Partida Rol por web

Frank continuó con la carrera, pero no sin antes parar para descansar un poco. La verdad es que pocas veces había corrido tanto. Entonces algo lo agarró por la pierna y lo subió hacia arriba, quedándose boca abajo. Menos mal que está vez tuvo suerte y cayó por su propio peso al suelo. Parecía que lo que le había atrapado era una especie de trampa hecha con cuerdas y un mecanismo muy cuidado.
De repente al darse la vuelta aparece el asesino, que alza una de sus manos con el cuchillo y dirige una estocada descente hacia el chico.

Frank pego un grito y trato de hacerse a un lado para esquivar el arma de aquel loco. No sabía como le había encontrado pero no tenía tiempo para pensar en eso. Solo podía concentrarse en tratar de evadirlo y volver a huir para tratar de salvar su vida. 

El asesino clava su cuchillo en el árbol donde Frank se había apoyado hace unos instantes para esquivar la estocada, ahora el asesino intentaba quitar con fuerza la puñalada asestada al árbol...

- ¡Era su oportunidad!

Mientras el maniático intentaba liberar su arma, Frank se puso de pie como pudo y reemprendio su carrera para alejarse de ese tipo lo más rápido que fuera posible.  Buscaba salir del bosque, por lo que trató de moverse en línea recta, sin volverse a ver si el asesino lo perseguía.

Mark cogió el vaso y, sin saber cómo, le empezó a temblar en las manos y cayó al suelo, antes incluso de que Natacha siquiera hubiera llegado a los labios. Esta detuvo el brazo, miró a Mark y, esbozando una leve sonrisa vengativa un tanto sarcástica, se bebió lentamente el contenido de su vaso, pues ya se sabía ganadora del lance. Mark, por un lado, sintió cierto alivio, pues de esta forma podría compensar el episodio del encontronazo y la cerveza. Por otro, no sabía qué esperar de aquella muchacha un tanto arisca.

Mientras bebía el contenido de su vaso, Natacha ya estaba pensando en cómo ejecutar su pequeña venganza. Aunque, por otra parte, le daba un poco de pena aquel chaval tan torpe y que parecía tener manos de mantequilla. Qué demonios, se dijo, ya es mayorcito para aguantar una broma. Cuando uno de los Alfa le preguntó quién tendría que hacer frente al reto, se quedó mirando a Mark unos segundos antes de decir con voz grave y de forma seca:

– Él –y señaló a Mark con una leve elevación de cabeza–. Quiero que se quede en gayumbos durante un cuarto de hora –y acto seguido se reclinó hacia atrás con una sonrisa un poco chulesca.

Mark sabía que no tenía mucha elección: o se quitaba la ropa, o se la quitaban. Eligió lo primero, al fin y al cabo, se lo debía a aquella chavala. Así que, tranquilamente, y rodeado del jolgorio de los Alfa y de las chicas que estaban con ellos, se empezó a desvestir laméntándose por su mala suerte y su torpeza. Cuando hubo terminado, dijo en voz alta, sin amedrentarse (ya había teñido tiempos peores):

– Que alguien ponga en marcha el cronómetro, por favor.

De repente veis que alguien llega corriendo con la cara desencajada de nuevo a la fiesta. Es Jean, que no parece desde luego contenta, ya que el pavor parece haberse adueñado de su cuerpo. A parte de con la multitud se encuentra con la profesora y el Entrenador, que están un poco aburridos de la fiesta. 

Mark y Natasha están entre la multitud jugando a un juego de beber con los macarras de la fraternidad Alpha y un montón de chicas.

- Joder tío, esta tía bebe más que tú.- dice el chico de los Alpha, riéndose junto con alguna otra chica.- Pues en gayumbos, fiera.- dice, mientras programa su reloj.- Yo te aviso. Vale, me toca, y quiero que seas tú.- Le dice a Natacha.- ¿Preparada?.

Frank comenzaba a estar muy cansado, ya que llevaba todo el rato corriendo, y necesitaba otra estrategia que no fuera seguir corriendo, por lo menos por unos diez minutos, pero la adrenalina se apoderaba de él y había corrido como nunca. No parecía demasiado difícil darle esquinazo al asesino. Miró hacia atrás y vio que no había nadie, lo había perdido... o casi.

De repente escuchó un silbido... algo a toda velocidad se acercaba volando hacia él... era un... ¡Cuchillo del asesino! ¡Estaba lanzándolo desde la espesura del bosque!

Natacha no podía creérselo: había perdido ante el pazguato aquel. Ahora a ver qué reto se le ocurría, pero conociendo a los Alpha, ¡seguro que nada bueno!

