Partida Rol por web

Las dispares hermanas volvieron al automóvil con nuevas pertenencias, obtenidas de la tienda de la estación gasolinera. Tomaron nuevamente su sitio en el vehículo casi sin cruzar palabra y allí, junto a Sara, esperaron por el regreso de William.

Poco tiempo después el rudo guardaespaldas regresó y sin mediar palabra puso el automóvil en marcha hacia las montañas, en dirección al pueblo.

A continuación viajaron alrededor de cuarenta minutos por la zigzagueante ruta, custodiada a ambos lados por sendos arboles de cientos de años de antigüedad y nubes bajas. Todo esto significa que habían alcanzado el Valle Saratoga y muy pronto las montañas Saratoga, donde Devils Pit, la falla natural, esconde sus secretos y guarda la entrada a Silent Hill.

Entonces llegaron a un cruce de caminos, con un túnel entrando al vientre de las montañas y un desvío sin pavimentar hacia un costado de la ruta.

William no presto atención al desvío al entrar con gran velocidad al túnel. El motor bramó con fuerza, mostrando toda su potencia al empujar a sus pasajeros contra sus asientos.

El túnel antes de ingresar permitía ver el otro extremo con un halo de claridad. Situación que no se cumplió durante el trayecto bajo la montaña, porque durante medio minuto el viaje fue en la más absoluta oscuridad cerca del final, y al salir el clima había cambiado bastante.

Tal vez del otro lado de la cadena de montañas las nubes se agolpaban contra los picos, conformando un paisaje eternamente nublado, con bancos de niebla por el sendero por delante.

Luego de la intersección finalmente se encontraban en la interestatal 73, y según el mapa* que obtuvo William pronto verían el lago Toluca junto a la isla donde se alza la penitenciaria Overlook.

Para el horror de los jóvenes y el temor de los adultos, la verdad escondida en el sonido de la radio se hizo presente.

Lo que por un momento parecía el gruñido de una jauría de perros se transformo en conmoción cuando el manto de niebla se aparto brevemente para dar paso a tres horribles criaturas a punto de atacar al cuarteto.

Las bestias, con apariencia inicial a perros despellejados, son meros entes llegados del mismísimo infierno, junto al reconocible hedor a podredumbre y enorme juego de mandíbulas. Son morbidamente delgados, con sus cuerpos supurantes, una lengua viscosa y ojos lechosos cual cadáver.

Los tres perros demoníacos sin mayores contemplaciones se abalanzan sobre el grupo junto al lago y el muelle.

Durante todo el viaje Jules se mantuvo en silencio observando el paisaje mientras en su mente los pensamientos afloran demasiado. Posiblemente recordando aquellas tardes en las que se perdía en los jardines de la mansión hablando sola y venía el ama de llaves o su propio Padre a rescatarla de ese " estado". 

Ni que hablar de las pesadillas, de que sos momentos que aterradores marcaron una infancia perturbadora. Las noches que habrá rezado a todo Dios existente para que no vuelva a pasar, aunque era inevitable por más que se luche contra ello. 

Ahora justamente, luego de tanto vivido, tantos secretos que escondidos están en su mente. Comprende que al fin de cuentas todo lo que siempre quiso o quisieron evitarle, allí está, delante de sus narices. Todo ese mundo paralelo, plagado de bruma y desazón, ahora deja de ser una leyenda para convertirse en una realidad. Una que pensó jamás ser participe. 

Así que tras suspirar luego de cruzar esa densa oscuridad, contempla aquel mundo como su peor pesadilla y se pregunta así misma sobre lo cabezota que es su Padre. Tanto que quiso evitar esto, al final debe someterse a ello para salvarlo. James le debe la vida, es su Padre del corazón y hará lo que sea por él, pese a perturbar su interior. 

Y de repente, tres enormes perros mutantes aparecieron delante de ellos. No tenía claro si ya los había visto o no, todos le parecían iguales, aunque parecía que se estaba empezando a acostumbrar a aquellas cosas. Una cosa estaba claro, no había diálogo posible con ellos. Así que sin pensárselo, el detective disparó a uno de ellos.

