Partida Rol por web

El Snowpiercer cuenta con un vagon piscina que forma parte del ocio de los pasajeros de 1ª.

Esta formado por solo un vagón, de extremo a extremo, debidamente acondicionado. Posee varias piscinas a los lados de una pasarela central. Son 6 minipiscinas en total. De esta manera en cada minipiscina cabrían dos pasajeros de forma amplia y holgada. Posee los ventanales mas amplios de todos los vagones del tren, incluido un techo acristalado, con una lona corredera para el Sol.

Son unas piscinas poco profundas, aproximadamente de 150 de altura, lo suficiente para nadar, chapotear y lo que haga falta. Evidentemente el agua esta acondicionada a una temperatura agradable. Sin embargo en cada piscina existe un regulador para que individualmente, mediante un termostato, se acondicione a gusto del bañista.

Cabe decir que el horario de piscina esta restringido, y aunque no siempre hay mucha gente, va por turnos para evitar aglomeraciones.

En los extremos hay duchas de agua fría y un mueble con toalleros, para los albornoces y ropa de los que usen la piscina.

Mensaje informativo:

Jake entra en la Piscina.

Rhazes entra en esta sección acompañado del resto.

Un momento después, para a Jake y le quita la capucha.

- Ya sabe lo que tiene que hacer, señor ... Martinson.- Sonríe ligeramente como tirándote esa indirecta mientras mira a su alrededor.- La depuradora se ha atascado y no parece funcionar bien. Arréglelo. Intente no mojarse. -Dice como puntilla irónica.

Rhazes se marcha dejándote allí solo con un guardia que está en la puerta, ojeando una revista y que se sienta cerca de la puerta.

No recuerdo la última vez que pisé esta zona del tren.

Cuando era pequeña, al igual que los otros niños, jugaba mucho corriendo de un lado para otro al borde de la piscina hasta que uno de esos días me resbalé y caí al agua sin saber nadar. Aunque los guardias me sacaran al poco creí que moriría ahí mismo y, desde entonces, tuve miedo de pisar aquél vagón.

Por eso elegir esta zona fue casi poético. Volver a mis orígenes, vencer un miedo o terminar lo que una vez no se pudo era cerrar el ciclo de mis pesadillas y el de mi vida.

Nada más abrirse la puerta fui directa a la piscina que recordaba, la cuarta, haciendo sonar el traqueteo de mis tacones sobre el motor del termostato. Mi mirada se mantenía a las tranquilas y transparentes aguas de la minipiscina, sin atreverme a mirar siquiera a los techos acristalados que, seguro, dejaría entrever un velo de estrellas.

Al llegar me coloqué cerca del borde, antes de la línea de seguridad, sintiendo el incipiente miedo que me paralizaba y me hacía temblar levemente. Pasé la lengua por los labios secos para humedecerlos, notando el sabor del pintalabios que me había puesto hace apenas unos momentos, en el inicio de la noche. Después me quité los tacones para dejarlos perfectamente colocados a un lado pensando que podría resbalarme y partirme la cabeza, algo irónico teniendo en cuenta el motivo de mi entrada.

Cogí los somníferos que escondía en el bolsillo de la bata con la diestra y los acaricié con la yema de la zurda sin saber cuántas había mientras jugueteaba con ellos, dándoles vueltas en la palma de mi mano como si pequeñas pelotas se tratasen. Respiré hondo y caminé hasta el borde, donde los dedos de mis pies ahora descalzos notaban el frío suelo y el electrizante tacto húmedo del agua. Me giré para quedar de espaldas a la piscina y cerré los ojos, tomándome unos segundos para concentrarme en el sonido ambiental.

Cuando estuve preparada me llevé la mano a la boca y tragué todas las pastillas, levantando el rostro para ayudar a que los somníferos pasaran por la garganta y se asentaran, dejando que hiciera efecto. Aprovechando que estaba con el mentón alzado abrí durante un segundo los ojos para encontrarme con las estrellas, sacándome una nostálgica sonrisa.

Era así como quería terminar.

