Partida Rol por web

DEspués de aclarar las cosas ponéis rumbo al castillo. Un mal augurio os entra cuando véis a uno de los hombres del marqués en la puerta en vez de a uno de los hombres del barón. Al menos a Julian que sabe cómo se las gastan. Está apoyado contra el muro con una pierna, os mira con desdén, se yergue y alzandola lanza en vuestra dirección os da el alto.

  ¡Alto quién vá!  Parece dispuesto a ensartaros con ella. Quizás su disciplina sea laxa, su porte nada regio. Pero resulta amenazador en mitad de la noche a las puertas del castillo. Todo sería más fácil con los hombres del barón. De este mentecato cualquiera sabía lo que podía esperarse.

La noche es clara, podéis ver gracias a la luz de la luna que está blanca y redonda sobre vuestras cabezas. Lo suficientemente iluminada como para ver a otro guardia en lo alto de la torre apuntandoos con la ballesta

Diego se para ante el hombre de hojalata, había dejado la porra a buen recaudo en la Iglesia, por si acaso algún espabilado quería extraviarla, pero sin tener que llevarla al castillo.

-Buenas noches, soy Diego Acebillo, alguacil de Sibiriana, y este es lo padre Julián. Viengo a charrar con Ramón, tengo algo importante que decirle –

Diego oculta expresamente el cometido de Julián para no tener que dar explicaciones al respecto.

¿Qué hacía aquel hombre del marqués custodiando la puerta? Para colmo su actitud era como la de quien está en sus dominios, sin profesionalidad ninguna, más bien pareciese que estaba en una taberna a punto de beber la pinta que le acabasen de servir.

Ay Julian... ¿Es acaso un golpe? ¿Acaso el marqués ha usurpado el castillo a nuestro barón?

No pude evitar mirar a Diego con expresión un tanto preocupada poco antes de llegar al guardia. Lanza en mano nos da el alto y parece que pudiese cruzarnos el cuerpo con ella sin ningún problema por su parte. Casi estoy seguro de que disfrutaría haciéndolo.

Dejo hablar a Diego y asiento a sus palabras mientras hago uso de mi porte de hombre santo, mirando a aquel hombre como quien nada juzga y todo perdona si se abraza la fe.

Espero que aqueste hombre sea consciente de que naide debe enfrentarse a Nuestro Señor, él todo lo puede y enfrentar a uno de sus siervos es desafiar a Dios.

  El Ramón no está, así que lo que tengas que decirle bien puedes decírmelo a mí que yo se lo comunicaré. -dice el soldado con un tono de desprecio en la voz-¿y tu?-dice con el mismo desprecio a Julian. Todo esto con la lanza em ristre y el ballestero apuntandoos.

Nada me agradaba aquella situación. Se nos estaba recibiendo como si fuésemos una amenaza ¿Acaso nos percibían realmente como tal? Todo apuntaba a que algo no iba bien dentro del castillo.
-Soy el padre Julián. Debo reunirme con el barón como siervo de Dios-
Algo me decía que también tratarían de impedir mi entrada. Si así sucediese daría por confirmada mi sospecha.

  Estas no son horas para molestar al barón. Además, el marqués ha dicho que no entre ni Dios, así que arreando. Volved por la mañana.-Dice con tanto o más desprecio que antes, os trata como a chusma.

Jimena duerme como un tronco. Normal después de todo el trabajo que había hecho ese día y el estrés al que había estado sometida.

Jimena es sorprendida en mitad del sueño por los hombres del barón, se le echan encima y en breve está atada con una cuerda, al sacarla de casa está el soldado de la puerta.

  En la fiesta no había más que un trovador.....no le acompañaba ninguna mujer.......y en Un castillo vieron a una mujer con el pelo blanco devolver los caballos.-Dice con cierto aire de reproche.

También está Ramón y unos siete soldados contando al de la puerta. Ramón te habla

  Vas a venir connosotros y a decirle al barón lo que ha pasado.

Después te montan en un caballo y se dirigen a la iglesia. Ya es de noche, pero la luna llena deja ver el camino bien. Allí se queda Ramón y un soldado fuera con los caballos y contigo y el resto entran sigilosamente enla iglesia.

Diego, frustrado y preocupado por igual, suelta el aire que había estado acumulando por la tensión. No había vito en persona el talante de los hombres del marqués, y ahora que lo hacía no le gustaba ni un pelo. No en su pueblo.

Mira al padre Julián con cara de cabreo y después vuelve a dirigirse al guardia.

-Mire, caballero. No sé quién se cree que es, pero si me puncha a mi o al padre con ixo, le van a colgar antes de que cante lo primer gallo. M’importa una mierda las horas que son, y lo que he de charrar con el señor Ramón le importa una mierda a vuesarced, pues son cosas que no le incumben. Dígame donde se ha ido e iré a buscarlo, pero no me vienga apuntando con ixa lanza que aquí venimos del pueblo y desarmaus, no vamos a pasar si usted no quiere, no se preocupe –

Conforme está el patio, mejor buscar a Ramón primero, y si es posible ir a ver al barón acompañados por él, ya que seguramente tenga la autoridad necesaria para dejarnos pasar.

¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué me prendéis? Dijo desorientada con la mente aun turbada por las nieblas del sueño. ¿El Barón, que quiere saber el Barón? Esto es un error. Dejarme marchar. Soy la curandera del pueblo, no una vulgar delincuente. ¿Dónde está Diego? Él os lo explicara que ha pasado, suya es la misión de detenerme y es que hay que detenerme.  

El soldado pasa del asco al cabreo mientras escucha a Diego. Seguramente se habría llevado un buen golpe de no ser el alguacil del pueblo y estar acompañado del cura. O quizás si hubiese alguien que le diese la orden-

  ¡ Y yo qué se ahónde anda! El barón lo mandó de misión esta mañana y en toavía no ha vuelto. ¡Anda y tirad por esos montes a ver si lo encontráis! Y ale, si no váis a entrar ya sus estáis largando. Esto lo dice ya con la lanza mirando a la luna, no a vosotros,al menos para eso han servido las palabras de enfado de Diego.

  Ramón te mira intrigado y te pregunta-¿Qué es lo que ha de explicarme Diego?¿Está también metido en esto?

En breve salen los soldados de la parroquia solos con una porra, parece la de Diego, un intercambio de miradas con Ramón y una señal de negación con la cabeza. Los hombres montan y a la orden de Ramón se dirigen al castillo.

Miro tan solo un instante al guardia de la lanza y también al ballestero. Después sonrío levemente y les digo:

-Pues buenas noches tengan. Queden con Dios- me despido de ellos mientras hago el símbolo de la cruz en el aire. Después me vuelvo sin prisas hacia Diego y con la mirada tranquila le insto a partir juntos alejándonos del castillo.

¿Cómo se atreven a decir que non pase ni Dios? Al Señor nada  puede negársele, Él es todopoderoso et omnipresente.

Voy cavilando, pues me despedí de aquellas maneras de los soldados con toda la intención de remarcar los derechos y la fuerza de Dios, a quien ellos parecían tomar a broma o incluso despreciar.

Diego se gira sin siquiera despedirse y se une a Julián en su retirada.

… ¿Será posible que sea tan cerril ese zoquete?...

Indignado, camino junto a Julián en silencio, pensando en su siguiente movimiento. No tiene ni idea de donde estará Ramón, pero el velatorio está en ciernes, y sería una grosería no ir.

Así pues, Diego se pasaría por la taberna de Telmo para ver cómo está el asunto y ver si el tabernero sabe por dónde anda Ramón antes de ir al funeral.

- Creo que me pasaré a ver a Telmo antes de ir a lo de Paco...- Aclara el alguacil a su acompañante.

Cuando Diego y Julian abandonan el castillo se dan de brces con Ramón y los soldados del barón. Llevan atada a un caballo a Jimena. Diego y Julian son rodeados por los soldados a caballo. Ramón avanza dentro del círculo con su caballo.  Parece extrañado de que vengáis del castillo. En las manos lleva la porra de Diego, signo de que se han "pasado" por la parroquia primero.

Ramón se dirige a Diego    ¿Venís del castillo?¿hablásteis con don Pedro? -Después se gira y habla a Julian-Padre.....¿qué hacíais en Un castillo devolviendo caballos de buena mañana?

El sacerdote se alegra de ver a Ramón, Dios ha querido que lo encontrasen de inmediato, pero entonces se horroriza de ver a la joven atada al caballo, como si de un animal o delincuente se tratase. En su rostro tan solo se atisba la sorpresa y dolor por verla así. 

Miré también a Diego.

-Se que era tu deseo fablar con él primero, pero Dios tiene sus designios ya trazados para mi persona- Me disculpo del alguacil. Después miro con calma a Ramón y le hablo con voz tranquila y clara.

- Era nuestro deseo fablar con el Barón et también con vos. Por favor, sería mi deseo poder tratar este asunto en lugar tranquilo con vuesed. El día de hoy  se ha acontencido muy complicado et imposible ha sido dar con el Barón antes de la noche, momento en que claramente ya se fabía fecho tarde et se nos privó la entrada al castillo - Observo si acaso lleva todos sus soldados con él. Cosa que podría justificar que no fuesen ellos quienes guardaban las puertas de la fortaleza.

Al ver a Jimena atada al caballo, Diego sonríe para sus adentros, pues, aunque siente lástima por la situación de la muchacha, la escena no deja de parecerle cómica.

El alguacil asiente a las palabras del sacerdote aceptando sus disculpas. Después se dirige a Ramón para apoyar las santas palabras de Julián.

-Así es, vinimos a buscaros para charrar de lo que me he asabentado. Pero no estabais y no nos dejaron entrar, casi nos punchan los guardias sin venir a cuento... El padre Julián podrá aclararos todo si pudiéramos hablar tranquilos-

Ramón se lo piensa un momento y asiente. Baja del caballo y se aparta unos cuantos metros de sus hombres, lo suficiente para que no oigan lo que váis a hablar, pero no demasiado lejos como para no poder intervenir en caso de que las cosas se tuerzan.

Cuando estáis a "solas" suelta un-¿Qué está ocurriendo?¿dónde está doña Violante?