más de él. No merece la pena... - Mentira. Él si la merecía, Sandy era quien sentía que realmente no merecía la pena y que aquella fue la manera más fácil y rápida de acabar con ella. Se habían dado la oportunidad de una segunda cita que terminase mejor y esta acabó con un beso. Pero en lugar de decir que ya nos veríamos otro día o que había estado bien, pero que no había nada más, el gesto de Adam fue más brusco y claro.

- Una ayudante de un sheriff y una porrera... no podía funcionar, ya te lo dije. - Se recordó a sí misma. Aún así, mientras caminaba, se aferró al brazo de Charlie. Sandy no tenía precisamente amigos, solo conocidos y ella era lo más cercano que tenía ahora. Además, con aquel tiempo conviviendo la sentía como una hermana pequeña o algo así. No sabía definirla. Aunque a veces, era Charlie la que ejercía de hermana mayor e incluso como madre.

Sandy trató de concentrarse en la charla de Jonathan y viendo como iba el plan se dio cuenta de que la idea de Linda no funcionaría. Menos aún tal y como irían colocados. Cogió una linterna y optó por no separarse de Charlie y dejar a Kurt y a Linda ir juntos en la búsqueda. Quizás podría hablar con Linda y pedirle permiso para utilizar a Kurt para darle celos, si es que acaso los tenía, a Adam con él, pero ya se había estropeado todo demasiado como para hacerlo aún más.

Conocía algunos de aquellos nombres. Había fumado con ellos alguna vez en el parque. Sandy jamás le daría un porro a un menor, pero sabía que andaban en aquellas fiestas. Eran normalmente los más escandalosos y los que más querían llamar siempre la atención, pasándose con el alcohol y las drogas... no le sorprendía nada que se hubiesen pasado bebiendo y fumando y no supiesen ni como se llamasen.

Cuando Adam tendió el walkie, Sandy dudó si cogerlo o no. Al final optó por llevarlo ella, pero ni le miró a la cara. Quería olvidarse de todo aquel error que fue aceptar la invitación de Adam e incluso de preocuparse así por su corte en el brazo... el problema iba a ser Fluppy, aquel peluche que recibió de alguien anónimo hacía tantos años y con el que dormía abrazada siempre y que aquella mañana mismo había descubierto que había sido el mismo Adam quien se lo había regalado.

Tantos buenos recuerdos destrozados de golpe por un puñado de palabras.

Ni miró ni contestó a Adam con aquella pregunta. Tan solo quería empezar de una vez y encontrar a esos chicos lo antes posible, irse a casa y olvidarse de todo. Un buen canuto y a dormir, seguramente esta vez abrazada a su almohada en lugar de a Fluppy. Hasta aquello había cambiado.

Evitó sacar el tema de Sandy mientras Linda y él iban en el coche siguiendo a los coches patrulla hasta el bosque. Una vez llegaron, dejó de ser el momento, y se alegró por ello. El único gesto que tuvo al respecto fue apretar ligeramente el hombro de Adam en señal de apoyo, antes de dejarle hacer su trabajo, sin interponer su faceta como amigos en la labor que ahora tenía como agente de la ley. Sabía que aquella noche iba a pasar factura a su colega, pero de momento tenían algo grave entre manos, algo más importante en lo que pensar. Y además, creía que todo se acabaría arreglando solo y fácilmente, no había que hacer un mundo de un pequeño desacuerdo.

Escuchó el discurso de Jonathan en silencio, formando parte del semicírculo que se había formado a su alrededor, con un brazo alrededor de su chica en todo momento. Aquella zona era peligrosa, bien lo sabía, y no pensaba apartarse de ella por nada. Lo último que quería era que, por querer ayudar, la pasara algo. Se alegró de no tener que decir nada y que los demás vieran la situación, lo que acabó en que formaron parte del mismo grupo y de la misma pareja de búsqueda. No podía ser de otro modo. No tuvo preguntas, aquellas batidas no eran habituales pero tampoco desconocidas, sobre todo en los últimos años —en ese momento no lo recordaba, pero incluso puede que él hubiera estado en el otro lado en alguna ocasión—, así que más o menos sabía como funcionaba. Cogió el walkie, encendió las linternas que llevaba, y estaba listo para empezar.

