Partida Rol por web

Finalmente, no resultó del todo imprescindible que Silva y yo nos apartásemos para conversar. Tras una breve despedida propia de la coartada que se había montado para la ocasión, fue el propio De La Cierva quien se despidió para encargarse de ciertas gestiones, dejándonos el reservado a nuestra disposición con barra libre si queríamos disponer de ella.

Tomé asiento de nuevo, aguardando a que los presentes decidieran si retirarse o no, y pedí al camarero una copa de brandy. La señorita Ruiz ya había puesto al día diligentemente a los demás acerca de las claves de seguridad dentro del equipo, de modo que podíamos separarnos con cierta confianza, la que parecía haber terminado ya entre algunos de los operativos. La señorita Blanco y el señor Gaztelumendi parecían llevarse relativamente bien, por ejemplo. En mi equipo no tenía la impresión de que hubiera surgido aquel tipo de camaradería, aunque debía de reconocer que la señorita Ruiz se había ganado con creces mi confianza, e incluso más, mi respeto. También mi lástima, pues era consciente de hasta qué punto tanto ella como la mayor parte de los operativos implicados se encontraban allí no por voluntad propia.

- Un placer y gracias por todo. - Digo mientras me levanto del reservado. - Creo que iré a prepararme para esa fiesta... - A la que no quiero ir... - Gastelu, quedo en tus manos. Nos veremos luego.

Tras estas palabras y con unas ganas espantosas de quitarme el vestido que llevaba, me retiro de allí y doy alcance al vasco. - Pues no se como me veré rubia, pero quizás no sea mala idea cambiar un poco más mi... peinado. - Era más fácil peinar a una peluca que a mí misma.

- Espero que tengas tiempo y paciencia, ya sabes como somos las mujeres para elegir vestuario.- Bromeé con él saliendo de allí. La verdad era que me sentiría igual de incómoda con cualqueir vestido que me pusiera, así que no tardaría en decidirme por uno que al menos me hiciense sentir cómoda. Con eso creo que sería suficiente, al menos para esa noche y olvidarme de vestidos para los restos.

Ballesteros guardó la nota en el bolsillo interior de su chaqueta. Bien pegado al pecho. Ya habría tiempo más tarde para traducirla. La cuestión era conocer la información que se intercambiaban. Por el hecho de haberla interceptado no habría que suponer que lo que allí hubiera escrito no llegaría a manos de su destinatario. Pro al menos sabrían cualquier tipo de estrategia que el enemigo estuviese perjeñando. Y sin embargo a Germán le seguía dando en la nariz que el traidor iba un paso por delante de ellos. Así lo había demostrado en el tren y allí, al amparo de las facciones compradoras, defenderse de la escuadra española no parecía tarea difícil. Habría que esforzarse al máximo.

De momento lo que sí podría hacer el bibliotecario era, tal y como Díaz de Vivar le había indicado, pegarse al objetivo con tal de tenerlo lo más controlado posible.

Finalmente nadie tuvo ninguna duda respecto a las claves y De la Cierva no parecía tener nada que añadir, así que este se limitó a negar, dándose así por finalizada la reunión. El grande de España disimuló de forma muy acertada ante la entrada del camarero y terminó retirándose junto a este en busca del gerente.

Continuaba con el convencimiento de que Díaz preferiría mantener una conversación privada con Silva de ser posible, así que a pesar de no saber si el resto acabaría por dejarles solos opté por retirarme. Además, era una buena ocasión para averiguar cómo le iban las cosas al bibliotecario.

A punto estuve de ofrecerle ayuda con el vestuario y el peinado a Blanco, pero renuncié a ello al ver que parecía tener controlada la situación gracias a la ayuda de Gastelu, con quien parecía haber hecho buenas migas.

- Hasta luego. - me despedí de quienes aún permanecían allí con una tenue sonrisa, saliendo pronto del reservado para recoger mi llave en recepción y poner rumbo a la habitación que me habían asignado.

De camino, aprovecharía para comenzar a concentrarme en la infinidad de sonidos de aquel lugar, tratando de detectar a Ballesteros para averiguar cómo iban sus pesquisas.