Me dejé caer hacia atrás para que las templadas aguas me abrazaran, perdiéndome en el sueño y la inconsciencia mientras mis pulmones ardían y las lágrimas se camuflaban con las cristalinas aguas.

Miré al capullo con severidad pero no abrí la boca, únicamente asentí. Con gusto le clavaría uno de mis destornilladores en el pecho, llevaría tan sólo un segundo, pero mi muerte sería inmediata, cosa que no me interesaba en absoluto así que miré a mi alrededor localizando la zona de mantenimiento, había estado más de una vez allí-Me llevará un rato revisarlo todo Rhazes, bien pueden ser los filtros, algo sencillo o que el motor esté fallando, eso me llevará más tiempo- avisé-Si te parece bien se lo diré al guardia-le miré de reojo y sin decir nada más me encaminé a donde estaba la maquinaria.

Dicha zona se encontraba entre la cuarta y quinta piscina, miré un momento el guardiael cuál perdió rápidamente la atención hacia mí, dedicándose a leer una revista mirándome, al fin y al cabo ¿dónde iba a ir? así que me centré en el trabajo, no quería estar allí más de lo necesario, el ambiente era asfixiante en el vagón al ser climatizado y tardé poco en empezar a sudar, aún llevaba la ropa de abrigo y me estaba asando-me voy a cocer aquí- mascullé mientras me quitaba primero la chaqueta seguido de un jersey grueso, para quedarme por último con una camiseta de manga corta negra.

-Uff, así está mucho mejor- suspiré aliviado secándome el sudor de la frente con el dorso de la mano, cogí un destornillador abriendo la tapa de los filtros y empecé a revisarlos cuando en ese momento escuché como otra puerta cercana se abría y miré. No estaba listo para lo que vi, pensé en otro guardia, o Rhazes, pero la mujer que apareció ante mí me dejó congelado, nunca la había visto antes. Esbelta, con una ropa muy ligera y blanca casi resplandeciente, lucía una melena magnífica y aunque sólo logré verlos de refilón, unos ojos de un tono azul que nunca había visto.

Ella no reparó en mi presencia en ningún momento, se encontraba a unos metros de mí pero parecía distraída, caminaba despacio directamente hacia el borde de la piscina número cuatro mirando el agua casi hipnotizada. Se quitó unos zapatos que no había visto en mi vida y sacó algo de uno de los bolsillos de su bata, pero no conseguí ver lo que era ¿Pastillas quizás?. En ese momento se giró de espaldas al agua, se llevó la mano a la boca y se dejó caer a plomo en el agua ¿Era una manera rara en la que le gustaba tirarse al agua? Los de primera eran muy extravagantes y no me extrañaba en absoluto...pero algo no iba bien, la chica no salía del agua y el guardia seguramente acostumbrado al sonido del chapoteo no hizo caso alguno.

Mi cabeza empezó a bullir. ¿Y ahora qué hago? ¿Aviso al guardia? ¿Me lanzo a por ella? La piscina era poco profunda pero la mujer era un pasajero de primera, vivía a costa de nuestro sufrimiento y sudor. Si moría.. sería una especie de justicia divina.. pero también podían pensar que yo la podía haber ahogado. Además es un ser humano ¿es que yo me había convertido en un monstruo? Los segundos pasaban y ella no emergia-a la mierda- mascullé y me lancé al agua sin pensar.

Tan solo tardé unos segundos la sujeté por las axilas y conseguí sacarla por unas escaleras laterales dejándola con cuidado en el suelo, la miré durante un momento y vi que no respondía -¡Oye, Eh! ¡Vamos despierta!- exclamé mirando su dulce cara, unos labios rojo intenso contrastaban con su piel blanca, era preciosa sin duda, pero seguía sin responder y yo no era médico, joder se estaba muriendo.

-¡Eh, guardia, busca ayuda, ésta mujer ha caído al agua y no reacciona! ¡Rápido joder que se muere! ¡PERO YA!-grité a pleno pulmón. Mierda no era médico sólo un tío que arreglaba máquinas, no personas. Miré a mi alrededor y no sabía qué hacer, tenía ligeros conocimientos para curar heridas, vendajes pero nada más, lo único que se me ocurrió fue coger mi chaqueta, hacerla una bola y ponerla bajo su cabeza para que estuviera más cómoda.

