Partida Rol por web

¡Los estudios habían acabado por este curso! todos los alumnos tenían la grandiosa idea de hacer fiestas de fin de curso, pero ya hacía por lo menos 50 años que no se celebraba ninguna en el vuestro, y eso era un rollo total ¿Por qué erais los únicos que no disfrutabais las verdaderas fiestas universitarias? 

Por fin este año un grupo de alumnos había llevado a cabo la organización de la fiesta en el propio campus, como se había hecho siempre. Había una barra con cerveza, chicas guapas de otros cursos, chicos potentorros del equipo de fútbol americano, y un ambiente de desenfreno total.

Los profes encargados de que todo estuviera en su sitio eran la profesora Page y el entrenador Savage, que habían acordado que la montaran como quisieran, siempre y cuando luego recogieran todo, por lo que el día siguiente sería una catástrofe entre resacas y recogidas.

Por lo pronto había mucho dónde elegir, buena música y mucha marcha, y no eran ni las 20:00h.

Frank no sabía como se le había ocurrido ir a aquella fiesta. Un freaky como el no tenía nada que hacer en medio de semejante ambiente. Por todas partes veía a chicos divirtiéndose, bebiendo como cosacos, vomitando, haciendo bromas estúpidas, tratando de ligar con las chicas buenorras, bailando, fumando, pasándoselo bien, buscando pelea, armando problemas y el... No pintaba para nada ahí.

Realmente no pertenecía a ningún grupo, salvo quizá a ese de los "bichos raros" que eran segregados del resto de los estudiantes. Tampoco podía decirse que tuviera amigos entre los ahí reunidos. Si acaso, algunos conocidos de sus clases, los tipos que solían fastidiarlo cuando lo encontraban en los corredores o en los jardines del campus y por supuesto, todas esas hermosas y curvilíneas chicas enfundadas en jeans apretados, tops, minifaldas, leggins y otras prendas que las hacían lucir super sexys. 

Sus ojos bailoteaban, siguiendo las evoluciones de los movimientos de las jóvenes que le gustaban, mientras trataba de permanecer quieto en un rincón con un vaso de plástico lleno con soda en la mano y buscaba pasar inadvertido. Al menos, se estaba dando un festín visual y eso le serviría más tarde cuando estuviera solo en su cama y empezara a fantasear. 

- Que fastidio... Vaya fiesta de porquería... - iba pensando Jean mientras se abría camino entre la turba de estudiantes alcoholizados y bailarines, fumándose un porro de mariguana y buscando con la mirada a su grupo de habituales. Habían acordado ir al baile, más para quejarse de todo y burlarse entre sí de los chicos populares que por alguna otra razón, aunque siempre cabía la posibilidad de que una vez suficientemente ebrios y drogados, se largaran de ahí en el auto de uno de sus amigos para seguir la fiesta en privado, ya fuera en la casa de cualquiera de ellos o en un sitio apartado, utilizando el asiento trasero del auto.

Jean iba preparada. Tenía los bolsillos llenos de condones y de monedas fraccionarias, por si tenía que llamar a sus padres, a emergencias o comprarse algún bocadillo en una tienda abierta las 24 horas. No llevaba su móvil consigo porque no quería que sus padres estuvieran fastidiándola, llamándola todo el tiempo para tratar de saber donde estaba o con quien. ¡Joder, ya era mayor como para hacer lo que quisiera!  

Mientras deambulaba por ahí con aire ausente y cara de fastidio, algunos aprovecharon la ocasión para tocarle los pechos de pasada o apretarle el trasero aprovechando la multitud, pero Jean no le dio mucha importancia. Estaban todos salidos aquella noche y como podía ver, por todas las chicas que estaban besuqueándose y dejando que les metieran mano, ya fueran hombres o mujeres, no sería la única con planes de terminar aquella noche totalmente inconsciente y entre las piernas de alguien más.

Aunque había estado a punto de no ir a la fiesta porque no tenía pasta, Mark se alegraba de que uno de sus colegas de clase lo hubiera arrastrado hasta allí. No estaba acostumbrado a semejante desenfreno, y ver a las chicas en topless casi le excitaba más que el porno que solía consumir diariamente en internet. Poco dado al optimismo, había decidido no llevar condones, algo de lo que se había estado arrepintiendo desde que puso los pies en la fiesta y rápidamente comprobó que, si esa noche no mojaba, no lo haría nunca.