Sara se mantuvo atenta, durante todo el trayecto, mirando por la ventana. Los árboles, gigantescos, ancestrales, flanqueaban su paso por aquella estrecha y sinuosa carretera, mientras el guardaespaldas de Jules no hacía más que acelerar el coche. En otro momento aquello la habría alarmado sobremanera, sin embargo en ese preciso instante, Sara pasó por alto la velocidad a la que iban, tal era su ansia por llegar a donde estuvieran los padres de las dos jóvenes que viajaban detrás de ella. 

Mientras miraba por la ventana, se percató del pequeño desvío sin asfaltar que cruzaron, justo antes de atravesar el túnel a la vertiginosa velocidad a la que se desplazaban. Cuando pasaron por delante lo observó, fijándose en todos los detalles que pudo de aquel lugar, siempre atenta a otros caminos, posibles alternativas hacia Silent Hill, o quizás hacia coches abandonados en alguna entrada a la carretera, ocultos, o no, por quienes los hubieran dejado allí... cualquier cosa podía llamarle la atención, lo que fuera. 

¡Pero si no hecho nada!- pensé al escuchar las palabras de reproche de mi madre, fulminando con la mirada a la maldita de mi supuesta hermana, tras lo cual metí un par de botellas de agua en la bolsa y salí de la gasolinera para reunirme con mi madre, que sorprendentemente, cogió el tabaco y el encendedor que había pillado no para quitármelos, sino para encenderse ella un cigarro, por lo que cuando me devolvió el paquete, me encendí también uno y entré al coche con ella.

Lo que quedaba de viaje, lo pasé con los ojos cerrados, descansando pero sin llegar a dormir, pues si el lugar a donde iban era el origen de monstruos como los de la universidad, dudaba que fuesen a poder descansar demasiado una vez allí. Por ello, lo único que vi durante el viaje eran los cambios entre luces y sombras causados al pasar el sol por entre los arboles… motivo por el que cuando la oscuridad duró demasiado, abrí los ojos.

Estábamos atravesando un túnel uno bastante largo… y al atravesarlo, parecía que estuviésemos en un lugar completamente distinto. Ojos cerrados o no, estaba segura que antes no había habido ni rastro de niebla, mientras que ahora está parecía inundarlo todo.

¿De dónde narices ha salido toda esta niebla?- pregunté, mirando con desconfianza por la ventanilla.

James miró a su alrededor, identificando a los infernales cazadores que habían aparecido de entre la niebla. Levantando la pistola retrocedió hasta ponerse espalda con espalda con Harry.

-Acercaos a nosotros ¿Tenéis algún arma?-dijo James dirigiéndose a Sophie y Steve-Si es así, sería un buen momento para usarla.

La palidez en el rostro de la pelirroja se hizo aún más evidente cuando vio aparecer a los chuchos... por instinto se acercó a los adultos en un intento de ser protegida, pues no poseía ningún tipo de arma... y para ser honestos tampoco tenía mucha idea de como utilizarla, en definitiva parecía que sólo había ido a aquel sitio a morir...

- No... no tengo armas...- declaró temblando observando cualquier vía de escape que pudiera resultar útil para salir corriendo y no parar, que al fin y al cabo parecía que era lo que mejor se le daba...

-¿Realmente crees que puedes escapar corriendo de uno de esos perros?-dijo James-Creo que os saldría bastante más a cuenta quedaros a nuestro lado y rezar porque seamos capaces de mantenerlos a ralla.

La atención de Sara por captar algún detalle significativo durante el ultimo tramo del viaje no arrojó nada digno de mención. La única excepción fue luego de cruzar el túnel y entrar al valle neblinoso de Silent Hill.

Antes de eso no hubo rastros ni pistas que pudiera haber dejado Harry para facilitar el encuentro con Sara y su hija adoptiva. Tampoco el automóvil de el apareció. ¿Estará su automóvil pronto a surgir?

Las preguntas se perdieron en la niebla del lugar cuando Sara vio a alguien al costado del camino. Una mujer, de pie junto a un poste de autobús, señala en dirección al lago, con su mano extendida y rostro familiar.

