Partida Rol por web

Julian habló con Ramona y logró que saliese de la cama y se hiciese cargo de la Blanca. No sin reprimenda, maldiciones y alguna mala cara. Todo esto no era lo que la joven viuda esperaba y así se lo hizo saber al padre. Pero también es cierto que en cuanto vió a Blanca tendida y magullada en casa de Jimena su expresión cambió y fué todo cuidados para con la herida.

Marchásteis pues dejando a Ramona el cuidado de Blanca, bien pertrechados pues nadie sabía lo que os íbais a encontrar. El camino hasta Un Castillo se hizo tedioso, pues Violante, poco dada a andar, se paraba a cada rato y se hizo muy largo. El trovador pretendía animarla y le recordaba lo que pasaría si su padre los pillaba. Cosa que solía tener efecto....durante un rato. Después vuelta a empezar.

Cuatro horas después llegásteis a Un Castillo, estaba amaneciendo y apenas se veía gente. Solo a los más madrugadores. Arturo, el juglar. Se las apañó para conseguir unos caballos de alquiler. Salísteis al trote camino del convento. Si Violante había sido un estorbo caminando no lo era montando. Era una jinete excepcional y ahora érais vosotros dos los que os quedábais rezagados.

Con los caballos destrozados llegásteis al convento. Allí acogieron a Violante después de unas explicaciones dadas a la madre superiora. Arturo se despidió de vosotros y se marchó camino a ninguna parte. Vosotros cambiásteis los caballos y regresásteis al pueblo.

A medio camino de Un Castillo y Sibiriana, del prostíbulo visteis salir a Diego y Telmo. Sería medio día y estábais realmente cansados.

Cuando salís del prostíbulo con mas dudas que antes os encontráis al padre Julian acompañado de Jimena. Se les ve cansados y vienen de dirección Un Castillo.

Tras una larga caminata, un largo camino a caballo y una confesión con la correspondiente absolución habíamos regresado. Los caballos habían sido devueltos en Un Castillo y ahora íbamos de nuevo a pie.  Estaba deseando llegar a mi parroquia, cogería el catre con sumo gusto, pues las grandes ojeras bajo mis ojos reflejaban una noche en vela, y mis pies y posaderas estaban destrozados, hacía mucho que no montaba tantas horas y eso se hacía notar en mis huesos.

-Espero que la fortuna nos acompañe a partir de ahora- iba comentando con mi compañera de viaje -sea como fuere, en ningún caso des a entender que tienes nada que ver con este asunto, si los mandamientos no te obligan, claro está. Se astuta, no mientas, pero tampoco busques el problema.- Temía que la curandera pudiese ser interpelada y castigada. -Deja que yo me encargue del asunto si así fuese menester- finalicé esta conversación con una ligera y tranquila sonrisa en los labios.

Mis ojos se sorprenden cuando, pasando frente a una casa del pecado, vemos salir a Telmo y Diego. ¡Qué inesperado! 

De Diego todavía lo podría haber imaginado, pero Telmo... tiene una mujer a la que creía adoraba y un hijo precioso.

Trato de evitar que mi rostro refleje juicio alguno, aunque por mis adentros pienso que es una certeza que me espera mucho trabajo para salvar estas almas de las llamas del infierno.

-Buenos días tengan- Saludo cordialmente -Parece que el Señor ha cruzado nuestros caminos justo en este punto. ¿Se dirigen de vuelta a Sibiriana? Si así fuere podríamos recorrer el tramo juntos los cuatro- Me muestro amable, aunque en el fondo espero que acepten y poder continuar conversando.

…¡Ostia, el capellán!...

Tamaña aparición pilla totalmente por sorpresa al alguacil, haciendo que intente carraspear y se atragante en el proceso. El guaita se da dos fuertes palmadas en el pecho y por fin recupera el aliento cuando Julian y Jimena se aproximan lo suficiente para entablar conversación.

Diego balancea su porra visiblemente para denotar que están allí por asuntos oficiales, y no de parranda.

- Buen día, maese – Dice saludando también a Jimena con la cabeza, sin saber muy bien que decir ante tan incómoda situación – Si, tornabanos ya pa el pueblo después d'una infructuosa visita al burdel. Tos requerimos a todos dos, ha ocurriu una cosa muy grave... Paco, ha amaneixiu muerto en lo campo y creigo que amenesterá sin duda d'o vuestro perdón. Y d'o ojo clínico d'ella. Seguidnos.