-¡Vamos, despierta!-gruñí mientras la miraba con impotencia-¡Mierda no te mueras o el muerto seré yo!-por primera vez en mi vida me sentí inútil y mi corazón latía con fuerza y lo único que se me ocurría era gritar y zarandearla.

Posiblemente habría tragado agua y no pudiera respirar, rebusqué en mi memoria intentando encontrar algo que me fuese de ayuda-¡piensa Jake, piensa!- y en ese momento lo recordé, hace unos meses uno de los chavales tuvo un desvanecimiento y dejó de respirar, pero CJ le realizó una especie de reanimación y luego la pregunté por ello ¡Si, eso era!, no parecía muy complicado según recordaba, así que desplacé mi chaqueta hasta su nuca para extenderle el cuello-Bueno Jake o la salvas o terminas de matarla, vamos allá-dije para mí, nervioso. Sujeté su barbilla con una mano para mantenerle la boca abierta y con la otra le presioné la nariz para cerrársela, acerqué mi boca a la suya, cogí aire y en un extrañó beso lo exhalé dentro de ella viendo cómo se hinchaban sus pulmones, ¡Funcionaba! Así que repetí la acción.

-¡Abre los ojos!-susurré esperando que la mujer volviera en sí, la miraba cada vez que hinchaba sus pulmones de oxígeno, tenía el pelo empapado, la piel brillante por el agua, pero blanca como la cera, aún no obtenía respuesta, no abría los ojos, no respiraba por si misma.

-Por favor, déjame ver esos bonitos ojos otra vez-me sorprendí diciendo esas palabras, pero eso ahora no importaba, tenía que hacerla volver o los de tercera sufriríamos las consecuencias de su muerte, pensé en Alan, en la pequeña Sarah, en todos los que vivíamos allí. Yo no quería que les pasara nada malo y todo dependía de que yo consiguiera hacer despertar a aquella preciosa mujer tendida ante mí.

Me desvanecía lentamente a la par que mi cuerpo caía.
Navegaba por los dolorosos recuerdos, perdiéndome en los pasillos del cansancio y vaciando la mente de todo el lastre que me acompañaba en estos tormentos años, una hermosa muñeca rota tirada a la que acababan de cortarle las cuerdas.
Mis párpados cada vez pesaban más vencidos por los efectos de las pastillas, cerrándose sin oponer resistencia dejándome como último recuerdo aquél precioso cielo estrellado…
O eso creía.
Primero sentí un tirón, pensando que sería fruto de las pastillas o espasmos por ahogamiento, pero estaba tan cansada que no podía reaccionar ante todo lo que pasaba a mi alrededor. Voces, movimiento, calor y frío… Todo estaba lejos pero a la vez cerca, ecos difusos que no podía distinguir hasta que noté un cosquilleo en los labios y golpes en el pecho.
Sentía la necesidad de expulsar el agua que obstruía mis pulmones, imperando esa sensación en cada roce. Tosí varias veces, notando cómo la garganta era un volcán en erupción y abrí con dificultad los ojos.
El cansancio y las pastillas me habían dejado en un estado aletargado que ahora me costaba salir de el. Alcé la mirada para encontrarme con mi salvador.- No…- No podía ni negar con la cabeza, sólo veía la silueta borrosa de aquél hombre que no reconocía con el fondo estrellado tras de él, casi angelical. Una punzada directa en el pecho que no supe descifrar en el momento y que me impedía retirar la mirada.- ¿Quién eres?

La mujer no reaccionaba, seguí insuflándole vida, me negaba a que su existencia terminase en mis brazos-¡Abre los ojos joder!- exclamé colérico y entonces el milagro ocurrió, abrió los ojos.

