Partida Rol por web

El recorrido se hace bastante largo, debido a vuestra inquieta situación. El camino es tenso, nadie parece especialmente predispuesto a hablar, y la peocupación comienza a adueñarse de vosotros a medida que el silencio reina entre el grupo. No silencio absoluto, pues la camioneta emite un molesto sonido de maquinaria viea y mal engrasada, acompañada por los humos que despide su tubo de escape oxidado, pero si el silencio de la soledad. La soledad de quienes, aún acompañados, se ven como uno y no como grupo.

Vuestro discurrir por las carreteras evita la ciudad, tomando carreteras secundarias para rodearla en vuestro camino hacia el otro extremo. No tardáis en dejar atrás las luces de Tucson y adentraros en el oscuro desierto, iluminado por escasas farolas cada vez más lejanas las unas de las otras hasta que finalmente solo la tenue luz de Selene os muestra vuestro entorno. Las siluetas de las montañas, negras como el más profundo abismo, se recortan en el fulgor plateado con que la luna trata de mostraros la bóveda celeste.

La camioneta comienza a decelerar de forma algo brusca, a golpes. Finalmente se desvía y sus neumáticos desgastados se adentran estrepitosamente sobre la grava que rodea la orilla del asfalto. El vehículo se detiene finalmente y el motor se apaga casi de inmediato, momento en que la puerta del conductor se abre y Chuck sale de un salto. Es como si permanecer en el interior del habitáculo hubiera sido una tortura para él, como si llevase largo rato deseando salir. Sus ojos se clavan en un punto a medio camino hacia las montañas, el lugar donde deben estar los famosos pozos.

Habéis llegado.

El viaje resulta más silencioso, y por tanto incómodo, de lo que esperaba.
Hubiera preferido poder mantener alguna charla por trivial que fuera, pero está claro que mis compañeros no comparten esas ganas de conocerse mútuamente e intentar relajar un poco el ambiente así que permanezco callada, entreteniéndome con al visión de las luces de la ciudad acercándose a nosotros progresivamente hasta dejarlas atrás y centrarme en el cielo nocturno.

Finalmente la camioneta se detiene con cierto estrépito, así que no pierdo demasiado tiempo en bajar de ella con un pequeño salto, apartándome para dejar paso al resto y mirar alrededor con ojos entrecerrados.
No parece que haya nada ni nadie cerca de nosotros, lo cuál no quiere decir que realmente sea así.
Mi instinto me lleva a pensar en adquirir otra forma que me permita una mejor visión nocturna, pero la razón me detiene al recordar que se supone que debemos pasar desapercibidos así que me cruzo de brazos para darme algo más de calor a mí misma mientras espero a que la jefa se ponga en marcha o decida qué hacer.

Aprovecho la pausa momentánea para ir acercándome con disimulo hasta la posición de Chuck. Probablemente no consiga nada pero ya llevo demasiado rato mordiéndome la lengua...
-¿Te encuentras bien...?- pregunto susurrando por lo bajo sin mirarle de forma directa, como si no fuera con él la cosa por si sencillamente quiere esquivarme. Es evidente que anda haciendo eso desde hace ya mucho rato y no seré yo quién le obligue a lo contrario.

El silencio en la camioneta es agobiante el camino se me hace eterno aun estamos muy lejos de conocernos bien tan solo somos gente unos desconocidos y nada más llegar me bajo de la camioneta de un salto.

Voy a comprobar que no hay nadie en los alrededores fisgando lo que hacemos, siento perderme una charla tan amena pero ya sabeis es mejor prevenir que curar. Digo con una sonrisa mientras me marcho con un tono ironico

Me alejo de la camioneta para comprobar que no hay nadie en los alrededores por si nos vemos obligados  hacer algo fuera de lo normal. Ya sea por bestias del Wyrm o para encontrar humanos "despistados" hay que proteger el velo.

