Partida Rol por web

Hacía mucho que no volvía a tomar aquellas pastillas, las había dejado al morir Doc. No le veía el sentido a continuar con aquello si ya no estaba él, pero empiezo a creer que tal vez todo ha sido producto de mi imaginación, quizás mi pequeño problema mental está tratando de putearme y hacerme creer cosas que no son...

Sacudo la cabeza, molesto, y trato de incorporarme y ponerme de pie de nuevo.

"Esto no me está gustando nada, espero que ese doctorcillo sea bueno o juro que en este pueblo van a tener verdaderos motivos para odiar a los negros, porque pienso prenderle fuego a la casa y al resto del pueblucho de las narices como esto no funcione!".

Aún con las piernas algo temblorosas me acerco al teléfono para recoger el auricular y colgarlo donde toca. Luego me siento en la cama. Está blanda y parece cómoda así que acabo echando mi espalda hacia atrás hasta recostarme del todo en su superficie mullida. Cierro los ojos por unos segundos, tratando de recuperar el control sobre mí mismo.

Me quedé unos minutos viendo a aquella extraña criatura desaparecer entre los coches, como escabulléndose presta de algún peligro inminente en aquel laberinto. Tiré la colilla y aún esperé un poco antes de regresar al hostal. Otro cigarrillo. Entre las volutas de humo, mascullé las palabras de la vieja, y sonreí para mí.

«Qué más da. Si no es una mierda, es otra…»

Luego, lentamente, me encaminé hacia la posada. Tenía hambre, y sólo debía aceptar comida de ese lugar dijo la vieja, ¿no? Sólo esperaba que el café fuese algo más que el caldo aguachento que tanto les gusta a los de por acá. Ya tendría tiempo de largarme. Eché una mirada al cielo antes de ingresar. Ni una nube en el cielo, ni un soplo de brisa siquiera.

«¿La calma que precede a la tormenta? Quizá…»

Y atravesé el umbral que daba al vestíbulo.

En tanto una nueva viajera a llegado, es una mujer rubia con apariencia dura que no se ha presentado a los demás, como practimante no habeis hecho nínguno, excepto Cole y Kim, que lanza el cigarrillo antes de entrar al hostal. En la sala de estar ya estais reunidos 4 personas, entre la posadera Rose, la hermosa mujer de pelo castaño, mirada volatil y delicada sonrisa, y Cole, un hombre de mediana edad con apariencia de a ver pasado por más de un roce con gente indeseable.

Rose que está un poco nerviosa de por sí por la escena del papel que le ha entregado Cole, le contesta por fín al serle recordada la pregunta:- El doctor Muñoz me llamo antes de que llegarais... dijo que mientrás estuviseis desayunando vendría.-

En tanto se oye la voz del niño de Rose gritando:- ¡Ya estamos listos para la ración, señor!-

Rose le espeta con un tono nervioso:- ¡Espere un momento ahora mismo se la sirvo, soldado!- y riendo nerviosa os dice:- Como ya le he dicho mi pequeño guerrillero, tengo el desayuno listo, por lo que pueden coger asiento en el salón, que está detrás de esa puerta- Os hace un ademán señalando la puerta de donde ha venido el grito del niño, más le acerca una silla a Rose y le dice:- Sientese un momento, le curaré y podrá desayunar, no me siento tranquila viendola andar así...- En tanto que se acerca al interior del recibidor y saca un pequeño maletín de primero auxilios.

Intentás resistirte, pero el cuarto te empieza a succionar, y te encuentrás con que apenas puedes coger el marco de la puerta, mientrás tu cuerpo se arrastra al interior de la habitación. que empieza a parecer el centro de un pequeño tornado, donde tus cosas empiezan a revolverse de maneras extrañas, e incluso el armario se abre y tus objetos acaban desparramados por toda la habitación.

Al echarte en la cama, poco a poco recuperas la calma perdida hacía unos instantes con la extraña llamada, por lo que te empiezas a levantarte, y notas un pequeño post it que se te pega a los dedos, al echarte en la cama no te has fijado que hubiese nada encima, por lo que seguramente ya estaba allí. Al acercartelo, puedes leer en una pulcra letra "Bienvenido a Pleasentville", mientrás estás pensando si no sera una broma demasiado elaborada, escuchas un ruido en el pasillo de alguien arrastrandose, y una voz muy aguda apenas audible por tener la puerta cerrada con un lastimero "ayuda" proveniente de una garganta femenina.

Escuchas las conversaciones que hay en el salón escaleras abajo, pero tu agudo grito de ayuda es bastante más flojo de lo que pensabas, y apenas se ha podido escuchar, a tu lado tienes las habitaciones de los otros viajeros. o quizás puedas seguir arrastrandote hasta conseguir ayuda abajo... Al menos has dejado de escuchar esa voz que provenia del servicio y que rezas que sea una prolongada alucinación.

