Partida Rol por web

Imbécil- mascullé en voz baja mientras veía al chofer dirigirse a la gasolinera. Si no bastaba con tener que viajar con su supuesta hermana, ahora encima el tipo aquel iba de sabelotodo.

Si tanto sabe, debía haber hecho algo en la casa en lugar de aparecer una vez todo había pasado- me dije, mientras intentaba relajarme dando vueltas al hacha… hasta que la tipa que decían era mi hermana decidió abrir la boca.

¿Y a ti quien te ha puesto al mando?- le dije en un tono que dejaba bien claro lo que opinaba de su amenaza. Al mismo tiempo, escuché como alguien, el dueño de aquel lugar tal vez, salía y decía algo, pero apenas le hice caso. Que el chofer hablase con el sí tanto sabía… o mejor, la tipeja de su hermana, a ver si así nos dejaba a mi madre y a mí en paz.

Parecía que el peligro había terminado, pero aquella situación no le gustaba un pelo al detective. La chica, de la que Harry no estaba seguro si había llegado a conocer o no, no solo no contestó cuando el detective les preguntó, sino que se giro para hablar con el muchacho que la acompañaba, en susurros. Para colmo, el chico era prácticamente idéntico a Johan! Y eso era imposible, el pobre chico murió con el resto en la maldita isla.

Para terminar, el pobre hombre lisiado había desaparecido dejándose media pizza en el plato, aunque a eso estaban algo más acostumbrados con los cambios de una realidad a otra. Al menos el hombre había dado buena cuenta del licor.

Así que el detective, antes de comentarle a su amigo sus teorías sobre la radio, levantó el arma hacia los dos jóvenes y pregunto en tono firme.

-¿Quienes sois y que esta pasando? Y no lo volveré a preguntar...

-Sophie...Harry, es Sophie. La compañera de clase de nuestras dos hijas. La que se perdió en la cafetería cuando...sucedió...aquello.

Lo cierto es que James no acababa de tener claro lo que había sucedido. Esperaba que la joven les ayudase a despejar algunas dudas al respecto ¿Qué había sido de ella desde que...?

Pero no fué hasta entonces que se fijó en quién le acompañaba. Un rostro que le resultaba familiar. Tardó unos segundos en recordar su nombre.

-¿Mathius?-preguntó con incredulidad-.

No entendía qué hacía allí. Quizá hubiese permanecido en aquel mundo todo aquel tiempo. Quizá aquel lugar, una vez embargado por la bruma, se conectaba con Bar Harbour de alguna forma que no alcanzaba a comprender.

Steve entro al lugar con la pelirroja y el hombre con el arma les apuntó, preguntando por su identidad, inmediatamente pensó en lo equivocado que estaba al fiarse de una pelirroja que aparece de pronto en el baño. Miro a Sophie y estaba a punto de reclamarle cuando hablo el otro tipo.

- no, me esta confundiendo - le contesto - Soy Steve... O'donnell y tampoco se que demonios sucede aquí - luego miro a la chica - la encontré en los baños y luego una... "cosa" nos atacó - le dijo al tipo desarmado - mire, no queremos problemas, ella me dijo que los conocía y yo voy a Silent Hill, pero todo esto se esta saliendo de control, ¿quieren mi cartera? en realidad traigo muy poco dinero - comenzó a decir tras sospechar que todo aquello era una trampa y que se trataba de algún asalto a la estación y que ella era su cómplice.

A William no le gustó en lo absoluto el comportamiento agresivo del hombre de la gasolinera, pero tenia que soportar tratos como ese por la simple necesidad de dar con James.

- ¿Quiere ganar dinero? Entonces haga lo que sabe, comenzando con llenar el tanque de combustible y por responder una cosa. - replica de mala gana.

Un tema es la escalada de contestaciones agresivas, cosa que William no puede evitar. A tal efecto el custodio y jardinero de los Bartlevy decide llamar a Jules con la mano para que se acerque.

- Señorita, venga por favor. ¿Tiene por ahí alguna fotografía de tu padre para mostrar al señor? -

- Te callas. -  sentencia a Jane. 

Ya decidida a buscar en su bolso una foto que tiene de su Padre justo en la solapa de su agenda personal, a simple vista se ve como un cuaderno muy florido y típico de la época, con la mayoría de sus hojas escritas. Jules al parecer es muy organizada con sus cosas, algo que la mantiene dentro de todo centrada y por esa razón, el control inunda en cada expresión de su rostro. 

- Aquí tienes. -  afirma. 

Con toda la intención de entregarle la misma, esperando que tal vez aquel hombre dé algún indicio sobre el paradero de su Padre. Las cosas en este lugar se pondrán muy intensas y no es momento para debilidades. 

Sophie que hasta aquel momento había guardado silencio mientras miraba a los tres hombres, asintió a las palabras de Steve denotando su miedo y confusión.