Primero visualmente si no veo a nadie trato de sentir la presencia de Cahlash en la zona.

Bajo del coche, me siento extraña, el deshasosiego me puede mas de lo que quisiera reconocer. Miro al resto, como extraños en... luego al frente mientras intento que mis ojos se concentren en la oscuridad reinante para descubrir si hay algo mas que se nos oculta, intentando ver mas alla de lo evidente, casi forzandome, intentando recordar lo que me dijo Chuck de ese don en tu.... noto hasta que mi cuerpo hace algo extraño y como parte de mi me abandona

El camino habia sido bastante cansador, no fisica pero mentalmente. Todos pareciamos tener una cara de cansancio, un pesar sobre nuestro hombros. El silencio del viaje era solo interrumpido por los incesantes ruidos de la vieja caminioneta de Chuck.
Al llegar al lugar, intente buscar con la vista, por cualquier cosa que llamara la atencion, era tarde y aparentemente no habia mucho, pero algo se sentia en el aire.

Jack desciende del vehículo con aire ausente. Todo lo sucedido ha sido precipitado en exceso, al menos para lo que tiene acostumbrado. Sin embargo, su determinación no se siente mermada en absoluto. Solo su ánimo está devaluado por la vorágine de acontecimientos. Ésta iba a ser una tranquila noche cmpartiendo secretos y celebrando las festividades de la reunión sagrada entre distantes hermanos, y ahora estáis aquí, en medio del desierto, buscando algo que no sabéis siquiera qué o como es.

Es demasiado. Demasiado para mí. No puedo. Si, si puedo. No. Tengo que poder. Tengo que superarlo. Pero son demasiados años, estoy demasiado unido. Pero es mi deber, estoy más unido a mi madre que a mi tierra. Tengo que estarlo.

Los temblores no remiten. La tranquilidad del lugar hace que se me ericen los pelos de la nuca, como un gato acorralado. No existe ningún motivo aparente. Nada me atosiga. Todo lo hace, no obstante. La arena crepitando bajo mis pies, la brisa acariciando mi piel con su escalofriante frescor, el mortecino brillo de la luz que Selene misma nos brinda para iluminar esta noche aciaga. Mis manos se unen, se frota entre si para calmar los nervios, aunque ese objetivo está lejos de ser cumplido.

Cita :

La Swara se me acerca, con sus grandes y brillantes ojos apartados de mí, cosa que agradezco. Cuantas menos miradas se posen en mi, más fácil será que mi debilidad pase desapercibida. Pero me cuestiona, lo que hace evidente que se ha dado cuenta. Es muy suspicaz, como es de esperar de alguien de su tribu. Como es de esperar de cualquiera de nostros. No dudo que no es la única que se ha percatado, solo la primera en preguntarlo abiertamente.

• Estoy bien, estoy bien... Solo algo inquieto. -Es mentira, y estoy demasiado nervioso como para lograr ser convincente. Pero espero al menos que con mi tono cortante quede el asunto zanjado- Los pozos están más adelante, como a un kilómetro. Quizás algo más. Están en la base de las montañas.

Doy un par de pasos hacia adelante, aumentando la distancia que me separa de la joven. Deseando que no quiera seguir indagando en mi debilidad.

Al separarte de tus compañeros, tus sentidos no se ven distraidos por la compañía ni sus palabras. Te concentras con tranquilidad en tu olfato, a pesar de ser consciente de que no es este sentido del que depende el poder espiritual. Sin embargo, tu mete lo asimilade tal manera, al igual que la inmensa mayoría de cuantos cuentan con esta bendición espiritual.

En un principio no sientes nada, más allá de la fresca brisa nocturna del desierto. Estás a punto de desistir, cuando un ligero aroma llama tu atención. Breve, ligero y atenuado, muy difuminado. Quizás por su escasa fuerza, o quizás por la gran distancia que te separa de su origen. Es un olor a óxido, a herrumbre, con un toque de descomposición.