Tras las instrucciones dadas por Jonathan, los diferentes grupos se pusieron en marcha sin perder ni un segundo. Además de la urgencia de la necesidad de encontrar a esos chavales por el frío que podían estar pasando, también ese mismo frío les afectaba a ellos que necesitaban moverse para entrar en calor. Así pues, uno a uno y siguiendo las instrucciones dadas por el joven sheriff, los diferentes grupos se fueron internando en sus cuadrantes asignados para buscar por las zonas. Además de aquellos grupos de batida, Jonathan había dispuesto un par de coches patrullas dando vueltas por las carreteras que bordeaban el bosque, por si acaso los chicos perdidos terminaran saliendo por su propio pie a la carretera.

Adam se encargó de organizar su propio grupo antes de internarse en el bosque. Rápidamente dio una serie de instrucciones a sus compañeros y repartió los walkies y los mapas. A continuación el grupo se dirigió al linde del bosque, donde la nieve era densa y estaba apelmazada como el algodón. Siguiendo las instrucciones dadas se distribuyeron en parejas cubriendo una zona del terreno. Los árboles, en su mayoría pinos, guardaban en sus frondosas copas gran cantidad de nieve, pero aún así había zonas donde se amontonaba hasta casi llegarles a la rodilla. Debían caminar con cuidado, pues además de prestar atención a encontrar alguna pista sobre el paradero de los muchachos, también debían tener cuidado de donde pisaban para evitar pisar en algún agujero y terminar con un esguince.

Caminar por allí era complicado, pero años de práctica servían de algo; no solo el campamento militar, sino que de crío iba allí a menudo, una práctica que recuperó en la adolescencia por su cuenta pese a haber pasado unos años —desde la muerte de su madre— sin hacerlo. En el instituto, además, sus amigos y él acudían al bosque a menudo, especialmente en busca de la paz que brindaba para poder beber. Por tanto, aunque la nieve era un incordio, no era realmente un problema para él.

Para Linda era diferente. Ni en Cuba ni en España había estado bajo semejantes circunstancias, y sus visitas a Estados Unidos habían sido principalmente a los lugares de rodaje, con alguna que otra escapada a la playa. No estaba acostumbrada y se notaba, por como los blancos montículos la ralentizaban e incluso la bloqueaban. Kurt iba ayudándola mientras, por supuesto, revisaba concienzudamente el suelo. Ir tan despacio sin necesidad tenía sus ventajas, y es que podía estar mucho más atento.

El mismo frío que estaba empezando a sentir Charlie, debían estar sufriéndolo los muchachos y con ese pensamiento, le resultó más fácil empezar a moverse, separarse de los demás y mirar con ayuda de su linterna, agitándola continuamente y examinando donde pudiera.

Charlie vio a Adam encabezando el grupo y a Sandy más seria de la cuenta. No había querido decir nada más... porque no había nada que añadir. Sabía que cuando a su compañera y amiga se le atravesaba alguien, no había marcha atrás, y cuando se sentía completamente expuesta y traicionada, era no solo difícil, sino casi imposible, conseguir que cambiase su opinión.

De haber estado a su lado quizás se habría arriesgado a darle un estúpido abrazo de esos que no servían para mucho, pero que a Charlie le gustaba tanto dar, demostrando así que ocurriera lo que ocurriese, estaba con ella, incluso cuando se comportaba exagerando las cosas más de la cuenta, como pensaba que hacía con todo aquello.

Pero estaba alejada de ella para cubrir más espacio y no se encontraban pasando frío y tropezando con las plantas para tratar de sus temas, sino para conseguir encontrar a aquellos chicos.

Así que le ofreció una sonrisa comprensiva que quizás su amiga no alcanzase a ver, y continuó examinando el suelo, odiando que todo fuese tan verde y estuviese tan oscuro.

El ambiente estaba notablemente tenso, y no era del todo culpa de la batida. Aquella noche había terminado convirtiéndose en un chasco para muchos, sólo hacía falta ver las caras que tenían. En especial, Adam notó la reacción de Sandy cuando ni alzó la vista para coger el walkie. Recordó entonces lo que le había dicho en el lavabo de Kurt y agachó la cabeza, intentando aclarar la oleada de ideas que le asaltaron de repente. Pero tenía que seguir con la batida, era su labor.

- Va, colocáos. -dijo tras un momento de silencio.-  Cuanto antes los encontremos antes podremos volver a casa.