De repente todo se oscureció a mi alrededor de una manera extraña, porque no era un apagón... una sombra tenue nos rodeó y solo estábamos ella y yo. Unos ojos de un tono azul precioso me miraban entre aturdidos, sorprendidos y algo más... Cuanto más la miraba más me atrapaban sus ojos-Eh..- conseguí articular como si fuera un estúpido, inexplicablemente me quedé mudo, el color rosado volvía a sus mejillas por segundos y en ese momento me di cuenta de que no había visto nada tan bello en toda mi vida, unas facciones redondeadas, perfectas, era preciosa.

-So-soy Jack el mecánico del tren- conseguí decir, mi corazón latía con si fuera un caballo desbocado-Te habías caído al al agua y te he sacado, por poco te ahogas y no lo cuentas...- suspiré sentándome a su lado relajando los músculos-¿Cómo te encuentras? Espera, estás helada- miré a mi alrededor y cogí una toalla que había en un pequeño mueble cercano y la puse sobre sus hombros para taparla y me quedé mirándola de nuevo no sabía que me pasaba, pero por alguna razón que desconocía me ardía el pecho.

El guarda estaba a lo suyo pero cuando vio que te metías en el agua se dio cuenta que la cosa iba en serio.

Te ayudó a sacarla del agua y fue a por unas toallas, por lo menos para cubrir a la muchacha. Después empezó a llamar por su intercomunicador para pedir instrucciones, cuando la puerta de la piscina se abrió para dejar entrar a una piscina.

Brisseida Turner.

Al principio, su cra de indiferencia total paso a una de asco al ver a Jake. Incluso mientras se quitaba el albornoz bufó ocn asco gruñendo por lo bajo algo sobre 2 que no se iba a meter en el agua donde estaba el mugroso de tercera". Pero después se fijo en la chica, En Liz y sonrió malévolamente. Se le notaba en la mirada que era una hija de puta de las mejores y, sobre todo, odiaba a Liz por algo en concreto.

Se giró al guardia, lentamente mientras os miraba con la picardía de quien sabe que hará una putada.

- Guardia!! ¿No se da cuenta? Un cochambroso hombre de 3ª está en la piscina! Y miré!! Tiene que estar enfermo porque esa señorita esta... está enferma!! Seguro que la ha contagiado algo!! Guardia, guardia!!!Piojos, piojos!!!- Grita asustada golpeando al hombre en el pecho con su mano

Aún aturdido por la mirada de la misteriosa mujer, entró otra mujer en la piscina, mirándome con asco y tratándome como si fuera un perro. No pude evitar mirarla de forma hostil cuando intentaba apartarme con su mano y yo no podía creérmelo ¿piojos? ¿pero ésta gente de primera qué mierda fuma? pensé enfadado. Cogí la mano de la mujer con firmeza pero sin hacerla daño para separarla de mi.-Señora, yo no soy ningún piojoso, soy el mecánico que ha venido a arreglar su maldita piscina, así que tranquilícese, eso para empezar-solté su mano y dí un paso hacia ella.

-Y segundo, no la he contagiado nada-dije mirando a belleza de ojos azules que tenía a mis pies-Ésta mujer se ha tomado algo y luego se ha dejado caer al agua ¡si no llega a ser por mí, estaría muerta-dije un tono neutro, aguantando la furia creciente, mientra apretaba mi mandíbula. Mientras esperaba su respuesta hiriente y despectiva no pude evitar volver a mirar a esa mujer que ya recuperaba la consciencia, la miré fíjamente a los ojos, penetrantes, imposibles de evitar y de olvidar.

Aquel ángel salido de la nada tenía nombre, Jack, murmurándolo con un hilo de voz casi imperceptible a modo susurro pero sin llegar a articular palabras. Podía escuchar el corazón antes muerto bombear con energías renovadas en mi pecho, retumbando en las paredes de mi oído mientras el calor inundaba mis mejillas, sintiéndome cada vez más estúpida por aquél extraño comportamiento.

Mantuve su mirada mientras él hablaba, más bien era incapaz de retirarla, y el contacto con su piel eran pequeñas descargas eléctricas a pesar de tener la toalla por medio.