No tardas demasiado en localizar de nuevo al objetivo, sigue acompañado de su amante y uno de sus guardaespaldas le sigue a distancia. Notas que al guardaespaldas se suma otro, no es español eso lo tienes claro. Su rasgos faciales indica que se trata de un eslavo sin lugar a dudas, seguramente ruso.

Es un tío enclenque, demasiado delgado para los estándares de lo que supones que debe ser un guardaespaldas. Se mantiene en silencio junto al otro guardaespaldas pero notas que está observando muy detenidamente los sitios por donde ha pasado el traidor. Te parece raro...

La gente se levanta y empieza a dirigirse hacia sus habitaciones o a conocer el hotel. En el reservado quedáis de momento el doctor, Trillo y los dos camaradas del ejército. El camarero sirve otra ronda para todos los presentes y Xabier decide comentar para romper el hielo:

- Los rusos han venido con artillería para volar el hotel, habrá que ir pensando en un plan B por si todo se tuerce. Y me temo que han traído también a metahumanos, puede que del Grupo Kalinin así que será el doble de peligroso para todos nosotros...¿lo del tren fue movidito? - pregunta claramente a Álvaro. - ¿algún eslabón débil en la cadena? Nosotros tuvimos un susto con Gastelu que Trillo arregló rápidamente. Por el resto todo tranquilo...

El doctor se mantiene en silencio y Trillo es totalmente indescifrable, sin duda sería un jugador de póquer perfecto porque no hay forma de leer su rostro. Al menos no habrá que preocuparse de que no mantenga el tipo.

La pregunta de Xabier sobre el eslabón débil era algo que te esperabas, es necesario saber quiénes no estarán a la altura si la situación se tuerce mucho.

Salís del reservado y os dirigís hacia las habitaciones, que están todas en la misma ala y planta para que os sea más sencillo. Camináis despreocupados ya que en principio no debería ser un paseo "peligroso". Pero algo os llama la atención, y tenéis un mal presentimiento.

Cuando camináis notas el sonido de cuatro pasos en lugar de los tres que deberían ser. Hay alguien siguiéndoos fijo y es invisible.

Detectas un olor que no es conocido y que camina unos pasos por detrás, aunque a simple vista no hay nadie detrás vuestra.

Cuando llegasteis al hall notaste que una de las cortinas se movió de manera extraña a pesar de que no había ninguna corriente de aire. Alguien estaba detrás de una cortina pero no viste a nadie.

- Olvidáos de las habitaciones por ahora. - Susurré a mis compañeros. - Alguien nos sigue, no reconozco el olor y por el rabillo del ojo no veo a nadie... debe ser invisible.

Y sólo había una manera de hacer visible a un hombre invisible. - O damos una vuelta por el hotel, como tres españoles que se acaban de conocer o te sacas un paquete de harina de la nada y en cuanto giremos en una esquina, esperamos y a mi señal se la lanzas por encima. Aunque eso nos descubriría. - Murmuré tratando de que no nos escuchase nadie más.

Se me ocurría también montar un numerito con que si el hotel está encantado, hay fantasmas y que tengo la sensación de que nos sigue uno, pero quizás ya era pasarme. Y lo cierto era que había que disimular.

- Como ve, el tema de las habitaciones lo tienen bien organizado. Si quiere, bajamos por las escaleras del fondo y así ve la zona de ocio de este lado del hotel. La verdad es que es una maravilla y se están portando de lujo con nosotros. Hemos tenido mucha suerte con que nos rescatasen y nos trajesen aquí. - Le dije a Ruiz, como si Gastelu y yo estuviésemos enseñándola el lugar.

El caso era que no nos habían seguido hasta ahora y no sabía si era por ella o por él, pero algo debíamos hacer y lo mejor por el momento era no mostrar cuales eran nuestras habitaciones.

Observé cómo gran parte del equipo se iba retirando, despidiéndome apenas con un leve gesto de cabeza. Mis esperanzas de que todos los activos abandonasen la reunión y nos dejasen a los líderes de equipo para compartir novedades quedó en nada, puesto que el doctor y nuestro inmortal parecieron poco proclives a marchar. Aquel hombre, Trillo, resultaba ciertamente inquietante, puesto que su expresión no cambiaba en absoluto. Bien era cierto que yo mismo era un hombre demasiado rígido, serio en exceso, siempre me lo habían dicho, pero a su lado podía llegar a parecer una persona expresiva.

