Luego la música acapara todo el parlante al finalizar el discurso del misterioso narrador. El habiente creado es interrumpido medio minuto después por alguien que golpea levemente el vidrio de la puerta donde James se encuentra sentado con los paraguas en mano. Antes de eso William no pudo apagar la radio,pese a todos sus gruñidos, y solo tuvo éxito cuando el desconocido llegó hasta Lincoln negro.

¿Hola? ¿Hay alguien todavía en el edificio? – pregunta un hombre joven, de buen vestir y de facciones familiares para James. Aunque llega a descubrir de donde es que lo conoce. – Escuche vuestro claxon – afirma con pocos deseos de permanecer junto a la limosina bajo la lluvia torrencial. Incluso su paraguas es inútil ante el caudal líquido.

El traspié con la radio y la posterior llegada del hombre del paraguas no hace otra cosa más que alimentar el mal genio del guardaespaldas. William gira en su asiento del chofer para clavar la mirada en su jefe y preguntar – Señor. ¿Le meto un balazo en el pie? Podría ser otro de esos reporteros amarillistas. – y para afirmar su enfado William extrae de la guantera su Luger, su trofeo preciado de la guerra. En el mango del arma se ve claramente el nefasto símbolo característico del extinto nazismo.

Del latín. 

Y vi a un ángel fuerte que proclamaba con voz fuerte -¿Quién es digno de abrir el sello del Paraíso y desatar su castigo?- Pero ni en el cielo ni sobre la tierra ni debajo de la tierra había siquiera uno que pudiera abrir el sello o mirar en él.

Y vi de pie en medio del trono y de las cuatro criaturas vivientes, y en medio de los ancianos, un macho cabrío como si hubiera sido degollado, que tenía siete cuernos y siete ojos, los cuales significan los siete espíritus de Dios que han sido enviados por toda la tierra. Y él fue y en seguida tomó de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.  Y cuando tomó el Sello, las cuatro criaturas vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron delante del Macho cabrío.  

Sacrificando el pudor y la poca vergüenza Jane y Sophie emprenden la desesperada huida por la venta que sirve de tragaluz cercano al techo.

Utilizando la mesa y una silla las dos estudiantes trepan a toda prisa, dejando todas sus pertenencias y sufriendo raspones y demás heridas insignificantes en brazos y piernas.

Jules, en cambio, opta por investigar el aparato de televisión mientras sus compañeras huyen por sus vidas.

Es una caída de casi dos metros hasta el inundado césped; y de allí son treinta metros por la playa de estacionamiento hasta la calle principal de la institución.

Dos figuras saltan al césped previo al estacionamiento desde una ventana ubicada a casi dos metros de altura. Para todos los presentes es difícil saber muy bien que sucede por la cortina de agua.

En ese momento el claxon de un coche de color negro suena en la tarde pasada por agua y viento. Es un coche de gran porte, una especie de limosina,  y además es el único vehículo que se encuentra estacionado en medio de la playa de estacionamiento de la universidad.

¿Alguien pidió aventón?

Las dos figuras comienzan a correr lejos del edificio, y por consiguiente se puede distinguir algo de su vestimenta femenina. Del lado opuesto una limosina de color negro con una persona protegida con un paraguas observa el suceso.

¿Por qué salir del edificio por un tragaluz?

El día de la marmota...

Podría ser un día como cualquier otro

Un día sin grandes revelaciones

Solo que en los detalles la locura acecha

En la repetición de hechos sin importancia

Allí el horror aguarda…

Era un día de lluvia torrencial, típica de la estación, donde el agua llegaba hasta lugares insospechados, abarcando las aceras y calles de la gran ciudad que nunca duerme.

Las clases de la tarde en la universidad donde asiste Jules se suspendieron de improvisto por la amenaza meteorológica, lo cual provocó un aluvión de estudiantes hacia el exterior, y de allí a los medios de transporte. El complejo cerró sus puertas en menos de media hora y no esperó por aquellos que pierdan en tiempo dentro.

Entonces la damisela llamó a casa pidiendo aventón, y fue James con William al volante quienes acudieron a la universidad en busca de Jules.