Y así sería para la mayoría. Adam, sin embargo, estaría de servicio toda la noche y tendría que ocuparse de aquellos gamberros. Sabía que Ferguson y algún otro eran casos perdidos, uno Troy Jacobson más, pero con las cichas era distinto. Ya empezaba a preparar la charla que tendría con sus padres cuando se dio cuenta que se estaba adelantando más de la cuenta. Debía centrarse en la batida, en encontrarlos y en no partirse una pierna en el intento. De vez en cuando miraba hacia los lados, vigilando que todos estuvieran bien y que nadie se quedara atrapado en la nieve. Se cerró bien la chaqueta y siguió apuntando con la linterna hacia la nieve que lo cubría todo delante suyo.

Caminaba triste y confusa cerca de Charlie, a unos pasos de Adam. No sabía que demonios había pasado para que de golpe se comportase así con ella. Le habían dado muchos cortes en su vida, sobre todo en el instituto pero el suyo dolió más que todos aquellos juntos y no podía dejar de preguntarse cual era el motivo de ambas cosas. ¿Fue porque estaba Jonathan delante y no quería que supiese nada de aquella cita? ¿Perdió el interés tras aquel beso en el baño? O como dijo Charlie, fue porque estaba trabajando... pero ya lo estaba cuando recogió a Sandy en casa, lo estaba cuando bromearon en la mesa, cuando brindaron, cuando se cortó y se besaron en el baño...

No quería seguir dándole vueltas a todo aquello, porque cuanto más lo hacía más le dolía. Realmente veía a Adam como a un chico especial. Eso le quedó claro el día que dio el paso e invitó a Sandy a la fiesta del instituto y aquella misma mañana lo corroboró cuando se delató como aquel que le regaló el peluche sin el cual Sandy ya no era capaz de dormir, meses después de la matanza. Quizás era eso, que a Sandy le gustaba de verdad Adam y que había sido el chico con el que más había llegado a hablar e intimar sin estar fumada y ahora si era capaz de sentir el dolor de un rechazo.

Pero no estaba allí para pensar en aquello. Ya lo haría más tarde, a solas, en su cuarto, durante el tiempo que el porro que se liase tardase en hacer efecto a su cabeza. Ahora debía buscar a los chicos, que seguramente quisieron hacerse los listos e interesantes con las chicas... Así que Sandy fue alumbrando con su linterna, no solo delante de ella, sino de Charlie y de vez en cuando se le escapaba una mirada al trasero de Adam que caminaba no muy lejos de ella. Luego se autoregañaba por ello y volvía a la búsqueda, alumbrando de vez en cuando a los árboles con sus ramas cargadas de nieve.

Y es que una rama sin nieve podría ser una pista, al igual que las pisadas que se marcasen sobre aquel manto blanco. Sandy no pudo evitar pensar en lo idiota que fue diciéndole a Adam que estaría dispuesta a ir incluso con la minifalda y las medias a buscar a aquellos chicos... se lo dijo como un halago... y sí, bromeó. ¿Y qué importaba? Ella fue víctima hacía seis años y le importó un comino que la policía fuese bromeando o haciendo surfing sobre los techos de los coches patrulla, mientras acudiesen a su ayuda... y acudieron y la salvaron.

Sus ojos se clavaron de nuevo en Adam, en quien pensó que podía salvarla de ella misma. Pero como siempre, desde hacía años, volvía a equivocarse y sus ojos se centraron de nuevo en el bosque y en lo que pudiesen encontrar, deseando dar pronto con los chicos para volver a casa y olvidarlo todo.

Fue Charlie la primera en verlo, pero realmente saltó a la vista de todos en cuanto pasaron por allí cerca. Unas huellas cruzaban el impoluto y virgen manto de nieve que se extendía frente a ellos. Las pisadas, debían corresponder a una sola persona y eran recientes a juzgar por la cantidad de nieve desplazada y el hecho de que no habían vuelto a cubrirse. Charlie las alumbró con la linterna y alumbró en la dirección en la que se dirigían, a través de los árboles y cruzándose en diagonal en la dirección en la que ellos iban.