– Ok, he perdido. ¿Y ahora qué? –dijo mientras de reojo veía a una chica muy alterada que acababa de llegar con cara de haber visto al mismo diablo.

Mark, en calzoncillos, vio a la chica que acababa de llegar con la cara descompuesta y presa de un fuerte ataque de nervios. No sabía qué podía haber pasado, pero sintió curiosidad y se acercó, aunque le daba un poco de vergüenza hacerlo en aquel estado de cuasi-desnudez.

Cogió unas tijeras de su mochila y se las ofreció a Natacha.- Córtate las bragas y quítatelas.- le había dicho que se las cortara para que no se tuviera que bajar el pantalón delante de todos. Ni siquiera se dio cuenta de que el otro chico se acababa de ir.- ¿Quieres revancha? ¡Pon otros dos vasos!.- su amigo comenzó a servir.

Respirando con dificultad, sintiendo que le faltaba el aliento, sudando y con el corazón amenazando con reventarle dentro del pecho, Frank tuvo que hacer un alto y sostenerse del árbol más cercano para no caer agotado. - ¿Por que le estaba pasando esto? ¿Quién era ese tipo y por qué quería matarlo? ¿Como es que seguía encontrándolo en un bosque a oscuras?  

Frank no tenía respuesta para nada de eso, pero el sentirse perseguido como un animal lo tenía al borde de un ataque de nervios. Jamás había estado tan asustado en su vida. La adrenalina corría por todo su cuerpo dándole fuerzas, pero eso no iba a durar mucho más.

Justo cuando comenzaba a relajarse un poco, al no ver ni escuchar rastro de su perseguidor, Frank oyó algo. ¡Apenas tuvo tiempo de reaccionar! Se agacho como pudo con un gesto de terror en el rostro y pensando que la muerte le había llegado y sin saber la razón.  

Más asustada de lo que había estado en mucho tiempo, sobre todo para alguien quién creía que ya había visto todo lo que el género de horror podía ofrecer, Jean entro de nuevo en el gimnasio y al ver tanto al Coach como a la profesora Page, se dirigió corriendo hacia ellos.

- ¡Hey, entrenador, profesora! ¡Será mejor que llamen a la policía! ¡Algo muy gordo pasó en el bosque, cerca de la estación! ¡Creo que han matado a alguien! - les dijo Jean, aunque en voz baja y tratando de serenarse lo más posible, para que no la tomaran por una loca, aunque su aspecto y su olor a hierba no la ayudarían mucho con eso.

El cuchillo pasó al lado de Frank y acabó clavándose en un árbol que tenía justo al lado. Frank tiró del cuchillo pero el cuchillo no salía, estaba muy clavado, como si lo hubieran tirado con una fuerza sobrehumana.

Por otro lado, no había rastro del asesino, pero debía tener cuidado, pues seguro que estaba jugando con él, y como mínimo le estaba acechando...

Aunque Frank no era partidario de creer en cosas sobrenaturales, empezaba a pensar que ese tipo que lo perseguía podía ser alguna especie de criatura sobrenatural, ya que ademas de poder ubicarlo dondequiera que estuviera en el bosque, pese a los obstáculos naturales y la oscuridad que los rodeaba, también había sido capaz de arrojar ese cuchillo con tal fuerza que era imposible desclavarlo del tronco del árbol donde se había encajado.

Frank no tenía mucho tiempo. Seguramente el loco aquel iría por su arma, así que se movió lo más silenciosa y furtivamente que podía para intentar alejarse sin ser visto, aunque en esta ocasión agarro una piedra del suelo para usarla a modo de arma improvisada. 

Tras haber perdido la ronda, no le quedaba más remedio que cumplir con el reto propuesto, así que Natacha cogió las tijeras y, antes de que nadie se diera siquiera cuenta de cómo lo había hecho, ya tenía en la mano el tanga que había elegido para esa noche.

– Paso de revancha –dijo a continuación, y comenzó a caminar en pos del chico raro que se le había venido encima y que ahora iba en calzoncillos–. Parece que pasa algo ahí, ¿no? –añadió, frunciendo el ceño, a la vista de aquella chica que había llegado presa de un alto grado de alteración.

Angela casi se cayo al suelo al oir las palabras de Jean.

-Pero que dices dulzura? A ver, cuentamelo todo...

"La muchachita gotica esta siempre exagerando..."

-Vamos a ver, tranquilicemosnos. Dime que pasa y llevame a donde has encontrado, lo que sea que has encontrado.