Partida Rol por web

Cinco minutos para el final del primer tiempo. Saca de portería El Zeky, recibe el chino con el pecho. Pasa al Cagaprisas evitando a un central de los mastuerzos, él regatea a uno, a dos, sigue avanzando. La defensa enemiga se cierra en banda, así que prueba algo arriesgado. Pase aéreo al área enemiga, pegando un chiflido al negro para que se adelante.

El balón vuela alto y se va a acercando al área, cayendo en una parábola. El negro que va corriendo y, viendo que no tiene tiempo de controlar el balón y chutarlo antes de que el portero vaya a coger el balón, chuta en el aire con un giro, y el balón que se cuela en la portería enemiga a menos de tres centímetros del largero, con una fuerza que lo hace rebotar en la red y lo saca para afuera otra vez. El árbito pita el gol y la gente enloquece.

El negro corre hacia uno de los córners, quitándose la camiseta. Está to mazas. Otros miembros del equipo se suman a la celebración, poniendo posturas de superhéroe. Esa clase de cosas que tiene el fútbol que no son muy deportivas, y dan ganas a los contrarios de abrirte la puta cabeza a golpes, por vacileta. Pero el furgol é el furgol.

Saborean la gloria del gol antes de que se pite la mitad del partido.

“Donde no hay mata no hay patata”, por lo menos lo había intentado, ser amable, pero esa borrica no iba a entender en su puta vida que era la educación.
La brigada hizo ese gesto genérico que suele hacerse que no significa nada pero que se hace cuando escuchas y no hay mucho más que decir –Muy bien, muy bien…tu abuela es un tesoro- se disponía a sentarse pero los asientos estaban encharcados –perdona… me voy a sentar un poco más para allá, que esta esto pringao- formó un amago de sonrisa y camino unos pocos asientos más para adentro.
Jorge llegó apenas un minuto después con una camiseta de algodón, caballerosamente la cubrió con la chaqueta para que se cambiara sin mirones, aunque el sí asomó los ojillos que su Mari tenía unas tetas de ensueño.
El partido comenzó, un poco aburrido, a ella el futbol no le gustaba , pero coreaba a Carrillo y disfrutaba viendo a todos pasarlo bien y compartiendo las papas tan ricas que Vílchez le había hecho. De pronto se sintió emocionada, la felicidad residía en cosas sencillas como aquellas, joé… que blandica que estaba, otra vez con la lagrimilla a vueltas.

GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

El Jose Luis saltó mirando al cielo.

-¡Por fin cojone!

...ereh el puto amo, peaso de pase que las dao al negro Selui...

Se agarró el paquete con ambas manos y toreó a los Mohtrenco.

-¡Noh vay a comé la pollah!

El radar Kimberliesco se activó, como si oliera el aire. El portón se abrió un poco y alguien hablaba con el Paco. Parecía que se estaban cambiando el turno y el que estaba en la calle se quedaba dentro, y él fuera. El detector de intimidad se salía de la escala.

Se levantó corriendo en cuanto oyó el portón abrirse y cerrarse. Si al Paco le cambiaban de guardia ella sería la primera en interceptarle, no vaya a ser que la Toñi con to lo dicho esa mañana intentara algo... Y aunque lo intentara, se iba a enterar, pos no le tenía ganas ni ná.

-Hola cari- le sonrió en cuanto se lo encontró delante. -El furgol una mierda... Pero seguro que podemos hacer algo más animáo- ahí iba muy implícito follar, sin tener que soltarlo a cascoporro, era lo más sutil que podía ser la Kimberly, pero por si acaso había dudas. -Como echar un polvo en el baño- no fuera a ser que, aunque su Paco era mu listo.

Había llegado la mitad del partido y se habían terminado las papas. La Kimberly se había ido y no parecía que tuviera la intención de volver. Eso les dejaba más tranquilos, aunque la gente estaba de casquera en las gradas, iba y venía del baño y comentaban la jugada.

-¿Sabes que te quiero? -le susurró al oído.

Luego dió un beso. Sin importarle una mierda que le viera la gente. Estaba enamorado y punto.

Su legionario estaba en la calle, en la entrada del recinto. La puerta se quedaba cerrada durante el partido excepto en el caso de que alguien tuviera que marcharse por algún problema médico, volunto personal o así. Pero estaban todos muy agustito, y los pocos que se habían aburrido y volvían al castillo ya habían salido por la puerta al inicio del descanso.

La calle daba al barranco del Pilarejo, un bosquecillo al final del pueblo, de pinos. Estaba desierto en ese momento, aunque había gente del somatén que se asomaba de vez en cuando desde el final de la calle, de los que protegían la ruta de regreso.

-Joderr... me vash a buscar un lío tía. Tengo que estar de guardia aquí.

La mirada se les fue en dirección al barranco, o a cualquier esquina. Podían folletearse allí mismo, a tiro de piedra de todo el mundo, pero a su vez sin que nadie se enterara. Separados tras un grueso muro. El asunto daba un morbo que te cagas. A la Kimberly ya se le estaba haciendo el chocho pepsicola.

La Kimberly miró las posibilidades del lugar, a ella sin duda le daba igual dónde, tampoco era mu tiquismiquis. Pero tampoco quería que regañaran a su Paco, tenía que ser algo rápido.

