Partida Rol por web

Me encojo de hombros, "es su problema, son débiles, ya aprenderán por las duras. Si nos hubieran hecho caso, probablemente habrían sobrevivido...". Continuo caminando hacia nuestro objetivo, una posible entrada discreta hacia el interior de la lonja. Miro y remiro cada ventana y hueco que me voy encontrando, en un intento de localizar un posible boquete o ventana mal cerrada que utilizar. Nada.

-Para ser un pueblo de supuestos blanquitos de pueblo, saben cerrar muy bien las ventanas...- gruño por lo bajo. Estoy pensando seriamente en intentarlo con los candados, en el pasado no se me habían dado mal...

-Es su problema, no el mío, si quieren morir son libres de hacerlo- respondo fríamente. Sigo centrado en el tema paneles y candados, parece nuestra mejor baza... Pero mi compañera se me planta delante y a mi pensamiento se le hace imposible esquivarla.

-No soy un yonkie, que pasa, que porque sea negro ya tengo que ser un puto fumador de crack?!- le digo indignado. Suelto una serie de reniegos por lo bajo en su mayoría acusaciones de racismo hasta que me paro a pensar unos segundos en sus palabras finales. Aunque me cabrea su actitud hipócrita, soy un hombre de negocios, sé que hay veces que hay que... aflojar para obtener un objetivo.

-No me vendas y yo no lo haré, ese es mi trato. Soy mejor aliado que enemigo- respondo sécamente. No me gusta que se haga la inocente, como si no hubiera intentado sacrificarme como un perro en la playa para salvar su culito de blanquita pija, yo al menos intenté ayudar a Kim aunque no sirvió de mucho, la verdad, no era muy lista para ser profe.

-Deberemos intentarlo con los candados si no encontramos una entrada más fácil- finalizo la conversación, señalando hacia los paneles de las ventanas que lucen sendos candados.

Los candados son de los grandes, aunque estén en obras en un pueblo tan pequeño no suelen poner cosas tan complicadas, sino más bien candados pequeños más para fastidiar a los pequeños gamberros que por que se vayan a llevar las herramientas de construcción. No os extrañaria encontraros algo mucho peor en su interior. Desgraciadamente no hay nada que os pueda ayudar a romper los candados y menos de ese tamaño en los alrededores...

Sigo mirando los candados, continuo pensando que es nuestra mejor baza. Le doy un buen vistazo al candado y el tipo de cerradura que tiene, estoy seguro de que puedo abrirlo con una de mis ganzuas, incluso con una horquilla de pelo, así que me acerco a Sanders y le miro el pelo.

-Tienes una horquilla? Préstamela- le pido, con indiferencia, e intento con la mirada y los dedos localizar alguna que lleve en el pelo (en el fondo me encanta incordiarla un poco).

-Pe... ¿qué haces? ¡quita tus manos de ahí!- le dije molesta. Que hubiéramos pactado una tregua no le daba derecho a andar revolviéndome el cabello así porque sí. Aparté sus manos de mi cabeza y busqué yo misma la horquilla, un poco cabreada con Jamal. Más le valía lograr abrir alguno de esos candados de una buena vez.

Trás un momento de busqueda de Tiffany entre su pelo, consigue una horquilla, se ha dado bastante prisa con tal de no sentir las manazas de Jamal rebuscando entre su pelo y su sonrisa burlona en la boca. Con la "herramienta" en su mano, Jamal empieza a trabajarse la cerradura de la ventana, trás un poco trabajo consigue el satisfactorio click y el candado cae al suelo. Ahora la protección de la ventana se puede abrir y podeis entrar en el interior. No parece que nadie se haya dado cuenta de vuestras intenciones de entrar en la lonja, aunque por un momento Jamal parece escuchar el ruido de algo arrastrandose, como si fuera las ruedas de un triciclo...

-Eh, quieres que el menda haga su magia sí o no?- la miro entre cínico y burlón. Con una sonrisa de satisfacción cojo la horquilla y hago mi magia y el candado simplemente se rinde a mis dedos encantadores y seductores, abriéndose a mis deseos, liberando la ventana.

-Ta-dá!- digo por lo bajo. Me quedo un momento quieto y callado al oir ese extraño ruido.

"Esto me huele mal, muy mal, menos mal que esta vez me he traido mi pipa y no como en la playa que estaba totalmente indefenso...". Extrañamente ese estúpido pensamiento me consuela y me relaja.