El lejano aroma del Deshacedor.

Tu mirada se nubla, intensa pero intermitentemente. Un instante ves a tus compañeros a tu alrededor, al siguiente todo parece difuso y neblinoso, para regresar a la nitidez de tu compañía un momento después. Pero es la neblina lo que quieres bislumbrar, de modo que luchas por ignorar a tu reciente taklah y te concentras en la niebla. Entecierras los ojos, en un esfuerzo físico que sabes inútil, pero que realizas igualmente de foma instintiva. 

Y de repente, la niebla lo cubre todo. Los sonidos se apagan, las luces se alargan y distorsionan. Tus amigos desaparecen. Todo es oscuridad, mortecina y rojiza. Miras a tus pies, pero no están ahí. Sorprendida, te miran las manos, pero también son invisibles a tus ojos. A todos los efectos, no estás en donde te encuentras. Ves un lugar al que no puedes acceder, algo que parece mágico y maravilloso, pero al mismo tiempo te hace sentir limitada e impotente. A tu alrededor, todo está cubierto de una fina neblina, al menos hasta la altura donde debiera estar tu cintura. Puedes ver el mar de bruma extenderse en la lejanía, iluminada su superficie por los haces plateados de la luna y del rojizo fulgor de su hermano menor, un extraño y para ti desconocido orbe celeste de color rojo encendido. No hay estrellas en el cielo, sino negra y profunda oscuridad, como el resto del paisaje más allá de la bruma. A tu izquierda, en la lejanía, puedes ver miles de luces concentradas en un mismo punto distante, como un enorme edificio de diferentes alas, en el lugar donde debiera verse la ciudad de Tucson.

Así que ese es su aspecto a este lado...

Sin embargo, a tu derecha, donde comienzan las montañas, todo es oscuridad insondable ¿Todo? De repente, eso cambia. Ves un pequeño fulgor, un destello, un brillo intermitente y amarillento. Lejano, muy lejano.

Mientras los miembros del grupo se van desperdigando ligeramente por el lugar, notáis como la proximidad del viaje da paso a la necesaria distancia que todo Gran Gato precisa. No os separáis unos de otros, solo mantenéis vuestro espacio vital. Arthur da unos pasos alejándose del grupo, pero solo unos pocos metros, con la mente concentrada sin que sepáis el motivo. También Alma parece ausente en sus propios pensamientos, observando el paisaje con mirada vidriosa, ignorando vuestra presencia.

Entonces notáis un susurro traído por el viento. Un ronroneo lejano. Un motor. Profundo, potente, aunque apenas perceptible. Quizás un vehículo grande, quizás varios más pequeños sonando al unísono. Su orígen se encuentra muy lejos, os atreveríais a aventurar que en la base de las montañas, a algunos kilómetros.

La dirección de la brisa vuelve a cambiar, y el sonido desaparece nuevamente...

Que habra sido ese ruido? maquinaria trabajando a estas horas? algun vehiculo?

Yuri cerro sus ojos como intentando concentrarse para ver si podia determinar de donde eactamente venia el ruido o almenos determinar que era el mismo.

Con sus ojos cerrados y un tono de voz suave se expreso ante sus compañeros.

Alguien mas pudo oir ese sonido?

Mi investigacion del perimetro sin la constante distracción de mis compañeros da sus frutos, un ligero aroma muy tenue pero esta ahi. Vuelvo al grupo con un ligero gesto de preocupación.

He percibido una ligera peste al Deshacedor, es muy leve no se si por legena o por poder pero aun así creo que lo prioritario es limpiar la zona antes de cualquier otra cosa si no queremos que luego se nos vengan encima cuando estemos en mitad de lo que quiera que vayamos ha hacer.

No oigo nada, estoy estatica mirando al cielo, no se como es posible que eso sea lo que hay alli, realmente no deberia haber eso, pero tampoco conozco mucho la Umbra como para saberlo, pero si el cielo es lo que mas me atrae ahora, tambien lo es lo que veo mas adelante, lo que brilla, como la ciudad, tan extraña y tan... no se como explicarla.