Después de beberse un par de cervezas (nunca le habían gustado demasiado las bebidas alcohólicas de alta graduación), y sin saber muy bien cómo, perdió de vista a su colega, por lo que se puso a deambular por el campus deteniéndose en ocasiones a bailar un poco –y mira que se le daba rematadamente mal– con algunos de los grupos de gente con los que se iba cruzando. Fue precisamente en una de estas ocasiones cuando, producto de su torpeza y del alcohol ingerido, tropezó con una chavala pequeña, muy pequeña, a la que tiró al suelo. Por si esto no fuera ya malo de por sí, acabó cayendo encima de ella, con las risas de todos aquellos que estaban alrededor de ambos. Mark quería morirse por la vergüenza, y en algún momento se le pasó por la cabeza la situación de acoso que tuvo que sufrir hacía unos años por parte de compañeros del instituto. Muy colorado balbuceó alguna especie de disculpa al tiempo que, sin advertirlo, derramaba la poca cerveza que le quedaba en el vaso de plástico encima de la chica, que seguía en el suelo y que, acto seguido, elevó la intensidad de sus protestas mientras le daba manotazos para quitárselo de encima.

– ¡¿Pero tú eres gilipollas o qué te pasa?! –espetó Natacha a aquel chaval que la había tirado al suelo e inmediatamente después cayó encima de ella–. ¡La puta madre que te parió, subnormal de los cojones! –siguió gritando, entre otras lindezas, mientras el tipo aquel se levantaba tartamudeando y le vertía encima un poco de cerveza.

Natacha había decidido hacía tiempo que quería ir a esa fiesta. De hecho, fue ella quien convenció a sus colegas para que la organizaran. No es que le apasionasen las macrofiestas ni mucho menos, pero después de todo el curso currando como cerdos, bien se merecían soltar tensiones de la manera más brutal posible: ¡Y qué mejor forma que ponerse hasta arriba de alcohol y sexo durante una noche salvaje!, había pensado Natacha, quien siempre había sido un tanto impulsiva y algo dada a los excesos. Por otra parte, tenía el presentimiento de que esa noche iba a conocer a alguien especial, algo que, de momento, no había sucedido –Salvo que el imbécil este sea catalogado de "especial", claro, pensó para sí–.

A pesar de todo, no las tenía todas consigo. Nadie les había dicho por qué no se habían celebrado fiestas en el campus durante tantos años, y sospechaba que quizás alguna vez pasó algo que llevó a la universidad a prohibirlas o, al menos, a no poner facilidades para organizarlas. De todos modos, gracias a los profes Page y Savage, este año finalmente pudieron ponerse manos a la obra. Y, a tenor del resultado, parecía que con muy buen tino, porque estaba siendo simplemente BRUTAL. Lástima que el éxito se hubiera visto empañado por el incidente con el lerdo que le acababa de caer encima y que, no contento con eso, una vez que se había levantado, se había quedado mirándola con una sonrisa un poco bobalicona.

Angela cerró la ventana su habitación agitando su cabeza mientras sonreía. Recuerda con nostalgia las locuras que hizo en sus años de estudiante hace lo que parece un siglo.

"Parece ser que de escribir lecciones esta noche, nada de nada"

La profesora sabía que si trabajar en sus planes iba a ser difícil, dormir iba a ser imposible, así que decidió coger su bolso bajar a la calle.

"Seguro alguna de las chicas necesita una ruta de escape...

Al acercarse a la fiesta, vio al entrenador del equipo de fútbol americano, reprimiendo a dos de los chicos...

-¡¡¡Me importa una mierda con quien os enrolléis o las cervezas que os bebáis, pero como estéis lesionados en el entrenamiento del lunes, vais a chupar banquillo hasta que me salga de los huevos, ¿entendido?!!!

Los dos enormes linebackers miraban al suelo y asentían mientras el entrenador les ladraba a todo volumen. Para Savage los resultados del equipo eran lo primero, y se llevaría a sus jugadores de la fiesta agarrándolos de las orejas si era necesario...

Cuando el entrenador se dio la vuelta para volver a su coche vio a la Profesora Page acercarse.

¿Que se le ha perdido a la sosa esa aquí?

El campus estaba a unos 6 km de la ciudad, por lo que lo único que había alrededor era un pequeño caminito de tierra que llevaba a una carretera más grande. Lo demás era todo bosque. De hecho, esa maleza hacía que de vez en cuando alumnos pudieran "intimar" sin ser descubiertos. Hoy sería el día más idóneo para este tipo de prácticas, pues el ambiente estaba desenfrenado, y aunque los profes quisieran poner remedio no había nada que hacer con una masa de estudiantes deseosos de vicio.