La mujer es Sara, casi treinta años mas joven pero ella al fin de cuentas. Ella también se encuentra completamente empapada, de pies a cabeza.

El pequeño instante del encuentro, fugaz como nunca, es suficiente para ver en los ojos de su versión mas joven un brillo de malicia, una intención perdida en la memoria de Sara.

Todo sucedió muy rápido luego del ingreso a la interestatal 73 y avanzar hacia las primeras edificaciones. El vehículo tomaba las curvas a gran velocidad, intentando escapar de la oscuridad del túnel, manteniendo la velocidad al salir de este y durante el viaje hasta la abrupta interrupción.

Al superar la ultima curva, y pasar por otra estación gasolinera, una figura de gran porte apareció de la nada en la mitad de la calle. Los cuatro pasajeros apenas alcanzaron a ver a alguien de dos metros de alto saliendo de la niebla y enfrentando el poderoso vehículo en una aparente intención suicida.

Pero no fue así porque William giró bruscamente el coche para salir de la calle y evitar la colisión. La maniobra no sirvió porque el automóvil mordió la cuneta, haciendo que el auto vuelque y comience a dar varios tumbos en dirección al acantilado cercano a la cafetería.

El daño al vehículo fue cuantioso, llenando de humo la cabina y rompiendo todos sus vidrios en el choque. William, Jane y todos los demás sufrieron golpes por el accidente al punto del posible desmayo por las contusiones.

Si el accidente, el humo y las posibles llamas del motor no es suficiente motivo para salir del vehículo tal vez lo sea la visión de la “persona” que se encontraba en la carretera y que ahora camina lentamente hacia los accidentados.

Un hombre grande y fornido de más de dos metros de altura, que lleva un extraño casco metálico con forma triangular y color rojo, con afilados ángulos rectos y bordes agudos que le cubre el rostro y parte del pecho. Su andar es pesado, tal vez por el gigantesco cuchillo que carga en sus hombros con solo una mano. El coloso lleva una bata mugrienta manchada de sangre, botas y guantes de goma. En su mano libre sostiene un cadáver despellejado que aun se retuerce en espasmos de muerte.

El verdugo del otro mundo desea reclamar lo que una vez le fue arrebatado, y ahora una oportunidad única se presenta.

La situación se complica a grandes zancadas con el ataque de los perros infernales. Harry es el primero en reaccionar disparando a bocajarro al primer monstruo que se le echa encima. El balazo pasa de lado a lado del cuerpo de la criatura que intenta morder su cuello. En cambio no lo logra y muere en el acto.

Steve y Sophie padecen el horror del encuentro con semejantes bestias de pesadilla, perdiendo la posibilidad de reaccionar adecuadamente ante la visión espeluznante. Por suerte el objetivo de las aberraciones son Harry y James.

El avejentado empresario es atacado por los otros dos monstruos, solo pudiendo evitar a uno de ellos y sufriendo heridas por las garras del segundo. Un terrible corte en su costado derecho es la muestra del filo de las garras de estos monstruos llegados del inframundo.

La escena se torna en una trampa, solo pudiendo huir en dirección al bote o saltando al agua desde el muelle. Intentar volver a la tienda implica sortear a los monstruos y correr mas rápido que ellos.

Antes de que ninguno pudiese contestar a mi pregunta, de entre aquella maldita niebla que lo envolvía todo salió un inútil que se quedó plantado en medio de la carretera sin moverse, como esperando a ser embestido.

¡CUIDADO!- grité, intentando alertar al chofer matón, aunque por suerte, ese ya lo había visto y logró evitarlo… pero dado que debía tener bastante más de matón que de chofer, el muy inútil perdió el control del coche al esquivar al gigante, provocando que el mundo empezase a dar vueltas mientras me golpeaba por todas partes.

Cuando finalmente el mundo, o más bien el coche dejó de girar, varios arañazos causados por los cristales que me cubrían adornaban mi cuerpo, mientras a mi alrededor, un humo que no sabía de donde venía me envolvía por completo.