Solo me giro hacia la derecha y comienzo a andar mecanicamente como si todos supieran lo que hago, lentamente y pausadamente, no veo, ni oigo nada mas que lo que hay a mi alrededor

Cómo era de esperar Chuck se muestra reacio a dar explicaciones, con lo cuál sólo consigue confirmar que realmente algo le sucede. Quizá simple incomodidad, malestar o quién sabe qué.
-Si necesitas cualquier...- ni siquiera acabo la frase, él salta con otro comentario general alejándose de mí como si temiera que pudiera quemarle y yo me limito a observarle con cierta preocupación pero no digo nada más.

Sé sobradamente que el espíritu de los gatos siempre es solitario, de hecho yo misma me negaría a renunciar a mi propia libertad, pero la verdad es que me agradaría poder confiar en ellos y establecer unos lazos de amistad que al parecer no llegarán a anudarse.
Supongo que hay cosas más importantes que esa, sobretodo en estos momentos, y eso demuestra lo diferentes que somos unos de otros.

Todos se mantienen en alerta, observando alrededor, intentando percatarse de "algo", de todo lo que nos rodea. Así que hago lo mismo sin conseguir muy buenos resultados hasta que pasan unos minutos...
-Sí, alguien se acerca en coche- respondo a Yuri mirando en la dirección concreta con ojos entrecerrados, deteniéndolos después en Arthur.
-Quizá son precisamente ellos los que se acercan. Será mejor que estemos preparados por si eso ocurre- me giro entonces hacia Alma, deduciendo que todos preferirán escuchar la opinión de la líder ya que al fin y al cabo es la que más peso tiene. Y sin embargo ahí está, más ida que otra cosa en una especie de extraño trance que no estoy segura que debiéramos interrumpir.

Quiero suponer que se está comunicando con los espíritus, así que esperemos que lo haga rápido. De momento aprovecho los segundos de calma para adoptar mi forma más peligrosa (chatro).

Durante todo el camino en la parte trasera de la furgoneta, los ojos azules de Jack, esos ojos azules que a ratos parecían los de un niño mirando por primera vez un parque de atracciones y a ratos denotaban la dureza del hielo, no paraban de moverse. Miraban a cada uno de los ocupantes de la furgoneta, incluyendo a Alma y a Chuck a través del cristal trasero. Miraban a Madre, alzando el rostro al cielo. Miraban casi cada parte de la furgoneta, una vieja mancha ahí, un rastro de verdín allá.

La luces de la ciudad se acercaron y se alejaron según se la bordeaban y en esos momentos, Jack extendió su cuello hacia ella, cerrando los ojos a ratos e inspirando profundamente, casi como si pudiese oler a la mismísima ciudad.

Llegaron. Detuvieron la furgoneta. Bajaron.

La preciosa Habika continuaba su aproximación a Chuck, infructuosamente. Aún no le entendía, aún no conocía lo adictiva que se volvía la soledad como para estar interrumpiendola a cada momento. Chuck hablaba cuando tenía que hablar, eso estaba claro, y expondría su situación cuando él lo considerase oportuno, si es que ocurría alguna vez.

Comenzó a moverse tranquilamente por la zona, en circulo alrededor de la Taklajh, conociendo el terreno pero sin alejarse de ellos.

Arthur se alejaba para investigar la zona y su rostro le siguió, alzando una ceja mientras dudaba si seguirle o no. Quería saber lo que veía pero no quería dejar al resto de la camada. Cuando ya estaba a punto de alejarse tras él sin decir nada, Yuri atrajo su atención. ¿Un ruido? Casi estuvo tentado de transformarse, de volver a la forma con la que Selene le honró, cuando Arthur regresó y mencionó olor al Deshacedor y, justo a la vez, Habika hablaba de un coche.

