Partida Rol por web

El pasillo que atravesáis está formado por piedras a excepción del suelo, que es tierra plagada de heces y orín. Al cabo de un largo trecho, vais a parar a una sala rectangular. La sala cuenta con tres puertas: una frente a vosotros (2), de madera gruesa, al parecer, y con un ventanuco pequeño protegido con barrotes de metal por el que entra algo de luz, la segunda es por la que habéis entrado vosotros (1), que se encontraba abierta, y una tercera puerta, cerrada, a unos metros de por la que acabáis de entrar (3). Os llama la atención un sencillo mecanismo de polea por el que con una cadena que cruza la sala por el techo y el ventanuco de la puerta de delante, permite abrir la puerta por la que habéis entrado desde el otro lado de la puerta que hay enfrente.

Al margen de esto, las paredes laterales de la sala tienen cadenas con grilletes, ahora vacíos a excepción de uno, donde hay un lobo atado y en incipiente estado de putrefacción. El olor dulzón que provoca ese estado es notorio en la sala. Cerca de las posiciones de los grilletes hay más heces y algún cubo de agua aquí y allá.

Arrugando la nariz por el olor putrefacto que impregna la estancia, me acerco al lobo sujeto por los grilletes y lo ilumino con la antorcha. Con la mano que me queda libre cojo mi lanza y empujo el cuerpo del lobo con ella.

- ¿Quién creéis que ha podido dejar aquí a este pobre animal dejándolo morirse de hambre? - pregunto en voz alta con indignación..

- Seguramente el mismo que está azuzando a los lobos contra la población- contestó Dunkan- tal vez se le fue de las manos durante el adiestramiento.

El enano se acercó a la puerta con el ventanuco y siguió con la mirada la cadena que atravesaba el techo.

- Parece que algún tipo de mecanismo permite controlar este acceso. Es extraño que no haya nadie esperándonos. Todo este mecanismo parece especialmente diseñado para evitar que nadie entre por sorpresa. Podría intentar tirar esa puerta abajo- razonó- pero seguramente estropearíamos la sorpresa.

Snorri va bajando lentamente junto con el resto de sus compañeros, con esa sonrisa boba en la cara que se va tornando lentamente a un gesto de repugnancia.- Por dios, ¿A que diablos huele aquí? Duncan, la próxima vez avisa, que vamos detrás.- Suelta un pequeño chascarrillo pero cuando entra en la habitación y ve la situación parece quedarse mudo.- ¿Que clase de engendro puede hacer estas cosas?.- Suelta un pequeño bufido.- ¿Y bien, a donde diantres vamos, cual de las puertas abrimos?

La exploradora guardaba silencio mientras revisaba el suelo. ¿Por dónde se movía la gente aquí? ¿Qué puerta era más frecuentada? Si iban a tirar una de ellas abajo como mínimo esperaba escoger la correcta. 

Empieza a ser molesto el hedor y la atmósfera viciada que estáis respirando. Algunos insectos ya han comenzado en fijarse en vosotros y se posan en vuestra piel y se enredan en las barbas de Dunkan. Por la puerta que atraviesa la cadena colgante escucháis como se cuela una risotada lejana.

Al escuchar la risotada Megara miró a Dunkan:

- Maese enano ¿nos hará los honores de tirar abajo esa puerta? Me temo que la discreción es un lujo del cual tendremos que prescindir. 

Dicho lo cual sacó su arco y preparó una flecha del carcaj.

- Será un placer, señorita- sonrió.

El enano se acercó a la puerta y empezó a examinarla con ojo experto. Entre sus conocimientos de construcciones bajo tierra y su experiencia derribando y desencajando cosas, aquello tenía que funcionar. Al fin y al cabo, una puerta era una puerta, y viendo como habían dejado la de entrada bien abierta, suponía que las labores de mantenimiento y vigilancia no debían ser demasiado estrictas.