Ellos esperan en la playa de estacionamiento a medio inundar, mientras el viento arrecia y los arboles se estiran hasta casi tocar el suelo a causa del viento.

Por supuesto la muchacha llegará en cualquier momento a la limousine completamente empapada…

El resultado, por supuesto, fue otro completamente diferente; cuando la afinidad y la curiosidad supera el simple miedo hacia lo antinatural. Al menos es así para todos... menos para ella.

Cuando Jules toca el tv una reacción en cadena, algo sin precedentes para ella da inicio. Es el comienzo de todo, el inicio del advenimiento. Es el cambio.

Un orador, de mala monta y acento extranjero, comienza su tarea de llenar los huecos de una melodía poco más que decrepita y por demás inquietante.

Olvida esa mierda.

¿Arrepentimiento y remordimientos? ¿Resarcimiento y redención?

Eso es la vida, ¿no? Esto es para los demás... almas perdidas recorriendo el largo camino a la redención... pecadores huyendo de su pasado... pero yendo derecho al agujero de oscuridad que está allá adelante.

Estamos todos en la misma autopista sin fin... la que no tiene nombre ni salidas... intentando salir de esa noche que jamás terminó, y llegar a mañana.

Van a tratar de detenerte, pero dirás: "Vete al diablo"... y seguirás en movimiento porque este es tu sendero... y este podría ser el día en que finalmente escapes... de esos malvados demonios, de una vez y para siempre.

Yo estaré aquí contigo, para asegurarme de que llegues a destino.

Solo los valientes podrían con semejante acción, los indignos y cobardes en cambio huyen por sus miserables vidas.

El premio yace en algo tenue. Un brillo diminuto que nace del oscuro rincón ubicado detrás del aparato de televisión.

Y allí algo sostiene el objeto del pequeño brillo, y sus ojos nunca fueron humanos…

El regalo aguarda, como una flor a despertar y dar al mundo todo su brillo…

James le puso una mano en el hombro a William, dándole a entender que debía contenerse. Era efectivo en su trabajo, pero un poco impulsivo de más. Con la edad su mal humor se había acrecentado y eso no era bueno. Dudó un instante ante las palabras del desconocido mientras intentaba ubicarlo ¿lo conozco de algo?¿acaso me recuerda a alguien?...

-No lo sé. Yo...he venido a recoger a mi hija-contestó James un poco confundido-Jules...Jules Bartlevy ¿La conoce?¿la ha visto?

James salió con los dos paraguas y ofreció uno a su interlocutor para que no se mojase mientras conversaban.

-Tenga.

 Siempre que busques respuestas las hallarás sin importar el cómo. -  eso decía mi Padre cuando apenas tenía 5 años y la curiosidad dichosa en todo su esplendor me impulsaba a transitar por senderos plagados de peligros inminentes para mi edad. El no tener miedo, a veces solía ser una limitación y un gran riesgo, no sólo por alejarme de lo que por normal debería ser sino por el instinto de supervivencia que no tengo. 

Carecía de emociones desde muy pequeña, sintiendo solo un poco de amor hacia mi progenitor y nada más. La frialdad era testigo de mi esencia, al no inmutarme por nada mientras tropezaba por la misma piedra muchas veces. Al igual que en mis sueños, cuando moría una y otra vez de diferentes formas, llevándome al punto de no padecer y ser una gélido persona envuelta en una bella imagen. Causando envidia, incomprensión pero nadie era capaz de comprender lo que he vivido ni porqué soy así. 

Ya atónita entre pensamientos observo detenidamente lo que sucede mientras la dulce melodía de la lluvia, aplaca las sensaciones agolpadas que difíciles son de controlar. Y una voz emerge desde el televisor anunciando cuestiones que me inquietan e incitan a seguir avanzando con tal de ver lo que más allá se encuentra. Era muy consciente de que no pertenecía a este lugar, pero tampoco estaba segura de cruzar esa línea que me separa de la seguridad de mi hogar. - Se lo prometí. - murmuro al mantenerme quieta en el lugar. 