Con un tenue brillo en sus ojos, sutil, casi como el brillo de un niño ante un paquete delicadamente envuelto, Jack comienza a alejarse del grupo, quedando engullido por la oscuridad, lejos de vuestras miradas...

El temblor parece menguar. Serán las distracciones. Si, eso es, tengo que mantenerme activo, distraer mi atención. Concentrarme en algo. Así podré olvidar mis problemas, calmar mis nervios. Eso es lo que necesito...

Alma ¿Que hace? Está muy extraña, como ausente. Y su mirada... Oh, ya veo. Así que se trata de eso. Ninguno de los otros parece haberse dado cuenta, aunque es comprensible. Desconocen su poder, lo que sabe hacer. O eso creo. Ella misma seguro que no sabe lo que está haciendo. Probablemente esté observando un mundo que, por desconocido, le resulta al mismo tiempo absurdo e intrigante.

Aún recuerdo mi primera vez, cuando...

No, Chuck, grandísimo hijo de puta, mantente centrado en el presente. La Madre te necesita aquí, no recordando viejos tiempos.

Oigo a alguien nombrando el aroma del Deshacedor. Estúpido de mi, ni siquiera me he molestado en rastrear el área. De hecho, consideré que era algo pronto para hacerlo, ya que nos dirigimos a los pozos y aún falta bastante para llegar. Pero no hubiera estado de mas haberlo hecho, como éste cachorro. Aún así...

• ¿Y que es lo que debemos limpiar? La mancha del Cahlash no suele ser la advertencia más clara del mundo. Podríamos sentir su aroma sencillamente porque un camión lleno de sus siervos pasara por esta carretera hace unas horas o días. O porque ande por la zona un ser que haya tenido un mínimo contacto accidental con él. Yo mismo he cargado su peste en mi pelaje en un par de ocasiones, tras vérmelas con algunos de sus hijos bastardos. Sentir al destructor exige que mantengamos los ojos bien abiertos, nada más.

Comienza a hablar de un sonido lejano. Me ha parecido percibirlo, pero tampoco estoy muy seguro de ello. Un leve rumor arrastrado apenas por la brisa. Pero es... demasiado lejano. Sin embargo, puedo determinar su procedencia. De las montañas. De ahí procedía la brisa. Mis ojos se clavan en las enormes rocas lejanas, el hogar de mi tribu desde tiempos bien lejanos. No, no logro ver nada. Es normal, solo cuento con los sentidos de un mono.

Aún con mi turbado estado de nerviosismo, adoptar una forma sencilla como la Socto no es demasiado complicado. Mi cuerpo se estira, mi músculos se alargan y fortalecen. Mis colmillos comienza a resultar incómodos, y mi nariz se ensancha. Pero lo realmente importante del cambio no soy yo, sino el mundo que se abre ante mi. Un mundo lleno de detalles y sensaciones, un nuevo mundo que mis sentidos ahora si son capaces de percibir.

Un mundo en que vuelvo a oír el ronroneo de los motores lejanos. Un mundo en que veo el brillo de su movimiento.

• Vehículos. Hay varios, y todo terreno por como se mueven. Están en las montañas. Seguramente lograréis verlos cuando abandonéis vuestras formas homínidas.

El sonido no regresa, y la oscuridad es total en el lugar. La carretera está desierta a estas intempestivas horas, y el silencio solo se ve interrumpido por los leves susurros de la brisa al rozar los matorrales a orillas de la carretera.

O eso es lo que son capaces de percibir los sentidos humanos.

Pero vosotros no sois humanos.

En cuanto abandonáis vuestas formas homínidas, las luces aparecen. No son tanto luces como meros brillos, reflejos se la luz de selene en la superficie de objetos en movimiento. Demasiado lejano como para ser percibido por sentidos humanos. Vehículos que se desplazan a través de las montañas, en plena noche, porcaminos extremadamente abruptos ¿Por que?