Partida Rol por web

Aunque la vieja etiqueta victoriana nunca me ha agradado algo me impulsa a levantarme mientras la joven se sienta.

-Cole Dish. Encantado señorita... y mis palabras quedan ridículamente colgadas mientras me doy cuenta de que ignoro su apellido.
Para disimular mi embarazo me siento precipitadamente y le ofrezco la jarra de zumo de naranja antes de servirme un generoso vaso.

"Qué demonios les pasa a las blanquitas de este sitio? Demasiado orgullosas como para poder aceptar la ayuda de un culo negro como el mío? Se creerán tan superiores?" me quedo algo pensativo, durante unos segundos. Enarco una ceja tras oír la respuesta temblorosa de aquella voz y lanzo un suspiro de resignación, por lo bajo.

-Sita, no parece muy convencida de ello... le prometo que sólo la ayudaré, nada peligroso!- digo algo en broma, antes de tratar de comprobar si la puerta está cerrada con llave por el otro lado, moviendo el pomo para abrirla.

-Qué le parece si la acompaño al comedor, con la otra chica y se toman uno de esos tés que tanto les gustan a los de su clase?- añado.

-Sita, no parece muy convencida de ello... le prometo que sólo la ayudaré, nada peligroso!- dice el hombre de color intentado ser agradable.

-Qué le parece si la acompaño al comedor, con la otra chica y se toman uno de esos tés que tanto les gustan a los de su clase?- añade.

Eché una fugaz mirada hacia la nueva invitada a la “Feria de Locos” del doctor Muñoz, y me volví hacia el morral. Rebusqué un rato y saqué un viejo libro sucio, ajado y sin tapas y repasé sus páginas lentamente.

«Quién sabe. Quizá como dijo alguien alguna vez: todo está escrito en un libro. Puto consuelo: ni lo  que cagamos es nuestro albedrío, estaba escrito por el Demiurgo. Puta mierda. Mientras tanto, ¿qué dice nuestro siniestro Dr. Bendway (*)?»

Mientras rebuscaba, hojas atrás, hojas adelante, en el libro aquellos párrafos que recordaba vagamente, mis ojos se volvieron hacia la puerta que conducía a la cocina. ¿Cuándo tardaría Rose? Y allí aparecieron, nítidas, las palabras del Gran Manipulador…

«El sujeto no debe darse cuenta de que los malos tratos son un ataque deliberado contra su identidad por parte de un enemigo anti-humano. Debe hacérsele sentir que cualquier trato que reciba lo tiene bien merecido porque hay algo (nunca preciso) horrible en él que le hace culpable.»

Rose te indica con un gesto donde se encuentra el comedor, donde se oyen varias voces manteniendo una conversación, por lo que solo tienes que traspasar la puerta para encontrarte con 3 de los viajeros, el hombre que amablemente quiso llevarte las maletas, la hermosa mujer de pelo negro que habla timidamente con el primero, y una mujer de aspecto duro que no has visto antes que examina un libro de bolsillo.En la sala en la que te encuentras  está decorada como el resto del hotel con figuras mitologicas, en este caso la escena de las sirenas y Odiseo, aunque de forma abstracta. En el comedor hay cuatro mesas que están dispuestas  , dos en cada lado de la habitación con unas comodas sillas y para cada uno de los comensales teneis  cubiertos y vajilla primorosamente puestos. El hombre que te ayudo está con un niño que tiene que ser el hijo de Rose, parece tener alrededor de 8 años, aunque con los niños nunca se sabe, su pelo es rubio de tono pajizo y sus ojos de un azul penetrante, que parece sondearos desde una gafas que le caen graciosamente de vez en cuando, los rasgos distintivos del sindrome de Down se ven en su rostro. En cambio la mujer de pelo negro esta en la mesa de al lado del hombre, en tanto la otra mujer de pelo rubio y descuidado esta en la mesa de enfrente de la del pelo negro.

Trás un momento, podeis ver como entrá en la sala la timida Tiffany, que se muestra pudorosa quizás incluso asustada, parece que todos habeis tenido una mañana movidita. El niño sigue comiendo aunque al ver a la mujer, mueve uno de los soldados siguiendo sus movimientos y una voz completamente diferente que parece salir de uno de sus soldados de juguete proclama:- Nunca hemos tenido tanta compañia femenina en este barracon, pero siempre es de agradecer, sientese y disfrute del desayuno...- Entonces entra Rose que mira malhumorada a su hijo y le dice:- Soldado Kevin, que hemos dicho de molestar a los visitantes- El niño saca su cuchara de la boca y un "lo siento" mal articulado sale de sus labios. Rose al pasar junto a Tiffany le comenta:- No se preocupe mi hijo es un bromista...- y a los demás:- He preparado tortitas, pero tambien tenemos bolleria y unos cereales si quieren comer algo más suave-

¿De dónde salió este tío y por qué es tan amable de repente? Seguro que me quiere robar o algo... No... no creo que se arreisgara a algo así en un lugar tan pequeño. Pero... ¿y si me quiere violar? No, no, basta, estoy alterada por el sueño que tuve. Porque tuvo que haber sido un sueño.