Linda siguió el rastro en la dirección contraria, para ver de dónde había venido aquella persona, y descubrió que el rastro pasaba delante de donde ella y Kurt se encontraban. El mecánico alzó la linterna en un árbol que habían frente a él, un espino de ramas finas y estiradas que caían hacía el suelo. Kurt se fijó en que en una de las ramas había un trozo de tela, probablemente de la persona que había pasado por allí. Pero cuando estiró los dedos para ir a recogerlo se clavó una de las espinas características de las ramas de aquel árbol y automáticamente retiró la mano para descubrir que estaba sangrando por culpa del pinchazo.

—¡Tsk! —Daba igual lo fuerte que uno fuera, los pinchazos dolían. Esos condenados árboles estaban repletos de puñeteras espinas. ¿A quién coño se le había ocurrido ir tan cerca de uno de esos? Fuera quien fuera, esperaba que se hubiera llevado un buen picotazo también, por idiota.

Se llevó el dedo a la boca, recibiendo a cambio un sabor entre metálico y salado. Escupió al suelo, dejando en la nieve una mancha roja, y volvió a chuparse la herida, a ver si lograba detener el sangrado con la saliva. No era el mejor método, pero tendría que valer hasta que regresaran a casa, o al coche al menos; seguro que tenía un kit de primeros auxilios en su maletero.

Mientras con la otra mano, y esta vez con más cuidado, volvió a acercarse para, esta vez si, coger la tela colgante, y ver que pista ofrecía.

- Algo al fin. -  Dijo Sandy al ver las huellas que alumbraba Charlie. - Será mejor que no las pisemos. - Le indicó a su amiga y sin pensárselo ni preguntar, comenzó a moverse siguiendo el rastro de quien fuese quien las había dejado. - Si damos con él o ella, ya tendremos uno menos que buscar y luego podemos seguir sus pisadas a la inversa para encontrar a los demás. Si es que es algún chico del grupo y no otro despistado más... - Indicó sin mirar hacia atrás.

Ni se dio cuenta de que Kurt y Linda habían tomado justamente el camino contrario, se limitó a seguir avanzando. - ¿Cuántos eran? ¿Cinco, seis...? Espero que no se hayan separado todos haciendo el payaso y colocados. - Pensó para sí, mientras seguía caminando, hundiendo las botas en la fría nieve y caminando en paralelo a las huellas. Con la linterna alumbraba suelo y árboles. Seguía buscando más rastros a parte del evidente.

Esperaba al menos que Charlie estuviese detrás suyo, aunque ahora mismo era compilicado perderse, pues solo tenía que seguir sus propias pisadas y las de la otra persona para regresar junto a los demás. Pero lo cierto era que no le hacía demasiada gracia caminar sola y a oscuras por el bosque y menos con aquel frío. Y ahora no se atrevía a mirar hacia atrás por si Charlie se había quedado con los demás.

Aunque con el rastro tan evidente que tenía delante, aquellas profundas huellas, dejó que su mente volviese a distraerse con el tema de Adam durante unos momentos, los justos para recordarle cuanto le dolía y volver a alumbrar a las ramas cargadas de nieve, buscando distraerse al menos con lo que hubiese de camino hasta el lugar que las huellas la llevasen.

Mientras alumbraba la zona inmediatamente frente a él, Adam escuchó algo parecido a una queja proveniente de la línea de búsqueda. Se giró y vio que dos personas se habían retrasado, y a pesar de la falta de luz, el vaiven de sus linternas le permitió tras unos segundos ver que eran Kurt y Linda.

- Kurt, ¿va todo bien? -gritó desde su posición.

Fue entonces cuando captó por el rabillo del ojo otra luz. Miró frente a la línea de búsqueda y vio que alguien se adelantaba a los demás. Se acercó, dispuesto a echarle la bronca a quien fuese por haberse salido de la línea, pero al llegar vio que Sandy estaba frente a unas pisadas. Alumbró el rastro con la linterna mientras cogía su radio.

- Aquí trece veinticuatro, hemos encontrado un rastro de pisadas. Una única persona, reciente. Nos disponemos a seguirlas. Corto. -se acercó a Sandy y le puso una mano en el hombro.- Buen trabajo. Intenta no alejarte sola, ¿de acuerdo? No quiero que te pase nada. -suspiró, soltando una gran bocanada de vaho.- Te invito a un café cuando termine la batida, ¿te parece? 

Adam no sabía cómo iba a responder. No era el momento de desviar su atención de la emergencia frente a ellos, pero claramente Sandy estaba mal y quería hablar con ella. Esperó a que contestara antes de ponerse a seguir el rastro.