Dunkan se centró en la parte que le pareció más desgastada de la puerta, el eslabón débil y aprovechó el apoyo que le otorgaban los barrotes para asirse con firmeza y volcar toda su fuerza. Por un momento pareció que estallaría cuando sus músculos se hincharon y se le marcaron las venas del cuello pero, finalmente, sintió el clic que le informaba que su treta había tenido éxito, había desencajado la puerta.

Era curioso como los constructores tenían ideas fijas y preconcebidas de como un asaltante iba a intentar forzar el acceso, para luego dejar inconscientemente débiles otras partes igual de importantes.

- ¿Vamos?- invitó sonriente mientras dejaba la puerta apoyada a un lado del umbral.

- Impresionante. - asintió con una sonrisa Megara mientras preparaba su arco para seguir al enano.

Dunkan desencajó la puerta con parte del marco de madera con una exquisita exhibición de fuerza. Supo hacer tan poco ruido que se escuchaban más los resoplidos del enano que los crujidos de la madera. Al final, con un leve sonido seco, la puerta acabó a merced de Dunkan, que con una inesperada delicadeza, dejó contra la pared. Lo que Dunkan no contaba es que la cadena que atravesaba los barrotes cedió y las poleas del techo rotaron para acabar en la puerta que estaba abierta (1) cuando entrasteis al lugar, cayendo ahora a toda velocidad hacia el suelo para cerrarse. ¡Se había soltado el mecanismo!

Los cuatro héroes apretaron los dientes y esperaron el terrible golpe contra el suelo que revelaría su presencia en el lugar, pero a escasos centímetros del suelo, la puerta se quedó atorada por la rendija que usaba como guía. La madera de esa guía se había dilatado a consecuencia del agua de la reciente lluvia que se había filtrado por el suelo.

Unos segundos de silencio os aseguraron que nadie parecía alertado. Las risas y un cuchicheo se escuchaba por el camino que ahora teníais despejado. Un pasillo giraba hacia la derecha y continuaba recto bastantes metros. Quizá quince o veinte metros, hasta que al final giraba de nuevo a la derecha. A mitad del pasillo había una intersección con otro pasillo hacia la derecha. De ahí parecía provenir las risas y el parloteo y el ahora presente aroma a comida con diversas hierbas.

Dunkan acarició el mazo de Tarkhas mientras las risas atenuadas llegaban desde los recovecos del pasillo. Con una media sonrisa, el enano hizo un gesto a sus compañeros para que le siguieran en silencio.

El pasillo permanecía en penumbra y el olor a humedad se mezclaba con algún tipo de comida que estaban preparando más adelante.

En un momento dado, el enano dudó y dejó su pie clavado en medio del camino. Quizá el pasillo tuviera alguna sorpresa esperándoles.

Su ojo experto trató de recordar las trampas más comunes, aquellas con las que había tenido que pelear a lo largo de los años. Buscó extrañas marcas en las paredes, rendijas entre las piedras de paredes y suelos o cualquier estructura que pareciera artificialmente recta.

Después de que Dunkan arrancase la puerta de su marco, un nuevo pasillo se prolongaba ante nosotros. El ruido de unas risas venía flotando por dicho pasillo, indicando que no estábamos solos.

Voy avanzando cuando de pronto choco de bruces con Dunkan que de pronto se ha detenido, cayendo al suelo del impacto.

- ¿Por qué te detienes? - pregunto malhumorado desde el suelo...

Deberías buscar alguna hendidura, baldosa que destaque sobre el resto, gotas de sangre seca, fino hilo de fibra vegetal que cruce el pasillo... Es así como funcionan las trampas, ¿no? Aquí no parece haber nada de eso.

- Ummm- Dunkan ayudó a Kepoope a incorporarse- los pasillos de este tipo de lugares suelen estar infestados de trampas y sorpresas desagradables- volvió a echar un vistazo alrededor para dar más énfasis a sus palabras- pero no veo nada raro.

Encogiéndose de hombros, continuó avanzando hasta llegar al punto en el que un nuevo pasillo emergía en medio del camino. Parecía que las risas y los olores proveyeran de aquella intersección así que trató de asomarse con cuidado para no llamar la atención si había alguien al otro lado.

