Partida Rol por web

El hombre se puso a andar hacía la barra en busca de cigarrillos. Era muy curioso que ignorase todo lo que había a su alrededor ¿Estaría acostumbrado a eso también?

Harry sacó el paquete de Camel que había comprado antes, y dio unos pasos hacia el camionero alargando el paquete de cigarrillos. Sabía que James le protegía las espaldas si pasaba algo. Era una de las pocas personas en las que podía confiar.

-Así que de paso...¿y de donde viene si se puede saber? ¿Había estado aquí antes?

Sophie sin decir nada continuaba al lado de Steve mirando con recelo al cazador. Dadas las circunstancias la pelirroja había aprendido a no fiarse de nadie... Exceptuando a Steve que se lo había currado en varias ocasiones tratando de salvarla de los engendros que pululaban por ahí...

Con todo lo que tenían, solo faltaba que el tipo descubriese lo que había pasado en la gasolinera y pretendiese acusarlos a ellos. Que total, teniendo en cuenta donde estaban, ese sería el menor de sus problemas, pero no era cuestión de buscarse más problemas.

Con todo, Harry parecía que se estaba manejando bien con el desconocido, así que prefirió dejarle hacer y no intervenir más de lo necesario.

- Yo no soy de Silent Hill - dijo de repente, contestando a lo que le había preguntado Harry - solo he venido a conocer el lugar, ahora veo que es muy pintoresco- dice mientras saca un Luky strike y lo enciende.

- ¿Ustedes saben que es eso? - les pregunta señalando al monstruo que yace muerto sobre la alacena de bebidas alcohólicas.

- no se que demonios pasa aquí, pero... todo esto y... - le da un par de caladas al cigarro, mientras se nota algo de nerviosismo en su voz - necesito que alguien me explique todo esto y - dice enfatizando con gestos de las manos - sobre todo, si no es necesario que me quede aquí, creo que mejor me iré a Silent Hill y haré como que yo no vi nada - 

Travis acepta un cigarrillo de buena gana del paquete de Harry para encenderlo con su mechero de gasolina. Su mano temblorosa es indicativo que su apariencia es ta solo una fachada ante el turbulento interior del camionero.

- Vengo de Boston, llevo un envío para Brahms… - responde luego de dar una larga pitada al cigarrillo – No. Jamas. -

Entonces al examinar detenidamente a los presentes y la conversación actual entre ellos una carcajada incontrolable invade a Travis. Tanto es que el hombre se sienta en la mesa cercana, la contigua que usó el hombre de las vendas en silla de ruedas y que durante la balacera desapareció, quizás asustado por el tiroteo.

- Y una mierda. Veo que estas tan jodido como yo, y tal vez ustedes también – replica las palabras de Steve para luego señalar a los demás.

- La niebla llegó hasta aquí, así que si no dan media vuelta jamás podrán salir – advierte.

- Y eso que no sabes es mentira, porque si fueras del pueblo no estarías aquí. Estarías frente a la casa incendiada, como todos los demás. ¿O tus fantasmas también te acosan? -

Y la pregunta dirigida al rubio en realidad también es una pregunta para si mismo. En este momento los únicos forasteros posiblemente sean los que se encuentran en la estación gasolinera intentando encontrar el sentido a lo inexplicable.

El camionero dijo no haber estado aquí jamas. Pero luego parecía saber bastante sobre la niebla y Silent Hill. Lo que no le paso desapercibido al detective, era la desconfianza hacía el chico rubio. ¿Los dos mentían?

-Sí, por desgracia sabemos que es eso...-le contestó a Steve mientras se encendía un cigarrillo, si todos empezaban a fumar, el no iba a ser menos -creo que es mejor que no te separes chico, tendríamos que movernos juntos.

Entonces miro al camionero.

-¿A que incendio se refiere?

-Así que ninguno somos de aquí-dijo James más tranquilo, pensando que si eran de fuera, serían también víctimas de este lugar, no verdugos-Chico, no te ofendas, pero dudo que alguien venga aquí de turismo y tu parecido con un viejo amigo del pasado no puede ser casual. Ni el hecho de que nos hubiésemos encontrado. Si no sabes lo que te vas a encontrar ahí abajo, deberías quedarte con nosotros. Y ciertamente que no lo sabes o no se te ocurriría bajar solo. Así que ¿porqué no nos cuentas qué te trajo aquí e intentamos cooperar?