Linda se giró hacía Kurt preocupada cuando le escuchó quejarse, y se preocupó todavía más cuando le vio sangrar en la mano. Sin querer le alumbró con la linterna directamente en los ojos, aunque intentó rectificar rápidamente.

-Ay, pero ¿qué te pasa? ¿Estás bien? - Le preguntó asustada.

Más tarde, cuando vio que solo era un pinchacito de una de las espinas de aquel árbol se echó a reír y se mofó un poco de Kurt. Aún así tenía el corazón en un puño, latiéndole con fuera por la preocupación de haber creído que Kurt se había hecho algo grave.

-Creía que eras un hombre duro. - Le dijo en tono de broma. -¿Necesitas que te ponga una tirita para ese pinchacito?

Después le dio un beso y le acarició el hombro y la espalda, aunque Kurt tuvo la sensación de que lo hacía más para calmarse a ella misma que para tranquilizarle a él. Linda apuntó con la linterna al trozo de tela que Kurt había encontrado para ver de qué se trataba.

-¿Qué has encontrado?

Seguía caminando en silencio, por un lado pensando en Adam, por otro en los chicos, en encontrarlos y marcharse a casa. A primera hora de aquel mismo día todo iba genial para ella. Incluso que casi acabase debajo del coche patrulla de Adam cuando cruzaba sin mirar fue hasta algo bueno por lo que salió después. Incluso la mala suerte que tuvo Adam durante la cena, cuando Kurt demostró tener más fuerza que el mismísimo Thor, el dios del trueno y que se cortase con aquel cristal de la mesa, acabó bien para ella en el baño... ¿Por qué se torció todo después? De hecho, ¿por qué se ofreció para ir a buscar a aquellos chicos?

- Ah, ya recuerdo... para estar más tiempo con Adam, ese que ahora... - En ese momento sintió como alguien la tocaba por la espalda y se sobresaltó, dejando caer la linterna al suelo. Al escuchar la voz del ayudante del sheriff se relajó lo justo y se agachó a recoger la linterna mientras este la dedicaba unas palabras.

- Tranquilo. Yo tampoco quiero que me pase nada. - Respondió un tanto brusca debido al enfado que tenía con él y ni le miró. Pero cuando dijo las siguientes palabras, aquella invitación a tomar un café, Sandy se dio cuenta de que él ya había notado que la ocurría algo y que quería solucionarlo. - Lo siento, café tan tarde no puedo. No dormiré nada y mañana trabajo. - Bufó molesta por tener que ir a trabajar en esos días. - Pero sí mataría por un vaso de leche caliente con un poco de miel. - Y por fin Sandy le miró a los ojos. - Creo que me hará falta para entrar en calor, sobre todo si los vamos a encontrar de uno en uno... - Añadió más relajada.

Los ojos de Sandy pasaron luego a los labios de Adam, para volver a clavar la vista en los ojos del hombre. - Yo tampoco quiero que te pase nada. - Susurró casi para sí misma y luego miró a Charlie. Que Adam se hubiese acercado a ella, al menos había hecho que Sandy se calmase un poco respecto a ellos dos, aunque en su cabeza aún rondase la idea de fumarse un buen petardo y poner al menos cinco alarmas para no llegar tarde al trabajo al día siguiente.

La luz de la linterna de Charlie y su pequeño grito ahogado fue lo que hizo que todos los que no se habían dado cuenta todavía, se acercasen a mirar.

Eran huellas. Alguien había pasado por allí antes que ellos y no hacía demasiado, dado que permanecían visibles.

-Vaya. ¿Serán... de alguno de los chicos? -preguntó con timidez. 

Nada más verlas, Linda se volvió para seguir el origen de las huellas, lo que la llevó a que ella y Kurt localizaran un trozo de tela. 

-Oh, eso es...

Charlie no pudo terminar de hablar. Kurt se había pinchado con algo y había ahogado un grito. Adam se acercó a ver que ocurría y eso le permitió dar la voz de alarma. Pero a Charlie lo que más le interesó, aunque pareciese mentira, fue lo que sucedió a continuación. Adam dio muestras por primera vez desde que había entrado en "modo trabajo", de preocuparse por Sandy. Aunque fuera únicamente de manera timorata, para ella significaba que la llama entre ambos podía avivarse. Los hombres no eran casi nunca de compartir emociones y se notaba. Cuándo se había visto que la mejor manera de acercarse era colocar una mano en el hombro. ¡¡Porras, que no era su colega, sino una mujer de carne y hueso que deseaba sentirse importante para alguien!!