Asintió a todo lo que decía el párroco sobre su futuro viaje. Mejor, que hable él. Tiene el don de la palabra. Lo demuestra todos los días con sus sermones en la parroquia. Sermones que la pecadora Blanca escuchaba de muy vez en cuando.  

Blanca, con su carácter tímido y retraído, se medió esconde detrás de párroco. Buenos días tenga usted señor aguacil. Aunque tímida, la curandera no podía negarle el saludo a un conocido. 

Asi es Padre. Diego sospechaba que hubiera estado aqui antes de su nefasto final mas la señora que comanda este lupanar ni los de la puerta dicen haberle visto. Hubo unos extranjeros anoche en el pueblo et dieron problemas en mi taberna. Salieron corriendo et por la mañana Paco aparecer muerto tirado en mitad de un camino.

No sabra usted nada de aquellos hombres? alguien le ha comentado algo sobre ellos?

Hablando llegásteis guiados por Diego al lugar donde encontró Fernandito el cadáver.

Allí estaba el, su padre, los jornaleros cargando en un borrivo el cuerpo de Paco y José Luis que lloraba a moco tendido y era abrazado por Fernando.

  Aquí ya casi hemos acabado, vamos a llevar el cuerpo a su casa para el velatorio-os dice Román

Menos mal

Me proporciona un gran alivio saber que están por asuntos de la ley y no por los asuntos carnales, al menos eso me dicen los dos hombres y de primeras no tengo porqué no creerles.

-Nada había oído de forasteros, bueno, sí de un trovador que amenizó la comilona en el castillo, pero ese joven no causó problema alguno que yo sepa. - El asunto me preocupa, al parecer esta boda ha traído violencia para todos. Tanto mal para llevar a una joven a la fe suspiro levemente mientras me apoyo en mi cayado. 

Caminamos todos juntos, algo pensativos por todo lo ocurrido en su conjunto. Finalmente llegamos al campo, al lugar en que todavía están encargándose del cadáver. Sibiriana es pequeña y la pérdida nos afecta a todos, a unos más y a otros menos, pero a nadie deja indiferente este crimen.

-Aguardad un momento Ramón, me placería mucho que la Jimena pudiese ver el cuerpo de Paco, después os acompañaré. Mientras veré a la familia, pues creo que puede facerles bien unas palabras conmigo- Quizás estaba muy susceptible, pero sed de muerte había nacido aquella noche y muerte habían hallado al amanecer, ¿sería casualidad? Confiaba en que la curandera pudiese encontrar pistas sobre lo que había terminado con la vida de Paco, y de qué modo le habían asesinado de ser el caso. En cuanto a Diego, él parecía lo suficientemente convencido de que alguien había atacado al hombre privándole del sacramento de la extrema unción. 

Allanaremos su camino con una bonita ceremonia, que el Padre te acoja en su seno, pues a mi parecer no habían grandes pecados que manchasen su alma.

De este modo dejo a Jimena y a Diego haciendo lo que mejor saben hacer, cada uno a lo suyo, después ya hablaríamos entre nosotros, tampoco era cuestión de hacer sufrir de más a aquellas gentes sencillas. Por mi parte me acerco a sus familiares, con semblante sereno y paso calmo, pues hay que apaciguar sus espíritus.

Diego carraspea ante las palabras del confeso sobre el trovador.

-Algún problema dieron los músicos… ¿No, Telmo? – El alguacil decide correr un tupido velo sobre el asunto y discurrir el camino en paz.

Mientras andan se dirige a Jimena, necesita hablar con ella sobre las circunstancias de la muerte de paco, para prevenirla y que vaya al grano cuando lleguemos.

-Eh…Jimena- Dice atándose la porra al cinto para no parecer un bruto amenazante – Poca chanza lo de Paco. Me vinió su hijo esta mañana a despertar diciendo que no había plegau a casa, lo buscamos por el pueblo sin éxito hasta que vinió Fernandito, que había trobau al pobre infeliz más seco que el esparto en medio del campo. Y seco de verdad, como un gorrino en matanza, sin gota bella de sangre. Además, dos foraus en el cuello… Y hay pisadas, un solo rastro que va desde el camino donde nos vimos, cerca de la mancebía, hasta el cuerpo. Pisadas chicotas, de niño o de muller, que cargaban algo pesau…- Diego mira con pesar los pies de la mujer, pequeños y delicados, y desecha cualquier suposición – Dudo que alguien de su grandaria pueda cargar a alguien como Paco desde allí sin arrastrarlo… Necesito que miréis el cuerpo de paco y que me deis una explicación a la suya muerte que me saque los temores que me acongojan.