Si únicamente hubiese sido estúpida de Jules la que estaba con el tipo de la gasolinera, no solo no me habría importado lo que este le dijese, sino que incluso me habría reído… pero con Jules estaba Sara, y no pensaba dejar que cualquier paleto de aquel lugar dejado de la mano de dios le hablase así a mi madre.

¡Eh!- le grite desde el coche -¡O le hablas a mi madre con más respeto si no quieres que vaya y haga que te tragues la escoba!- le espeté.

Aquel tipo tenía suerte de que hubiese prometido quedarme en el coche, si no, ni siquiera hubiese tenido aquella advertencia.

- El incendio...es lo mismo lo que diga, igualmente lo van a descubrir por vuestra cuenta si avanzan hacia el pueblo. Bah...ni para que me molesto.  A ver… una mujer llamada Dahlia, Dahlila o algo así me hizo señas desde la ruta para que detuviera mi camión y fuera en su ayuda porque su casa se incendiaba. De la casa rescaté una niña malherida. La pobrecilla tenia quemaduras por doquier… - responde con gran escalofrío.

Rememorar esos hechos trae malos recuerdos para Travis, al punto de nuevamente ponerlo en una situación indeseada y poco menos que incomoda que ni el cigarrillo logra calmar.

- ¿Donde dejé mi camión? - musita para sí mientras observa la niebla.

A Sophie todo aquello le sonaba a chino, no entendía nada de lo que estaban hablando, pero si tenía clara una cosa tanto el señor Bartley como el señor Slaugher sí sabían lo que estaba pasando o donde puñetas estaban.

- ¿Qué hay ahí abajo? ¿Por qué y como estamos aquí?- dijo echa un lío sin encontrar relación ni respuesta a nada

-El porqué estáis aquí es algo que no tengo muy claro-admitió James suspirando-En algunos lugares y para algunas personas el velo que separa el mundo que conocemos de este otro se hace extremadamente voluble e incluso puede llegar a desaparecer. Nosotros vinimos siguiendo pistas sobre el origen de nuestras hijas...y de mi familia. Harry y yo nos conocimos en Bar Harbour, un lugar muy parecido me temo, a lo que encontraremos ahí abajo. De ese lugar trajimos a las dos muchachas que has conocido como Jane y Jules y las adoptamos. Su destino está vinculado a este lugar y por lo que se conoce, el vuestro también. Pero en este lugar, nada es casualidad. Y el que tu amigo sea la viva imagen de otra de las personas con las que coincidimos en Bar Harbour, tampoco es casual.

James hizo un muy buen resumen de lo sucedido en Bar Harbour. Tampoco hacía falta contar más a esas personas, así que Harry no dijo nada. Mientras que esperaba a que el joven Steve contestase a la pregunta de James sobre que le había traído aquí, el detective se centró en el camionero.

-¿Y donde está esa niña? ¿La llevó a algún hospital?

Sara iba a responder, pero su hija se le adelantó airada -¡cómo no!- y le cantó las cuarenta al horrible tipo de la gasolinera. Al escuchar cómo la defendía su hija, la mujer logró reprimir una sonrisa y sólo mostró un rostros imperturbable, sin embargo, en su interior estaba orgullosa de Jane. 

Se aclaró la garganta y avanzó hasta colocarse frente al hombre, tan cerca como para que éste no tuviera otra opción más que atenderla y no pudiese ignorarla mientras le hablaba. 

Se aclaró la garganta. 

-Vamos a ver -comenzó, con voz calmada y serena y el rostro férreo-, tenemos un problema. Porque resulta que hablé con mi marido por teléfono hace poco y me dijo que, efectivamente, había pasado por aquí. No sólo eso, sino que había quedado aquí con su amigo y ambos lo vieron a usted y usted los vio a ambos. Y luego se fueron. 

Sara hizo una breve pausa, aprovechando para coger la foto de manos de Jules y, con ambas en las suyas, las levantó para pegárselas a la nariz al tipo desagradable de la gasolinera, para que las viera bien. 