La mayoría de estudiantes habían venido en tren, ya que el campus estaba previsto de una parada de tren de cercanías. De hecho, el único tren que pasaba por esa vieja parada era el grafiteado tren de la uni, que muchos utilizaban para no tener que "destrozar" o "ensuciar" su coche, debido al pedregoso e inestable caminito de tierra que tenían que atravesar con él.

La fiesta tenía lugar en el campo de football americano, una explanada bastante grande que ahora estaba llena de mesas, bebidas y porquería. El lado de los vestuarios estaba acondicionado con música, un alumno que hacía de DJ estaba mezclando canciones a toda potencia, para que se escuchara en todo el campo.

El sol poco a poco se iba escondiendo, y los encargados del campus, que eran el entrenador y la señora Page debían de accionar las tres palancas de los postes de luz, para que el campus estuviera iluminado correctamente. 

La chica más popular de la universidad se encontraba entre las chicas a las que miraba furtivamente Frank. Al percatarse de su mirada se giró y fue directa hacia él.- vaya, vaya... tenemos aquí un semental.- Dijo mientras masaba su dedo por el hombro de Frank.- Ven, bailemos.- Dice cogiéndole de la manga y tirando hacia el grupo de chicas.

Natacha puso rumbo a los aseos –de los que no paraba de entrar y salir gente– seguida por el tipo que se le había caído encima y le había vertido media cerveza, que no paraba de pedirle disculpas y de intentar limpiarle con pañuelos de papel la ropa. No sé si esta mierda de olor a cerveza barata se me va a quitar, pensó, y suspiró con fastidio, pues aún no iba suficientemente puesta como para no sentir el frío del líquido sobre su ropa.

– ¡Déjame en paz de una vez, joder! ¡Y a ver si tienes más cuidado! –le gritó al chaval, que cada vez parecía estar más apurado y no dejaba de balbucear. Quizás estaba siendo un poco dura con él. Al fin y al cabo, en no mucho tiempo todo el mundo estaría mojado con cerveza y alcohol de alta graduación de los pies a la cabeza. Además, la caída le dio un buen susto, pero no parecía que se hubiera hecho daño. 

Mark salió –tropezando, como siempre– detrás de la chica, que parecía dirigirse a los baños que había al lado del campo de fútbol americano. No dejaba de pedirle disculpas, pero parecía estar muy enfadada.

Madre mía, ¡mira que soy torpe! Con lo buena que está, y voy y me caigo encima de ella. Pues ya me puedo ir despidiendo...

– Per-per-perdona, de verdad que fue sin querer... No me di cuenta... –decía mientras le intentaba limpiar los restos de cerveza de la ropa con unos pañuelos de papel usados que aparecieron en su bolsillo, donde se habían quedado desde que tuvo el último constipado, varias semanas atrás.

Finalmente, y tras acompañarla hasta la misma puerta del baño mientras sufría primero el silencio y después los reproches airados de la joven, Mark tuvo que conformarse con llegar hasta la puerta del baño de las chicas, pues cuando iba a pasar se encontró con la mirada ceñuda y de pocos amigos de varias de las chicas que salían de allí. En fin, se dijo, tendré que esperar a que salga. Y allí se quedó, con los ojos cerrados, apoyado en la pared al lado de la puerta del baño, mientras continuaba el trasiego de gente.

Al verse descubierto, Frank se sonrojó hasta las orejas y se resistió como pudo a ser llevado por la animadora hacia el centro de sus amigas. Todo tipo de ideas y locuras comenzaron a desfilar por la cabeza del friky a medida que su sangre le hervía y comenzaba a sudar, tanto por la ansiedad y verguenza como por la posibilidad de ser expuesto a la burla en público. ¡Sabía lo que aquella zorra estaba haciendo! ¡Tal vez no tuviera nada de experiencia con las mujeres, pero aquello era obviamente un intento de humillarlo ante todos! ¡Bueno, pues él no iba a ser su Carrie!

Aprovechándose de que todos seguramente lo consideraban un torpe manojo de nervios sin el menor atisbo de coordinación, (excepto quizá los que lo habían visto correr de los abusivos) Frank fingió tropezar con sus propios pies, tirando con fuerza de la manga que sostenía Ashley y pisandole un pie en el proceso, para asegurarse de que lo soltara. Seguro, eso sería visto como una "metida de pata" y nunca mejor dicho, pero era mejor eso a la posibilidad de verse rodeados de tipas buenas, regodeándose en bailar alrededor sugestivamente, solo para provocarlo y que después sus novios cavernícolas, seguramente miembros del equipo de lucha o de futbol, le vaciaran un barril encima o lo que estuvieran pretendiendo hacer con el.