No puedo entenderlo. La fuerza que tira de mí hacia el centro de la habitación se vuelve irresistible. El sudor, frío, helado, empapa mi cuerpo. Quiero gritar, correr, salir de allí, pero el miedo me paraliza sin dejarme lugar a reaccionar. El vórtice del remolino comienza a succionarme. A pesar de todos mis intentos por sostenerme, mis dedos resbalan del marco de la puerta y comienzo a sentir como soy arrastrada hacia ese centro, bailando al mismo compás que lo hacen mis ropas, mis cosas.

Intento aferrarme a algún mueble, pero todo se mueve demasiado como para ser asido. ¡¿¡¿¡¿Que pasa, Dios mío, que pasa en este maldito lugar?!?!?!

Presa de la desesperación, creyendo que voy a morir inminentemente, logro liberar mi garganta y un grito agudo, histérico escapa de ella.

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH, AHHHHHHHHHHHHHHHHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH, AHHHHHHAHHHHHHHAAAAAAAAAAH!- no logro articular palabras, solo puedo gritar y gritar hasta que me quede sin voz, mientras cada vez más me acerco al centro de ese remolino mortal que intenta llevarme a su interior y acabar con mi existencia.

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

La ultima "camarada", a juzgar por las palabras de Rose, parecía llevar una larga temporada embarcada. O, mas probablemente ateniéndonos a su "aparatoso" vehículo y su aspecto de vagabunda, en la carretera.
¿Por que habría tardado tanto en entrar? Con ojos acostumbrados recorro su figura y meneo la cabeza ante mi estereotipada desconfianza.

El chaval, cuyo juego ahora me produce mas escalofríos que alegría, insiste en el desayuno y yo atiendo al consejo de Rose encaminándome hacia el comedor.

Otra vez en la posada, con los consejos o advertencias —o lo que mierda fueran— de aquella vieja revoloteándome como moscas en la cabeza. Además de irreal, esto tomaba un tinte siniestro. Me repetí aquellas palabras para grabármelas a fuego, tenía la idea de que debía recordarlas: las iba a necesitar.

«El diablo sabe más por viejo que por diablo…»

Entonces, miré a Rose y asentí a  sus palabras. Eché una rápida ojeada hacia los otros ‘invitados’ que se encontraban en la recepción. Algo había ocurrido con aquella mujer, naderías imaginaba, un mierdoso raspón y llamaban a un servicio de emergencias. Cuando Rose señaló la puerta que conducía hacia el comedor, hacia allí me dirigí sin más preámbulos que esperar a que aquel tipo —con cierto aire a militar o policía— desapareciese primero detrás de ella.

«¿A qué se dedicará? Me da mala espina. ¿Tendría algo que ver con el matasanos  y su extraña convocatoria?»

Cuando aquel sujeto atravesó el umbral hacia el comedor, estuve tentada de trasmitirle el saludo a la posadera y escrutar su reacción, pero prefería que no hubiese testigos. Aún estaba aquella mujer. Algo olía a podrido, y no era yo. Luego, empuñé el picaporte, abrí la puerta y por un instante me quedé contemplando aquel recinto que se extendía ante mis ojos.

Las palabras de la vieja seguían revoloteando, como moscas molestas.

Me quedo mirando el postit por unos segundos, antes de convertirlo en una bolita amarilla que luego intento encestar en la papelera que hay al lado del pequeño escritorio que hay en el cuarto.

-Esto es surrealista, definitivamente. Y donde está mi chocolatina? No se supone que en estos sitios te ponen chocolatinas en la almohada? Pues yo quiero la mia!- protesto medio murmurando, algo adormilado. Entonces oigo esa vocecilla femenina al otro lado de la puerta.

"Y ahora qué? más alucinaciones o esta vez será de verdad?". Por un momento se me pasa por la cabeza volver a echarme en la cama y pasar de la vocecilla pero por alguna estúpida razón me recordaba a la de mi madre, y aunque la muy puta pasó de mí, años atrás, en parte la disculpo, no soy el mejor hijo del mundo (decir lo contrario sería auto-engañarme y ya tengo suficiente con lo que arrastro)pero por otro lado, la echaba de menos, o al menos la idea de tener una...

Impulsado bajo ese pequeño pensamiento nefasto (para mi reputación si se supiera, claro) decido abrir la puerta y mirar qué está pasando...

 Kim trata de ponerse en pie, pero flaquea de nuevo. Sus musculos no obedecen, solo tiemblan de manera incontrolable. Trata de gatear, mirando hacia los lados. Mira las puertas deseando que alguien salga de ellas y la ayude. Trata de nuevo de gritar, pero la garganta la araña como si tuviera en ella hilo de acero. Las escaleras ya están mas cerca, su salvacion. La gente...por un momento piensa en que les dira. ¿Les pedirá ayuda? ¿Ayuda para que? Es solo una obsesion, si eso es...pero aun asi su cuerpo tiembla y su corazon late con fuerza con un miedo irrefrenable.