Joder… mierda…- mascullé, maldiciendo la inutilidad del chofer mientras miraba a mí alrededor -¿Mamá? ¿Estás bien?- le pregunté a Sara con el miedo impregnado en mi voz.

Contesta… dime que estás bien, vamos…- pensé asustada de que estuviese herida de gravedad. Entonces, un movimiento fuera del coche, en la carretera, llamó mi atención… y el miedo dio paso al pánico y al terror. El gigante que se nos había cruzado en la carretera no era un imbécil cualquiera, a juzgar por su aspecto debía de ser uno de los locos de aquel maldito lugar, y aunque a diferencia de la criatura de la universidad, este pareciese humano, la enorme espada que llevaba junto con el cadáver que arrastraba dejaban bien claro que aquel tipo era peligroso. Muy peligroso.

¡¡¡MAMA!!!- grité. Tenía que salir de allí y sacar a mi madre antes de que aquel loco fuese a por nosotros.

Es evidente que cuando se cruza la barrera entre los dos mundos, los obstáculos se presentan y el riesgo a morir está latente, esperando a que surja el momento idóneo para arrebatarte absolutamente todo. La cuestión es que el accidente toma por sorpresa a Jules, que al ver como Williams intenta esquivar lo que sea que esté frente, el auto se vuelca y todo se torna oscuro. 

[...] 

Unos minutos más tarde o lo que en verdad duró el desmayo, le permite despertar a Jules gracias a los gritos de su hermana. Unos segundos más le ha llevado para reaccionar y descubrir que esa criatura viene por ellas, algo que indudablemente es imposible de enfrentar, su Padre se lo había mencionado. 

- Hay que correr... Te ayuda a sacarla. - afirma Jules determinante. 

Está dispuesta a ayudar a Jane por más que quiera matarla en todo momento, así que tras cruzar la katana como pudo desde el cinturón de su pantalón, se dispuso a comprobar los signos vitales de Sara ya que al ser médico, estas cosas son simples de hacer para la rubia. 

Al percatarse de que los canes han mordido a uno de los pistoleros, Steve corre en dirección al bote, con la sangre rebosando adrenalina parece que nada lo fuese a detener, ni siquiera se molesto en responder nada ni a hablar con nadie, solo pensó en salir de ahí.

Harry no entendía como James no había disparado su pistola. Ahora manaba sangre de él. El detective que había acabado con la no vida del chucho del infierno, se giró para ayudar a su amigo mientras el chico que no decía nada se ponía a correr.

-¡James, dispara!

Y Harry volvió a apretar su gatillo.

James ni siquiera vio venir al perro, que se abalanzó sobre él clavando sus garras en un costado provocando una herida bastante seria que comenzó a sangrar abundantemente.

-¡Oh, maldita sea!¿De dónde salió ese?

Dijo mientras intentaba desembarazarse de él para pegarle un tiro. A tan corta distancia, no podía fallar. Calculó el momemto óptimo para disparar, que fue cuando la bestia se encaró a él de nuevo para atacarle. Todo lo que tuvo que hacer fue meterle la pistola en la boca y apretar el gatillo.

Steve opta por huir hacia el interior del lago, siguiendo el recorrido del muelle hasta llegar al final de este. Allí se da cuenta que el bote que se ve desde tierra firme se encuentra parcialmente lleno de agua, producto de algún hoyo o fisura en su fondo. Por suerte hay una embarcación de menor tamaño, una que posee un motor fuera de borda y también varios pares de remos.

Del otro lado Harry y James dan cuenta de los perros demoníacos, abatiendo a uno y luego a otro para que el tercero escape entre ellos para ir en busca del muchacho rubio. La horrible criatura en su carrera por el joven muchacho pasa cerca de Sophie, quien lo observa aterrada.
El monstruo en su paso le devuelve la mirada para luego continuar su frenética carrera por Steve.

Entretanto un poderoso ruido llega desde la carretera. Se asemeja a un accidente de automóvil por el sonido del metal y los vidrios. Para un sitio en continuo silencio un sonido como ese no pasa desapercibido para nadie.