-Eh, ejecutiva, prepárate para lo peor...- le susurro muy bajo, sólo para sus oídos -Ahí dentro hay algo arrastrándose... igual es un gato con silla de ruedas o es otra de esas "cosas"...- le lanzo una mirada de "dispuesta?", acaricio la culata de mi arma para sentirme más tranquilo e intento pasar por el lindar de la ventana con sumo cuidado, avanzándome a la entrada subrepticia a la lonja.

Aguanté sin pronunciar palabra el aire de autosuficiencia de Jamal porque quería entrar a ese lugar y no dudaba que, dado sus orígenes, sabría como burlar un candado. Sin embargo, por dentro me sentía muy irritada y molesta. El chulo se estaba pasando de listo.

-Bien hecho... aunque supongo que no debería asombrarme tu habilidad para salvar estos inconvenientes-dije venenosa. -En fin, entremos de una buena vez.

Apenas él abrió una rendija, un extraño ruido se escuchó en el interior. La piel se me puso de gallina. Mierda! no podía ser sencillo verdad?

-Ok, te sigo... espero que lo que sea que haya ahí adentro sea alérgico a las balas* o nos la veremos negra... y no es un chiste racista.

Aguardé a que él pasara su cuerpo por la ventana para, acto seguido, meterme yo.

Entrais por la ventana con el inconveniente de la pesada tapa de metal que os molesta para entrar, por lo demás consiguis entrar en una sala oscura vacia, con un gran montón de arena a un lado que presuponeis que es para las reparaciones que comentaba el cartel. Al cerrar la tapa de la ventana os quedais en completa oscuridad, a cada lado de la habitación hay una puerta(poco más que un agujero en la pared con un plastico que se debe retirar para pasar de una sala a otra). Como la otra vez no parece que haya ningún peligro evidente en un principio, aunque ya casi estais esperando que la sangre empiece a manar de las ventanas y las gemelas del resplandor salgan con mascaras de beisbol o algo parecido.

"Mierda, el puto madero se quedó la linterna!" gruño mentalmente. Rebusco entre mis bolsillos hasta localizar mi mechero o una cajetilla de cerillas, siempre tengo más de uno rondando entre los bolsillos, es porque como buen fumador, pierdo siempre la mitad de ellos entre mis ropas.

-Hay que encontrar el interruptor de la luz, no podemos ir a ciegas...- le susurro a la ejecutiva. Ah! por fín encuentro el mechero, el zippo al que tanto cariño tengo. Lo saco y lo enciendo para que al menos algo de luz nos aporte y nos permita encontrar un interruptor de la luz o un hornillo o una linterna, lo que sea que ilumine más que mi mechero.

No tenias una pedazo de linterna¿?

La entrada al lugar fue sencilla, lo cual me puso aún más la carne de gallina. Si nos hubiéramos encontrado con algo fuera de lo común, o simplemente alguien esperándonos no me habría puesto tan nerviosa como lo estaba en ese momento. Que no hubiera nada fuera de lugar me hacía pensar en que el doctorcito quería que nos relajáramos para luego asestarnos el golpe cuando menos lo esperáramos. No iba a dejar que eso sucediera.

-Tienes razón, iré por aquella pared si te parece, tu recorre esta.- A tientas, guiándome por el pequeño resplandor que emanaba del encendedor de Jamal, me acerqué a la pared opuesta y comencé a tantear con las manos, con un poco de asco al principio por temor a encontrar bichos o algo peor. Poco a poco me fui afianzando y continué la búsqueda un poco más relajada, pero siempre alerta.

Avanzais a tientas por la habitación, tratando de no caeros en algún recoveco del suelo abierto. A pesar de la oscuridad, imaginaros con vuestros brazos alargados en busca de un hipotético interruptor, no lo hace menos humoristico. Trás un buen rato buscando Jamal consigue encontrar un interruptor cuando ya os veiais en una especie de gallinita a ciegas por toda la sala.
La luz fluoforescente de emergencia de la sala se enciende, os encontrais en una sala cubierta de herramientas de construcción( suerte habeis tenido de no mataros en alguna caida contra una pala mal colocada o parecido) para vuestra suerte tambien hay unas cuantas linternas de obra, grandes, complicadas de manejar, pero potentes. A cada lado de la sala se encuentran una puerta a cada lado se encuentra el agujero cubierto con un plastico que no deja ver el otro lado...