- Múestrate si quieres ganarte mi credibilidad. ¿Cómo distinguir una alucinación de un evento real? - susurro a modo de respuesta, interesada por ir más allá. Siendo aquel rincón oscuro y ese objeto brillante lo que ahora captaba mi atención, no por la codicia en si, solo mera curiosidad. 

Junto a Sophie, apilé cuanto pude de la manera más rápida posible y escalé hasta llegar a la maldita ventana, dejando atrás los apuntes y demás lo poco que no había dejado caer en la huida anterior, así como también cualquier atisbo de dignidad que pudiese tener. No me preocupe por eso, ni por los diversos cortes y magulladuras que me hice mientras trepaba a la ventana, ni siquiera por el considerable desgarrón que había sufrido mi camiseta cuando no me detuve en mi huida a pesar de haberse enganchado en algún sitio. Nada de ello importaba, solo salir y alejarse de allí cuanto más rápido mejor, por lo que ni siquiera se detuvo a pensar sobre la altura a la que se encontraba antes de saltar al suelo.

El impacto contra el suelo no fue demasiado duro, aunque si inestable, pues la lluvia había hecho que todo aquel césped se embarrase, por lo que acabé tendida en el suelo, cubierta de barro y con unos cuantos raspones y arañazos para sumar a mí creciente colección, eso sin contar la camiseta rasgada pero de nuevo, tampoco me importó.

Me levanté tan rápido como pude y de nuevo, volví a correr, alejándome todo lo posible de aquel maldito lugar, en dirección al aparcamento, no porque hubiese visto la limusina aparcada, sino porque inconscientemente, pensé que ahí sería más probable encontrar personas en lugar de pesadillas, así que corrí hacia allí. Corrí tan rápido como me fue posible, sin preocuparme por nada mas y sin tan siquiera fijarme si Sophie corría conmigo o si se alejaba en otra dirección.

La pelirroja cayó al suelo al salir del tragaluz, pero tal era el pánico y la tensión que sufría que ni siquiera le dolío la caída, lo único que la chica quería era alejárse lo máximo posible de allí. De manera que olvidando educación, apellido y decoro se levantó del suelo apoyando las rodillas y las manos y se levantó casi como un resorte emprendiendo la huída como alma que lleva el diablo. En su alocada carrera y a pesar de la lluvia, consiguió distinguir un coche y a una persona al lado, pero Sophie había visto demasiado como para detenerse siquiera a pedir ayuda, así que corrió pasando al lado del hombre pero sin intención de detenerse ni mirar atrás, sólo quería volver a casa.

Mientras conversaba con el recién llegado, algo llamó la atención del empresario.

-Espere-dijo abriendo los ojos con sopresa-Algo extraño sucede ahí dentro ¿verdad?

James golpea la ventanilla nerviosa llamando la atención de William y señala a los dos críos y luego al edificio. Cuando el guardaespaldas baja un poco la ventanilla para poder escucharle, le grita.

-Algo pasa ahí dentro. ¡Busca a Jules!

Un tipo de unos 60 años, bien vestido, salió del interior del vehículo y se puso a hablar con el recién llegado ofreciéndole un paraguas. En un primer momento, no repara en las dos figuras que acaban de saltar por el tragaluz del edificio hasta llegar al suelo. Pero cuando finalmente lo hace, golpea el cristal del vehículo como dirigiéndose a alguien que está en su interior. Luego se gira en dirección a los dos muchachos.

-¡Eh, chicos!¡Aquí!

Agitando los brazos, el hombre intenta llamar su atención.
 

El hombre trajeado sonríe a medias y mira el horizonte con la esperanza de que en algún momento la lluvia cese. – Y yo por mi sobrina que aun no he visto salir. ¿Bartlevy? ¿Usted es James Bartlevy, el multimillonario? – la sorpresa es difícil de ocultar en el rostro del hombre bajo la lluvia, que pese a sostener un paraguas igualmente se ha empapado de la cintura para abajo – No, no la conozco pero tal vez mi sobrina sí. Ahhh…por cierto, mi nombre es Ryan Collins – agrega el apuesto hombre, que tras negar la oferta del paraguas con la mano se gira hacia el edificio cuando las jóvenes salieron de allí por la ventana y James se pronuncia al respecto.