Cuando llegamos ante el cuerpo presente de Paco ya hay gente encargándose de él, Fernandito ha hecho bien la encomienda que se le dijo. Diego se acerca al muchacho y apoya su mano en el hombro del zagal.

-Muy bien muchacho, has compliu, mantener la calma y el ánimo en estas circunstancias es difícil a veces. Nosotros hemos seguiu el rastro hasta el camino, pero se pierde. Todo esto es extraño…muy extraño. ¿Qué ha ocurriu en nuestra ausencia? -

-Algún problema dieron los músicos… ¿No, Telmo? 

Tres eran los trovadores que vinieron de Uncastillo y tres fueron los que entraron a deshora en mi taberna queriendo facer un desaguisado. Suerte tuve que Diego los cazo con las manos en la masa y pudimos espantarlos. Fueronse gritando que lo pagariamos y con otras amenazas camino del bosque  

Diego le cuenta a Jimena aquello que descubrimos en la mañana y las pisadas que nos llevaron al lupanar del que nos vieron salir. Quizás ella vea algo que nosotros no pudimos

El mozo se vuelve con gesto amenazante, como si quisiera pegar a Diego-¿Qué si ha ocurrio algo?¡Que el hideputa del marqués es hombre muerto! ¡Palabra de Fernando Fernandez!-Se besa el puño y después escupe al suelo como formulando un juramento ante los presentes y el de arriba.

El resto de los presentes lo miran anonadados y callan y siguen con el trabajo de cargar a Paco, dejando paso a Jimena para que haga sus pesquisas.

Con la mano Diego aparta fuertemente al joven Fernando, alzando un autoritario dedo hacia él para evitar cualquier intento de agresión.

-¡Eh! Menos humos, mozo, no sé de qué diantres me charras, pero no me amenaces que no tengo nada que ver. ¿Qué pasa con el marqués? Lo que has dicho es grave, explícate – El alguacil se dirige al muchacho serio y firme, pero sin gritar, no quiere que el espectáculo que ha empezado Fernandito termine en alboroto.

Jimena asentía con cara interés a la descripción que hacia el aguacil del estado del cuerpo, pero seguramente un transeúnte poco observador pensaría que era una pobre mojigata asintiendo con cara de aba y de no haber entendido ni torta. Pero Jimena estaba muy interesada en la descripción toda información era útil para tratar a futuros enfermos, porque al pobre Paco la ayuda le iba a llegar un poco tarde.

Si, si… por supuesto que mirare el cuerpo.   Como curandera del pueblo era su obligación. Puede que sea el inicio de una nueva enfermedad o una plaga.. 

No sabes la causa de la muerte, pero mientras lo examinas puedes ver en el cuello un par de agujeritos. Son poca cosa, pero podría estar relaccionado con la muerte de Paco

​¿Qué pasa?¡Pasa que fui a casa de Jimena, eso es lo que pasa! ¿Y qué encontré allí?¡ A la Blanca medio muerta por los golpes del marqués!¡LA Ramona la cuidaba y ella me contó lo sucedido! -​Dice alterado y moviendo mucho los brazos para hacerse entender. Está nervioso, pero si es cierto lo que dice y sabiendo que el y la Blanca parecían destinados a entenderse es lógico que se encuentre alterado.

EL resto de los hombres agachan la cabeza y siguen a lo suyo. Menos Fernando que interviene.

Se acerca y le suelta un capón en la cabeza  para hacerle entrar en razón-¡Calla! ¿no ves que acabarás muerto? Hoy he perdido un amigo, no quiero perder también un hijo.

​Fernandito se vuelve al sentir el golpe, pero al ver a su padre se muerde la lengua y no dice nada.

Diego asiente en silencio, serio. No le gusta lo que ha oido pero ha aprendido a callarse la boca cuando toca... Al menos si va sobrio. El recuerdo de la bebida hace que se rasque su resacosa sesera mientras medita y espera un respuesta de Jimena.

Si lo ha hecho una criatura sobrenatural no tienes ni idea de la que puede haber sido.