Al abrir la puerta del comedor, os encontrais con una sala amplia con cuatro mesas, que están distribuidas dejando un amplio pasillo entre cada pareja de mesas. La sala está adornada con unos tonos azul y verde agradables y varios dibujos abstractos, aunque reconocibles dentro de la decoración del hotel, con la escena de las sirenas del libro de la Odisea, la forma de las sirenas sentadas en su roca y el barco de Odiseo son facilmente distinguibles a pesar de lo extraño del dibujo.

En la última mesa se ve al niño, sin duda el que ha estado gritando y moviendose por la posada,  parece tener alrededor de 8 años, aunque con los niños nunca se sabe, su pelo es rubio de tono pajizo y sus ojos de un azul penetrante, que parece sondearos desde una gafas que le caen graciosamente de vez en cuando, los rasgos distintivos del sindrome de Down se ven en su rostro, encima de la mesa como protegiendo su plato se encuentran una docena de soldados y policias de plastico con armas guardadas en sus cintos de plástico. Cuando vais a elegir silla, la voz del niño sale de uno de los muñecos:- Sed bienvenidos, el rancho es especialmente bueno esta mañana- trás ese extraño detalle, el niño sigue con su plato, comiendo unos cereales sorbiendo sonoramente con la cuchara.

Abres la puerta de tu habitación y al echar un vistazo encuentras a la mujer que se hace llama Kim Rouland arrastrandose pesadamente por el suelo, su resuello jadeante te hace recordar a como estabas tu mismo hace tan solo unos momentos, al parecer no eres el único que ha sufrido una alucinación... Esperas que sea eso con toda tu alma. Sin darte tiempo para pensar de repente escuchas un grito proveniente de la habitación de al lado. No sabes bien que pensar, pero esto se está poniendo espeluznante por momentos.

Sigues arrastrandote pesadamente por el suelo, cuando escuchas como una de las puertas se abre, la figura del negro enorme que tambien había obtenido una habitación se ve en el umbral de la puerta de su habitación. Es un hombre enorme y te sientes insegura, pero es lo más parecido a ayuda que vas a obtener, pues apenas puedes moverte y no conseguiras llegar a las escaleras... Entonces un grito desgarrador viene de la siguiente habitación trás la figura del hombre, al parecer no solo tú estás sufriendo...

Intentas afianzarte, pero tu mano derecha resbala y poco puedes hacer para que termines poco a poco siendo arrastrada al centro de la habitación, mientrás chillas horriblemente, los objetos que han salido de los armarios van al centro succionados por la fuerza irreal que te arratra con ellos, los cuadros sueltan sus clavos y terminan moviendose hacia el interior. Intentas no mirar al centro pues no sabes lo que te puedes esperar mientrás que te arrastra poco a poco llevandose tus uñas y dejando marcas de sangre en el parque...

 Oh Dios...-los que intentaba ser un grito se convirtió en un murmullo angustiado que salia de la garganta de Kim. Rapidamente gateo hacia atrás y se choco contra la pared de espaldas. Trato de no mirar al hombre a los ojos, escabullía su mirada en todas direcciones, tratando de ver y de no ver lo que había detrás de el hombre. Miraba de reojo a la escalera, como si tratase de llegar a ella pero no podía mover ni un musculo.

...¿Pero que esta haciendo?¿Por que?¿Por que?...

El pánico es cada vez mayor. Estoy en un estado de miedo animal, poco recuerdo de quien soy o qué hago allí. Mi único objetivo es no ser succionada por ese remolino. Mis uñas se pierden tratando de aferrarse al piso, mis manos sangran, mi garganta se queda ronca de tanto gritar. ¿Acaso esta pesadilla terminará alguna vez?

Sonreí a Rose y asentí sin más escapatoria.

- Bueno, pero sólo si no es una molestia...Muchas gracias, de verdad.

Miré a la mujer que había entrado nueva y le sonreí, un segundo. Era una señora un poco...bueno, tenía pinta de ser un poco salvaje, la verdad...Indiana Jones con tetas.
Dejé mis pensamientos a un lado y regresé de nuevo mi mente a Rose.

- Si me da la pomada me al puedo poner yo...y luego me uno al desayuno con los demás, sin problema.

Cuatro mesas y un crío ventrílocuo, ¿o que mierda de truco es ese? Nunca me gustaron los niños, menos los que aturden con sus gritos y menos aún los mogólicos; son molestos y exigen demasiada atención.

Tras unos instantes de vacilación, me decidí por la mesa que linda contra el ángulo de dos paredes. Es un buen punto de observación. Un pequeño atalaya. Arrojé mi morral sobre una de las sillas y me senté en la en la otra a esperar, mientras observaba de soslayo al sujeto con pinta de militar o policía. Vaya uno a saber. Y sonreí para mí.

«Esto será divertido. Seis locos convocados por un sueño… ¿Cómo habrá logrado eso el matasanos? ¿Por hipnosis? ¿Drogas quizá? Su nombre no me suena, pero quién sabe… Eduardo Muñoz. Quizá conoce a otro especialista en locos. Entre ellos acostumbran a comentar sus “casos” ¿Y a éste? ¿De que psiquiátrico o consultorio lo habrán fichado?»

Y volví a echar otra mirada sobre aquel hombre.