Espere. Creo que esa es mi sobrina. – agrega Ryan al distinguir una de las jóvenes.

De las dos personas bien vestidas y con paraguas junto al vehículo negro, una de ellas levanta un brazo para saludar enérgicamente a las estudiantes que acaban de salir por la ventana. - ¡Sophieeee! – grita con fuerza en dirección a ellas.

Entonces ella reconoce a su tío político, que por alguna razón había acudido pese a la tormenta a recogerla.

William asiente al pedido de James con un profundo gruñido, y tras subir su capucha del traje para la lluvia que lleva encima, sale del vehículo no sin antes pasar revisión a su pistola semiautomática.

Mierda de lluvia – musita poco antes de cerrar la puerta del conductor y comenzar a andar hacia la universidad.

Pero cuando finalmente lo hace, golpea el cristal del vehículo como dirigiéndose a alguien que está en su interior.

De la lujosa limosina sale el chofer, ataviado con un equipo para la lluvia con capucha, y comienza a andar hacia la universidad con disimulada premura.

En su camino pasa cerca de Jane y Sophie sin prestarles la mas mínima atención. Al llegar donde se encuentra la ventana, el hombre comienza a buscar una forma para entrar al edificio ya que la ventana se encuentra a casi dos metros de altura.

La figura del oscuro y frio rincón comenzó a avanzar hacia la televisión, hacia Jules y hacia la luz. Muy lentamente comenzó a emerger para los ojos de la rubia de cuna dorada, y sucedió mientras el aparato de tubo cambiaba su proyección hacia una carretera nocturna siendo devorada por el frente de un vehículo.

¿Ese vehículo era la limosina de la familia?

Entonces una voz –esta vez con una tonalidad muy familiar – reanudó la narración.

Adelante, siempre adelante.

Hay que avanzar para evolucionar.

Para no demorarse en las cosas que quedan atrás.

Porque no se puede deshacer lo que ya ha pasado.

Y nadie va a hacerlo por ti.

Incluso un perro viejo puede aprender nuevos trucos. ¿Por qué no tu?

¿Qué te detiene? ¿Promesas vacías?

No le debes al mundo ninguna mierda. No cuando te mienten y te engañan.

Es hora de vivir tu verdadera vida. Y si un idiota se interpone…

Porque sabes que el pasado puede ser una mierda, a veces…

Pero cuando te alcance es mejor que estés preparada, y lo sabes…

A medida que las palabras llegaban a su fin, la familiaridad ascendía hasta límites insospechados; llegando a confundir los pensamientos de Jules con la voz de la televisión.

Finalmente un par de manos femeninas salieron de la penumbra, mostrando un medallón con no tan extraños dibujos, y las siguientes palabras provenientes de la portadora del medallón se mezclaron con las de Jules; que vanamente dudaba de todo aquello.

¿Qué se siente cuando me tratas así? Dime como me siento. Cuando el espejo miente, y lo sabes.

Aun encuentro difícil que te encuentres preparada para la verdad. Pero estoy completamente segura que me dirás como debo sentirme hoy.

Vamos… ya sabes a que me refiero.

Entonces la figura femenina emerge por completo de la oscuridad, quedando a la par del televisor, a medio camino de la luz y la oscuridad.

Ella es exactamente igual a Jules en todas sus facciones, solo que aparenta algunos años más.

¿Cómo debería sentirme? – pregunta cuando extiende el medallón a Jules, incitando a que esta lo tome.

Sophie sólo quería salir pitando de allí para volver a casa, le daba igual lo empapada que estaba... sin embargo una voz familiar hizo que se detuviera. Al hacerlo se giró y vio a su tío, al principio no entendió nada pero al recordar todo lo que le había pasado se vino abajo y corrió hacía él hasta abrazarlo, sin decir nada, porque el llanto se lo impedía, temblando de frío y de miedo.