Partida Rol por web

Lo que la cámara de Laura no podía mostrar era el espantoso hedor a carne en descomposición que infesta el lugar. Tal vez alguno de los rápidos comentarios de la difunta periodista fuera sobre aquello. Énone reprime una arcada mientras que Liel se escuda en los recuerdos de algunos de los peores lugares del Infierno en los que ha combatido. Armas en mano y usando la lámpara de la cámara de Laura los dos Cazadores se adentran en la estación abandonada.

No tardan en descubrir que no están solos: de vez en cuando se oyen los agudos chillidos de esos monstruosos niños grises e incluso se puede ver a alguno escurriéndose justo al margen del cono de luz. Según se acercan a algunas zonas los chillidos se hacen más numerosos y amenazadores, por lo que Énone y Liel se alejan de esas zonas para evitar combates estériles. Se inicia así un largo periplo por las tripas de la estación abandonada en el que rápidamente se pierde la noción del tiempo, siempre acompañados de los chillidos de los pequeños monstruos.

Estos chillidos pasan de ser amenazadores a reflejar ansiedad y miedo cuando Énone y Liel llegan a las puertas de un antiguo bar clandestino, uno de los muchos que prosperaron durante la Ley Seca y que se fueron a la ruina en cuanto ésta fue abolida en el año 1933. Ahora no es más que un agujero olvidado en medio de unos túneles apestosos. Del interior llegan los ecos de unas voces. Tal vez podrían entrar en silencio pero quedarían atrapados entre los monstruitos grises y quien esté en el interior. Aunque también está la posibilidad de encontrar la entrada secreta a la Súcubo...

—Es extraño—susurró Énone mientras avanzaban por el túnel abandonada a la vez que intentaba ignorar el abrumante olor que ahí imperaba. En una mano la camara por su luz y en la derecha la espada—, es extraño que hasta ahora ninguna nos haya atacado. ¿Será que no temen? Después de todo al parecer no parecen llevar aquí mucho tiempo. 

Trató de encontrar un patrón entre los ruidos que escuchaba porque verlos era casi imposible considerando que se movían siempre al margen del haz de luz de la videocamara. Énone volvió a hacer un vaiven con la khopesh por si acaso. No se les fuese a olvidar que iba armado. Volteó por un momento y apenas pudo ver la silueta de Suzie.

Caminaron un buen trecho esquivando los escombros y evitando la basura que se había acumulado. No le gustaba la manera en que las criaturas parecían estarlos dirigiendo a algún lugar. Inevitablemente pensó en como los perros pastorean a las ovejas hacía el corral. Salvó que los corrales no te exprimen las gónadas.

—¿Crees que puedan estar rodeándonos, para luego atacarnos juntos? 

- Todo puede ser, a mí también me extraña, peor a fin de cuentas nos hemos cargado a varios de sus hermanos y está siendo un día bastante extraño para ellos, imagino, con tanto trasiego de personas no pertenecientes a su nido, imagino. Déjame intentar algo.- Traté de golpear una vena de poder divino, sin saber si su etéreo cauce podía pasar por un lugar tan abyecto, y aparentemente lo conseguí, peor algo no iba bien. Había tratado de convertir mi bate sagrado en un faro capaz de mantener cualquier amenaza a raya, capaz de pulverizarlos como un pequeño rayo de sol, conseguí que tuviésemos algo más de luz para explorar el lugar, pero esta era roja, artificial, incapaz de asustar a nuestros posibles atacantes. Si al menos nos permitía ver algo más de aquel escenario y ver si su posible historia tenía algo que ver con nuestro objetivo...

Las pequeñas criaturas grises retroceden siseando ante la súbita luz que surge del arma de Liel. No parecen ser conscientes de que la luz no puede dañarle, pero aún así no se atreven a acercarse. Sin embargo los Cazadores pueden ver que hay docenas de ellos de distintos tamaños, desde los de un niño que recién empieza a caminar a los que ya están en la preadolescencia. Todos se retiran hacia el refugio de la oscuridad.

Los chillidos de las bestias se escuchan también en el interior de la licorería. La conversación se interrumpe y unos pasos pesados se dirigen hacia la puerta...

Los pasos hacen que Énone vuelva a fijar su vista al frente, rapidamente se mueve junto al umbral de la puerta dispuesto a rebanarle el pescuezo a cualquier criatura que se atreviese a atravesar el umbral, sobretodo si es aquella que ya habian visto en el video de Laura. Tomo aire y esperó...

- Diablos...- Si como había visto, algunas de aquellas criaturas parecían informar en tiempo real, de lo que en su madriguera pasaba, a Carmilla, de poco me serviría ocultarme con un bate luminoso, así que, por contra, me cuadré para enfrentarme a lo que viniese, casi sirviendo como cebo y distracción para que Ènone les diese lo suyo.