- Había una cosa persiguiéndome... entré en los baños y traté de esconderme para que no que matara...- se puso las manos en la cabeza, rememorar los horrores recientes le causaba aún más sufrimiento- entonces un chico me tendió la mano y... luego... luego otro chico, Steve me ayudó a salir ¿Del bater? No entiendo nada... no entiendo nada...- empezó a ponerse nerviosa, hasta tal punto que tuvo que respirar varias veces para recuperar el control y centrarse- entonces... volvimos aquí... o... o ¿no habíamos salido? No lo entiendo... sólo se que estábamos otra vez en el baño y... y tuve que romper la puerta para poder salir... y corri- la pelirroja tembló y se echó a llorar

-Basta -aquella palabra, que parecía haber surgido de los labios de Sara, por lo visto, sonó tan fría y letal que seguramente llamó la atención de su hija que la conocía bastante bien, si no de las dos jóvenes. La expresión del rostro de la mujer era gélida cuando miró fijamente a las dos muchachas, de forma alternativa, mientras el conductor salía del automóvil-. Vamos a ver si lo entendéis de una vez -comenzó marcando cada sílaba con un tono cortante, casi un susurro, pero que se entendía perfectamente-: lo que estamos a punto de hacer es, seguramente y con diferencia, lo más peligroso que habéis hecho en toda vuestra vida. No tenéis ni idea de los horrores que nos esperan -al decir eso, un escalofrío recorrió su espina dorsal, recordando su paso por Bar Harbour y el previo negro vacío que no quería recordar-, una vez allí, sólo vamos a poder confiar en nostoros, entre nosotros. Sólo os vais a tener una a la otra. Y tenéis que empezar a colaborar ya. Me da igual todo. Me da igual qué os hayáis hecho, qué os hayáis dicho o qué haya sucedido hasta ahora. ¡Las tres sabemos que tenéis ya treinta años, joder! Dejad de comportaros como unas crías. No voy a tolerar una sola discusión más, ¿entendido?

Aquel corto sermón, acompañado de la palabra malsonante que Sara nunca jamás decía, deberían de ser lo suficientemente contundentes como para que les entrara en la cabeza a las dos jóvenes. Sara intentó ver su reacción, sin embargo, en ese momento el guardaespaldas pidió a la joven Jules una foto de su padre y ella sacó automáticamente una de Harry de su monedero. Salió del coche y susurró a Jane:

-No te muevas de aquí y vigila alrededor, cualquir cosa que se mueva, avísame. 

Avanzó hasta el hombre de la gasolinera con el rostro serio, algo inusual en ella, y le mostró también su foto. 

-¿Pasaron por aquí? Seguramente iban los dos juntos. Iban cada uno con su coche -Sara describió los vehículos tanto de James como de Harry, al decir aquellas palabras, esperando una respuesta del hombre. 

A regañadientes el horrible hombre mira la fotografía de Jules apenas un instante para hablar con notable desinterés.

- No. No lo conozco. - responde con creciente enojo.

Y dicho eso el hombre de la gasolinera comienza a masticar tabaco que guardaba en uno de los bolsillos del mameluco engrasado y sucio.

Aparte de su respuesta escueta lo que piensa hacer es continuar barriendo el Playón de las maquinas expendedoras. Por tan motivo se aleja un poco mientras agita la escoba contra el suelo.

James tenía razón, era la compañera de clase de nuestras hijas. La conocieron en aquel día...que no tenía claro si había pasado. Igualmente parecían inofensivos, así que Harry bajo el arma, aunque no dejó de observar al chico nuevo.

-Puede ser que no lo sea amigo, solo se parece...ya sabes como es este lugar...

Entonces se dirigió a los dos chicos.

-Tranquilo chico, no queremos tu cartera. ¿Así que eres de Silent Hill? ¿Nos puedes contar algo que nos ayude a saber que está pasando? -Una cálida sonrisa apareció en su rostro al dirigirse a la chica, quería intentar tranquilizarla- Así que desde que te perdimos en el baño, ¿has estado todo el rato en el baño? ¿Y cuantos chicos te han ayudado? Hablas de dos, pero yo solo veo a uno...

Desde la aparición de mi supuesta hermana, mi madre no había hecho más que enfadarse una y otra vez conmigo a pesar de que la culpa siempre era claramente de Jules, pero sin embargo, ninguno de los sermones anteriores se comparaba a este.

Cada palabra de Sara era como un golpe para mí, especialmente el escuchar cómo me recordaba la edad que mi aspecto no reflejaba y el que acompañase todo aquello con una palabra que no recordaba haber oído salir nunca antes de sus labios, por lo que apenas si pude hacer otra cosa que bajar la mirada entre abrumada y avergonzada mientras escuchaba todo aquello, levantando la cabeza solo cuando terminó y me pidió que vigilase la zona.

Si- le dije con seriedad, como queriendo “disculparme” ante sus ojos, tras lo que me puse a vigilar los alrededores como me había pedido.

Las palabras de Sara repercuten en Jules al punto de recordar a su Padre por un breve instante, pensando en el enojo que tendría si la observa actuar de aquella forma. Su educación se ha basado en pura formalidad, comportamiento y protocolo, así como le enseñaron a ser una dama, también James le ha preparado para ser una guerrera. El temple jamás debe faltarle y ahora mismo con la actitud de su hermana, parece escasear. 