Snorri siguió en silencio a su grupo de amigos, la imagen de la sala anterior lo había dejado marcado.

Se colocó atrás de su grupo preparándose para lo que seguramente sería una batalla contra algún tipo de criatura maligna, él pensaba que esto solo podía ser obra de criaturas maléficas.

Compañeros.- Dijo susurrando.- Acabemos cuanto antes con esto, no tengo una buena sensación en el cuerpo, y eso no indica nada bueno.- Asintió como queriendo reafirmar sus propias palabras.

Al girar la cabeza por el recodo, veis una gran sala iluminada por grandes antorchas en las esquinas donde hay varias mesas de madera repartidas por toda ella, todas vacías a excepción de una, donde cuatro tipos con ropas simples de ganaderos comen algo de unos cuencos de barro. En la misma mesa hay una enigmática figura delgada ataviada con una capucha y túnica azul oscuro ocultando su rostro. En un lado hay un pequeño lago natural por el que discurre agua subterránea, a juzgar por el ruido que produce. Hay cerca unos barriles más o menos ordenados cuyo contenido no podéis ver. Los cuatro tipos conversan entre ellos, y aunque el eco no os deja entender la conversación, sí apreciáis las palabras, "Danville", "azuzar", "lobos", "idiotas" y "acabar de una vez". Todo entre risas despreocupadas. La figura encapuchada come ajena a la conversación.

La puerta que da acceso a la sala está semiabierta, por eso podéis otear desde vuestra posición, y gracias a que Dunkan fue hábil, no habéis sido detectados. Estáis seguros de poder continuar por el pasillo largo sin ser detectados, o acercaros a la puerta, pero no más allá, antes de que os vean.

Uno de los que comensales se levanta con el cuenco vacío y se dirige a uno de los barriles a servirse más. Parece arroz cocido.

Snorri mira perplejo la situación, con los ojos abiertos como platos.- Son simples ganaderos... No, tienen que ir disfrazados de ellos... - Mira a sus compañeros y sus distintas reacciones. Suponiendo que si susurra no los escucharán debido al eco de la propia conversación de los "granjeros", le susurra a sus compañeros.- ¿Qué pensáis de esta situación, pensáis que están disfrazados como yo pienso, o por lo contrario que son de verdad granjeros y ganaderos? Sean lo que sean, yo voto por continuar un poco más adelante y ver que es lo que nos podemos encontrar, si no, siempre podríamos darles una lección y hacerles dejar de cambiar de opinión sobre atacar a los pobres aldeanos de Danville.

- Yo creo que deben ser ganaderos de verdad, excepto el tipo de la túnica. Ese tiene que ser un mago o algo así. No me gusta dejar un peligro detrás nuestro, pero tampoco me gustaría desaprovechar la ventaja de que no nos hayan detectado todavía.- Megara señaló el pasillo a sus espaldas -  Opto por ir hacia adelante con cuidado, revisar el resto del pasillo y comprobar si hay algo más de lo que debamos preocuparnos antes de encargarnos de estos rufianes.

A Megara no se le sacaba de la cabeza la escena del lobo putrefacto. Una cosa es matar a un lobo en defensa propia pero ¿encerrarlo y dejarlo morir encadenado? Alguien capaz de dejar morir así a un animal no merecía ninguna compasión. 

Dunkan asintió a los comentarios de sus compañeros. Seguir adelante y dejar un peligro atrás o atacar y anular la sorpresa. La vida podía depender de aquella decisión.

El enano miró un momento hacia abajo, pensando, luego volvió a observar el interior de la sala y, siguiendo una corazonada, decidió que valía la pena el riesgo.

Cruzó de lado a lado de la puerta, con agilidad, y luego hizo un gesto a los demás para que le siguieran.

Tras ver como Dunkan cruza de un lado a otro de la puerta, me dispongo a imitarle. Aguantando la respiración, cruzo el espacio que ilumina la puerta con la esperanza de no llamar la atención de los ocupantes de la sala...