-Un momento por favor... tomo un abrigo y salgo... señor- nerviosa, volví hasta mi maleta y busqué algo allí que pudiera servirme de arma. Tras mucho revolver, lo único que hallé es una lima de uñas metálica. Mejor esto antes que nada. Tomé un saquito ligero mientras deslizaba la lima en el bolsillo trasero de los pantalones y me  acerqué a la puerta. Respiré hondo, junté coraje y abrí, intentando sonreir al extraño.

-Gracias por aguardar. Tiffany Sanders es mi nombre- le dije al tiempo que le tendía la mano nerviosa.

Alcé los ojos del libro y observé hacia la otra mesa donde se apiñaban el hombre, la mujer y el crío. Aquella insistente, molesta, pero —ante todo— inquietante escena. Aquel niño resultaba escalofriantemente inteligente para su edad… y para su enfermedad. Claro que la jodida televisión obraba milagros en algunas raras ocasiones. De todas formas, me supo algo perturbador aquel ¿truco de ventriloquia? Cuando el crío abría la boca, hablaba con torpeza. Cuando “hablaban” sus muñecos, lo hacían claramente y con cierta gracia.

«Curioso detalle...»

Después miré a la recién llegada, una mirada breve y despojada; luego, alcé la mano y le pregunté a Rose:

— ¿Habrá café negro? Bien cargado. Una taza de buen café me vendría de maravillas, —agregué con una sonrisa.

«¿Existirá en este puto lugar algo que pueda llamar café? ¿O es que sólo conocen ese oscuro y aguachento caldo al que denominan café?»

Que coño haces hay en el medio te quieres sentar de una vez! espeto a la recién llegada sin que venga muy a cuento.

Ocupado en asaltar el desayuno no hago demasiado caso a la recién llegada. Pero si empiezo a preguntarme por que la atractiva muchacha no me ha dicho su apellido...
Sin duda la tensión me tenia en vilo y estaba exacerbando ligeramente mi susceptibilidad.

 Kim se había quedado mirando dubitativa a las otras personas cuando el grito de aquel hombre la sobresaltó. Se quedo petrificada, con los ojos abiertos como platos y despues bajo la cabeza y se sonrrojó. Empezó a caminar, tocándose las manos hasta llegar a la mesa.

-H-hola, buenos dias. P-puedo sentarme con ustedes?-les preguntó de manera cortes y avergonzada pese a queaquel hombre la había instado a que se sentara.

Se quedó depie, con la cabeza baja esperando a que alguno de ellos la diera permiso para sentarse. ¿Quizas había entendido mal a Rose?

-Claro, acompáñenos por favor comienzo inevitablemente atraído por la tímida personita. -Este es Kevin, Rachel... -mi silencio subraya la falta de apellido -y yo soy Cole Dish.
Si me permite la pregunta. ¿Que le trae por aquí?

No puedo evitar una sonrisilla cuando la chica se sonroja, y eso que se lo ha dicho un niño.
Cuando se sienta nos presentamos de nuevo. Cole recalca que antes no debí decir mi apellido, y le pongo solución al instante.

- Rachel Adams, encantada. Le sonrío a ella y luego a él, con mueca de "oops, qué fallo"

Al preguntar Rose por el desayuno que tomaríamos, pese a que no tenía mucho cuerpo para algo muy fuerte, no pude evitar sonreir. - Yo querría un par de tortitas, y café con leche, gracias.

-Un momento por favor... tomo un abrigo y salgo... señor- mi voz se oyó un poco nerviosa. Luego de un minuto y tras oirse ruido de buscar entre una maleta, abrí la puerta por fin.

-Gracias por aguardar. Tiffany Sanders es mi nombre- le dije al desconocido al tiempo que tendía mi mano libre para saludarlo, un tanto nerviosa aún.

Hago un gesto afirmativo con la cabeza al oir su petición de que la espere para bajar. Miro a mi alrededor, algo aburrido, no estoy acostumbrado a este tipo de sitios, tan... limpitos y floreados.

"Que se supone que debo hacer? Mirar qué bonitas son las molduras de la puerta cerrada que tengo delante de las narices?" pienso para mis adentros.