Fue entonces cuando escuché a Briss, sorprendida de hallarla en este lugar, ¿acaso no se la habían llevado?

- Briss. - Tosí varias veces, ladeándome para taparme la boca con las manos. Lo último que quería ahora mismo era discutir con ella y que rompiera la magia que se había creado.

Mantuve la mirada tensa hacia la mujer que me había llamado piojoso, sus ropas tan limpias, bien cuidadas hacían un contraste brutal con mi ropa andrajosa llena de parches de diferentes colores y tejidos. Sólo con ese detalle mi ira crecía por momentos, la riqueza más exquisita enfrentada a la pobreza más absoluta.. cerré mis puños hasta que los nudillos se tornaron blancos por la tensión notando como las uñas se clavaban en las palmas de mis manos, pero en ese momento la belleza que tenía a mis pies recobraba el sentido con fuerza.

Cita:

Sin duda era el nombre de la mujer que tenía ante mí, que ignoré al instante y me agaché de nuevo ante ella-Tranquila, tose fuerte aún te debe quedar agua en los pulmones-con una mano en su hombro la ayudé a mantenerse de lado. Sin poder evitarlo aparte su pelo mojado dejando esa parte de su cara descubierta y la pude contemplar con más calma, era verdaderamente preciosa, esos ojos azules y penetrantes me congelaban cada vez que los miraba, mi corazón se aceleró-¿qué me has hecho?- pensé con cierta confusión mientras grababa a fuego cada rasgo de su cara en mi mente-Dime tu nombre ¿Sabes donde estás?- pregunté mientras apretaba con ligereza su hombro, era casi una caricia.

Liz está medio drogada aún, pero poco a poco va recobrando la consciencia normalmente.

Briss está escenificando su mejor comedia frente al guarda que está incrédulo, sin saber si acercarse a ayudaros o salir por patas ante la amenaza de los "piojos". Lo que si hace es llamar por el Wakie-Talkie y avisar de lo que ha sucedido.

Instantes después Rhazes aparece por la puerta con un par de guardias.

Su aspecto es tranquilo, pese a una Briseida que continúa su ataque hacia vosotros, señalando al pasajero de tercera aún metido en el agua de la piscina. Con gesto aparta a la pija a un lado y se acerca a vosotros, justo en el borde de la piscina.

- Así que ha decidido arreglar algo mas que el filtro del agua, ¿ No es cierto, señor Martinson?- Se mofa de ti mientras aun llevas a Liz en tus brazos.- Lo que si es cierto es que necesitabas un buen baño. - Ríe mientras llama la atención de los guardias.- Llevaos al señor Martinson a cuarentena. Según la señorita Brisseida, tiene piojos. Llevaros también a la señorita Byrne a la enfermería, a ver si se recupera del susto.

Se da la vuelta para seguir con sus cosas mientras los guardias os sacan de la piscina antes una risa siniestra de Briss. A Jake le ponen una capucha de color negro para que no vea por donde va y se lo van llevando a su destino. Al igual que a Liz, que la envuelven en toallas y la guían tras Martinson.

- Ah! Solo por si las moscas. Llévense a la señorita Turner y ... desparasítenla. No hay que correr riesgos- Ríe siniestramente ante la atónita mirada de la rubia, que forcejea y se queja mientras el guarda la lleva tras de vosotros a rastras.

Mientras me mantenía agachado al lado de la preciosidad de ojos azules ajeno a todo lo que me rodeaba, sólo me interesaba saber cómo se encontraba aquella desconocida de primera que me había atravesado el pecho, volví a preguntarle su nombre, pero seguía sin contestar hasta que una voz desagradablemente conocida llamó mi atención..Rhazes.

Cita:

Estaba acostumbrado a las bromas despectivas y faltas de respeto, así que mantuve mi semblante neutro sin abrir la boca, miré el agua cristalina de la piscina y por un momento fanteseé hundiendo su cabeza en ella y no sacarla de ahí hasta que dejase de moverse. Aunque no todo eran malas noticias, la belleza desconocida de la que de momento sólo conocía su apellido, me acompañaría a la enfermería y para mayor de mis sorpresas, a la rubia, Briss también venía con el grupo, ahora la piojosa también era ella.