-Pos entonces... Nos enrollamos y lo dejamos pa después- dijo mu poco convencía, porque lo que ella quería era que le dieran lo suyo bien dao, como le daba siempre el Paco. Ay su Paco, como un toro bravo le daba, ya notaba como se le escurrían las bragas de pensarlo.

Alzo los brazos cuando el negraco mete el gol. Corriendo al centro del campo para celebrar con los compañeros. Salto a la espalda del Cagaprisas. Cuando acabe su ensalzamiento genital, claro.

- !TOMAAAAAAAAAAA! - vocifero, con toda la emoción. Y eso que a mi el futbol nunca me había gustao especialmente, pero cuando estás dentro, asin con el espíritu deportivos...Como que da gustico ¿que no?. Asín como unas mariposillas en la barriga, una cosa rara...Una emoción.

Que orgulloso estaría el papa. Encima llevamos las camisetas de la pollería. Que grande, que grande.

Parpadeó y pensó. A veces pensaba. Activó la radio para hablar con el de la calle perpendicular que a veces se asomaba.

-Dos cinco, aquí dos cuatro.

Tardó unos largos segundos.

-Dime.

-Voy a plantar un pino aqui mismo en el bosque. Ponte en la esquina y cubreme la visual mientras tanto.

-No tardes, tío.

-No, joder.

Luego le tomó la mano y bajó la cuesta pabajo a gran velocidad. No tenían mucho rato y había que hacerlo en plan conejillos en celo. Pim pam, pim pam.

Corrió de la mano de su Paco, que casi se mata por el empedrao con los tacones. Se aguantó la risa, tener novio formal era más divertido de lo que había pensado nunca. En cuanto estuvieron un poco cubiertos, se sacó las bragas y las mallas y las dejó por ahí cerca. No había tiempo pa más, un polvo rápido era sin preliminares ni ná, y ella estaba más que gustosa de que el Paco la empalara un rato... Y cachonda, como perra en celo.

Inicio del segundo tiempo. Ahora sacaban ellos. Habían tenido el tiempo justo de meterse unos isostar, soltar un par de pedos, rascarse los cojones a la sombra y refrescarse. 15 minutos, lo normal en éstos casos. La afición estaba disfrutando el partido, y ahora comenzaba la hora de las pipas y los refrescos, después del plato fuerte de las papas. En Jaén cualquier reunión de carácter social tenía su aperitivo. Las buenas y viejas costumbres. La mayoría ni siquiera sabía que eso venía de tiempos de los romanos. Ni falta que hacía saberlo.

El árbitro pitó y la pelota comenzó a moverse otra vez.

La Kimber se puso encima ésta vez, gesto poco acostumbrado en ella. Se estaba enamorando, decididamente. Si es que no lo estaba ya. Se meneó como si fuera un caballo mecánico, para alante y para atrás con cierta oscilación, frotándose ella misma con lo que más le gustaba.

El polvo era presuroso, con ansia y gana. Estaba a punto de nieve, y parpadeó viendo algo al fondo del bosque. Algo que Paco no había visto todavía. Un solitario apollardado que, atraído por el ruido, se acercaba con un andar cojitranco. Entonces, a diferencia de antes del 15 de agosto, no sintió miedo, si no más bien preocupación. Pero no por el hecho de que tuvieran que huir, si no por que habría que matarlo y eso les cortaría el rollo.

Para más inri, ella se estaba corriendo, y Paco venía detrás. Tembló como un flan, y él se derramó con ansia dentro de ella. Sin condón ni nada. Vaya par de inconscientes. El tiempo pasó más deprisa y el apollardao estuvo a unos cuatro o cinco metros de ellos, y acercándose.

Tiró el pitillo que se estaba fumando y se incorporó al campo dándose golpecitos en el pecho para ayudarse con una flatulencia de isostar. La cosa estaba yendo bien, solo hacía falta rematar. Un gol más, suficiente. Dos goles más, pa firmar y pa casa. Tres más, para los anales de la historia.

-¿Sabes que te quiero?-
¡Por fin lo dijo! “Ay ladrón que bien has sabido jugar tus cartas…” la había cortejado, seducido y enamorado.
-Yo también te quiero- le salió automático y lo besó como Dios manda, de haber sido aquello una peli americana los habrían sacado en las pantallas grandes esas de los estadios donde enfocan a la gente para que se bese y ponen mensajitos ¿No estaban celebrando que estaban vivos? Pues ea, que lo viera todo el mundo, y al reglamento que le fueran dando. 

Con las prisas el Paco ni ponerse condones ni ná, no si ella no se daba cuenta en esos detalles, el Paco bastante tenía con meterla en caliente. Aunque ella estaba que derretía las piedras, asín que tampoco se quejó. Aquel polvo fue rápido e intenso, para ella más que para el Paco y no solo porque estuviera cabalgándole encima como si fuera un toro mecánico, sino que veía al apollardao llegar y aquello en cierto modo le ponía más cachonda. Sería la emoción del miedo... O algo asín.

-Paco, viene un apollardao...- susurró cuando se le pasó la temblaera del orgasmo y se levantó a recoger sus bragas y metérselas como fuera. Que aún estaba lejos, pero al menos que no le pillara con las bragas bajas.