De la puerta de licorería surge una criatura humanoide, lampiña y monstruosamente grande y obesa. Su boca tiene varias hileras de dientes afilados como cuchillas similares a los de un tiburón, brillantes de baba que no cesa de fluir. Por encima de su cabeza asoma un pequeño zarcillo terminado en un ojo que refulge con una siniestra luz roja.

TÚ MATAS HERMANOS - Señala a Suzie con un brazo tan grueso como los muslos de ella - ¡YO MATO A TÚ!

Con un rugido bestial el gigante se abalanza sobre Suzie sin reparar en la presencia de Énone, levantando sus manos para dejarlas caer sobre la Cazadora...

- ¿Quieres bailar un pegado, guapo?- No había nada seductor ni apetecible en mi ofrecimiento, creía que quedaba claro que la invitación era para un par de rondas de dolor, me fijé en el zarcillo rojo brotando de su cabeza, preparnándome para atacar, peor fundamentalmente, lo que quería era que saliese a descubierto, para que Ènone también se uniese a la fiesta. - Tus hermanos se vienen con solo tocarme, necesito algo un poco más intenso ¿Te hace?- Le señalé con el bate refulgente.

El monstruo no solo se había asomado, sino que se había lanzado de lleno contra Suzie. Énone apretó la khopesh entre sus manos y en silencio —mas que nada porque no se le había ocurrido ninguna frase ingeniosa con la que rematar su acto— y, aprovechando que la cosa tenía su atención en Suzie, saltó sobre la espalda de la bestia. En un solo movimiento alzó su espada y la bajó con un movimiento diagonal hacia la cabeza de la criatura, la hoja silvó en el aire.

Traté por todos los medios de distraer a aquella mole infecta, atrayendo su atención en la dirección contraria desde la que iba a tacar Ènone, para hacerlo tenía que bajar la protección de mi flanco izquierdo, y no había ninguna defensa tras la que resguardarse en aquella dirección. Me estaba exponiendo de manera temeraria, peor esperaba que aquel plan pudiese funcionar.

El golpe de Énone traza una diagonal perfecta a lo largo y ancho de la espalda del enorme monstruo, que cae al suelo aullando de dolor. Sin embargo su inercia lo lleva a caer a los pies de Suzie, quien no tiene tiempo de apartarse antes de que una mano del monstruo se cierre como un cepo alrededor de su tobillo...

Énone, prácticamente de pie sobre la espalda del monstruo, usa el impulso de la espada para volver a dar la vuelta y tratar de cortar la mano que ya veía caer sobre Suzie a la altura del brazo. 

Perder el pie si la bestia cerraba el puño o Ènone erraba el golpe no sonaba ideal, como tampoco lo sonaba el que aquella bestia me pudiese vapulear como el gigante ese verde vapuleada a Tom Hidlestone en una de esas pelis de los tipos en calzoncillos con manteles atados al cuello, más cuando yo no era una elaborada maraña de píxeles sin un sistema nervioso y un cuerpo susceptible de convertirse en pulpa, pero desde mi situación solo podía tratar de alcanzarle en con mi bate divino luminoso en esa repugnante cabeza, por comprobar su fisicidad.

La espada de Énone crea un pequeño reguero de chispas al rozar el suelo antes de cercenar limpiamente la mano del monstruo. Súbitamente libre, Suzie pierde el equilibrio. Aunque su martillo golpea duramente contra la ondulante armadura de piel y grasa de la criatura ésta responde dándole un manotazo que la levanta en el aire hasta estrellarla contra una pared. Suzie no sabe qué le duele más: el pecho, la espalda o el orgullo por haber sido tratada como un pelele.

Con el brazo aún escupiendo sangre el monstruo gira en el suelo y con una agilidad impropia de su tamaño vuelve a ponerse en pie, fijando sus ojillos porcinos en Énone...

La ostia que me había propinado aquella mole de grasa, hueso y músculo(?) me había hecho escupir sangre y puede que algún empaste o fragmento de diente (O puede que fuese un paluego especialmente generoso) pero cuando lo vi volviéndose para atacar a Ènone, que certeramente le había cercenado la mano, tanto Liel como mi ira se vieron sobrepasadas, el chico tenía que vivir para cumplir con su profecía, costase lo que costase.