Pero... menos daba una piedra, desde luego.

Charlie miró entonces a Sandy y cuando los ojos de ambas se cruzaron, estuvo segura de que algo sí que había conseguido aquel torpe policía. El corazón de su amiga continuaba vivo y latiendo por él. Aún había posibilidades. Separadas por un metro escaso,  esperó que su pequeña sonrisa alegre por lo que había visto, fuese percibida por Sandy, antes de volver a centrarse en la búsqueda.

-Eh... no lo entiendo muy bien. Si eran muchos más, no es muy lógico que solo hallamos visto huellas de una persona. Podría ser alguien más que estuviera buscando por su cuenta, ¿no? 

El trozo de tela que había encontrado Kurt, era sin duda un jirón que había quedado enganchado en el espino cuando la persona que dejó las huellas en la nieve pasó por allí. Era un trozo de tela pequeño y de color azul, probablemente de algún abrigo. Cuando iluminaron bien las huellas con las linternas, Adam pudo deducir que lo más probable era que quien quiera que fuera la personas que había pasado por allí lo había hecho corriendo, a juzgar por la distancia entre las pisadas y cómo la nieve removida se había esparcido alrededor del rastro.

Decidieron que seguir el rastro era la mejor idea, aunque les extrañaba que el rastro solamente perteneciera a una única persona. Era difícil imaginar que aquellos jóvenes se hubieran separado en una situación así, pero partían del punto en que habían sido tan estúpidos como para verse en aquella situación aún a pesar de ser chavales del pueblo y saber del peligro que tenía adentrarse demasiado en el bosque sin una referencia clara para poder regresar.

Tras hablar con Adam, Sandy se había quedado un poco más relajada con respecto a todos los pensamientos que la agobiaban desde lo ocurrido en casa de Kurt. Ella se había adelantando un poco para seguir el rastro y cuando iluminó el camino hacia la oscuridad que se engullía las huellas tras hablar con Adam pudo ver que había algo en la nieve unos metros más allá, justo donde el haz de luz de su linterna terminaba. Sus pensamientos prácticamente habían regresado a lo que haría al volver a casa, las alarmas que tendría que poner para no quedarse dormida tras fumar un poco de maría... y entonces captó su atención como un bofetón. Era sangre. En medio de aquella blanca y pura nieve resultaba inconfundible. Una mancha oscura y rojiza de sangre. No era una mancha muy grande, pero en medio de aquella blancura destacaba como un faro en la noche.

Adam se aguantó las ganas de responder ante la brusca respuesta de Sandy. Pensó en volver a la línea de búsqueda sin más y dejarlo correr, pero cuando ella siguió hablando y notó un cambio en su tono se relajó un poco. Tomó aire profundamente, notando el frío pasando por su garganta.

- No sé cómo andamos de miel en la oficina, pero veré qué puedo hacer. -se la quedó mirando unos segundos, tras lo que pasó un brazo sobre los hombros y la atrajo hacia él en un abrazo. Habló despacio, casi en un susurro.- Va, acabemos con esto y larguémonos.

Le dio un beso en la frente y le sonrió antes de retroceder unos metros hasta llegar junto a Kurt y Linda. Se fijó en el trozo de ropa encontrado, momento en que vio la sangre en la mano de Kurt.

- Hey, ¿estás bien? -alumbró el espino, entendiendo tanto el jirón de ropa como la herida. Viendo que no era grave, se permitió un ligero tono de broma.- Linda, no le quites la correa que se nos rompe. -alumbró las enigmáticas huellas y le dio un toque en el hombro a Kurt.- Tú que sabes más que yo de esto, ¿no te parece que quién fuese iba corriendo? No me extraña que se pierda la gente, corriendo por el bosque de noche sin ver qué hay bajo tus pies. 

Miró las huellas, luego al espino y las huellas de nuevo. Pensó un instante en silencio, intentando comprender, antes de coger la radio de nuevo.

- Aquí trece veinticuatro, hemos encontrado un jirón de tela azul junto a las huellas. ¿Tenemos alguna descripción de cómo iban vestidos? Seguimos el rastro. Corto.