La pregunta de Silva no me pilló por sorpresa. Era, de hecho, el asunto que me había hecho solicitar aquella pequeña reunión informal. Empezaba a conocer a mi equipo, pero era el momento de comenzar a funcionar, no como dos equipos con misiones paralelas, sino como un único equipo.

Realmente... no. -Resumí, procediendo a explicarme- Ballesteros se ha mostrado muy voluntarioso, a pesar de su inexperiencia en trabajo de campo o, quizás, debido a ella. Cierto es que, a pesar de sus inestimables capacidades, fue detectado en el camarote del traidor, pero no es algo achacable a él. Gracias a eso, ahora sabemos más acerca del equipamiento y las medidas de seguridad de nuestro objetivo. -Expliqué tomando un sorbo de mi copa- La señorita Ruiz, por su parte, ha dado muestras de su compromiso con la misión hasta límites que han llegado a sorprenderme. Voluntario o no, eso lo desconozco. -Dejé caer, pues era sabido el modo en que el régimen forzaba a colaborar a ciertos activos- Ni una ni el otro, sin embargo, están preparados para un enfrentamiento directo con esos equipos extranjeros. Buenos en el terreno del espionaje, pero no podemos meterles en una guerra abierta. De hecho, si esas fuerzas extranjeras cuentan con tanta potencia de fuego, el enfrentamiento directo puede estar fuera de nuestras posibilidades. -Me lamenté, descartando la posibilidad de valorar al doctor, estando él presente. También era cierto, no obstante, que el doctor estaba en el equipo como asesor técnico, y no como agente- Durante la reunión preliminar en que fuimos presentados ya tuve la impresión de que el señor Gaztelu y la señorita Ruiz mostraban ciertas... reticencias a colaborar, y sobre todo a seguir órdenes.

El Doctor, que se había mostrado distante y meditabundo desde que empezó una reunión en la que claramente no se encontraba cómodo, parpadeó casi sorprendido cuando el camarero dejó otro Martini delante, como si llevase un buen rato en su propio mundo interior haciendo caso omiso de la realidad que le envolvía. Si bien es cierto que el científico estaba allí para “asegurar” la carga, tenía otros motivos más personales que le involucraban en todo aquello y que lograban distraerle por las consecuencias que todo aquello le podía ocasionar.

Tras la conmoción inicial de ver como prácticamente todo el mundo había abandonado el reservado, esperó educadamente a que la conversación entre Xabier y Álvaro llegase a una pequeña pausa y entonces, cogió la copa con cuidado y se levantó – Disculpen mi comportamiento pero parece que, debido a que no consideraba que tuviese nada que aportar y que mi cometido no había cambiado, me ensimismé demasiado en mis propios pensamientos – intentó disculparse Leopoldo, y aunque ese comportamiento no era algo extraño en él, sabía que no era socialmente tendía a provocar cierta incomodidad a los presentes.

Copa en mano, acabó por abandonar la sala para terminarse tranquilamente la bebida en la barra del bar antes de quizás, dar un pequeño paseo por el hotel. – Nos vemos en la cena caballeros – dijo despidiéndose de los presentes.

Las habitaciones de todos se encontraban en la misma planta y ala, lo que hizo que Blanco, Gastelu y yo termináramos tomando el mismo camino. Todo parecía normal en un principio, pero de pronto algo me alertó, dándome cuenta de que escuchaba los pasos de una persona más.

Miré hacia atrás de manera discreta, dándome cuenta de que allí no había nadie. Alguien a quien no podíamos ver nos seguía, y no era la única que se había dado cuenta de ello. La mujer lobo nos hizo partícipes de lo que había percibido, así como de las opciones que contemplaba.

No había tiempo para debatir un plan de acción, y fue ella misma quien optó por la primera de sus opciones, pronunciándose en voz alta como si me estuvieran enseñando el lugar.

- Parece un muy buen hotel, y seguro que esa zona de ocio también es estupenda. Les agradezco que me enseñen las instalaciones - respondí con una amable sonrisa para continuar con el ardid empleado por la mujer lobo, aunque no estaba del todo convencida de aquel plan, pues lo más óptimo sería averiguar de quién se trataba.