Finalmente se abre la puerta y la mujer blanca de cabello oscuro, la ejecutiva agresiva, sale por ella. Me quedo algo sorprendido de que una mujer que parecía tan segura de sí misma y tan "agresiva" sea la que hace un momento gritaba y ponía vocecilla de niñita apaleada...

-Jamal. El placer es mío Ma'am- levanto la mano para entrechocar la mano y casi se me escapa hacer la señal con los colegas, pero consigo controlarme a tiempo.

"Eso no queda bien con las pivitas. La verdad es que ésta también está que cruje... Parece que este loquero no es tonto, las elige buenorras!".

-De nada. Si está bien- y vaya que si lo está...- podemos beber uno de esos tés abajo, la otra chica, también está abajo, parece que hay un problema de "ratas" en el hotel, también se ha llevado un susto como usted, Sita- sonrío encantadoramente. No sé qué cojones está pasando aquí, pero empiezo a sospechar que son unas "ratas" muy gordas y muy muertas la que están provocando todo esto...

Se abre la puerta y la mujer blanca de cabello oscuro, la ejecutiva agresiva, sale por ella. Me quedo algo mirando con detenimiento, calibrando, con los ojos entrecerrados, a aquella mujer, tratando de averiguar cada cosa de ella.

-Jamal. El placer es mío Ma'am- levanto la mano y se la tiendo con cuidado para entrechocar la mano. Parece que mi mano apreta algo más fuerta la suya y hago un amago de gesto extraño.

-De nada. Si está bien- la miro como si quisiera atravesar su fachada y leer sus pensamientos, sonsacarle lo que oculta- podemos beber uno de esos tés abajo, la otra chica, también está abajo, parece que hay un problema de "ratas" en el hotel, también se ha llevado un susto como usted, Sita- sonrío de forma embaucadora y mentirosa.

 Kim se sienta en la silla y mira a las otras personas. Despues se gira hacia la camarera e imitando a Rachel pide un cafe con una tostada.Despues vuelve la cabeza a la mesa y se presenta.

-Hola, yo me llamo Kim Rouland, encantada de conoceros.-Pero se queda callada pensando unos segundos la respuesta a la pregunta de Cole-P-pues...vera estoy buscando a un doctor. Esto...me han dicho que es muy bueno y que podría encontrarlo por aqui...-explicó sin demasiados detalles.

Bajais los dos la escalera que lleva hacia el recibidor, y os fijais en que en una de las puertas vienen el ruido de conversaciones, por lo que deducis que es alli donde esta el comedor, por lo que entrais y os encontrais con una sala amplia con 4 mesas colocadas dos a cada lado de la habitación dejando un amplio pasillo en medio. La sala está ornamentada con el mismo estilo que las habitaciones, con referencias al viaje de Odiseo, en esta sala en particular se puede ver la parte en que el heroe se encuentra con las fascinantes y peligrosas sirenas. Sentados en las mesas, os encontrais a una desconocida de apariencia ruda y de pelo rubio alborotado que se sienta sola en un rincón leyendo un libro, la timida señorita que se hace llamar Kim Rouland, que se mueve incomoda en la mesa al lado de la más concurrida, que intenta conversar con el resto, que se sienta en una mesa junto con un niño,que tiene que ser el hijo de Rose, parece tener alrededor de 8 años, aunque con los niños nunca se sabe, su pelo es rubio de tono pajizo y sus ojos de un azul penetrante, que parece sondearos desde una gafas que le caen graciosamente de vez en cuando, los rasgos distintivos del sindrome de Down se ven en su rostro. La mujer de pelo negro azabache sonrie a Cole Dish que se sienta enfrente de ella.

Escuchais abrirse la puerta y los últimos dos huespedes entran el enorme hombre de tez oscura y picara sonrisa, junto con la hermosa ejecutiva de ojos inquietantes. Rose sale de la cocina con lo que habeis pedido dejandolos primorosamente a cada uno en vuestro plato, en apariencia (y después comprobais que en sabor) la comida y la bebida es excelente.

Sonrie al ver al resto de los huespedes y les conmina:- Sentaos que el desayuno está listo y caliente, tenemos tortitas, bolleria y cereales, y cafe, leche o zumo para beber- El sonido del telefono de la recepción se escucha desde aquí y la mujer se aleja por la puerta con un "disculpadme". En tanto el niño ha terminado de desayunar, en un momento coge sus platos y cacharros en una mano y sus soldados con la otra y se aleja por la otra puerta con una voz fina y titubeante:- Hasta luego...- Cuando se ha alejado una voz de baritono, que algunos de vosotros habeis escuchado (al parecer un truco de ventriluoco del niño):- Tenemos que vigilar el perimetro soldados...-

Justo cuando Tiffany entra en la sala dejo de hablar con el chaval. Que casi inmediatamente después se levanta a “vigilar el perímetro”.