Cita:

Con gusto me habría carcajeado delante de ella hasta ponerme rojo como un tomate, pero de nuevo me tragué mis opiniones y expresiones. Como decenas de veces antes, agaché ligeramente la cabeza y dejé que me pusieran la capucha siendo guiado a oscuras fuera del vagón piscina.

Con algo de esfuerzo, Kaidan y John consiguen abrir la puerta que nos separa del siguiente vagón. Intento ayudar, pero en cuanto hago algo de presión con el brazo herido, el agujero de bala empieza a chorrear sangre, y no puedo evitar soltar un alarido, así que tras un patético primer intento, decido retirarme a un lado y esperar.

Pronto, los dos hombres consiguen hacer a un lado el panel, y aunque entro en el siguiente compartimento con paso decidido, una vaharada potente de vapor de agua y... calor prácticamente me empujan hacia atrás. Hay un montón de piscinas de agua limpia a los dos lados, y de muchas de ellas emana un calor tremendo, sofocante. 

-¿Para qué creéis que serán? -Pregunto al aire, mientras detengo mi avance enérgico para asomarme. Veo mi reflejo moviéndose en las ondulaciones del agua, y me sorprende comprobar lo sucia que voy. Nunca me he bañado de una sola vez, como decía mi padre que hacían antiguamente, pero se me ocurre que quizás...

Me vuelvo hacia el resto, pensativa, mientras una gota de sudor me recorre el cuello. Qué sensación tan extraña. Ojalá pudiera quitarme toda la ropa. Es terriblemente molesto.

-Deberíamos... ¿deberíamos aprovechar para limpiarnos las heridas?

El siguiente vagón estaba formado por agujeros llenos de agua caliente. Un lugar mucho más agradable que el anterior sitio donde habían parado.

-Los heridos estarian mejor aqui, se les puede atender y lavar las heridas más facilmente. Al menos no se les congelaran los huevos por el frío.- dicho esto John dio media vuelta y sin aviso solto un empujoncito "amistoso" a la pierdeniños a fin de tirarla en una de esas bañeras*.-Buena idea, tu primero.

Al volver atras cogio a Carol y la paso al vagón de la piscina. Rebusco por el lugar y encontro unos trapos de esos que llamaban toallas los pijos de primera.- Quien necesite un descanso que se quede, yo voy adelante, a explorar un poco. No quiero más sorpresas, que se abra la puta puerta y encontrarnos con otro batallón de sopla pollas armados. Hay que tomar la mejor posición posible, para recular siempre hay tiempo. ¿Quien viene conmigo?

El ex guardia me empuja sin previo aviso a uno de esos embalses de agua, y sin tiempo ni de soltar una exclamación de sorpresa, me preparo para el choque térmico con el agua fría. Sin embargo, el impacto es diametralmente opuesto, y tras zambullirme en el agua salpicando en todas direcciones, con alivio descubro que hago pie y emerjo tosiendo de una superficie tremendamente cálida. Apuesto a que la última vez que estuve sumergida en un líquido tan caliente fue el propio vientre de mi madre.
Sin dejar de toser, tardo unos segundos en despejar la vista y encontrar el borde de la piscina antes de llegar a él en una zancada.

-Capullo -Le espeto al guardia, retirándome las greñas empapadas del rostro.

Rápidamente me impulso para salir del agua, y por la fuerza de la costumbre me empiezo a desprender de varias capas de ropa. Al fin y al cabo, frente a un contacto extremo con agua fría es mejor evitar la hipotermia desprendiéndose de la ropa mojada, ¿cómo sé yo que no alcanzaré una hipertermia si no hago lo mismo?
Sin embargo, la herida del brazo me detiene cuando ya sólo me quedan unos pantalones y una camiseta, que se me pega al cuerpo. Suelto un ligero gruñido, palpándome la herida. Parece que con el calor el dolor empeora.