Se me había pasado por la cabeza que pudiera tratarse de Ballesteros, pero que Blanco no hubiera reconocido su olor hacía que me inclinara por que no era así, además, ¿por qué no manifestar directamente que estaba allí?

- ¿Les importaría si nos desviamos un momento al aseo de señoras antes de continuar con esta pequeña ruta turística? - pregunté a Gastelu y Blanco, esperando que supieran captar lo que pretendía, o que al menos confiaran en mí.

Si lográbamos llevar a quien fuera que nos seguía a un lugar cerrado y más discreto que aquel pasillo, quizás pudiéramos lograr saber quién era y qué pretendía.

El recién llegado habría de ser muy probablemente ese mutante con el que se habían encontrado en el tren. Ese que en un principio parecía chino pero luego no lo era... Esa, al menos era la idea de Ballesteros acerca del nuevo efectivo del bando enemigo. ¿Y si era realmente asiático y su poder estaba siendo utilizado ahora para aparentar ser ruso? Las posibilidades de alguien con semejantes capacidades eran casi infinitas. Con una habilidad así uno podría infiltrarse en la Zarzuela sin problemas.

Germán seguía a aquel variopinto grupo intentando averiguar algo más acerca de sus intenciones o estrategias. Esas eran las órdenes y el bibliotecario ya había pagado lo que suponían los arranques de improvisación.

Si algo tramaban, no se iban a librar del ojo de Germán.

─Faltaría más, por supuesto. Yo aprovecharé para ir al mío, les espero fuera cuando acabe ─Concedió el vasco de buena gana, siguiendo también el juego a Cristina.

Con ese movimiento dejaba abierta la posibilidad a nuestro espía de seguir a uno u otras, con lo que se sintiera más a gusto. Si le seguía a él, un poco de agua en la puerta y un táser bien podía hacer el trabajo, contando además que las chicas podrían venir a auxiliarle en seguida. Si les seguía a ellas, el olfato de la chica-lobo no le iba a dejar escapar fácilmente...

Mi idea era sencilla, girar la esquina, ir a las escaleras, perdirle a Gastelau un saco de harina y que lo lanzase sobre el tipo cuando pase detrás nuestra, cuando abriese la puerta... pero no sabía que cartas se guardaba aquella mujer en la manga y después de tener a un muerto muy vivo en mi equipo, a un vasco que invoca cosas de la nada y una mujer-lobo, quizás aquella mujer podría... no se... estirarse como el chicle y hacer un nudo con su cuerpo sobre él.

- Pues, aprovechemos entonces. - Les indiqué a mis compañeros.

Hubiese preferido ir a mi habitación y quitarme aquel incómodo vestido, pero la situación requería que los planes se cambiasen por completo. Además, ahora veríamos si se trataba de un fantasma o simplemente de un hombre invisible como Ballesteros.

Aunque esté disimulando, el hombre te ha detectado de algún modo o al menos desconfía de que alguien o algo los está siguiendo. Ves que las pupilas de sus ojos son extrañas, adoptan un tono grisáceo cuando escudriña las zonas por donde ha pasado el espía español. El problema es saber qué es lo que detecta o percibe; podría ser desde detectar el calor de los cuerpos hasta poder ver a la gente invisible al refractar de otra forma la luz...

Ahora debes tomar una decisión, si seguir tras el espía o ir informar al resto.

Os separáis y accedéis a los aseos públicos que hay en la planta del hotel, cada uno en su respectivo aseo que son contiguos. Gastelu prepara una sorpresa al que acceda al baño mientras las chicas se preparan para atacar al que acceda al suyo.

Pasan un par de minutos y no entra nadie en los baños, ni en el de los chicos ni en el de las chicas. Cristina sigue detectando el olor de esa persona pero no se acerca, se mantiene a cierta distancia lo que indica cierta inteligencia por su parte.

Azucena no puede percibirlo ahora con claridad y Gastelu sabe que no ha entrado en el baño ya que está pendiente de la puerta y esta ni se ha movido un milímetro. Lo bueno es que ahora mismo no os ve y podéis trazar algún plan ya que es posible que podáis comunicaros entre vosotros y podáis tenderle alguna emboscada o trampa de alguna forma.