- Está bien. - responde a Sara. 

Luego cuando el hombre alega una posible mentira, Jules avanza a paso seguro hasta colocarse delante de aquel sujeto. Su mirada ahora es un rayo capaz de traspasar a quien ose desafiarla. 

- Dinos la verdad, sé que los has visto. -  asevera en un tono imperativo. 

No le importa tener que forzar al sujeto, lo que sea está dispuesta a hacer con tal de salvar a su Padre. De momento siente que el tiempo corre demasiado rápido y es horrible perder el tiempo con menudencias, unas que solo aletargan su llegada e incrementa la posibilidad de que Harry y James, corra un peligro mayor. 

El rostro del pueblerino se endurece con la nueva actitud de la rubia. De inmediato deja la escoba apoyada contra un surtidor de gasolina para volver a su tienda.

- ¿Y quien lo pregunta? Ustedes no tienen pinta de polis ni de maleantes. Mas bien de citadinos* con ganas de joder mi día. Váyanse. - responde con notable asco.

Entonces el hombre maloliente monta guardia frente a la entrada de su tienda y allí espera por la partida de los visitantes.

El encuentro de ambas parejas es interrumpido por una sombra que desde la entrada a la tienda observa calladamente a los presentes. Es un hombre que nadie notó hasta el momento.

Los observa con la mirada vacía, propia de quien ha pasado por mil infiernos, y ni la presencia de armas en manos de James y Harry causan algún efecto en el.

La simple apariencia del hombre de mediana edad lo cataloga fácilmente de un camionero, de un conductor de esos enormes camiones que suelen cruzar el país de una punta a la otra. Una gorra con visera, una campera inflada sin mangas y un pantalón jean bastante gastado y con manchas de aceite.

En una mano lleva una linterna y en la otra sostiene una pequeña rama.

James levantó el arma instintivamente apuntando al recién llegado. El pulso le temblaba un poco de puro nerviosismo. Observó con detenimiento al desconocido. Parecía un simple palurdo del pueblo, pero en aquel lugar, nada era lo que parecía.

-¿Está con vosotros?-preguntó dirigiéndose a a Sophie.

Steve estava a punto de responder a Harry cuando apareció un sujeto en la ventana, tal vez ya llevaba tiempo ahí, pero al momento de notar su presencia James le apuntó, Steve movió la cabeza negando - no lo conozco, no esta con nosotros - y luego solo se mantuvo atento busco donde ocultarse, como salir de ahí lo mas rápido posible y algo que le funcionara como arma, solo en caso de ser necesario. 

Sophie consiguió reducir las lagrimas cuando Harry y James comenzaron a demandarle información.

- Así que desde que te perdimos en el baño, ¿has estado todo el rato en el baño? ¿Y cuantos chicos te han ayudado? Hablas de dos, pero yo solo veo a uno...

- Sí, primero había un chico... era moreno y con los ojos negros... él fue el que me indicó como escapar y me tendió la mano pero luego apareció él- señaló a Steve- también me ayudó pero estoy segura que eran dos, Steve es rubio- dijo como una odbiedad.

-¿Está con vosotros?-preguntó dirigiéndose a a Sophie.

La pelirroja al ver aparecer al camionero se parapetó tras Steve, estaba claro que no lo conocía.

- No, no lo he visto antes

James asintió cuando Sophie y su acompañante les anunciaron que no tenían nada que ver con el camionero.

Aparentemente había pasado el peligro. Aparentemente. James sabía que en un lugar como aquel nunca se podía bajar la guardia, pero igualmente, sabía que precipitarse podría llevar a una situación desagradable con el recién llegado. Así que bajó el arma y manteniéndola preparada pero disimuladamente oculta tras su cuerpo, se dirigió a él.

-Buenas tardes, amigo ¿Eres de por aquí?¿En qué podemos ayudarte?

La explicación de Sophie era de lo más extraño. Pero conociendo ya un poco el mundo donde se encontraban, empezaban a parecerle normales esas cosas a Harry.

El detective se dio cuenta de que el chico había esquivado su pregunta. Bueno, al final se lo iba a explicar.

Entonces fijo su mirada en el extraño, y dejando que hablase James, Harry se coloco al lado de su amigo, en silencio mirando al recién llegado.

Travis observa detenidamente a los “clientes” de la estación gasolinera. Un variopinto de edades y apariencias.

- Solo estoy de paso… - advierte casi para sí – aunque no debí detenerme en este pueblo. ¿Aquí venden cigarrillos? - pregunta el hombre al examinar con la mirada el interior del negocio parcialmente destruido por la contienda sobrenatural, que ademas parece no importarle en lo absoluto el dependiente muerto y el monstruo acribillado sobre la alacena de bebidas alcohólicas.

Dejando la rama de pino en el suelo el hombre cruza el portal de la tienda para ir lentamente en búsqueda de los cigarrillos. Su andar es lento y pausado, como esperando alguna reacción no satisfactoria de los presentes. Aunque de ser así el nada tiene que hacer frente a dos hombres armados.