"Vale, esto está muuuucho mejor", pienso para mis adentros, una vez le doy al interruptor, que mágicamente he conseguido encontrar, en mi desesperación.

-Y hágase la luz...- murmuro cínicamente. La cortina de plástico sigue dándome un mal rollo impresionante así que me agencio una de esas linternas grandes de obra. Trasteo con ella hasta conseguir encenderla, porque me niego a cruzar esa cortina sin llevar una luz potente, faltaría más!

-Todo bien, mujercita?- le susurro a la ejecutiva. Igual debería preguntarle su nombre, me lo dijo alguna vez? Aunque igual si me lo dijo ni presté atención, la profe muerta y resucitada estaba que cruje, déficit de atención creo que lo llaman.

A pesar de recorrer toda la pared no logré encontrar el interruptor. Me sentía muy estúpida buscando a ciegas, seguramente el doctor estaba haciéndose el plato con nosotros dos. Sin embargo no le daría la satisfacción de verme maldecir, al menos no por lo alto.

Tras unos minutos que parecieron una eternidad Jamal logró encender una luz de emeregencia. Ahora, nuevamente volvíamos a tener ojos. Y con ellos volvía la suspicacia y el manoseo verbal. -Todo bien "amigo"- contesté en el mismo tono. No iba a dejar que un negro vendedor de drogas me tomara el pelo.

Vi que él tomaba una linterna. Pensé en tomar una yo también, pero se me hacía demasiado aparatosa y con una tenía que bastar. Mejor sería que buscara algo que pudiera usar como arma. El galpón estaba lleno de herramientas de trabajo, así que tomé una masa y le hice señas a mi compañero para que avanzáramos. -Después de ti-

Mientrás estais dandoos paso y pidiendo permiso, podeis escuchar de la "puerta" de la izquierda el run run de un triciclo, casi estais esperando ver al niño del resplandor apartar el plastico y llegar hasta vosotros, pero no parece querer entrar en esta sala. La otra puerta no tiene nada de especial, no se oye nada moviendose en ella, pero eso no significa nada, recordais muy bien lo que sucedio en plena calle para fiaros de la normalidad de cualquier cosa de este pueblo...

Ahí estábamos los dos, enfrentados a dos caminos sin decidirnos por cual avanzar, cuando nuevamente el sonido de un triciclo pareció provenir de la izquierda. Logré controlar a tiempo el sobresalto que ello me produjo, no dejando entrever a Jamal que mi corazón estaba latiendo mucho más rápido que hacía unos instantes; pero ello me decidió a optar por uno de los caminos-

-Vamos por ahí- le dije señalando la puerta izquierda -me saca de quicio ese sonido molesto. Averigüemos qué es lo que lo produce así seguimos adelante.

Me encojo de hombros, me da igual el camino que tomemos, vamos a acabar yendo a parar a la misma maldita puta trampa, como en los otros dos sitios, la playa y las calles del pueblo, así que, qué más da?
Alumbro hacia donde señala la ejecutiva, que es de donde supuestamente procede ese sonido tan creepy y enervante y me encamino con paso seguro.

-El mundo es para los valientes y los locos- murmuro en tono cínico, como para darme ánimos, "cuanto antes sepamos con que tratamos esta vez, antes saldremos de un modo u otro de aquí" pienso para mí mismo. Palpo la pistola que hay oculta entre mis ropas, me hace sentirme seguro, en cierto modo.

Avanzais hacia la puerta retirando la cortina de plastico, os encontrais con otra sala parecida pero esta tiene una salida hacia la derecha y hacia el frente con puertas similares a las que habeis visto. La habitación se encuentra llena de maquinaria tapada con plasticos protegidos con bloques de cemento. Al pasar escuchais unas risas quedas y unos susurros apenas audibles coreando el nombre Jamal de forma juguetona, que terminan en cuanto dais unos pasos al interior de la sala y el sonido del triciclo parece llegarte de otra sala, como si estuviesen jugando con vosotros...

Gruño por lo bajo, porque demonios todos estos monstruitos la tienen cogida conmigo? Maldito doctor, maldito pueblo y malditos blancos psicos!

-Qué pasa, no os sabeis más nombres o es porque soy negro?! Putos bichos racistas!- vocifero, malhumorado. No me voy a dejar amedrentar por estas abominaciones! Ilumino con la linterna la zona de donde parecen proceder las risas y el chirrido de ruedecillas.