Es entonces cuando me doy cuenta de lo mucho que se me pega la camiseta al vientre, y de las dimensiones redondeadas que ha tomado en las últimas semanas. Alarmada y con cierto aire de culpabilidad, busco cualquier cosa con la que cubrirme, antes de que nadie se dé cuenta.

-Sigamos -ordeno al resto tras cubrirme con una especie de trapo mullido y blanco-, el calor nos atontará si nos quedamos mucho tiempo.

Al abrir la puerta, el aire caliente los golpeó de repente, obligándolos a cubrirse durante un momento. Pero pasado ese primer contacto, el cambio de temperatura se agradecía. Entraron en el vagón, el primero que era verdaderamente de "primera". Y lo usaban enteramente para...¿Almacenar agua? ¿Pero porqué de esa forma, si acababan de salir del vagón depósito?. Con la escasez que había en tercera, y ellos podían permitirse no solo tener aquellas piscinas, sino además gastar a saber cuanta energía en calentarlas.

Avanzó por la pasarela central, observando no el vagón, que no tenía nada de reseñable más allá de los embalses, sino el paisaje que se extendía a ambos lados. La luz lo llenaba todo y por fin podían contemplar el exterior en todo su esplendor, y no a través de rendijas. La vista era tan hermosa como desolada.

Se giró justo a tiempo para ver como John empujaba sin esfuerzo a Olya y la lanzaba a uno de los embalses, y se echó a reír. Y se dio cuenta del tiempo que hacía que no soltaba una carcajada. Esperaba que eso significara que todo estaba cerca de acabar, y que lo que les esperara después fuera un futuro mejor. Se arrodilló enfrente de una de las piscinas, y aprovechó para lavarse la sangre y la suciedad que le quedaban en la cara y las manos, mientras escuchaba a John.

- Dudo mucho que le queden más hombres a Rhazes, nos los habría echado encima de inmediato - dijo, al tiempo que se ponía en pie una vez hubo acabado - Pero sí, hay que seguir adelante y detenerlo antes de que le haga algo a Elaine o a Sarah.

Se fijó en que Olya se cubría el vientre con uno de aquellos inmaculados paños. No le sorprendió, era fácil que en la pelea hubiera recibido alguna patada o golpe en esa zona y todavía le doliera la contusión.

Tras soltar a Jake, no sin esfuerzo, comprobé que el resto se disponían a realizar una guía turística por los vagones de 1º, un lugar que conocía muy bien. Me coloqué al frente dando prisa a mis pasos para comprobar, aparte de que no hubiera ningún guardia que pudiera molestar, nadie de mi clase que saliera herido.

Al llegar a la piscina tuve recuerdos encontrados, observando el lugar donde conocí a Jake por primera vez y donde empezó todo, sonriendo al verlo tan lejano cuando apenas habían pasado un par de horas. Eso me recordó que todavía estábamos en la fecha de mi cumple, una fiesta eterna donde había tenido de regalo el descubrimiento de un amor y de todo el intrincado plan de Rhazes. Realmente todavía no había asimilado todo aquello.

Seguí caminando hasta escuchar el chapoteo de uno de ellos, girándome mientras alzaba una ceja y cruzaba los brazos en torno al pecho.

- ¿Todo bien? – Tardé en percatarme de que todo aquél mundo de lujo y riquezas eran nuevo para ellos, una vida que estaba acostumbrada simplemente por nacer en el vagón dorado.- No tenemos tiempo que perder. Creo que Rhazes habrá ido a buscar a Elaine, posiblemente a su camarote.- Señalé la única puerta que conducía al siguiente vagón.- Está un par de vagones más adelante, os llevaré.- Iba a decir que intentaran no llamar la atención pero lo veía bastante imposible, además, pocas apariencias debíamos tener cuando literalmente el tren se iba a la mierda.- Solo seguidme, en otra ocasión os enseñaré todo con más detenimiento.

Sin esperar a que me respondieran, volví a girarme para encauzar mis pasos hacia la puerta, cruzando la puerta comprobando antes que todo estaba despejado para que pudieran pasar.