-Así que, hágame un favor y mire bien las fotos. Intente hacer memoria, por favor. Estoy segura de que los recordará. -en ese momento, en sus labios se congeló una sonrisa gélida, enorme y brillante, mientras sus ojos jade ses clavaban en los del hombre como aguijones, sin parpadear, el suficiente tiempo como para hacer que se sintiera incómodo-. ¿Se acuerda ahora? Dígame, ¿hacia dónde fueron? ¿Fueron en un coche o en dos?

En el momento en que preguntó aquello, la mujer echó una ojeada alrededor, de reojo, para ver si veía el coche de Harry o el de James por alguna parte, mientras esperaba la respuesta que, de seguro, el hombre les ofrecería amablemente... Si no lo hacía... bueno, siempre podía soltar a Jane, que seguramente estaba deseosa de saltar sobre su cuello como un sabueso.

Al escuchar la reacción de las mujeres, se hace a un lado mientras observa con cierta sorpresa la actitud de Sara hacia el sujeto que se comporta como idiota. Su Padre y Harry han pasado por aquí, es algo que jamás se va a olvidar desde la última vez que vio a este último desaparecer en la Mansión. Ellos no han sido descuidados y sin dudas el poner esta gasolinera como punto de referencia, fue justamente por esa razón, para que lleguen a ellos fácilmente. 

Aunque bueno este lugar está plagado de hipócritas, obstáculos que no hacen otra cosa más que interferir en el camino. Sólo que Jules es paciente y confía ciegamente en las enseñanzas de James con respecto a este lugar, no va a ceder porque uno se niegue a decirle la verdad. En este mundo es todo a la fuerza, no existe la piedad porque te das vuelta y te clavan el puñal por la espalda. 

Así que tras procesarlo todo, considerando que la rubia es muy mental, avanza a paso firme mientras desenvaina la katana que tenía escondida cuando el guardaespalda quiso incautar todo. Una vez que el filo roza el cuello de aquel hombre, Jules se acerca al oído mientras sonríe con malicia. 

- Le dices a la mujer hacia donde se han ido o terminas con tu cabeza rodando por la acera... Elige. - asevera determinante.

- Lo que sucedió después no lo tengo muy en claro. Solo que este lugar y su gente no son de confiar, en especial la gente de esa casa en llamas. Yo que ustedes me mantendría alejado de los espejos y de cualquier hospital. - advierte a los presentes.

Travis al no ver reacción del muchacho rubio decide volver sus pasos hasta la salida. Allí espera, observando la niebla danzante.

William mordió su lengua, conteniendo derribar al asqueroso pueblerino a golpes por no llamar la atención pero la espada oriental exhibida por Jules echa todo por tierra. Entonces no le queda otra opción que actuar.

- Basta- ordena a Jules con la autoridad clásica de James.

Es algo que le disgusta hacer pero no tiene otra carta bajo la manga. De modo que también se abalanza sobre el hombre para propinar un puñetazo sin que nadie lo note, haciendo caer de bruces al dueño de la gasolinera.

- Ahora responde a nuestras preguntas o lo va a pasar muy mal. - advierte al mostrar su revolver.

El horrible hombre cae sorprendido por el fugaz ataque de William, y ahora yace en el suelo, sentado y con una mano cubriendo su nariz ensangrentada.

- Ustedes están locos de remate. Pero no importa, la justicia divina dará cuenta de sus actos. - balbucea al escupir sangre y señalar hacia el interior del camino, en dirección a las montañas.

- Por allí se fueron hace bastante. En dos automóviles. - agrega desde el suelo.

-Agradezco sus consejos. A cambio permítame darle otro: manténgase alejado de la niebla-contestó James-En lugares como este, nunca se sabe lo que esconde. Sin embargo, nosotros no tenemos elección. Será mejor que nos marchemos de aquí. Ya hemos perdido demasiado tiempo.

Luego miró hacia Sophie y Steve

-¿Venís?-les preguntó-.

Sophie fue recopilando datos lo mejor que pudo... Pero entre su cacao mental y lo que estaba viendo y escuchando, llegó a varias conclusiones. No debía acercarse a ningún hospital ni edificio en llamas... Bueno esto último era de cajón, el calor escesivo era muy malo para la piel y ella era super pálida, por tanto iría siempre en dirección contraria a los ambientes caldeados... Y lo de la niebla, vale... Parecía que iba pillando el concepto de que se podían ocultar bichos de esos asquerosos y asesinos.

- Yo por supuesto señor Bartlevy. Y tu también deberías de venir Steve