- No, no, no, no, no, bicho repugnante, HIJO DE LA GRANDÍSIMA PUTA, EL BAILE NO HA TERMINADO.- A pesar del dolor físico que ello me supuso, levanté de nuevo mi divina arma y la levante sobre mi cabeza mientras corría para poder atacarle donde más pudiese doler. - ¡NO HABRÁ LÁGRIMAS PARA LAS CRIATURAS DE LA NOCHE!¹

—Demasiado cerca —pensó Énone cuando su espada corto la mano de la criatura. La hoja había pasado a centímetros de Suzie y, muy en su interior, algo le decía que si no había fallado había sido solo porque  alguna divinidad se había apiadado de ellos. Cayó al suelo y se puso en posición nuevamente para defenderse pues ya veía venir el contraataque de aquel ceboso monstruo. Escuchó el grito de guerra de Suzie desde detrás de aquella mole de grasa y se preparó para atacar por su lado. Giro la cintura y echó atrás la hoja para blandirla en el mismo momento que escuchase el bate de Suzie silbar en el aire. Cercenar, no perforar, era lo que dictaba su instinto. 

El martillo del cielo y el hierro de las estrellas cantaron a duo...

Con un rápido gesto el monstruo agarra a Suzie con una mano y la levanta para al hediondo agujero repleto de dientes que tiene por boca. El tremendo impacto del bate le hace trastablillar hacia un lado pero aún así los dientes se clavan en un hombro de la chica, de la que empieza a sorber sangre a grandes tragos. La cosa podría haber sido peor, pues Énone se encarama a su espalda y con un fortísimo golpe de su khopesh consigue cortar a través de piel, grasa y músculo hasta casi decapitar al monstruo. Con un aullido de dolor y rabia el monstruo golpea a Énone con Suzie mientras el chico está aún en el aire. Ambos Cazadores son violentamente arrojados contra la pared con Énone haciendo de amortiguador para Suzie. Tras el fortísimo golpe ambos cazadores caen al suelo mareados y apenas conscientes, rodeados de brillantes ojillos rojos acechando justo más allá del límite de la luz roja del arma angelical.

El gigante aprovecha el breve respiro para renquear hacia su mano amputada. La sacude para quitar la porquería de la destrozada muñeca y luego se la coloca en el muñón con un bestial alarido de dolor. Sin embargo los huesos, músculos y tendones crecen al momento volviendo a unir la mano con el brazo. Con una carcajada, la bestia les dedica a sus oponentes un obsceno gesto con la mano recién revitalizada.

VOSOTROS MORIR AQUÍ ABAJO - berrea mientras carga de nuevo hacia los Cazadores. Es el último asalto para ambos bandos. El monstruo ha preferido recolocarse la mano a regenerar la herida en su cuello, mientras que los Cazadores no podrán seguir aguantando mucho tiempo el brutal vapuleo...

Estábamos hechos mierda, puede que aquel ser tuviese razón y fuésemos a morir allí pero no podía dejar de internatrlo, por  mi hermana, por las posibles próximas víctimas, Liel olía mis intenciones y no se podía estar callada, repasando sus cánticos en lenguas inventadas, suplicando por una ayuda que tal vez no pudiese llegar hasta un lugar tan jodidamente oscuro, pero algo parecía lograr, abrí los ojos y un cegador rayo del sol salió de ellos, como un puto láser en una puta película de alto presupuesto, no veías el pixel en él, solo el corte que iba a hacer.

Tras ser arrastrado por los aires y usado como colchón humano por Suzie, Énone se levantó a duras penas. Escupió había una lado, pero no sé paró a ver si era sangre o no. Le dolía la espalda por el golpe y esperaba que no fuera de esos dolores su después de todo descubres que es una cañería que te atraviesa de lado a lado.

Miró a Suzie que aprecia estar concentrándose osea algo y miró a la bestia. Se recuperaba, más rápido de lo que había esperado —habia esperado nada—, pero más lento de lo que al bicho le convenía. Ahora estaba de frente. Le había hecho un bonito tajo en diagonal por la espalda y ahora el animal se daba la vuelta. Si lograba acertar el mismo golpe terminaría de calarle la cabeza completando el corte en V de su cuello. 

 Iba a lanzarse cuando el mundo se iluminó a su lado. Esperó un segundo a qué el haz de Suzie golpeada a la obesa criatura, cruzando los dedos para que el rayo hubiera sido suficiente para que esté no tuviera tiempo de defenderse se tiró a tratar de dar el tajo que separarse finslmente su cabeza de su enorme cuerpo. 

Un halo de luz solar surge del arma de Suzie, tan potente que destruye tanto las sombras como la ilusión que la encubre como un arma mundana (1). La carne de Enoch se abrasa mientras el monstruo retrocede aullando de dolor. Aquellos otros hijos de Carmilla que son alcanzados por la luz se convierten en cenizas al instante, Énone aprovecha la ocasión para acercarse de nuevo al gigante, quien esta vez sólo consigue acertarle de refilón antes de que el humano lo decapite con un potente vaivén de su espada.(1)

Durante unos segundos lo único que se escucha es la algarada de chillidos de los hijos de Carmilla, que huyen despavoridos para alejarse de los Cazadores. Cuando por fin se hace el silencio todo lo que queda del monstruoso guardián de Carmilla es un montón de cenizas negras como la pez...