Una vez libre, Frank salió corriendo hacia la puerta del gimnasio como alma que lleva el diablo. ¡Sabía que ir a aquella fiesta era un grave error! ¡Ahora tendría que huir como pudiera y evitar ser visto por otro ser humano en los siguientes 20 años!

Una vez fuera, el chico se dirigió de inmediato hacia el camino del bosque. Sabía a donde conducía, lo recorría con frecuencia, tanto como la carretera, pues gustaba de caminar de su casa al colegio. Solo debía seguirlo hasta llegar a la carretera y de ahí, a casa, donde se enterraría entre sus cobijas y trataría de borrar el desastre de aquella noche de su mente.  

Alejándose de todo el bullicio y la música, Jean salió un momento del gimnasio para fumar a gusto, recargándose en una de las paredes exteriores de este y mirando hacia el cielo cuajado de estrellas. Era bonito. Apreció la belleza de la vista durante unos segundos, hasta ver a un tipejo, uno de los que integraban el grupo de los "frikys" salir corriendo como si tuviera un caso grave de diarrea y buscara un baño a toda costa. El rarito huyó a toda velocidad rumbo al camino y Jean lo siguió con la mirada hasta que se perdió de vista, encogiéndose de hombros. 

Después, saco su móvil y llamó a sus amigos, solo para llevarse un shock. ¡Los malditos la habían dejado plantada! ¡Se habían ido por su cuenta y ya estaban muy lejos! ¡Bueno, pues que les dieran por culo a todos ellos!

Furiosa, la joven estrello su celular contra la pared, dejándolo inservible y se largo a grandes pasos rumbo a la estación del tren. Le habían jodido la noche y no de la forma en la que esperaba. Solo se le había ocurrido ir a la fiesta como pretexto para entonarse, antes de pasar a mejores cosas, pero ahora ya no tenía ganas de nada más que encerrarse en su cuarto, con la música a todo volumen y pensar en lo maldito que era el mundo.   

-No sea tan duro con los chicos, Entrenador. Solamente están pasando un buen rato. Seguro que estarán en perfecto estado de revista el lunes

Angela jugueteaba con un bolígrafo dentro del bolso mientras sonreía nerviosamente.

-Está anocheciendo, ¿quiere que vaya yo a encender las luces?

-No se preocupe, ya lo hago yo. Me vendrá bien un paseo. Usted encárguese de que nadie se haga mucho daño.

Savage se alejó a grandes zancadas con los puños cerrados con tanta fuerza que sus nudillos emblanquecían. Nadie entendía la presión sobre sus hombros. El futuro del programa deportivo, y su financiación, dependian del éxito del equipo de fútbol, y este año no iba a ser fácil. La nueva horneada de atletas estaba formada por un grupo de gandules que no sabían la diferencia entre un wide receiver y un tigh end. Iba a ser una labor titánica convertir a esos intentos de jugador de football en estrellas...

Con estos pensamientos el entrenador se acercaba al cuadro de luces...

- Ayy qué daño, capullo.- Decía mientras se tocaba el pie. Sus amigas la rodearon para tranquilizarla.

Tras el tropiezo intencionado pero bien disimulado corriste hacia la parte de la vía de tren, a partir de donde empezaba el bosque en dirección a la ciudad. Sabías que el camino sería largo, y que estaba anochechiendo, y era un error no llevar linterna para poder ver bien donde pisabas, pero eso daba igual. 

Al cruzar la vía de tren pudiste ver cómo 3 chicos te señalaban con el dedo y uno de ellos, rubio también y con pinta de chulo decía.- Ahí está.

El entrenador se dirige hacia las tres zonas a iluminar él solo, ¿Sería un intento de impresionar a su compañera? 

Te encaminas a paso ligero hacia el primero de los tres puntos que hay que iluminar. Estaba anocheciendo a una velocidad pasmosa, así que como no te dieras prisa igual los alumnos se revolucionaban más aún.

cabreada Jean se dirige hacia la estación de tren para volver a casa. Al llegar al lugar ve a tres chicos que están cruzando la vía corriendo hacia el chico que hace unos instantes salía corriendo de la fiesta. Éste parece que va al bosque que hay detrás de la vía.